Partida Rol por web

Nü parecía sombrío sentía que otra vez iba a tener que decir una verdad incómoda. Querían liberar a Aywa pese a ver una amenaza y una presencia oscura. Una vez llamaron a Sally a abrir la cerradura el monje iba a decir lo que pensade ba cuando la sensatez de Sally le sorprendió. Una sonrisa asomó en su cara y la cara de sorpresa le costó borrarla. Estará más segura en la celda. Sacarla ahora es exponerla a esos seres... decía preocupado. No podemos dejar aquí a las demás... hablaba bajo para que las chicas no le escuchasen, le avergonzaba la idea de abandonar a todas aquellas mujeres embarazadas. La simple idea le horrorizaba y si su grupo decidía hacer tal cosa, no tendría otro remedio que sacarlas él sólo. No tenía en mente abandonarlas, Aywa no era la única afectada...

No podemos pelear y protegerlas a la vez. 

Sally concluyó a las palabras del Cocoliso

La elfa se sorprendía de la frialdad mostrada por la Alegre Sally. No le parecía mal, incluso una ventaja en determinadas situaciones, simplemente no comprendía como podía mantener la sangre fría en una situación semejante. Ella no conocía a Aywa y no podía soportar la idea de dejar ni un minuto más a aquellas mujeres embarazadas enjauladas como si fueran animales. 

- Las sacamos de aquí ahora mismo.- Se dirigió con rostro serio y una enorme determinación en su mirada dirigida tanto a Sally como a su hermano. Buscó el apoyo de Aldo, quin supuso que ardería en deseos de abrazar a su hermana.- Si es necesario puedo escoltarlas hasta donde dejamos a los soldados, pero aquí no se quedarán ni un minuto más si puedo evitarlo. - El problema estaba en que ella no podía evitarlo. No habia podido romper la cerradura. Quizá Sally pudiera mostrar que la mañana era mejor que la fuerza.- Por favor...

Si la muchacha ya se hallaba sorprendida con la inesperada aparición de su hermano, no lo estuvo menos cuando Yenian, Sally y más de los “amigotes” de Aldo hacían aparición uno tras otro. No eran malos chicos pero, para Aywa, el hecho de que cada día se reuniesen en El Ojo Vigilante a beber cervezas hasta bien entrada la noche nunca le había parecido del todo bien. Sin embargo, se alegraba enormemente de equivocarse con respecto a ellos. Sonrió a cada uno de ellos sinceramente, incluso a los dos hermanos elfos a los que era la primera vez que veía. Extendió su brazo con dificultad y apuntó al principio de la sala, hacia el gran pasillo en el que Grasp se había detenido a vigilar.

Hay una puerta roja. Estaba abierta cuando me trajeron junto a tres compañeras más…- Su rostro se apagó al rememorar la escena. Vi una puerta pintada de rojo. Estaba abierta y en la habitación de más allá logré ver muchos fuegos encendidos y un…un altar al fondo.

Cada vez que suenan las cadenas vienen a por una de nosotras hermano, siempre se las llevan allí dentro. ¡Tenemos que salir de aquí! 

Yenian compartía plenamente las palabras dichas por Zhaelin. Estaba a punto de intervenir con un tono autoritario para asegurarse que se cumpliera lo expuesto por la elfa, cuando la intervención de Aywa le frenó en seco. Que indicara el lugar donde podrían encontrar a los responsables de aquella atrocidad, era algo que el paladín reclamaba desde que accedieron a aquella sala. La oportunidad de enfrentarse y ajusticiar a esos malnacidos no era algo que fuese a desaprovechar…

- Para enfrentarnos a lo que se esconde tras esa puerta es necesario que estemos todos juntos, anunció, - …además son demasiadas celdas, mientras las liberamos el enemigo puede aparecer y en ese caso sí que será complicado poder protegerlas a todas…. Me temo que, como bien ha dicho Nü, estarán más seguras en las celdas por ahora...¡DEBEMOS ATACAR!. No obstante..., continuó tras una pequeña pausa, -...Sally, podrías abrir las cerraduras de unas cuantas celdas por si se ponen las cosas feas ahí dentro. Que las mujeres se mantengan dentro de ellas hasta que volvamos…

Tras lo expuesto, el paladín comenzó a prepararse para el combate. Comprobó el estado de su espada, se aseguró el escudo y con una rodilla hincada al suelo y la cabeza agachada realizó una plegaria al Dios de la Justicia:

“Todos los días son día de Juicio. Lucho por la justicia, lucho por la verdad, destruiré todo mal… ¡Tyr dame fuerzas y la Justicia prevalecerá!”

