Partida Rol por web

¡No!

Las cosas eran así, cuanto más te entusiasmas con una cosa, antes te la arrebatan. Su equivalente en el refranero tepestaní es "cereza que no comiste, en su lugar toma alpiste". Los sacerdotes se la habían jugado otra vez. No importa que sea Elyzabeth o Ranhart, todos confabulan para que Walterly no pueda matar muertos.

Mira, ¿eh? ¡Mira! Cómo se nota que la energía que canalizáis es de un Dios, que la desperdiciáis alegremente. Ya me gustaría veros expulsar muertos con vuestra propia vitalidad, así seguro que racaneabais más. Hartito me tenéis.

Walterly vió a uno de los zombis alejarse del umbral de la puerta, y allá fue a perseguirlo al interior de la habitación. Al golpear con la espada, las paredes se mancharon de sangre de zombi. Eso reconfortó a Walt, y ya que Ashlyn no pidió su ayuda (tampoco la había pedido en la plaza infestada de zombis, pero bueno...), el tepestaní podía centrarse en su verdadera vocación. Cuando todos los muertos estuviesen muertos es cuando se plantearía si ir a por el sacerdote humano, que lo de estar vivo desmotiva un monón para matar.

Cuando Rannhart hizo retroceder a dos de los zombis, Elyzabeth sonrió. Eso les permitía concentrar sus ataques en sus enemigos.

-Ya volveremos por él- Dijo a Broc señalando al aterrorizado muerto que se apretaba contra la pared. -Basta con que uno se quede en retaguardia-

La joven pudo apoyar entonces a Zack. Su zombi estaba resultando correoso para el hacha del bardo.

La joven apoyó el otro flanco aprovechando el alcance de su lanza. El filo rasgó la apergaminada pierna del zombi hasta el hueso y después continuó avanzando sin detenerse hacia el interior de la iglesia.

Los zombis han echado a correr despavoridos fruto del rezo del abuelete. Aprovecho que el pasillo se despeja, para pisar el suelo de la iglesia; entro despacio siguiendo a Ely, agito la retorcida varita al pasar cerca del zombi que permanece junto a Zack y al que le ha dado un golpecito con la lanza la clérigo, y huyo hacia adelante antes de que se dé cuenta de que he sido yo el que le he quemado los morros.

Miro al viejo tras el altar, que comienza a verse acorralado.

- Mire, ¿por qué no se calma y nos cuenta lo que está pasando aquí? Si se tranquiliza, no le haremos daño; ni a su hijo tampoco. -le comento, por distraerle y por ver cómo reacciona. Sería interesante conseguir que no lo matemos antes de hora y podamos interrogarlo. A lo mejor tiene información valiosa que sería una pena echar a perder.

Zack no podía ver nada más de lo que estaba sucediendo a su alrededor. Solo le interesaba el enemigo que tenía delante, y lo único que quería era acabar con él. Así que insistió en recurrir a la fuerza de su hacha para devolverle al no mundo del que había vuelto. Era hora de ir eliminando de una vez esa plaga, y tenía toda la pinta que el origen se hallaba allí.

Las palabras de Ely podrían haber difuminado la idea a Broc de acabar con el zombie. Pero el mal estado del no muerto era tan sumamente lamentable que Broc no se pudo contener. Se acercó hasta la criatura y de un puñetazo le reventó la cabeza. Ya no se comería a nadie y podría descansar en paz.

El trabajo de Zack con el único zombie que no estaba temeroso al dios de Rannhart estaba dando sus frutos, aunque lentamente. Su hacha cortaba con dureza, pero ese zombie tenía carne para dar y regalar, y "El Oscuro" no conseguía rebanarle ningún miembro. Y, como muestra de agradecimiento a sus múltiples cortes, el zombie le dio un buen golpe en la cabeza, que hizo que Zack casi perdiera el equilibrio.

Y, como respuesta a ese golpe en la cabeza, tanto Elyzabeth como Reluë hicieron acto de presencia. Una con su lanza, el otro con su varita. Un bonito trabajo en equipo. Mientras ella le clavaba la lanza en la sien y se la sujetaba, el otro apuntaba con sus virotes para acabar para siempre con su no vida.

Ashlyn volvió a acercarse al hombre que tenía ante ella. Esgrimió su espada, pero el hombre pudo esquivarla justo en el último momento. Pálido de terror ante la rabia de la mujer, decidió huir. Miró el agujero del suelo, soltó una leve carcajada llena de seguridad, y saltó por el agujero por el que había caído Marcus.

