Partida Rol por web

El montaraz aprovechó la ocasión para atacar de nuevo a aquella anguila. Quería librarse de ella lo antes posible y trató de hacerlo con un certero golpe de su arma. 

-Creo que este ser tiene más ganas de retenernos que de otra cosa.-Dijo el montaraz.-De todos modos estad atentos. No sabemos lo que puede ocurrir ahora. 

-¡Lobo, usa tu ataque furtivo!-

La clériga aprovechó su posición de flanqueo para asestar dos mazazos a una de las anguilas mientras la daga espiritual continuaba intentando perforar su dura piel  sin éxito.

El combate se prometía duro. La piel de aquellas cosas cicatrizaba nada más herirlas y Ely no tenía muy claro como podrían acabar con ellas…o lo que les acechaba bajo el agua.

-¿Qué-son-estas-cosas?- Enfatizó para resaltar que podría ser la clave para vencerlas.

Maldita sea, parece que regeneran. Y yo no tengo fuego, seguro que eso la haría más daño, como a los trolls 

Miro a Reluë, el peligro es inmediato. Lo veo, lo sé. Doy dos nuevos espadazos, tenemos que acabar con esta maldita cosa. Y rápido.

Sin embargo, quizá por precipitarme o quizá por la propia agilidad de la anguila, no consigo acertar.

Elyzabeth descartó que se trataran de muertos vivientes por la sangre fluyendo por las heridas de los tajos de sus compañeros.

¡Yo tampoco tengo ni idea de lo que son, pero quitádmelo de encima.

Entonces Urik dio el último golpe a la anguila, partiéndola en dos. Entonces Reluë se fijo en que no había una columna vertebral. No había huesos.

Deben de tratarse de algún tipo de sabandija, más emparentada con la babosa que con los peces. Pero insisto, quitádmelo.

Sin la anguila mordiéndole la pierna, Lobo se sintió más cómodo para descargar golpes en la que estaba atacando a Elyzabeth. Ella, por contra, parecía que se estaba mareando al ver la sangre de la anguila porque no conseguía conectar un buen mazazo. ¿O puede que se sintiera embriagada? Elyzabeth se sacudió la cabeza y volvió a centrarse en el combate.

Un poco más alejado, el proyectil mágico de la varita de Reluë solo logró contrarrestar el ritmo al que las heridas se cerraban. Ashlyn no pudo ayudarle en esa ocasión, pero Reluë seguía aferrándose a la vida con tanta intensidad como la anguila se aferraba a él.

Las anguilas no eran las únicas con una curación sobrenatural. Poco después volvía a sacar la cabeza por encima del agua la Dama Ahogada, y parte de sus heridas se habían curado. Incluso le había vuelto a salir su oreja cercenada. Estaba a unos veinte pies de distancia a la derecha del grupo formado por Elyzabeth, Lobo y Urik. El paladín notó un intento de doblegar su mente: la Dama Ahogada le miraba mal, le estaba echando un mal de ojo, pero la mente de Urik era demasiado fuerte como para claudicar.

Viendo que la anguila que lo había apresado estaba muerta, Lobo trató de ayudar a la sacerdotisa. Sin embargo su espadazo falló y pasó a pocos centímetros de su aliada. 

-Aguanta.-Dijo con resignación. 

Maldita sea. Reluë, aguanta, por favor digo, viendo como cada vez está más pálido. Y esa cosa sigue pegada a él.

Alzando la espada busco atacarla otra vez, intentando, como hizo Urik, partirla en dos.

Encima, por si fuera poco, la otra cosa también está aquí. La miro de reojo, y cuando quiero volver a centrarme en el comvate vuelvo a fallar mis ataque sobre la cosa esta.

Elyzabeth creía tener la habilidad de sacar ventaja a la situación, pero el combate se había tornado caótico y disperso nada más comenzar. Trató de moverse uno o dos pasos con aquella cosa pegada, sorbiéndole la vida a través de su gruesa armadura, con la esperanza de que Urik le cercenase la cabeza a esta también.

-No desfallezcáis. Hay que intentar reagruparse- Jadeó por el esfuerzo. La anguila era mucho mas pesada que la delgada chiquilla y aun así encontró la manera de repartir otro par de mazazos cobre la dura cabezota que la mordía. La daga espiritual no tuvo tanto tino, y resbaló por la escurridiza piel de la serpiente marina.

-¡Muere ya!- Gruñó a la sabandija. -¡No, tu no Reluë!- se apresuró a decir al ver al elfo en las últimas.

