Partida Rol por web

El aire era fresco al despertar... Olía a lavanda, a agua fresca, a piedra y madera...
Cuando abriste los ojos, el aire entraba por una preciosa ventana de madera restaurada, haciendo ondear las cortinas y dejando entrar la luz radiante del día.

Vestías un camisón de raso blanco, precioso... Y junto a tí, sentado en la cama de aquel precioso dormitorio, estaba Herkus, ya vestido...
Te acarició la cara, serio...

- Siento no haber estado ahí cuando me buscaste...

La casa era sin duda antigua... Y había sido restaurada de la forma más artesanal...

- (...) ¿¿Hhhmmm...??

Alexa se incorporó levemente, desorientada... No vestía aquel horrible pijama ni tenía la cara engrasada... Pero sin embargo, Herkus quedaba junto a ella, vestido, y ambos se encontraban en una habitación desconocida. Aquello no podía ser Kiruna... Pero era precioso...

¿Es un...? ¿Estoy soñando...?

- Criss... - le acarició la mano, junto a su mejilla... Y fue entonces cuando se echó hacia delante para besarle en los labios. Hubo un momento, delante de aquellas armaduras, en que creyó no volver a verle...
El chico se disculpa, pero la húngara no puede evitar escudriñar el lugar desconcertada e impactada... - ¿...Dónde estamos? ¿Cómo...? - tragó saliva y contempló su camisón... - No me he enterado...

- En mi casa, en Lancashire, Inglaterra... - sonrió levemente, cogiéndote una mano, con mirada melosa pero a la vez apenada - Sólo podemos estar unas horas aquí hasta que nos recojan... No te preocupes, nadie se acerca a éste lugar... ¿Te gusta...? Sobre cómo hemos venido... Te diré que soy un niño mimado... Pero quería levantarte el ánimo... Que no te levantaras en esa fría cama... Estoy haciendo la comida abajo... Estás preciosa vestida de blanco... - se inclina para depositar un suave beso en la frente de su amada.

Lancanshire... Puáh, qué pasada...

- Me encanta. Es preciosa... - contempló la habitación. Daba una sensación tan cálida y hogareña... tan agradable...

Cuando habla de levantarle el ánimo, sonríe algo tristona, pasándole una mano por el torso... - Qué bien... Tiempo libre... Qué guapo vas... ¿Qué estas cocinando? - le pasó una mano por los tirabuzones, apenas rozándole con las yemas de los dedos... - ¿De dónde lo has sacado? - preguntó, refiriéndose al camisón - Es super cómodo... Y bonito... ¿Lo has comprado tú? - rió un poco. Se notaba que no estaba tan radiante como siempre... Pero al menos se esforzaba en llevar el humor lo mejor que podía. Además, le hacía ilusión el poder abandonar aquel hotel por unas horas con su novio en aquel paraíso de la intimidad...

- Lo he hecho yo - alzó las cejas, sonriendo orgullosamente - . Estando aquí me retaron a que hiciera un camisón con tus medidas, para comprobar si te recordaba... ¡Al parecer lo logré! - rió - Lo que hay para comer es una sorpresa... Pero déjame que te enseñe la casa, ¿eh? Es pequeña... Quizás pienses que algo incómoda... Pero es preciosa... Aquí vivieron mis padres, y la restauramos entre mi madre y yo... - ayuda a la húngara a levantarse cogiéndole las manos.

Haaaaah... - hizo una "O" con la boca.

- ¿¿¿¿Lo has hecho tú???? ¿¿¿En serio??? ¡Qué fuerte! - se ruborizó, echándose a reir - ¡Me encanta! - se incorporó, ayudándose del lituano - ¡Enséñamela! Me gustan las casas pequeñas. Son más acogedoras... (y limpias menos) - rió, acompañándolo... - Eres restaurador, cocinero, modisto, poeta... Bendita la nube de la que caíste, ¡y bendita yo por mirar al cielo! - rió de nuevo, abrazándolo por la cintura mientras caminaban...

- Oh, sí, siempre recordaré lo romántico que fué tu flechazo - te atrae hasta él en posición de baile - ¿Cómo era? "¿¡Quién eres!? ¡Largo!" - rió, para después coger una bata a juego con el camisón y cubrirte con ella. Iba como un guante... Perfecta. Acercó a tus pies unas zapatillas de lana suave y blanca, recién las estrenabas pero parecían algo desigualadas: Artesanales también. No era todo: Levantó un dedo pidiendo un instante...

Se acercó a una cajonera y extrajo una rosa y una cajita de ellas... En la caja había un colgante... Un guardafotos de oro viejo que aún no contenía foto alguna... Y también había una vieja llave.

- Una copia de la llave de ésta casa... - sonrió, sin saber qué palabras escoger para el momento, mordiéndose el labio inferior y levantando las cejas, esperando reacción...

