Partida Rol por web

-Entiendo tu postura, Aldo.-Dijo el clérigo acercándose y colocando la mano sobre el hombro de su compañero.-Pero me parece poco sensata.-Apostilló.-Por lo que sabemos, tu hermana podría estar ya aquí dentro, y salir nos alejaría de ella. Si registramos la zona quizás hallemos más amenazas, pero el santuario será seguro unas horas, es un buen lugar para defendernos. 

Los no-muertos tardarán menos de un minuto en volver, por lo que hay que darse prisa. Si alzamos un altar de Grumbar, por tosco que sea, en el área consagrada, los debilitará aún más. Además, me permitirá destruirlos en vez de expulsarlos la próxima vez, pues aumentará mi poder de expulsión. ¿Usamos esas jaulas destrozadas para alzarlo antes de que vuelvan? Se que es perder un puñado de minutos preciosos, pero nos dará un punto seguro al que huir si los no-muertos nos abruman. 

Confío en que baste con apilar las maderas, tallar el símbolo sagrado y hacer algunas ofrendas. 

Zhaelín sonrió a su hermano y acarició su cabezota sin un solo pelo, agradeciendo sus palabras de ánimo. Siempre le había gustado notar su cráneo bajo la piel. Definitivamente cocoliso era un buen mote.

- No me gusta que te arriesgues tanto, Nü. Deberías permanecer detrás mío y atacar sólo para dar el golpe de gracia.- Su rostro se había vuelto duro de repente. Hablaba muy en serio.- Eres rápido y potente pero vas demasiado descubierto.- Se había sentido muy cómoda con la armadura del fallecido Jonas. Era como una segunda piel para ella. Se sentía en comunión con los dragones, adaptándose rápidamente a los cambios que experimentaba su cuerpo. Aldo y Grasp se debatían entre las dos opciones más claras. Zhaelín, en un principio, quería avanazar lo antes posible, rescatar a la hermana de Aldo y...y acabar con todos y cada uno de los xorlaii que hubiesen en el Colmillo. Cuanto más tardarán más tiempo les darían para prepararse.

- Nuestro enemigo está advertido de nuestra presencia aquí.- Ella había escuchado perfectamente cómo Mubio daba la voz de alarma.- Temo que las prisioneras puedan correr peligro si nos entretenemos demasiado.- Miró a Grasp con la misma dulzura de siempre. Con delicadeza se recogió el pelo en una graciosa cola de caballo y se aflojó la pechera de la armadura para deshacer uno de los vendajes que Grasp le había puesto en sus heridas pasadas. De allí sacó un pequeño disco de metal de su bolsa, el símbolo sagrado de Grumbar que había portado Grasp alguna vez.- ¿Por qué no usas esto? Yo ya estoy bien y contigo a mi lado tengo suficiente protección de Grumbar el Inmutable.- Tras entregarle el disco, Zhaelín les invitó a apresurarse.- Démonos prisa.

-Espero que con eso baste.-Dijo el clérigo alzando su atarraga y acercándose una vez más al cadaver del draco zombi.-Espero que la cabeza me sirva como digno soporte.

Ya le había arrancado dos colmillos, pero aun así la golpeó en el cuello con su arma hasta soltarla y, acto seguido, la arrastró al centro de la zona consagrada. Finalmente, depositó el disco sobre la frente.

-Estoy listo.-Sentenció.

- ¡Sí, movámonos!, exclamó el paladín tras beberse de un trago una de sus pociones curativas. Con las prisas gran parte del líquido se derramó por su barbilla, notando poca mejoría con respecto a las heridas sufridas durante el combate. – La próxima vez esos engendros, no tendrán tanta suerte. ¡Estoy preparado!, sentenció alzando su espada.

Entendía las razones del clérigo para no ir por la ladera de la montaña, algo en su interior le decía que era el mejor camino, pero no iba a desperdiciar preciados segundos intentando abrir un debate al respecto, quizá Grasp tuviera razón y su hermana estuviera arriba.

Lo que no iba a permitir era desperdiciar tiempo haciendo un altar más elaborado de lo que ya había hecho Grasp, si eso era suficiente bien, si no, hasta ahí debía llegar el intento, no podía darse el lujo de perder más tiempo si es que los Xorlai estaban al tanto de su presencia en el colmillo y mucho menos quería esperar a que los zombis regresaran!