Mientras, Walt se tomó la muerte del único zombie en pie como algo personal. Entró en el cuarto con él y poco le faltó para cerrar la puerta. Sus golpes eran certeros y rápidos, y el no muerto perdía no vida por todos los poros. El terror del dios de Rannhart todavía estaba allí, y no podía más que dejar que Walt acabara con su vida. Y claro que acabó con ella.

Ahora volvían a estar sólos, con una Ashlyn que daba vueltas alrededor del agujero como si de un perro pendiente de cazar a su presa se tratara. No saltaba, obviamente porque debía haber alguna manera de bajar por ese agujero que fuera más segura.

Ely se asomó al oscuro agujero del que no se veía el fondo. Si su querido sirviente no había sobrevivido a la caída, ninguno de ellos lo haría...Sin un poco de ayuda.

-Reluë, Zack:- Avisó al mago y al lanzador de cartas. -¿Podéis lanzar el conjuro de "Caída de pluma"? Yo tengo un pergamino, pero su poder apenas serviría para uno de nosotros.-Apremió a sus compañeros.

La joven, con gesto decidido, se puso al borde con las puntas de sus pies volando sobre el vacío. -A mí tampoco me gusta que los vivos huyan- Guiñó un ojo a Walt. -Es señal de culpabilidad...Y de que traerán refuerzos- Apostilló mirando al resto del grupo para que entendieran el peligro de detenerse ahora.

Walt salió de la habitación todo ensangrentado, como un maniaco homicida. Se había ensañado, y lo había disfrutado, y con todo había salido al pasillo a por más.

¿Qué? ¿Qué decías, Elyzabeth?-miró en las otras habitaciones, y todos los muertos estaban muertos, bien requetemuertos-¡Oh! ¿En serio? ¿Me estáis diciendo que he sido el último en matar a mi zombi? ¿Pero qué cuernos me pasa? De verdad que yo antes era bueno en esto. ¿Cómo he podido ser el que más tiempo ha tardado en matar a un zombi? ¡¡¡Un zombi!!! Que no estamos hablando de un fantasma, que a veces le das y a veces no les das... ¡¡¡Un estúpido y lento zombi!!!

Y si Marcus se daba por aludido con lo de estúpido y lento zombi era su problema. Walterly tenía los suyos, así que volvió a la habitación y siguió ensañándose con los restos del muerto, golpeándolo una y otra vez con la espada.

Zack sacó su baraja de cartas y miró entre ellas y después, aunque ya lo sabía, negó con la cabeza. Yo no conozco ningún conjuro, son mis cartas las que sueltan ese tipo de energía, y me temo que desconozco de qué se trata eso de la caída de pluma, pero por el nombre me temo que no, no tengo ninguna relacionada con eso. Dijo echando un ojo por el agujero. Luego miró a la nerviosa Ashlyn que parecía estar buscando otro camino. Y así debería ser.

Si esta iglesia tiene algún tipo de sótano, y eso es lo que hay ahí abajo, tiene que haber algunas escaleras que desciendan por ella. Dijo negándose a complicarse tanto o negándose a herirse saltando. No sabía lo que podría encontrarse allí, y también se vio tentado a lanzar una de sus cartas por el agujero, aunque no viera nada, pero temió que entre los presentes de ahí abajo se encontrasen capturados los amigos de la paladina, y fuera peor el remedio que la enfermedad.

Tras negar la posibilidad de lanzarse por el agujero, se puso a mirar cada rincón de la iglesia en busca de unas escaleras que descendieran a la parte inferior del lugar.

El conjuro caida de pluma... Recuerdo en una de mis andanzas cómo un pesado mago troll usaba éste y otros hechizos similares para dejar caer sus carnes al vacío con la gracilidad de una mariposa. Todo un espectáculo rocambolesco. Pero ésa es otra historia, de la que tuve que salir huyendo sin tener tiempo a aprender de tan orondo maestro ninguna enseñanza práctica. Lástima, porque ahora vendría al pelo.

- Lo siento Ely, ese hechizo no lo tengo en mi repertorio. -me excuso, lamentándome además de haber malgastado la levitación en la visita al tejado de la iglesia. Las palabras de la clérigo invitan a que sigamos al loco a través del agujero, o sea que la perspectiva de ir a consultar a Madame Eva como yo pretendía, se esfuman definitivamente.

