Partida Rol por web

Cuando te asomas para decirles eso ves que Isabella ya parece haber reaccionado, seguramente la razón era la posibilidad de perder a el mercenario, pero ¿quién entiende a las mujeres? Dorser, por su cuenta, ha colocado a Elena entre él y la escalera así que el peligro parece haber pasado.

Aguardó paciente a que alguien respondiera con algo más que el silencio. Los necesitaba por desgracia. Y ellos a él, aunque no les gustara. Una relación simbiótica pese a que nadie pareciera satisfecho de aquel acuerdo non grato. Observó que Isabella parecía haber salido de su estado cataléptico, posiblemente por el estrés de la situación o quizá por el temor a perder su única y última ancla al mundo de la cordura, el mercenario. Él mismo, en aquel contexto, agradecía su supervivencia. De haber caído y haber muerto o de haberse roto una pierna o un brazo, se hubiera visto obligado a actuar en consecuencia. Y ello solo suponía invertir en el proceso unas balas que quizá necesitaría en un futuro inmediato.

Por un instante estuvo tentado de emplear el aparato de radio, pero prefirió posponer tal acción. Para todo había un momento y un lugar. Y aquel túnel y aquel instante no obedecían a tal premisa.

Por ahora el soldado se toma su tiempo en subir a la chica, no parece tarea fácil aunque dirías que lo tiene bastante controlado.
En ese momento ves que la soldado empieza a despertar.
Escuchas como dice en voz baja:Estoy...estaré bien. Lo... lo siento. Puedo yo sola; mientras se va aferrando a la escalerilla.

Lerman estiró al mano a través de la escotilla abierta ofreciendo un punto de agarre a quien quisiera subir.

-Rápido, no tenemos todo el día y el tiempo corre en nuestra contra -dijo a los que aún estaban en la alcantarilla-. Moveos.

El mercenario y Isabella empiezan a ascender, escuchas a Elena disculparse por su torpeza tras de ellos. No parece que vaya a tardar mucho en recuperarse.
En uno de los movimientos escuchas un leve "clic" y el tramo del pasillo se ilumina. Ves que a unos cien metros delante tuyo y a otros cien a tu espalda el tunel está cortado por unas enormes compuertas que indican hacia donde vas "BLQ 071" delante, "BLQ 072" detrás. Aunque lo lees al reves y la pintura ha desaparecido en algunos lugares por la humedad, está escrito en tan grande que lo lees fácilmente.

Parpadeó ante la súbita iluminación. Sensores de movimiento, pensó, interrogándose al mismo tiempo acerca del porqué no se habían encendido antes a su paso. Leyó la letra inversa y enarcó una ceja. Se inclinó nuevamente sobre la escotilla y habló a los de abajo.

-Aquí se han encendido las luces. Dos posibles caminos. El 071 y el 072 -tendió el brazo para ayudar a subir conforme llegaran-. ¿Alguna idea de hacia dónde ir?

Mientras el grupo de rezagados asicende Lerman les comunica las novedades:
-Aquí se han encendido las luces. Dos posibles caminos. El 071 y el 072 -tendió el brazo para ayudar a subir conforme llegaran-. ¿Alguna idea de hacia dónde ir?

La primera en salir por la compuerta es Isabella, iluminada por Paul y una linterna que lleva en la boca. Este nada más salir la guarda y ayuda a salir a Elena, que pese a estar un poco mareada al final les había seguido el paso.
Veis a unos cien metros delante vuestro y a otros cien a vuestra espalda que el tunel está cortado por unas enormes compuertas que indican hacia donde vais, "BLQ 071": delante;y "BLQ 072" detrás. Aunque lo leéis al reves y la pintura ha desaparecido en algunos lugares por la humedad, está escrito en tan grande que es casi imposible no verlo.
Elena se sienta durante un momento en el borde de la compuerta, para recoger fuerzas, se lleva una mano a la cabeza que le debe doler como un infierno, pero no se queja, más bien se siente estúpida por lo ocurrido. Señala hacia el 071.
Por nuestra ubicación, y si el golpe no me ha dejado demasiado mareada, debería ser en esa dirección.

Isabella lanza una mirada fría a Lerman cuando lo ve espectante a la salida del pozo; luego lanza otra mirada de santa paciencia hacia abajo, pero no le dice nada al mercenario: una desarrolla un sexto sentido para cuando li miran el culo...tan descaradamente. Pero en medio del fin del mundo quizá sea una de las pocas cosas bonitas que Paul pueda ver, y al mismo tiempo Isabella recuerda unos tiempos muy lejanos en los que pudo ser actriz y tantos chicos se giraban para verla pasar.
A pesar de la mirada fría lanzada a Lerman, tras unos segundos de reticencia, acepta su ayuda, más como una señal de tregua que como la simple ayuda que su acosador particular le ofrece.
Bloque 71, bloque 72. ¿Porque numerar los tramos? Pregunta cuando ya están todos fuera, un poco para sí misma, un poco para todos.

