Partida Rol por web

Turno 123 (Situación)

Asiento cuando Thorkin recoge el cofre y lanzo una mirada desaprobadora a Varíe mientras se aleja.

-Aunque podíamos haberlas repartido tranquilamente, la actitud de esta mujer nos va a generar más problemas que otra cosa, va demasiado por su cuenta...

Espero con los brazos cruzados y el escudo apoyado en mi pierna.

-Ya deberíamos estar en camino! Empecemos a movernos!

Cuando nuestra pequeña columna ya esta en marcha, recojo mi escudo y lo embrazo poniéndome en marcha y cerrando la comitiva.
Justo antes de comenzar a andar, lanzo una mirada inquisitiva hacia atrás y espero un momento mientras escucho atentamente los sonidos del campo.

Turno 123 (Situación)

Preparado como estoy para la marcha, apenas presto atención a las palabras de Vairë sobre el cofre y las monedas, pero no puedo evitar torcer el gesto, previendo lo que, sin duda, ha de ocurrir mas adelante entre los enanos y ella: - He de idear algo, si es que finalmente viajamos todos juntos, porque, desde luego, la relación como grupo va a romperse por esa costura...

Mientras acaban de resolver la disputa por el cofre, dando mi consentimiento cuando Thorkin se hace cargo de él, me subo a una roca, y vuelvo a otear alrededor, no pudiendo mas que asentir a las palabras de Banin sobre los mezquinos llegando a Esgaroth antes que nosotros.

Turno 123 (Situaciación)

-Thorkin, yo también quiero mi parte del botín.- dije tranquilamente pues veía al enano más que alterado. -Creo estáis dando demasiada importancia a las monedas y dudo de la relevancia de que hayan sido acuñadas hace poco. Es más,a quién le importa. No creo que Esgaroth tenga un sistema que lo identifique, más allá de rumores.- y antes de seguir hablando pienso un poco mis palabras...

-En fin, que no son enanos.- acabo.

Y atisbo el camino en busca de algún indicio o peligro.

Turno 124 (Fin de Capítulo)

Rothomir y Vairë tomaron sus monedas, el resto más o menos desconfiados por los problemas que pudiesen acarrear aquellas monedas con la guardia aduanera de Esgaroth, decidieron seguir el dictado de Thorkin, elegido líder entre todos. Al menos hasta que se encontrasen con sus contratantes. El enano era el nuevo guardián del cofre.

Solucionada la pequeña discusión, todos cargaron con sus petates y emprendieron el camino con prisa. Tal y como esperaban, tras una hora caminando alcanzaron el camino principal. Y para alegría de todos sin señales del enemigo. O para casi todos, pues Thorkin no dejaba de ver fantasmas. A un lado y a otro, cada poco tiempo, divisaba movimientos furtivos con el rabillo del ojo, para después no ver nada cuando centraba su mirada en el lugar.

El ceño del enano se iba frunciendo conforme iba pasando el tiempo y cada vez tenía más certeza de que el grupo estaba siendo acechado. Y crecía la sensación de que sus armas colgadas al cinto y a la espalda parecían cada vez más lejanas e inaccesibles; por la barba de Durin que le gustaría estar empuñándolas. Pasado un recodo del camino, incluso le pareció ver unos ojos observando desde la espesura, que desaparecieron tan rápido como habían aparecido.

A partir de ese momento, también el pequeño hobbit empezó a advertir pequeños movimientos fuera del camino. Una roca desprendida, quizá un conejo brincando, o quizá algo peor... La exuberante primavera había dotado de un tamaño tal a los matorrales y arbustos propios de la región, que había zonas en las que parecía que el camino estuviese atravesando una pequeña jungla de árboles enanos, y aquello no ayudaba.

El resto, advirtiendo las ojeadas que lanzaban el hobbit y el enano, y sobre todo puestos en sobre aviso por el ceño fruncido de Thorkin, empezaron a prestar atención, sin llegar a advertir nada. Fuere como fuere, nada ocurrió. A la mañana siguiente Pertegaz casi se había olvidado de aquella sensación, y por la tarde ya canturreaba al caminar.

