Partida Rol por web

—Pero... ¿ésto qué es?

El exabrupto de Khaila os sacó de vuestras conversaciones. Visteis a la guerrera descalza, sacando los pies de una palangana de agua humeante.

—No tuve que fiarme de aquel vendedor charlatán —rezongaba la guerrera.

Ni corta ni perezosa, Khaila había desenvainado su espadón y amenazaba a la palangana. La audaz guerrera parecía genuinamente asustada de ella.

—¿Quién eres? —Le preguntó con un tono de voz imponente. Ella nunca se había fiado de la magia, y tan sólo había adquirido objetos de necesidad, que pudieran ayudarla. Pero nunca se había encontrado ante semejante situación. —Responde... —Le apremió.

La palangana de agua se las apañó para mirar largamente a la guerrera.

—Te estás llenando los pies de tierra —observó—, no pensarás calzarme luego, ¿verdad? Ya bastante tengo con que te hayas metido en todos charcos habidos y por haber. 

A efectos de Khaila, Galatea ya había terminado la conversación con Aidé e iba a empezar a hablar con Rengar.

Perdonad la pequeña distorsión espacio-temporal, no pensé que fuera a interactuar en voz alta tan pronto.

La guerrera no apartaba sus ojos furiosos de la palangana. Mantenía el espadón alzado, casi dispuesta a descargarlo sobre el recipiente de loza.

Pero... ¿Cómo tenía esa desfachatez? - ¡Tú! ¡Devuélveme mis botas! - Le dijo con un gruñido. Por un momento levantó la mirada, empezaba a ser consciente del aspecto que debía estar ofreciendo. Su respiración estaba algo agitada y su rostro se había cubierto de un intenso rubor. - Me ha quitado las botas - Les dijo al resto, como si se tratara de una explicación lógica y volvió a centrarse en la palangana.

Si la palangana hubiera tenido brazos, los hubiera cruzado en gesto de desafío.

—¿Y cómo me piensas obligar, a espadazos? ¡Ja! ¿Por qué no te portas como una buena chica, y te lavas un poco los pies? No todos los problemas se resuelven con una espada; algunos se solucionan con un poco de higiene, ¿sabes? —la jofaina observó los pies de Khaila, pensativa—. Y después recortaremos esas uñas. Las tienes un poco largas y me vas arañando.

Galatea iba a hablar con Rengar pero entonces pasaron tres cosas: La primera que Khaila se puso a hablar con sus botas, la segunda que las botas le contestaron, y la tercera que la elfa giró la cabeza lentamente y se quedó mirando la palangana de agua con los ojos abiertos de par en par.

—.........

Se quedó así tal cual, Khaila se explicó y Galatea se limitó a quedarse en la misma postura.

—¡Oh, claro!—dijo de pronto, cruzándose de brazos asintiendo en una expresión entendida de quien de pronto hubiese descubierto que todo tiene una lógica implacable. Le dio una despreocupada palmadita con el dorso de la mano a Rengar—. Le ha quitado sus botas.

Luego volvió a cruzar el brazo como quien dice "Si es que mira que no habernos dado cuenta antes...".

Ossian se había quedado perplejo al contemplar la escena y miró fijamente a Galatea con la boca semiabierta ante su declaración.

Galatea se había quedado callada simplemente al lado de Rengar, cuando descubrió que Ossian la estaba mirando, giró la cabeza hacia él.

—¿Qué?—dijo encogiéndose de hombros con el tono perplejo de quien se defiende de una acusación—. ¡No esperaréis que a parte de tener que mediar entre vosotros también vaya a hacerlo con vuestras prendas de vestir!

Era cómica la forma en que Khaila miraba la palangana. Había pasado del miedo a la más pura exasperación. Bajó el espadón y acercándose con cautela tocó la jofaina con la punta del arma. Le dio un par de golpecitos y tras eso dio un paso hacia atrás. 

- Pero si solo eres unas botas... ¿En qué más te puedes transformar? - La guerrera no salía de sus asombro. Había ignorado las palabras del objeto, hasta que no supiera qué hacía no quería meter de nuevo sus pies allí. Siempre había sido reacia referente a la magia, era algo que no entendía. Y ahora sus propias botas se le revelaban...

—¡No soy sólo unas botas! Soy tan humano como tú —dijo la palangana con tono ofendido—. Exijo que retires tus palabras inmediatamente. Y deja de toquetearme con tu espada. Te la puedes meter... en un sitio seguro.

Rengar se quedó boquiabierto y observó la escena completamente sorprendido. Eso sí que no se lo esperaba.

-Pero... ¿por qué hablan tus botas?