No tenía muy claro como reaccionaría Elena si se llegaban a encontrar con Aaron, según Isabella, la habían cambiado, y eso era peligroso, a saber las cosas que podían llegar a hacer las personas que habían dado la vuelta a la Tierra. Aún así no se arrepentía de su decisión, había ciertos principios que no pensaba pisotear sin más, era la regla que le había enseñado Mike, la única tal vez, y era lo mínimo que le debía.

Dejó que Lerman abriera la marcha, él la cerraría, así, los en teoría más experimentados ocupaban posiciones clave.

Quizás tengan algún tipo de control sobre cada uno de los bloques, es habitual en las cárceles y edificios muy grandes compartimentarlo todo, resulta más sencillo y ordenado a la hora de acomodar a gente nueva y controlar los suministros.

Se encogió de hombros, sólo era una teoría a una pregunta que parecía más bien retórica.

Tú primero Lerman, te seguimos.

Comprobó el estado de su arma y la empuñó, guardando la linterna en uno de sus bolsillos.

Ve delante de mi.

Le pidió a Isabella.

Oyó cómo se enredaban en una discusión absurda acerca del porqué de la numeración, olvidando que apenas unos segundos antes habían estado a punto de morir por la torpeza de la soldado. Vivían un episodio último, contrarreloj y con todo en su contra; un momento donde los errores, por nimios que fueran, se pagaban con la vida y donde el desperdicio del tiempo en disquisiciones inútiles tales como el sexo de los ángeles, el por qué los cangrejos andaban hacia atrás o por qué estaba numerado de tal o cual forma aquel pasillo solo determinaría no alcanzar su objetivo.

De modo que calló, sacó el arma, quitó el seguro y comenzó a avanzar en la dirección indicada por Elena, el bloque 071. Por un segundo miró su reloj. Quería saber cuánto le quedaba.

tienes una idea básica: sabes que hace unos años se hizo el experimento de Los bloques. Lo sucedido en uno fue televisado con dobles, fue una especie de espectáculo oscuro. Mientras aquel gran hermano con actores operados quirúrjicamente hacían el paripé (uno mortal, ya que incluso en un espacio controlado el ser humano tiene a volverse loco encerrado) un grupo de civiles sufría un infierno y ponía en marcha la primera fábrica de H-energía. Luego se hizo un complejo entramado de edificios clónicos, y luego varias urbanizaciones subterráneas como esa, todas con edificios solitarios y enterrados. Sabes la arquitectura básica de las bases de tu organización, que podríamos decir que tienen su firma propia. Sobre los túnenes que las unían habías escuchado algo, al fín y al cabo es algo lógico, pero también es verdad que en El Bloque muchas veces se lanza información falsa para ver quien hace qué tipo de preguntas, ya que en principio cada uno tiene su trabajo y conoce lo justo para realizarla. Tu visión era algo más amplia por tu posición y tu libertad (¿quién vigial al vigilante?:tú). Seguramente aún podrías ampliar tu visión si tuvierais conexión, ya que toda la información esta liberada. Puede que haya cosas ocultas del bloque 71, ¿pero el mapa de sus instalaciones? será como la del bloque 70, el bloque 69...

Isabella camina en silencio, sin poder sacarse aquel 71 de la cabeza. Ha de ser un tramo, no puede indicar lo que cree que realmente indica. Si realmente es así los malnacidos del bloque se han vuelto a superar. Aunque se ha pasado tanto tiempo intentando olvidar aquel infierno, la simple idea de que solo fuera el infierno 71 es una aberración, algo que sobrepasa su imaginación. Todo aquello que había vivido, toda aquella locura ¿solo era la punta de un iceberg de sadismo? ¿Cuan hondo era el pozo de mierda que aquella gente había cavado? Y sobretodo...
...como es que vuelvo a estar a las puertas de la peor de mis pesadillas?

Camináis al lado del camino que forman el cableado de los potentes focos que iluminan, sobre vuestras cabezas, un par de vías de tren. Cuando habéis recorrido noventa de los cien metros que separaban la boca del pozo de la compuerta BLQ 071, esta empieza a abrirse de manera automática. Se abre desde unos ocho metros de altura y inmediatamente se crea una fuerte e inexplicable corriente de aire desde el exterior hacia el interior, en dirección al bloque.
Lo sabéis inmediatamente, por mero instinto de supervivencia: teneis apenas unos segundos para cogeros, aferraros o sujetaros a lo que sea antes de ser engullidos por ella.

Nuevos sensores de movimiento, pensó Lerman ante el sisieo neumático de la gran esclusa que tenían ante ellos. Pero la reflexión se cortó cuando sintió una creciente corriente de aire que golpeaba su espalda y que parecía generada desde la nada. La maldita escotilla. Aquella pesada tapa de metal que había golpeado a la soldado dejándola inconsciente era ahora una puerta abierta hacia el exterior y el aire de ambos espacios tendía a equilibrarse, como si de una monstruosa descompresión se tratara.