Los días fueron transcurriendo de manera tranquila, hasta que al culminar el ascenso de una pequeña colina la vieron: Esgaroth, la Ciudad de Lago Largo, la Joya del Comercio del Norte. Hogar de comerciantes, refugio de embaucadores, y sin duda, el corazón que bombeaba el oro de Erebor por  todo Rhovanion. En aquellos días, su extensión era enorme. El núcleo de población que estaba en el centro del lago y que sobreviviría hasta el final de la Tercera Edad, estaba unido a una segunda ciudad tres veces más grande, también dentro del lago pero en la rivera Este, mediante un gran puente de madera, por el que podían circular seis carruajes uno al lado del otro sin problema. 

Flotas de pesqueros moteaban el lago de un lado a otro, y grandes navíos mercantes diseñados para la navegación fluvial iban y venían hacia el río del bosque o descendían hacia el Celduin rumbo a Dorwinion o quizá para ascender por el Cuinen rumbo a regiones desconocidas para la mayoría de habitantes de la ciudad. Era, en definitiva, la grandeza y el poderío de Esgaroth. 

El único que no parecía alegre de finalizar aquella primera etapa del viaje era Thorkin; a diferencia de Pertegaz, no había perdido ni un solo instante la sensación de que estaban siendo vigilados. Y recordaba vivamente los ojos, aquellos ojos no los había imaginado.

Turno 124 (Fin de Capítulo)

Por fin nos pusimos en marcha... Ya pensaba que íbamos a tener que parar a comer a la vuelta del primer recodo del camino.
Desde mi puesto al final de la comitiva podía observar al resto del grupo con tranquilidad y el tiempo que me otorgaba la marcha hasta la ciudad de los hombres del lago.

Durante el primer día de camino, oteaba de cuando en cuando a nuestras espaldas, por si podía distinguir un grupo de perseguidores, pero nada ví.
Sin embargo, Thorkin estaba tenso como la cuerda de una ballesta, podía verlo en su forma de andar, como observaba los lados del camino, como se detenia y sobre todo por como sus cejas se hundían cada vez más. En un alto del camino me acerqué a él.

-Thorkin, dukt.. hermano, ¿que ocurre?

Iba a usar el khuzdul, pero visto que no era algo buen recibido le el grupo y tampoco sabia su realmente ocurria algo destacable decidí usar el común de momento.

-Si Thorkin cree que es necesario decir algo en privado siempre puede hacerlo.

Sin embargo el enano solo me dice que podría hacer visto algo, continuamos el camino con precaución pero a buen ritmo, las leguas fueron pasando y pese a que Thorkin ya no recuperó la tranquilidad, el hobbit se mostraba tranquilo.

Finalmente alcanzados nuestro objetivo sin mayores problemas, el viaje había sido más movido de lo que pensába al iniciarlo, y llegábamos tarde!

-Más vale que nos esperen y no piensen que por este retraso esta justificado no contratarnos. Seria un deshonor enorme.

Turno 124 (Fin de Capítulo)

El trayecto transcurrió en una tensa calma. Su experiencia con los enanos mezquinos había puesto a prueba al grupo en definitiva, y había servido para observar las virtudes y los defectos del mismo. Dárin repasó los mismos: como virtudes no cabía duda de que estaba bien equilibrado en sus capacidades; pero como defectos, la dispersión de las decisiones los había puesto en peligro en más de una ocasión. Además, era evidente que la presencia de la humana y su actitud implicaba una tensión evidente, en especial para Thorkin, que se había erigido con justicia como líder. No obstante, como ya había pensado, se trataba de un rol necesario en un grupo de sus características, por lo que se exigía tratarla con la prudencia propia exigida por el liderazgo.

Respecto a los mezquinos, Dárin no sabía bien qué pensar. La protectora presencia de la ciudad de Esgaroth, ahora al alcance de la vista, ofrecía otra perspectiva de lo ocurrido. Era momento de enfrentar la verdadera naturaleza de su misión y encarar el misterio de los enanos mezquinos con más ayuda que la de un pequeño contingente.

Por su parte la relación con Banin y Thorkin la había encontrado provechosa. A pesar de su brusquedad, Banin era un poderoso compañero y Thorkin había mostrado un fuerte espíritu práctico, a pesar de su desprecio hacia la vida de los enanos mezquinos, lo que a Dárin le resultaba violento. Por lo demás, Pertegaz era una presencia exótica y Rothomir un elemento indispensable. De Darrick poco se podía decir por ahora, aunque su respuesta respecto a las monedas daba pie a pensar en una integridad propia de quien se interesa más por el contacto con la naturaleza que del comercio.