-Aguantad! - dijo Don Urik en voz alta. Se dirigió hacia el hechicero y atacó a la escurridiza serpiente

La daga espiritual fluctuó, como si ya le quedara poco para agotar sus energías. Lobo falló. Urik corrió hacia Reluë, chapoteando en el agua. La dificultad del terreno le hizo trastabillarse. Cuando ya fue demasiado tarde como para contactar un golpe, lo único que pudo hacer es aprovechar la inercia para rebasar a Reluë y flanquear con Ashlyn. Reluë seguía llorando. ¿Y de qué se quejaba? Ashlyn estaba en una situación similar y no se la veía lloriqueando. Dio un rudo golpe a la anguila, pero no se soltaba.

Nononono...

Ashlyn seguía intentando salvarle. Con la presencia de Urik para devolverle la confianza, Ashlyn trazó dos tajos en la piel resbaladiza de la anguila. No fue suficiente. Entonces notó, como antes había sentido Urik, el mal de ojo de la Dama Ahogada juzgándola desde lo lejos... Pero ella también se resistió.

Por último, Reluë abandonó toda esperanza de matar a su agresora a tiempo. En lugar de usar la varita para conjurar, la usó de palanca para separar las fauces de la anguila y así sacar la pierna. Esa anguila volvía a estar libre, y probablemente volviera a morder para seguir alimentándose.

Ayuda a Elizabeth grito a Urik, mientras alzo de nuevo la espada dispuesta a impedir que esa cosa vuelva a morder a ninguno.

Tenemos que librarnos ya de ella, antes de que la otra nos ataque, antes de que se de cuenta que a los paladines no nos va a afectar. Dos nuevos espadazos buscan terminar con la anguila.

Don Urik asintió y lanzó un golpe a la Anguila que Reluë se había conseguido quitar de encima, corriendo hacia Beth y lanzando de nuevo un tajo. Era imperativo liberar a aquellos dos y luego cargar contra la bruja acuática. 

Nononono...

-No te preocupes Reluë, la muerte no nos separará- Dijo la clériga con voz candoroso. Aquello podía sonar espiritual, incluso romántico, pero al resto de aventureros no se le pasó por alto la sonrisa siniestra de la nigromante. Tal vez intuía su propia muerte, soñaba con revivir al semielfo con uno de sus macabros rituales o deliraba igual que el maldito Strhad.

-Me queda una poción para curar, pero no puedo soltarme- Gruñó dando otro par de mazazos en la cabezota de la anguila. Los golpes de la clériga se debilitaban por momentos y su tez habitualmente pálida, se había tornado casi transparente, mostrando unos ojos oscurecidos y agotados. –No puedo morir así-  mascuyó arrastrando al montruo otro paso más hacia sus compañeros. –¡Tengo planes!- protestó como si aquello pudiera convencer a la sabandija gigante. Sus ojos refulgieron y la daga flotante se clavó en la base del cráneo hiriendo de gravedad al mosntruo.

Urik dio dos espadazos con los que acabó con la segunda sabandija. Eso permitió a Lobo y a Ashlyn volver junto a Elyzabeth y ayudar a la daga espiritual a herir a la última anguila. Reluë lanzó otro proyectil mágico de su varita. No fue suficiente. Malherida, la bestia acuática seguía aferrada a su presa. Cuando la pérdida de sangre fue demasiado grande, Elyzabeth se desmayó sobre el agua.

¡Elyzabeth!-disparó un nuevo proyectil de su varita, pero eso no hizo que la anguila soltara a su presa-¡Me mentiste! ¡Dijiste que la muerte no nos separaría! ¡Elyzabeth!

Mientras, algo más alejada, la Dama Ahogada seguía siendo testigo muda de la escaramuza. En esta ocasión centró su mal de ojo en Lobo. El humano sintió congoja, y un gran pesar apretándole el corazón, pero la sensación pasó: el mal de ojo de la Dama Ahogada había vuelto a fallar ante la poderosa mente y la fuerte determinación de unos verdaderos héroes.

-¡BETH!¡No te duermas! ¡Aguanta! - gritó el Caballero viendo a su compañera caer. Por mucho y muy fuerte que pegara, no parecía ser suficiente, debía ser más rápido, más eficaz. Se habían arriesgado mucho, y ahora estaban en las últimas. - Como muera, juro que te voy a destrozar.- le dijo a la bruja acuática, mientras avanzaba con todas sus fuerzas hacia la clérigo. 

Mierda. Observo a Elyzabeth caer y me dirijo allí a toda prisa. ¿Es que los problemas no van a acabar?