-Vamos, por las escaleras, no hay tiempo que perder -Dijo apresuradamente mientras avanzaba a los escalones, esperó a que sus compañeros más armados siguieran delante, manteniendo la formación que llevaban hasta el momento.

Sally se acercó a Pincitas para agradecerle su ayuda. Pasó su mano por su duro caparazón quitinoso y acercó su mejilla a la cabeza para abrazarlo.

Gracias pequeño. Hoy no tengo nada para darte de comer. Lo que has cazado hoy no te lo recomiendo. Nos vemos mañana.

La imagen de la pequeña Sally junto al enorme artrópodo parecía sacada de cualquier historia de taberna, esas que los bardos cantan para entretener al pueblo aspirando sacar unas monedas a cambio.

La imagen de Pincitas fue poco a poco difuminándose hasta desaparecer. 

Después Sally se giró hacia los demás. Algunos ya conocían a su amiguito pero otros era la primera vez que lo veían. Con una sonrisa pícara en la comisura de los labios miró al monje.

Seguro que tú habrías hecho lo mismo por mí.

Después aguardó la resolución de sus compañeros. Parecía que al final sería ascender por las escaleras. Así que se situó en el puesto que le tenían asignado, atrás junto al elfo.

El joven mago saludaba efusivamente a su emplumado amigo, nunca habían estado tanto tiempo separados y menos en una situación como en la que se encontraban.

Cuando escuchó las propuestas de Aldo y Grasp, decidió preguntarle al cuervo, el había sobrevolado aquel lugar, lo más probable es que se hubiera encontrado con aquella zona de descargue de los Dracos. - Amigo, cuando estuviste volando allí afuera, ¿viste algún lugar con muchas jaulas de madera como esas de allá?- Dijo señalando las jaulas destrozadas. -¿O vista alguna mujer?, ¿viste a Aywa?

Después de algunos segundos en los que Plumas inclinaba su cabeza como si eso le ayudara a recordar, el pequeño cuervo respondió -Arrgkkk- Sí, Sí!... Desde el cielo vi Jaulas, muchas jaulas! Arggkkk- Exclamaba aleteando sus alas, después se bajó del hombro de su amo y empezó a revolotear alrededor de los compañeros dando leves saltitos -Argkkk!, Muchas, muchas!... Algunas estaban completas! Arggkk, Sí, sí, completas!, pero no había humanos! Argkkk!.... Sólo jaulas y nieve!... Arggkkk!. - Finalizó para después volar de nuevo hasta posarse en el hombro de su amo.

Al-Baridel observó a sus compañeros hasta posar la mirada en Aldo. -En efecto, debemos seguir investigando adentro, ya Plumas nos ha confirmado que afuera no está... No perdamos más tiempo, estamos cerca amigo mío, muy cerca...- Animaba a su amigo posando el la mano en su hombro, entonces e dispuso a seguir avanzando, no sin antes prepararse para lo que pudieran encontrar más adelante.

Los siete amigos, decididos a tomar el camino interior hasta los niveles superiores, dejaron el hall repleto de cadáveres y corrieron a grandes zancadas escaleras arriba. Atrás dejaban un tosco altar fabricado con los huesos del draco y diversas tablas pertenecientes a las jaulas semi-destrozadas. Éste podía parecer endeble, poca cosa comparada con las capillas de Helm o Tempus que habían visitado durante sus viajes, pero el poder que irradiaba era tan intenso que cualquier muerto viviente que merodease la zona se cuidaría bien de no acercarse a él.

Tras más de trescientos escalones el grupo llegó a un amplio rellano donde se encontraban esparcidos decenas de esqueletos ennegrecidos. Armas, armaduras, enormes manchas rojizas resecas en suelo y paredes, todos ellos claros signos de batalla, eran visibles por doquier. Las puertas que daban a aquella sala se mantenían en pie de milagro estando todas abiertas de par en par. La batalla que días atrás había tenido lugar en aquel lugar había sido tan cruenta que no hubo tiempo de llevarse a los heridos, tal como atestiguaban las retorcidas formas de algunos cuerpos cuando fueron alcanzados por el fuego lanzado por sus compañeros. Sin embargo, pese a aquel macabro espectáculo, Al-Baridel no detectó ningún muerto viviente en los alrededores.