Escucho a Zack y me muestro de acuerdo. Quizás haya algún medio más mundano de bajar a los sótanos, tipo unas escaleras, así que -qué remedio- me pongo a mirar yo también a ver si veo algo.

El agujero del suelo estaba negro como la boca del infierno y, por muy profunda que fuera la mirada de los allí presentes, ninguno fue capaz de ver nada.

Zack, Ashlyn y Relüe buscaban otro medio de descender. Negaban la posibilidad de que saltar fuera la única alternativa.

La sangre medio élfica de Relüe parecía guiarle a los caminos ocultos de aquel lugar. Allí, a la derecha de los bancos, percibió algo diferente. Con unas rápidas comprobaciones encontró lo que buscaban. Unas escaleras que descendían a lo que podía ser una muerte segura.

Fue Ashlyn la que entró por esa puerta, con la espada desenvainada. Miró hacia atrás

Sigamos, estamos cerca

Mira... te acompaño, Ashlyn. No estoy muy lúcido y puede que no sea de mucha ayuda con la mala racha que llevo... pero en Tepest tenemos un dicho: un grano no hace granero pero ayuda al compañero.

Ashlyn seguía teniendo una gran influencia en el impresionable muchacho, y le siguió como un perrillo. El pelo y la piel tatuada del salvaje celta prendió fuego, iluminando como una vela gigante. Ya lo había hecho en la posada, antes de que Broc le tirase el plato de sopa encima, pero en ese momento parecía poseído por la furia. Ahora, Walt era un guerrero templado y comedido, que ardía mágicamente por voluntad propia, sin dejarse llevar por la ira.

Creo que el hombre que encontraste tras el altar está un poco enajenado. No creo que puedas encontrar respuestas sobre lo ocurrido a tus compañeros en alguien así-susurró a espaldas de la paladina, tratando de prepararla para las decepciones.

Zack sonrió al ver que sus palabras eran confirmadas. Pensaba encontrar un medio mucho más sencillo para descender y no una trampilla tan oculta. ¿Qué es lo que querían esconder en la iglesia de Barovia para tener un sótano con una trampilla escondida? No sabía la respuesta, y con un pueblo infestado por los zombies como era el caso, era muy probable que se quedase sin hallarla.

Así que, preguntándose eso así mismo, decidió descender junto a la hermosa rubia, después del brillante Walt, que no dejaba de sorprenderle ante sus capacidades. Él era capaz de usar sus cartas para hacer cosas raras, pero jamás se hubiera imaginado poder iluminarse así mismo. Eso era algo que se escapaba de sus conocimientos.

Sin decir nada más, se metió por la trampilla en busca de los amigos de la paladín.

-Adelante- Elyzabeth volvió a guardar la cuerda que había sacado de su bolsa y siguió a sus compañeros.

-¿A eso le llamas luz?- provocó a Walt, - He visto espaldas de alguno de tu pueblo más encendidas tras tomar un poco de sol.-

Al entrar en las angostas escaleras Susurró -Que la luz de la dama severa guíe nuestros pasos.-  Rozó uno de los símbolos sagrados que portaba al cuello y los hizo brillar con un sencillo conjuro. -Esto ya está algo mejor- continuó picando al tepestaní.

Me apresuro a seguir a mis compañeros para no quedar el último, y dejo que sea el gigante quien, si cabe por las escaleras, cierre el grupo.

Una vez iniciamos el descenso, la oscuridad comienza a envolvernos hasta que el cuerpo del bárbaro y el colgante de la clérigo empiezan a lucir. Si conforme avanzamos veo que no es suficiente, haré que mi bastón brille añadiendo más claridad a nuestros pasos.

En fila de a uno, encabezados por Ashlyn, descendió las siniestras escaleras que les llevaba a un lugar que seguro que no era agradable para nadie. Excepto para Walt, que sabía que en ese lugar seguía habiendo muertos vivientes, y destruirlos era su gran afición. Además, gracias a la luz generada por él y por la loca Ely, veían con bastante claridad para no ser sorprendidos.

Cubierto por los restos del suelo derrumbado de la iglesia, se abre un pequeño sótano. En la sección noroccidental, podéis ver un pequeño banco de trabajo con equipo de laboratorio parcialmente destruido, junto a una losa de hierro rodeada por montoncillos de equipo roto de gran complejidad.