Lanzo dos espadazos a la anguila que está aferrada a la clérigo, mientras la miro preocupada. Será lo que sea, pero es una compañera.

Ashlyn mató a la última anguila. La daga espiritual, sin nadie que le diera órdenes, se mantuvo flotando en el aire hasta desaparecer. Urik puso su mano sobre el pecho de Elyzabeth (con una casta plancha de metal del peto de la clériga entre medias). Elyzabeth parpadeó, despertando del abrazo de la muerte.

Sois mucho más correosos que el primer tipo que vino, pero correréis la misma suerte.

Lobo avanzó hacia la cabeza de la bruja, que asomaba por encima del nivel de las aguas. Su intención era cortarle la cabeza con la espada, pero de pronto se encontró con que dejó de hacer pie. Bajo las aguas estancadas, no siempre estaba el suelo a la misma altura.

¡Splash!

Tras la enorme salpicadura, el cuerpo de Lobo se hundió en los diez pies de profundidad que tenía aquella fosa de aguas oscuras. Estaba desorientado, y no supo nadar bien.

Al fin alguien tiene la decencia de caer en mis trampas.

Reluë apuntó con la varita, pero la Dama Ahogada se sumergió antes de que el mago pudiera disparar su proyectil mágico. Lobo logró abrir los ojos a tiempo de ver la silueta de la bruja nadar hacia él. No pudo reaccionar a tiempo, y las uñas afiladas se hundieron en el torso de Lobo, y una de las manos llegó hasta el corazón. La sangre empezó a teñir las aguas. Ashlyn, Urik, Elyzabeth y Reluë vieron la sangre roja señalizando allí dónde Lobo se había hundido segundos antes. Reluë avanzó hasta acercarse a la poza y sumergió el brazo tratando de encontrar el cuerpo del difunto Lobo.

Lobo escuchó una voz.

Hijo mío... Siento haberte ocultado tus orígenes.
Seguramente me odies después de mentirte durante tantos años...
Mi amor por ti es la de una madre por un hijo,
no importa que no estuvieras nunca en mi vientre,
yo te quise igual. Lobo... mi querido Lobo.
Lobo, despierta...

Lobo abrió los ojos. El medallón de su madre brillaba con una tenue intensidad mágica. Lobo comprendió que su madre adoptiva le protegería incluso después de muerta. Le tendieron una mano desde la superficie, pero era tersa como la de un joven semielfo y no arrugada como la de su vieja madre. Podía estirar el brazo y le sacarían de allí. Pero en aquella oscuridad no estaba solo: la silueta de la Dama Ahogada volvió a nadar hacia él para terminar el trabajo que había empezado.

   Cuando Ely abrió los ojos y se vio en los brazos de Urik su rostro de dolor se tornó en felicidad. Ash también había corrido a salvarla, estaba ahí con su espada bañada en la sangre de la última anguila que a punto había estado de matarla. -…Es tan bonito- Sollozó. Pero se impidió seguir mostrando sus sentimientos. –"Los sentimientos, o te duelen o te matan"-  Le advirtió Morrigan el día que la mordió. La clériga carraspeó y se escurrió de los brazos del paladín con un movimiento similar al de las mortales anguilas. –Ejem…Hmm…¿Gracias?- Dijo irguiéndose y sacando un pergamino. La joven se miró el terrible agujero que había dejado el mordisco. Asintió al comprobar la magnitud de la herida y rezó (literalmente) por que el pergamino sirviese para alejarla otro paso de la muerte. –Os tengo que contar lo que he visto “al otro lado”- Dijo con una sonrisilla traviesa, como si la muerte fuera un viaje al mercado. -…Pero ahora no. Antes tenemos que destripar a nuestra querida anfitriona de las profundidades. Tal vez atando a alguien para que la saque del agua.- Dijo recuperando su tono incisivo.

Lobo fue el primero en atacar, descubriendo el foso. También estuvo a punto de morir de no ser por el medallón y Reluë.

Ely esperó a ver el resultado de su conjuro. Deseaba acabar con aquella horrible cosa pero, de momento, tenía bastante con mantenerse con vida.

La sacerdotisa arqueó la ceja: -Tal vez podamos llegar a algún tipo de acuerdo- Sugirió a la dama ahogada. Las miradas de sorpresa de sus compañeros no se hicieron esperar. La joven respondió señalando al ser acuático. –NO, No, seguir atacando, ¡no hay nada como un poco de presión a la otra parte para negociar!- Explicó agarrándose las tripas para que no se le salieran. De momento aquella verdad se le aplicaba más a los aventureros que al monstruo.