En definitiva, la ciudad de Esgaroth le trajo a Dárin una tranquilizadora sensación. Aunque su grandeza no era comparable al reino de Erebor, se trataba de una ciudad aliada de gran importancia. Y Dárin no olvidaba las oportunidades que podía ofrecer para su familia. Así que se apretó bien el cinturón y cogió fuerte su bolsa preparado para afrontar nuevas experiencias.

Turno 124 (Fin del capítulo)

Al escuchar las palabras del montaraz pidiendo su parte de monedas, no puedo por menos que lanzar un bufido

-¡Ahora me lo dices!, ¡mira que habéis tenido tiempo para pedirlo! -Con cierto enfado, vuelvo a dejar mis bártulos en el suelo, saco el cofre y le doy a Rothomir su parte. -Si alguien más quiere su parte que lo diga ahora o tendrá que esperar a la próxima parada o a nuestra llegada a Esgaroth. Y vigilar como las gastáis, las monedas nuevas llaman mucho la atención y puede que os pregunten como las habéis obtenido. Esperemos que estos días no hayan robado ninguna remesa porque entonces todos se fijarán en nosotros.-Al ver que nadie más dice nada, vuelvo a guardar las monedas y recojo mis bártulos.

-¡En marcha! - Y dicho y hecho, me pongo en marcha -Vayamos a paso ligero, cuanto antes lleguemos mejor.

Mientras nos dirigimos hacia nuestro destino voy lanzado miradas hacia todos lados, vigilando para no ser sorprendidos por los mezquinos u otros asaltantes. En algunos momentos me parece ver algún movimiento, pero al dirigir la vista no veo nada. Esa sensación sigue durante todo nuestro trayecto, y no puedo evitar entrar en cierta paranoia, pensando que alguien nos sigue, llegando a la intranquilidad total cuando me parece apreciar que unos ojos nos siguen.

Por fin llegamos al camino principal, y al verlo no puedo evitar lanzar un suspiro de alivio, aún así, sigo intranquilo, la sensación de que nos observan y nos siguen se mantiene, y por lo que veo no soy el único. El pequeño hobbit tiene la misma sensación, y nos entrecruzamos unas miradas que lo decían todo. Nuestros compañeros, al parecer no notaban nada raro a nuestro alrededor, pero al ver nuestro comportamiento, notaron que algo raro pasaba. Banin incluso preguntó que estaba sucediendo

-Tengo la impresión de que alguien nos sigue, me ha parecido llegar a ver en más de una ocasión sombras fugaces y algo que se movía, incluso me pareció ver unos ojos que nos miraban. Estar preparados.

El viaje continuó sin novedades, aunque en todo momento sigo manteniendo la vigilancia, sigo teniendo la sensación de que nos observan. En una de las paradas reparto las monedas entre todos y guardo las cuatro sobrantes.

Al ver Esgaroth al cabo de unos días no puedo evitar sonreír, por fin hemos llegado, pero sigo intranquilo, recuerdo claramente esos ojos que nos observaban y no puedo evitar seguir teniendo la sensación de ser vigilados. No puedo evitar coger la empuñadura de mi martillo con fuerza.

-No bajéis la guardia. No sabemos que sorpresas podemos llevarnos allí. Vayamos a buscar a quienes nos han contratado.

Turno 124 (Fin de Capítulo)

Las condenadas monedas amenazan con no dejarnos reanudar viaje, pero, tras recibir Rothomir su parte, por fin, nos ponemos en marcha. Tal y como me ofrecí, me esfuerzo en no perder detalle de lo que acontece por delante de la comitiva, vigilando tanto posibles emboscadas por parte de los mezquinos, como algún signo que me indique que poco tiempo antes alguien haya pasado por allí... pero en menos de una hora, por fin, enfilamos el camino principal, tras lo que, con una mirada atrás, a la senda que acabamos de abandonar, exhalo aire con fuerza, y lleno los pulmones del limpio aire de montaña: - Por fin llegamos al camino principal!! Espero que hasta aquí no nos sigan esos mezquinos!!, digo, sin dirigirme a nadie en particular, pero sintiendo como mi ánimo se relanza, tal y como ocurre tras una pesadilla, cuando el sol se empieza a elevar tras las cumbre nevadas, por lo que me permito tararear, en voz baja, una alegre tonada Hobbit de viaje.