Khaila bajó el arma. Se había quedado con la boca abierta ante la afirmación de sus botas/palangana. ¿Humano? Empezó a reírse. Tras la primera impresión, y tras haber comprobado que no iba a hacerle daño, lo absurdo de la situación provocó que la guerrera estallara en una fuerte carcajada. Gordos lagrimones salían de sus ojos mientras se doblaba para sujetarse el estómago. Intentó recomponerse, pero nuevamente volvía a su mente la imagen de ella amenazando a una palangana, y la carcajada volvía  a estallar. 

- No... No lo sé... Es la prim... Jajajajaja... Es la primera vez... Jajajajaja... Que me pasa esto - . Intentó responderle a Rengar, pero su voz se iba interrumpiendo por la risa que afloraba en sus labios. 

—¡No te rías! —demandó la palangana con aire ofendido—, es una historia muy triste.

—Sólo espero que no vaya a contárnosla...

La palangana carraspeó.

—Lo cierto es que... perdí un duelo de conjuros y mi rival me transformó en bota —admitió la palangana—, no tendréis un conjuro de quitar maldición a mano, ¿verdad?

Galatea miró la escena con una expresión similar a la de alguien que acaba de descubrir medio gusano en la manzana que se está comiendo, y no precisamente por la actitud de las botas parlantes.

—Está bien, que alguien me pellizque y me despierte—dijo poniendo los ojos en blanco, hizo un dramático aspaviento con los brazos y se dio la vuelta con la vista fija en el techo como si se fuera a ir con ellos en alto o algo así—. O en su defecto que me echen el conjuro a mí también, creo que estoy sufriendo alucinaciones.

Áscalon le tiró de la tela de la pernera del pantalón, Galatea se detuvo y lo miró ceñuda.

—Sí, claro que sé quién podría lanzar ese conjuro. Sólo me estoy pensando si decirle que queremos quitar un Polimorfar o un Terribles Carcajadas de Tasha.

Khaila consiguió calmar la risa histérica que había nacido en su estómago. Escuchó la explicación de la jofaina y tras eso a Galatea hablar de unos extraños conjuros. La guerrera no terminaba de entender, pero la risa había desaparecido de sus labios. Por un momento, hasta había parecido atractiva, pero nuevamente frunció el ceño y sus oscuros ojos perdieron la luz que por un breve instante los había iluminado.

Por lo que entendió, aquel comerciante la había estafado, vendiéndole unas botas que en verdad no lo eran. Cuando pudiera iría a hacerle una visita... Khaila guardó la espada, no iba a emprenderse a espadazos con una jofaina...

- Bueno, yo no sé de nadie que pueda hacer esas cosas... Pero tendrá que esperar, tenemos que liberar a un pueblo de la tiranía de un dragón, ¿sabes?... Así que tendrás que aguantarte con mis pies apestosos durante un tiempo más... - Le dijo sentándose nuevamente en el suelo y metiendo sus pies en la cálida agua. Llevaba ya unas cuantas semanas con aquellas botas y no le había pasado nada. Así que no estaría mal disfrutar de un cálido y relajante baño de pies.

—Bendita Mystra... me han tocado los salvadores del mundo —masculló la palangana.

Mantuvo un silencio pensativo mientras Khaila se lavaba los pies y luego añadió:

—Soy un mago. Os seré de más utilidad contra el dragón si me devolvéis mi forma que si soy sólo unas botas —razonó—. ¡Eso es! Si levantáis la maldición que pesa sobre mi, ayudaré al pueblo con mis hechizos.

-No podemos dejar que alguien esté convertido en unas botas -dijo Rengar con horror-. Tiene que ser horrible. ¿Cómo te llamas? ¡Hay que sacarte de ahí cuanto antes!

El paladín se había sorprendido del egoísmo de las palabras de Khaila. ¿Cómo podía seguir usando a una persona convertida rn botas por una acción malvada? Era indigno y asqueroso. Pensaba que la guerrera era mejor persona... pero temía estar equivocándose.

Khaila miró con los ojos completamente abiertos a Rengar... Pero... ¿No estaban tan preocupados por la seguridad del pueblo? ¿No habían dado su palabra de ir a acabar con el dragón? No entendía como un paladín podía llegar a preocuparse más de aquel asunto que de la seguridad de todo un pueblo. 

- Esto... No... No entiendo... ¿Y el dragón? Puede matar a toda la gente... ¿No es más importante? - Le preguntó con la voz un poco entrecortada.

La verdad es que se sentía completamente confusa. Seguía a sus compañeros pese a que a veces no terminaba de entender sus motivos. Pero a fin de cuentas, era un paladín, ¿no? ¿quién era ella a su lado si decían de ir a matar al dragón? A pesar de tener un nudo en el estómago solo de pensar en ello, eran sus amigos y estaba más que dispuesta a acompañarles. Pero... ¿Y ese cambio? Quizás el paladín no era consciente de que dejando al dragón libre más tiempo ponía en peligro la vida de decenas de personas... Por ello se quedó mirándolo con un gesto interrogativo en su mirada.