Tras incorporarse, empuñó su espadón con fuerza y se dirigió a sus compañeros con tono seguro y la moral alta: - ¡Acabemos con esto!, ¿estáis conmigo?.

-Creo que lo más apremiante es sacarlas de aquí.-Dijo el clérigo.-¿Os parecería bien sacarlas de las jaulas e irlas apilando aquí?-Añadió señalando el suelo donde estaba.-De este modo, podemos crear una barricada que les dificulte el paso durante el tiempo suficiente para que entre Sally y alguno más abráis o abramos las jaulas.-Dijo señalando a las mujeres.-Abrid primero las de las más alejadas de la salida y así podremos defender esta pequeña barricada o prenderle fuego si es preciso. Los jergones de madera deberían mantener una llama decente un buen rato.

Dicho esto, el clérigo calló a la espera de la respuesta del grupo.

El monje se lamentaba ante la disparidad de opiniones y aunque era una atrocidad dejarlas un rato más en aquellas jaulas el peligro que las acechaba era mayúsculo y sólo las expondrían al horror, pero el monje no era el único que estaba allí y el tiempo se agotaba. Hiciesen lo que hiciesen debían de actuar con celeridad...

De acuerdo, vosotros id preparando una emboscada, no saben que estamos aquí así que debemos aprovechar esa sorpresa. Sí Yenian, no es honorable combatir así, pero tienes que pensar en las mujeres embarazadas, tenemos que vencer aunque sea así. Yo me ocuparé de las celdas y de conducirlas hasta abajo. Si para entonces no ha salido nadie volveré y atacaremos.

La gente se había quedado parada y estaban perdiendo el tiempo así que Sally dio la orden. Se sintió rara, normalmente eran los demás, Grasp o Yenian normalmente los que hablaban y ella los seguía.

Vamos, vamos poneros en marcha, no os quedéis ahí como pasmarotes.

Sally no perdió más tiempo y se centró en la cerradura de la celda de Aiwa. Era un candado simple, dispuesto para tener encerradas a pobres mujeres embarazadas, no para las hábiles manos de la joven.

Sujetó las pestañas con una de las ganzúas mientras que con la otra fue probando la resistencia de la cerradura.

Yenian fijó la mirada en Sally mientras proponía el plan a seguir, con el rostro inmutable y apretando con fuerza los dientes debido a la rabia que sentía por tener el enemigo tan cerca y, lamentablemente para el justiciero paladín, la cordura en la palabras de la humana. - ¡Hum!, suspiró contrariado mientras con el rabillo del ojo miraba repetidas veces a la puerta que le separaba de su ansiada venganza…

- Tienes razón, Sally, terminó diciendo… - Nuestra prioridad debe ser salvar a todas estas mujeres inocentes y ponerlas a salvo, he estado cegado por mi afán de castigar a esos malnacidos, os pido perdón…, concluyó disculpándose ante Aywa y el resto de mujeres prisioneras que podían oirle.

– Espero que en un futuro podamos ajustar cuentas, además, no sé qué malvados planes tenían en mente pero estoy seguro que arrebatándoles de sus garras a estas mujeres les provocaremos un serio contratiempo… ¡Vamos!, saquémoslas de aquí y pongámoslas a salvo…, sentenció mientras enfundaba su espada y se dirigía a una de las celdas cercanas para forzar la cerradura. - Echadme una mano aquí...

El joven Elfo miraba con repulsión aquellas jaulas, un sentimiento de ira crecía dentro de sí al ver el precario estado en que estaban las mujeres. -Hijos de Puta...- Entonces una voz conocida se elevó de entre los quejidos, era Aywa, por fin la habían encontrado!... Una sonrisa se dibujó en su rostro al contemplar el reencuentro de hermanos, mientras que plumas sacudía sus alas demostrando su alegría, alegría que sólo duró unos segundos, al recordar la realidad en la que se encontraban. -Hay que estar prevenidos amigo... Ya pronto saldremos de aquí... Aunque debo admitir que en otras circunstancias me hubiera gustaado estudiar estas antiguas ruinas.- Susurró al cuervo, el cual sacudió sus alas y sobrevoló aquella estancia, buscando alguna señal de movimiento en el lugar para informarle a su amo.