Otras escaleras, idénticas a las que habían seguido en su ascenso, fueron localizadas dos salas más allá de el descansillo donde los muertos vivientes habían sorprendido a los vigías de esa planta. Caminaban hacia ellas cuando las gotas de sudor que se desprendían de sus frentes les hizo percatarse de que allí hacía calor, demasiado calor. Este provenía del interior de esa misma planta confirmado que los hornos seguían funcionando.

Zhaelín iba de las primeras dispuesta a enmendar los errores que pudiera haber cometido su dulce madre. No iba a dejar que ninguno de aquellos no muertos dañara a sus amigos. Cuando notó que la temperatura aumentaba, en un primer momento creyó que era otro de esos extraños cambios que estaba experimentando. Finalmente comprendió que los hornos donde esos malditos xorlaii incubaban los huevos aún seguían encendidos.

- Apresurémonos.- Cuanto más tardaran más posibilidades habría de que escaparan o de que cometiaran más atrocidades con las mujeres embarazadas.

El grupo avanzaba mientras Sally, en la retaguardia, iba aligerando a los cuerpos que dejaban atrás de sus pertenencias. A buen seguro que aquellos ya no lo iban a necesitar y la joven Sally tenía que llevar a cabo su proyecto para no tener que volver a trabajar en su vida.

Al fin y al cabo su oficio era peligroso y, aunque altamente satisfactorio debía admitir, sabía que algún día se le acabaría la suerte.

Ya no podría contar con Pincitas hasta el día siguiente, así que esperaba que aquellos muertos fueran simplemente eso, muertos y que como tales así permanecieran.

El monje se paraba a que Sally no confundiese un muerto, con un zombie y sufriera por eso. Aquella mujer no dejaba pasar una oportunidad de enriquecerse y Nü se aseguraba de que pudiese seguir con vida. Mantenía a los cadáveres inmóviles poniéndoles una pierna en la cabeza. Vamos... apremiaba a la chica de vez en cuando. Estaban ahí por otros motivos y no había que olvidarlos...

El ascenso había sido maratónico para Aldo, un muchacho con una fuerza y resistencia ordinaria. Ascender más de trescientos escalones con el equipo encima era una tarea a la que aún no se acostumbraba. Al llegar al segundo nivel Aldo jadeaba cansado, aunque por orgullo propio seguía el paso de sus compañeros, y no iba a ser él quien pidiera descansar durante unos instantes.

Observó a sally vaciando los bolsillos de los caídos, y aunque el mago les hubiera dicho que no habían muertos vivientes, el monje desconfiaba y ayudaba a su amiga sosteniendo la cabeza de los cadáveres contra el suelo. Esa imagen alegró su corazón, el monje estaba tomando un especial cariño por sally ¿quién iba a creerlo?

El calor que expedían los hornos era notorio, incluso para su cuerpo que ya estaba caliente por el esfuerzo que supuso subir las escaleras. Trató de no pensar en nada, solo avanzar y seguir a sus compañeros que iban delante de él.

Sally no sólo aligeraba los cuerpos de sus pertenencias, sino que también se fijaba en la manera que habían muerto.

Quizás eso le ayudara a saber qué había pasado allí, pero sobretodo a saber quien había sido el vencedor en aquella batalla, y por lo tanto el posible enemigo que les aguardaba delante.

No le pasó desapercibido la ayuda que le prestó el Cocoliso, seguramente no se había fijado que en la manga de su chaquetilla llevaba una daga escondida, presta para atravesar la garganta de cualquiera de aquellos cuerpos que permanecían en el suelo.

En una de estas que se cruzaron sus miradas le musitó un gracias.

Sally fue incapaz de averiguar quién había sido el vencedor de aquella batalla. Los cuerpos de los defensores yacían entremezclados con los restos de docenas de no-muertos que, según las proporciones, debían haber llegado hasta allí como si de una avalancha se tratase. Poco más aparte de las armas, armaduras y pociones que poseían los soldados en el momento de su muerte había quedado aprovechable. Tras recoger todo aquello que pudiese ser útil, el grupo sólo hubo de seguir el rastro de cadáveres para saber hacia dónde dirigirse.