La brutalidad, la fuerza de la misma aumentando en intensidad la transformó en un vibrante rugido que amenazaba con tragárselos, con engullirlos en una parodia de deglución por parte de un gigante. Parpadeó un par de veces, sintiendo cómo las perneras de sus pantalones se agitaban en pequeños latigazos que golpeaban las pantorrillas. Miró en torno suyo.

Las paredes del túnel, el suelo y el techo del túnel no ofrecían grandes posibilidades. En aquel mundo invertido, las luces eran proyectadas desde el suelo y no ofrecían a sus ojos una sujeción fiable. El techo, con sus vías férreas, hubiera sido la mejor opción de no ser por la altura hasta ellas. Solo el cableado, un grueso manojo de plástico y cobre en el lateral se mostraba accesible aunque dudaba de su firmeza pese a las abrazaderas de metal que lo sujetaban a la pared.

-¡SUJETAOS A LA PARED! -gritó.

Él hizo lo propio. Ante aquella tesitura, Lerman soltó el cinturón de su pantalón con un solo gesto y en una zancada ya estaba junto al nudo de cables. Pasó diestramente el cuero, a modo de abrazadera, por el cableado, lo cerró por la hebilla y entrelazó en él sus dos muñecas tras haber guardado el arma. Se giró para ponerse de espaldas a la enorme compuerta que succionaba todo el aire como un Polifemo con asma y dejó su cuerpo laxo, presto a aferrarse con los pies a los cables una vez su cuerpo adoptara una posición horizontal por el empuje del viento.

Pegado a la pared, ofrecería una menor resistencia y una menor superficie ante cualquier objeto que saliera despedido y que buscara un cráneo que romper.

La realidad sacó a Isabella de sus ensoñaciones como un conductor despedido de su auto tras una colisión. Tonta, tonta, estate atenta, aquí dentro más que nunca. Rápidamente se vió atandose a sí misma con el cinturón a aquellos cables electricos, su única oportunidad tal y como Lerman también había entendido. El hecho de compartir un pensamiento con él la hizo estremecerse pero la tontería le duró bien poco: concentrate, ¡ ya!
Se hizo una con el suelo, o el techo, intentó desaparecer, fusionarse, se cogió bien fuerte, si bien sabía que ni su fuerza sería la misma que la de sus compañeros. También que su cinturón, propio de la ropa femenina, era mucho más ligero que la de los demás.

El grupo intenta sujetarse a el cableado, pero quizá por estar más cerca de la exclusa, el viento, aquella fuerza de atracción, golpea aún más violentamente a Paul y Elena. Ambos son arrancados literalmente de aquel cable arrancando a su vez un tramo del mismo, para luego ser tragados limpiamente por el hueco de la compuerta. El resto, del que están cogidos Isabella y Lerman queda convertido en una "cuerda" por lo cual se les hace más y más dificil aferrarse a la vida.

Elena y tu sois tragados en un alarede de agilidad impedís golpearos con los cantos de la compuerta, aunque la situación es demasiado terrible como para pensar ahora en ella. Lo que os espera al otro lado es un agujero en una pared que parece engullirse el mundo. Está al final del siguiente tramo de compuerta, enfrente de la misma. Justo a esa pared hay una enorme grua o alguna máquina similar de demolición, esta está incrustada en el agujero. Es un amasijo de hierros pero también puedes ver, medio aplastada, la cabina con los asientos del conductor. Llevas un cable en una mano, ¿podría servirte? y "volando" junto a tí Elena, observando la situación con ojos de águila. ¿Podrías quizás servirte de ella y desviarte lo suficiente? Aunque eso sería condenarla...si no es que ya lo está junto contigo. Eso ves en los segundos de vuelo que te dirigen hacia la muerte a una velocidad vertiginosa. Sabes que es practicamente imposible, pero la muerte -estas situaciones- son parte de tu vida...

Lerman y Isabella pueden ver, perfectamente, en su nueva posición colgando de aquel cable del que tira como un brazo invisible el espacio abierto de la compuerta -que ya alcanza la mitad de su recorrido por lo cual multiplica más y más su fuerza- lo que ocurre. Hay una explosión de metal entrante por la escotilla, es dificil definirlo de otra forma: aquella fuerza se había tragado al avión y ahora lo exprimía como si fuese un drapo mojado que se quiere dejar completamente seco. Llueve metal, asientos, maletas ropa, papeles, hasta que se crea una enorme estalactita de metal retorcido en espiral que tapa completamente aquel agujero, y os quedáis colgando, inofensivamente, de aquella "cuerda" a apenas un par de metros del suelo. Mientras os balanceáis y escucháis a vuestra espalda como la compuerta sigue subienda ajena a lo sucedido, no podéis dejar de ver como de aquella enorme estalactita metálica empieza a gotear, rítmicamente, gotas de sangre.