-Deberíamos sacarlas de una vez!... Estoy de acuerdo- Interrumpió el mago Elfo -Ya han sufrido demasiado y debemos agradecer a los Dioses que las hemos encontrado con vida... Su bienestar es nuestro principal objetivo- Agregó a la vez que apretaba el medallón que colgaba de su cuello.

Mientras Sally se encargaba de las cerraduras y Aldo contaba a su hermana por encima las vivencias de estas últimas dekhanas sólo con el fin de mantener los pensamientos de la la chica en otro lugar, el resto del grupo se afanaba en reunir todo aquello que pudiese utilizarse para preparar una especie de barricada en el único pasillo que comunicaba la sala donde estaban las jaulas con la antesala que precedía al los altares defendidos por la Puerta del Dragón.

La curiosidad de Al-Baridel no obstante pudo más que la precaución, hecho que le obligó a acercarse a la gigantesca y bellamente tallada puerta. Las escenas sobre ella talladas no dejaban lugar a dudas acerca de que aquel lugar había sido construido siglos atrás. Apenas nadie conocía los eventos narrados en aquellas escenas. Ni siquiera Villeran Halsur, el tratante de objetos mágicos de Oaknoll con el que el elfo había tenido una larga charla sobre el destino que había sufrido el antiguo Miyeritar, habría imaginado encontrar algo semejante. El elfo aún recordaba las palabras de éste diciendo que encontrar ruinas de aquella civilización era impensable a la par que imposible. Pero allí estaba, delante de Al-Baridel se erguía una puerta que podría datar perfectamente de aquella época, a menos que quien la hubiese fabricado viviese aún y éste albergase recuerdos de aquellos días; algo sencillamente impensable...hasta que vino a su mente el nombre de Loraed, Amo del resucitado Miyeritar. 

Llevaría horas analizar todas y cada una de las pequeñas escenas que se representaban en ella pero una dominaba por encima del resto a las demás en cuestión de tamaño y de detalle. La destrucción del dragón Efraöscanthatar, la desgracia final que hundió el reino de Miyeritar en la oscuridad de los tiempos pasados convirtiéndolo en mera leyenda. Haciendo frente a imponente dragón cronomante, tres individuos de los que no había constancia alguna de su nombre. ¿Podría tratarse únicamente de representaciones de ejércitos? ¿O realmente aquellas tres personas habían tenido algo que ver en los designios del desaparecido reino? 

Al escuchar la voz de su hermana y verla en una de esas jaulas, todo lo demás dejó de existir para el bardo.

Verla en ese estado, embarazada pero demacrada hizo que Aldo empezara a tener varios sentimientos encontrados, permaneció inmóvil y paralizado, como si por un instante no creyera en lo que estaba ocurriendo. Al fin la había encontrado, la había perdido una vez y no volvería a hacerlo.

Corrió a la velocidad que sus piernas le daban hasta llegar a la jaula donde se encontraba. Se arrodilló y apoyó una de sus manos en el suelo mientras la otra tomaba la desgastada mano de su hermana que parecían unos huesos cubiertos por una fina capa de piel. -Aywa mi amor, ya te he encontrado, al fin te he encontrado. -Hace unos instantes había pensado que su corazón se había endurecido, pero al parecer no había sido así. Irrumpió en un llanto de alegría por encontrarse con su hermana, no podía controlar el flujo de lágrimas y mucosa que salían de sus ojos y nariz respectivamente para mezclarse con la saliva de su boca.

Luego de algunos segundos de álgida emoción, empezó a limpiarse los fluidos con las sucias mangas de su ropa.

Lanzó una mirada asesina a Sally cuando insinuó dejarlas en la jaula, pero no dijo nada, tampoco le dijo nada al monje. La postura de Aldo era clara, su prioridad era cumplir con lo que se había propuesto aquel día que emprendió ese viaje desde Essembra, a Aldo, el deseo de justicia y venganza no lo motivaban de igual manera que a algunos de sus compañeros y era claro que lo único que existía en ese instante era su hermana.

Se tranquilizó un poco cuando decidieron priorizar el rescate de las mujeres, eran muchas jaulas y muchas mujeres y Sally empezó a hacer lo que mejor podía con las cerraduras, tomándose su tiempo abriendo cada una mientras los otros intentaban armar una barricada o un lugar que fuera fácil de defender. Aldo empezó a hablarle a su hermana de todas las vivencias y por todo lo que habían pasado solo para llegar a ese momento, al momento de su encuentro!