Cita:

Lex se echó a reir, colorada y mordiéndose la punta de la lengua - Era joven y estúpida, ¿vale...? En realidad esperaba a que te revolvieras para poder meterte en mi coche y raptarte... Y así fue - se excusó, guiñando un ojo. Contempló el resto del vestuario artesanal con gesto sorprendido - Uuuaaah, ¡qué suave...! - se mordió el labio, enternecida... Patucos de lana: Qué maravilla...

Y entonces llegó con la cajita. Se quedó perpleja al recibir aquella llave... - ¿Una copia? ¿En serio...? - lo miró, atónita, y volvió la vista a la vieja llave - Vaya... N-No sé qué decir... Es tan... No sé... - mostró una sonrisa radiante, con los ojos cristalinos, y se llevó el índice al lagrimal, lloroso... Una casa preciosa con el hombre de su vida... Parecía tan irreal, tan cuento de hada... No sabía cómo ni cuando había cambiado su suerte... O sí - ¿... Y éste colgantito? - preguntó sonriente, alzando de nuevo la vista hacia Reisel...

Se relamió los labios y se puso serio.

- Era el regalo que mi padre no llegó a darle a mi madre. Iba a dárselo cuando yo naciera, seguramente para meter una foto de nosotros tres... Lo encontramos en una de las cajoneras, envuelto aún... Mi madre me lo dió y me dijo que se lo diera a la mujer de mi vida, con la que algún día quisiera tener hijos y compartir el resto de mis días... - una sonrisa triste pero enamorada afloró en su gesto, negando con la cabeza - No necesito conocer más mujeres para saber a quién pertenece ese colgante, Alexandra... Fué tuyo desde que nos vimos una noche helada de Vilnius... Fué tuyo desde que me arropaste creyéndome dormido... Y será tuyo el día en que bailemos en las bodas de nuestros hijos, amor mío... Igual que mi corazón y todo lo que tengo...

Alexandra volvió a colocar con cuidado la llave dentro de la cajita, escuchando con gesto apenado la historia de aquel presente familiar, frente a él...

Y conforme Christopher iba hablando, ella fue notando cómo se le formaba un doloroso nudo en el estómago y se detenía su respiración. Como si toda ella quisiera atender a aquellas palabras, dulces y esperanzadoras, con los cinco sentidos... Su mirada se fue iluminando hasta inundarse de lágrimas, que no tardaron en recorrerle las pecosas mejillas... Sonrosadas y frágiles... Pero, sonriendo radiante, no apartó un sólo instante la vista de aquellos ojos color del cielo, que hablaban más que las propias palabras... A éstos los contemplaba con creciente adoración y deseo, entornando los ojos, profundamente hechizada...

Atrajo a su amado hasta ella por la nuca y hundió un pasional beso en sus labios, dedicándole todo el tiempo que merecía, abrazándolo, aferrándose a su cuerpo y sollozando, feliz, incapaz de pronunciar palabra alguna... Hasta que musitó a su oído...

- Christopher... Mi amor... Nada me haría más feliz que compartir mi vida contigo... No deseo otra cosa más que tenerte a mi lado, amor mío... TE QUIERO...

No podía parar de quererlo. No podía dejar de enamorarse una y otra vez del mismo hombre... -

- Y yo a tí... - me musitó, emocionado, con los labios enterrados en su negra melena, se apartó un momento para sostener entre sus manos el rostro de la húngara y besarla apasionadamente, absolútamente enamorado - Mi preciosa Alexandra... Mi noche y mi mañana... - volvió a besarla tras susurrar aquello y entonces un delicioso olor llegó a la nariz de ambos... Carne, más que posiblemente - ¡Oh! - se apresuró, levantándose y cogiendo a la chica de la mano para llevársela de ahí, corriendo por unas escaleras de estrechos peldaños de madera tras ver que frente a la puerta de esa habitación había otra puerta y, a un lado, dicha bajada...

Aquella recepción daba a la puerta principal y a dos salas. Herkus la hizo entrar en una de ellas, donde una chimenea apagada se rodeaba de velas y leños...

- No tardo nada... Aguarda, mi amor - besó sus labios y se apuró en ir a lo que debía ser la cocina. Poco después se asomó y tomó de la mano a su novia, sonriendo orgulloso y llevándola a la modesta cocina, donde esperaban dos sillas, un pan y dos platos que desprendían un aroma exquisito, aún humeantes...

Como un caballero, Chris retiró la silla de su dama invitándola a sentarse a la mesa.

Czigany recorría aquella casa caminando felizmente de la mano de su novio... Y con sus zapatillas de lana suave.

- Qué bonita... - comentó al ver la cocinita, aunque realmente con lo que se había enchochado había sido con la sala de la chimenea. Normal. El cuerpo le pedía ganduleo o remoloneo después de tan fatídica experiencia como carne de cañón...

Se acercó y tomó asiento cuando Reisel retiró la silla - ...Gracias - rió. Todo aquello le parecía tan surrealista... Es como si llevaran semanas viviendo así... - Mmmmmhhh, qué piiintaa... Tienes mano para todo - esperó a que éste se sentara para empezar a comer... - Me encanta tu casa. Parece sacada de cuento... ¿Estuvisteis mucho tiempo restaurándola? (Aún no me he podido leer todas las cartas) - rió de nuevo un poco.