Algo grande y feo gruñe desde el sur y llama la atención, avanzando hacia el grupo. Esta criatura tiene el aspecxto de un cadáver alterado quirúrgicamente por un loco. Delgado como un esqueleto, sus brazos son demasiado largos, su cabeza es ancha y con forma de cuña y posee unas fauces que se abren más que las de cualquier humanoide conocido. Sus dientes destellan como fragmentos de humeante hielo negruzco. A sus pies, el cuerpo destrozado de Marcus parece descansar al fin en paz.

Tras él, dos zombies miran al grupo con deseos hambrientos. Sus ropas, destrozada, parece de gran calidad y miran a la rubia Ashlyn con algo más que deseo. Al lado de la escalera, un esqueleto de ojos vacíos les observa, y una mueca siniestra, intentando ser una sonrisa, les da la bienvenida.

El hombre extraño se termina de colocar la armadura que se le devió mover al caer. Los ropajes que porta debajo os indica que es un clérigo, quizá era Danovich, del que os había hablado Ismark en la taberna. Si era así, su hijo...

Zack se quedó impresionado al ver lo que había allí abajo. Bueno, la realidad es que mucha impresión tampoco fue, más zombis, no era nada raro. Lo único que sí que le impresionó que uno de los muertos era un esqueleto, algo que hasta ahora no había contemplado en el pueblo, y lo más extraño un zombi de aspecto más especial, más fuerte y probablemente más duro de roer. Pero si algo había que tenía seguro es que seguramente si mataban al loco de los pelos, era muy probable que todo aquello terminaría. Pero una vez bajó las escaleras, preparó una de sus cartas y la lanzó desde allí. Confiaba en que fuera suficiente para dañar a la mayoría de los allí presentes. Algo rápido y efectivo.

¡Dejadme un segundo! Dijo a sus compañeros al tiempo que sacaba una carta que ya antes habían visto. Una carta en la que estaba dibujada un hermoso sol. Es mi última carta de estas, pero creo que merecerá la pena gastarla. Dijo mientras la lanzaba entre el zombie extraño y su creador.

Al hombre extraño habría que hacerle un altar. Nunca una persona había hecho tanto por Walterly, dejando allí acumulados a todos esos muertos vivientes, juntitos, para que el bueno del tepestaní pudiese romper. Aquello era toda una gozada.

Mirad una cosita... ¡Me pido ese!

Fue dejando pasar a los compañeros que iban detrás, y cuando ya estuvieron todos los que tenían mayor iniciativa y ganas de llegar al sótano, bajó él. Walterly fue a por el esqueleto para propinarle una patada. Esqueleto viejo hace buen caldo, que dirían en Tepest.

Elyzabeth bajó las escaleras detrás de Zack. El lanzador de cartas se detuvo impidiendo que la joven pudiera alcanzar al esqueleto con su lanza.

Se volvió para mirar al hombre que se recolocaba la armadura. Entonces recordó que Doru, el hijo de Danovich, había muerto a manos de unos maleantes. Si se trataba de aquel hombre, podría usarlo para calmarlo. Tal vez incluso, ponerlo de su lado. Pero entonces  los ojos de Ely se clavaron en el cuerpo inmóvil de Marcus. Su gesto no se alteró lo más mínimo. Se volvió hacia el anciano y le indicó con voz suave:

-Rannhart, tener a bien lanzar otra de vuestras expulsiones, El señor Wallace prefiere decapitarlos a la carrera-

La joven aun tenía muchas preguntas que resolver sobre la vida después de la muerte, Si Marcus había muerto definitivamente ya no podría hacerlo y entonces ese clérigo estaba demasiado vivo para responderlas.

Levantó dos de sus dedos y trazó sobre su cabeza un amplio círculo en el aire. -Señora, ¡protege a tus siervos!- Invocó levantando un muro de fuerza entorno al grupo.

Por último bajó su lanza y se preparó para recibir la carga del zombi de aspecto temible.

Haciendo caso a lo que pide el mago de la chistera, me quedo rezagado sin hacer nada, esperando el efecto que pueda tener su carta en la situación actual.

Si, después de eso, el zombi raro ése sigue en pie, será el momento de atizarle desde la retaguardia, así que preparo la varita para llevarlo a cabo. Quizás sería mejor intentar acabar de una vez con el viejo loco responsable de todo este jaleo, pero aún conservo la esperanza -poca, realmente- de mantenerle con vida y extraer de él alguna información. Sus ropajes parecen confirmar mis sospechas de que es el sacerdote que antes cuidaba del pueblo y que desapareció tras la muerte de su hijo.