En cualquier momento aparecería algo desde esas puertas, pero poco le importaba a Aldo ahora que solo unos barrotes de hierro lo separaban de su hermana...

Zhaelín dejó trabajar a Sally y a los demás. Observaba con lágrimas en los ojos el encuentro entre los hermanos. Sí, la misión de Aldo estaba casi acabada pero...¿y la suya? Sus ojos ambarinos se posaron en su hermano.¿Habrían huido los xorlaii? Aquí estaban en peligro pero a la vez podían encontrar muchas respuestas. La elfa se acercó al mago que había ido a curiosear los grabados de la puerta. Atraída como las moscas a la miel se acercó a la majestuosa obra de arte. Reconoció las escenas en ella grabada y pasó su mano por los relieves sobrecogida por la situación.

- Es increíble...- Caminó de nuevo hacia donde estaban las mujeres embarazadas y se puso a construir la improvisada barricada con la mirada fija en la puerta.

A Sally se le clavó la mirada de Aldo como si de un puñal se tratase, directo al corazón. Si las liberaba mientras el enemigo salía correrían más peligro que estando en las celdas. No sólo eso, sino que les debilitaría como grupo y si acababan con ellos seguirían con sus planes de embarazadas.

Sally sólo quería proteger a Aiwa y al resto de mujeres y no entendía el por qué de aquella reacción.

Aún así agachó la cabeza y sin decir nada se centró en aquella cerradura que se le había resistido en un principio.

Estaba triste, sabía que después de aquello nada volvería a ser lo mismo con Aldo.

El monje se sorprendió ante la reacción de Aldo, nunca había visto a un humano desatar todas su pasiones más primarias. No mentía al decir que su hermana era lo más importante del mundo. Se sentía gratamente reconfortado al haber participado en esta empresa y haber salido victorioso. Aunque aún había algo tras esas puertas que no le acababa de dejar tranquilo. Mientras Al-Baridel estudiaba las puertas junto a su hermana, Nü preparaba la barricada como bien había planeado Grasp. En un determinado momento, aprovechando para coger una de las jaulas vacías, se acercó hasta Sally. En voz baja susurró a la chica mientras intentaba forcejear con mucha dificultad otra de las puertas. No le culpes... Ha vivido por mucho. - Decía mirando a Aldo pero más buscando aliviar a Sally. Siéntete feliz por haberle ayudado. Estará eternamente agradecido contigo cuando lleguemos sanos y salvos a casa. Dijo con una reconfortante sonrisa.

Las jaulas fueron al fin abiertas tras un agotador trabajo por parte de Sally. Las manos le temblaban y sentía agudos pinchazos en las puntas de los dedos; incluso el dedo meñique tenía las marcas que las ganzúas habían dejado a causa de la presión. No obstante, había merecido la pena.  El numeroso grupo de mujeres, a cada cual con mayores dificultades para moverse, se apelotonaba en la pequeña sala que precedía al gran salón donde habían estado retenidas durante los días más largos de sus vidas. Desde allí tenían una tenebrosa panorámica  del casi medio centenar de jaulas vacías que ahora estaban siendo trasladadas por los compañeros para formar una barricada frente a la misteriosa Puerta del Dragón.

Quizás fuese por las fuerzas que el miedo les insuflaba a cada una de las embarazadas, ninguna de ellas emitió la menor queja a medida que avanzaban en silencio sujetando sus abultados vientres en dirección a las escaleras por las que minutos antes habían ascendido Aldo y sus amigos. Fue entonces cuando una de las mujeres, una muchacha menuda procedente de un pueblo cercano a Luna Alta a la que todas conocían como Selmy, se detuvo en seco. Su mirada vacía y su boca entreabierta le conferían el aspecto semejante a una estatua. Como si hubiese sido víctima de la mirada petrificante de aquellas criaturas llamadas basiliscos, que perfectamente podían haber seguido perteneciendo al mundo de los libros si no fuese por todo lo que los compañeros habían visto durante las últimas dekhanas, la chiquilla no consiguió dar ni un paso más. No había sido afectada por ningún extraño mal, al contrario, aquello que le impedía moverse provenía directamente de su interior y no tenía nada que ver con algo físico. Pronto Sally, Nü y Aldo supieron lo que pasaba. Todo sucedió muy rápido. Primero una y luego otra y así hasta que la totalidad de las mujeres, comenzaron a sollozar y a aferrarse las manos unas a las otras. Era increíble como el miedo podía moldear y condicionar el comportamiento del cuerpo agudizando los sentidos a niveles increíbles.