- Medio año aproximadamente... Y no es mi casa, es nuestra casa, Lex... Acostúmbrate - ríe - Todavía falta mucho que restaurar... ¿Te apetecería un baño luego? La bañera es lo que más me gusta...

Lex se mordió los labios mirando el plato, ilusionada...

Tengo casa... Y con mi novio... Que es un encanto y me hace la ropa... Y es un puturrú de foie... Y tengo una casa con él... Ja...

Fue echándole miraditas a él y a la cocina, a los platos... Cómo molaba todo tan derrepente, ¿no?:

- ¿Baño? Claro que me apetece... - rió ante algo tan lógico - Antes me he duchado pero vamos, se me había olvidado la toalla y me he tenido que secar al aire. Una lumbreras, vamos... - inclinó la cabeza, apretando los labios sonriente. Después lo observó pensativa... - Eres como el anuncio de Balay. Lo haces todo más cómodo y bonito - bromeó, echándose a reir con una mano en la boca.

El muchacho empezó a reir con aquella sonrisa magnífica suya en el rostro ante semejante comparación.

- Oh, gracias, por lo menos no me has dicho que te sientes "limpia y segura" conmigo... - bromeó, alzando las cejas a modo apreciativo - Yo te digo que eres como el sol en la mañana y tú me llamas "Balay", voy a llorar, es demasiado bonito... - simuló pucheros.

Lex no pudo evitar quedarse embobada viéndolo reir, con los labios entreabiertos...

- ¿Cuándo le robastes la sonrisa a Apolo, Puturrú? - bromeó, echándose a reir también. Sólo faltaba llamarle... - ¡Eh! No te quejes. También podría llamarte Ausonia... ¡Ahora eres más fino y seguro! - rió, divertida. Apresó con sus pies uno de los suyos por debajo de la mesa... - ¡Jajá! ¿Ahora qué? Y que sepas que tú no sólo eres el sol de la mañana, sino el del mediodía, el de por la tarde... y además la luna de mis noches... Y las estrellas fugaces... Y... ¡Los ovnis! ¡Jajajaja! ¡Supera eso! - no dejaba de reir, realmente parecía predispuesta a "desconectar". Ahora, ennoviada, vivía esa sensación estúpida que te hacía escupir pastelosidades hasta morir de diabetes... Y lo peor es que era realmente divertido y tontorrón...

Se pone colorado cuando le haces el cumplido, mordiéndose los labios y mirado a otro lado, echando los hombros para atrás para volver a mirarte. Cuando haces el comentario de "Ausonia", levanta una mano y la mirada con resignación.

- Qué taradura darle armas al enemigo... - ríe, pero se carcajea aún más con lo del ovni. Normalmente no es gracioso, pero cuando esas cosas las dice tu novieta, con la que acabas de empezar y estás como un colegial, te mueres de risa. Le cogió las manos e imitó una pose a lo Juan Tenorio, hincado de hinojos - ¡Oh, Lex, me tienen hechizado tus ojos verdes cual calva de extraterrestre...!

Lex se abanicó con una mano, ruborizada y suspirando con el Don Juan Tenorio, teatral...

- (...) ¿Cual calva d...? ¡Jajajajajaja! ¡Pareces un Sim! - se carcajeó, sin soltarse de sus manos y dándose cuenta en aquel momento de que el chico, muy probablemente, desconocía lo que era un Sim... -(Te tengo que enseñar juegos de ordenador...) (...) Qué bueno estas colorado, ¡estás para comerte! - le besó las manos enérgicamente - Me encanta la carne. Yo te nombro novio, cocinero, modisto y restaurador del mes. Y poeta del año. Si Falken llega a escuchar lo de la calva se echa a llorar... - bromeó, divertida, retomando la comida...

Se reía a carcajadas y te besuqueaba cuando le piropeaste por el colorado hasta que nombraste a Falken, en ese momento se puso serio y suspiró.

- Qué duro lo de Adrien... - tragó saliva - Era un verdadero talento... Famosísimo, y la verdad es que después de leer cosas suyas... Me siento un maldito analfabetas. Mi madre que no es precisamente de hacer cumplidos dice que era el nuevo Lord Byron, antes del Ígnea... ¿Has leído algo suyo? Joder... Me encantaría tener esa facilidad de palabra para cubrirte de los halagos que te mereces...

Lex pestañeó un par de veces y tragó saliva. Quizás no tendría que haber sacado el comentario, aunque fuera positivo...

- No, no he leído nada... Tampoco había oído hablar de él ¿Era famoso? - abrió los ojos, sorprendida - A todo esto, ¿dónde se mete en el IceHotel? Nunca lo he visto por los pasillos o en las reuniones... - comentó, inocentemente. Sabía que algunos mantenían sus poderes en aquel lugar...