Alcanzaron las escaleras que permitían acceder a los niveles superiores las cuales ascendían siguiendo una trayectoria circular que parecía bordear el gran horno. Sólo había que apoyar la mano derecha en la pared a medida que subían para saber que se acercaban al lugar donde encontrarían el nido. Por fin tras descartar zonas enteras dedicadas al alojamiento de tropas, en las cuales además de camas también hallaron grandes salones dedicados a la instrucción en combate de los soldados, llegaron a una habitación donde misteriosamente los cuerpos de los no-muertos habían sido amontonados en pilas. En ella, además del aquella escalofriante alegoría a la muerte de la muerte, localizaron una gran puerta idéntica a aquella que tras la que los supervivientes de los niveles inferiores se habían parapetado para resistir el ataque. A las marcas de golpes y cortes sobre ella había que añadir algunas hachas que a modo de recuerdo aún seguían clavados en la misma. Por supuesto se encontraba cerrada pero, en el techo, existían cuatro huecos cerrados con rejas.

Sally fue recolectando unos cuantos viales que iba guardando cuidadosamente en la mochila ante la atenta mirada del Cocoliso. 

La visión de la habitación con los cuerpos amontonados fue espeluznante y le hizo pensar a Sally si por allí habría alguien más vivo o fue el último acto de los soldados de abajo antes de retirarse.

Sea como fuese su objetivo era otro y era atravesando aquella puerta.

Esperad... dijo lo suficientemente en alto para que todos la oyeran.

Se colgó la mochila delante y abriéndola repartió los viales que había encontrado. 

Si nos ataca un grupo numeroso deberíamos hacer un círculo con Al en el centro. Habría que evitar que nos flanqueen como sea. Y mantenernos así en todo momento, nada de salir corriendo a acabar con nadie.

Al terminar de repartir las pociones observó los cuatro agujeros. Supuso que sería una medida defensiva. En caso de ataque a la fortaleza se cerraría la puerta y mientras intentan abrirla se les podía echar aceite hirviendo a los asaltantes para después prenderles fuego.

Aguardad un momento.

Sally se acercó al borde de uno de ellos y apartó uno de los cuerpos caídos para observar debajo. Buscó alguna sustancia que pudiera haber que le indicara para qué servía aquello. Quizás si activaba algún tipo de trampa. Después de asegurarse, rodeó los huecos del techo y se acercó a la puerta para examinarla también. Trató de escuchar algo de lo que ocurriera al otro lado, quizás obtuviera alguna pista de lo que les aguardaba allí.

Mientras Sally mandaba a todos parar, el monje se tomaba una poción que le volvió inmediatamente enorme. Mientras la chica seguía probando si había una trampa o no, se tomo otra poción más. Finalmente se tomó la poción que le había dado. El monje parecía una mula que apunto estaba de romper la ropa.

Zhaelín se quedó observando a la pequeña Sally. Estaba claro que sabía defenderse sola y de qué manera. Aceptó los viales que le tendió y los guardó entre sus pertenencias.

- Muchas gracias.- Fue lo único que le dijo mientras veía cómo volvía a alejarse de ellos para inspeccionar los alrededores de la puerta.- Ten cuidado...- Su atención pasó a su hermano Nü, que se bebía el contenido de las pociones como sino hubiera un mañana, y puede que así fuese. No si ella podía evitarlo.- ¡Nü, respira al menos, que vas a atragantarte!- E ella no le impresionaba su hermano, por muy grande que se hiciera a costa de la magia, más fácil sería arrearle una colleja si no dejaba de comportarse como un gallo en el gallinero.-Al...- Dijo al mago elfo con intención de que la apoyara.- Dile que no es bueno hacer tantas mezclas por favor, a mí ya no me hace caso.-  Zhaelín, por su parte, destapó uno de los viales y , a sorbitos, dejó que el líquido resbalara pro su garganta, paladeándolo. Al instante sintió cómo una fuerza revigorizante se hacía con ella.- Wow.

Parecen simples respiraderos, no hay señales de otra cosa. Aún así deberíamos ir con cuidado y evitar pasar por debajo en la manera de lo posible.

Sally se acercó a Zhae y extendió su brazo para devolverle su maza.

Gracias, me ha venido bien, pero ya he encontrado otra. 

La pequeña Sally enseñó la maza que había encontrado. Una maza de acero de bella manufactura.