¡Ya están ahí! ¡Ya están ahí! – Repetían a medida que un sonido metálico comenzaba a hacerse presente. El izado de las gigantescas cadenas que manejaban las Puertas del Dragón había anunciado durante días la llegada de aquellos seres que vendrían a llevarse a una de ellas para nunca regresar. Sin embargo, lejos de salir corriendo ahora que tenían la oportunidad, las mujeres agacharon adoptando una posición acuclillada y pegándose unas a otras como reaccionaban los rebaños de ovejas cuando los perros de los pastores se preparaban para conducirlas al redil.

Más atrás, el resto de compañeros se miraron unos a otros. Cerca de la puerta Zhaelín, Yenian, Grasp y Al-Baridel notaban las vibraciones en la piedra que las cadenas producían con cada vuelta de las gigantescas ruedas en las que eran enrolladas. Las hojas de las puertas comenzaron a separarse y un chorro de aire caliente salió entre ellas con una fuerza arrolladora.

El monje sorprendido por la reacción de las mujeres cogió su ballesta. Atrás, poneos más atrás... les decía a las mujeres por sus seguridad. Rápido tomó posiciones para prepararse para lo que venía.

Cuando escuchó el crujir de los mecanismos de las enormes puertas Zha se puso automáticamente en tensión. 

Ya vienen.

En vez de asustarse o pensar en el peligro que podrían correr las embarazadas el primer pensamiento que le vino a lamente fue el de satisfacer su curiosidad hacia esos monstruos. Vengarse del mal que habían cometido en aquella fortaleza. Debían actuar rápido antes de  que las puertas se abrieran del todo.

- Al, ponte a cubierto amigo.- Si tenía que combatir lo haría gustosa. La compasión que sintió al ver el deplorable estado de las mujeres se tornó en ira vengativa. La increíble habilidad que tenía Zhaelín para involucrar de sus sentimientos a los que estaban alrededor pudo hacer que el paladín y el mago la sintieran también. La elfa comenzó a moverse, con su mirada de ojos ambarinos fija en la puerta, sacando una poción por el camino. Aplicó un aceite sobre el filo de su espada haciendo que refulgiera con un extraño brillo.

Una especie de sorpresa, tristeza y rabia se apoderaron de Aldo en cuanto vio la reacción de pánico que aquellas bestias habían causado en todas esas mujeres embarazadas, en especial a su hermana.

La tomó en sus brazos y le cubrió el rostro, sus lágrimas de miedo salían de sus hermosos y grandes ojos. -No te preocupes - Susurró mientras la sostenía en un abrazo frágil y cariñoso -Te he encontrado y ahora te protegeré. -Prometió, aun sabiendo que lo que fuera a aparecer detrás de esa puerta era peor a todo lo que habían enfrentado hasta el momento.

Puso ambas manos en las mejillas de su hermana y le levantó con gran delicadeza su cara para que lo mirara a los ojos, aunque percibiera el miedo que ambos sentían en ese instante. -Escuchame bien Aywa, quiero que estés cerca de esa puerta -dijo señalando a la puerta por la que habían llegado -Prometo estar contigo, pero si llega a pasar algo, quiero que salgas a correr, llegarás a una escalera en espiral que descenderás, llegarás al gran salón y seguirás corriendo por la entrada en el lado opuesto de las escaleras hasta llegar a un pasillo oscuro, no mirarás atrás, corre y huye de este lugar tan rápido como puedas y sin mirar atrás ,toma. -Finalizó, entregándole una linterna cargada con un frasco de aceite, cinco raciones empacadas y una poción de curar heridas mientras la cubría con su manta invernal.

Sopesó la idea de dejar todo atrás y largarse con su hermana, pero no era justo con sus amigos, ellos habían arriesgado más que sus vidas para acompañarlo hasta donde se encontraban ahora, los acompañaría y pelearía hombro a hombro con ellos una vez más!

Enfundó su lanza y se preparó para el combate que estaba por venir!

EL monje se preparaba con su ballesta. Miraba fijamente como habrían la puerta, mientras se preparaba para un virotazo que matase a lo que fuese que estuviese detrás de todo aquello...