Pero las frecuentes miradas de Thorkin a los laterales, como viendo algo, hacen que, fijándome mas en las características del camino, empiece a vislumbrar algo mas allá de mi campo de visión, aunque no puedo concretar que es. Durante la tarde, apenas hablo, cruzando miradas preocupadas con Thorkin, mas que asentir con fuerza cuando nos pide mas atención, compartiendo con el resto que alguien nos sigue. Durante la noche, en mi guardia, comparto con Banin mis sospechas de que, en efecto, alguien nos sigue, como dice Thorkin, pero la mañana nos muestra, de nuevo sin sorpresas, otro limpio dia soleado en las estribaciones de Erebor, y, tras un suculento desayuno, que engullo con avidez, la sensacion de ser observados ha desaparecido del todo, a la vez que mi optimismo vuelve a crecer. Mientras espero que los demas den buena cuenta de su desayuno, cojo el flautín y, fundiendome con la bella estampa de las colinas que nos rodean, empiezo a interpretar una antigua melodía élfica sobre la genuina belleza de la Naturaleza, una perfecta armonia de colores, olores, incluso sabores que hacen surgir sensaciones magnificas en las almas de aquellos que son capaces de fundirse con ella. Al acabar, en la lengua sindar original de su autor, acabo con el ultimo verso de la Oda: - ^* ...y la cúspide bruñida de tu canto nos salva, incorruptible, la belleza... ^*, tras lo que, embargado de la melancolía que transmitia el autor, recojo, reverente el instrumento, que guardo en su funda, con el espíritu pleno, y la determinación mas que clara de vivir aventuras, conocer sitios, que me permitan, quizá en algun momento de mi vida, componer una canción así.

A partir de ahí, solo Thorkin habla de que aun nos siguen. Cuando miro en la dirección que nos señala, no veo mas que una mata, o quiza un conejo que salta, metiendose en su madriguera. En el parón para descansar de la tarde, Thorkin decide repartir las monedas. Tras observar su belleza, las guardo, una a una, de forma meticulosa, en la bolsa, pero separadas del resto, hasta no estar del todo seguro de que no están manchadas de sangre.

Los dias pasan, y mi ánimo mejora. No hay noticias de que nadie nos siga, mas que las sospechas de Thorkin, y hacia el final del cuarto dia, tras coronar la cima de una pequeña colina, con las piernas ya cansadas, y el polvo del camino saturando cada poro de nuestra piel, aparece la majestuosa Esgaroth, Ciudad del Lago Largo, con el bullicio propio de una centro de comercio prospero como aquel. Estirando mis ropas, y tratando, sin exito, de quitarme el polvo del camino de la cara, sonrío ante el comentario de Thorkin, y digo:

- Tranquilo, maese enano, una vez crucemos las puertas, estaremos bajo la proteccion del Señor del Lago!! Pero sí, hemos de reunirnos cuanto antes con aquellos que nos han contratado... aunque, por el amor de Yavanna, permitanme darme un baño, y ponerme presentable para la reunión!!!, acabo, con cara de súplica, mientras intento, tambien sin exito, peinarme el, a esas alturas, mas que rebelde pelo.

Turno 124 (Fin de Capitulo)

Ya con unas monedas en la bolsa, el camino se hacía más llano. Me creaba inquietud la paranoia constante que vivían los enanos. Y la imagen que dió Throkin el resto del camino lo comfirmaba.

Tampoco me gustó la actitud que estaba tomando. Si bien es cierto que me inclino hacia él como un buen líder, me temo que puede acabar convirtiéndose en un tirano. Pero bueno, es un trabajo. Y de ser bueno y placentero, se lo quedaría para sí mismo el mismo rey.

Turno 124 (Fin de Capítulo)

Darrick caminó tranquilamente con el resto del grupo, pero eso fue solo los primeros pasos mientras avanzaban uno de los enanos estaba seguro que los seguían, por más que con su experta experiencia en viajes y en la naturaleza no lograba ver a nadie.

Tranquilo compañero, si alguien nos está persiguiendo no se quiere dar a conocer, y si se mantiene lejos podríamos perderlo una vez en la ciudad, si no nos intercepta en el camino no creo que nos quiera interceptar en la ciudad.

Cuando llegaron a la ciudad el hombre la miró fríamente, si bien él había nacido allí, su hogar eran los bosques, se entía atrapado en una ciudad, por lo que bajó la mente y siguió a sus nuevos compañeros.

Esperemos estar a tiempo para cumplir el contrato, vamos!