Partida Rol por web

Clases de la mañana: Terminadas. ¡Gracias a Dios!
Tras degustar la comida de la residencia (que no está nada mal dado el precio de ésta), subes a tu habitación a relajarte un poco cuando aporrean tu puerta... Son tus amigas, hechas unas locas, armadas con revistas y demás.

- ¡Alice! ¡Hay que ver un programa franchute ésta noche! - patalea una, emocionada, hecha una pava - ¡¡SALE DONOVAN DRYDEN!!

Donovan Dryden... Ninguna londinense que se precie ha dejado de suspirar por ese nombre desde los quince años: Siempre ha sido famoso gracias a su madre, Helen, una cantante abanderada de la ciudad... ¿Para qué engañarnos? Si alguna vez te has arriesgado a echar un vistazo a una revista del corazón a espaldas de Elisabeth ha sido para ver al guaperas Dryden en alguna foto... No es que te sepas su vida, pero tienes su cara tan estudiada como cualquier chica londinense...

- Los cabrones de los franceses lo están machacando, dicen que su hermana desapareció porque él la violó y se quedó embarazada, que se volvió loca... No sé qué - se indigna otra de ellas.

- El caso es que toda esa mierda la dicen porque hoy dan los "premios Joven Promesa" franceses, y como les jode que el mejor actor que tienen en francia sea inglés, se están inventando un montón de mierda contra él... Tenemos que hacer crecer la audiencia inglesa para que sepa que estamos con él - ríe una tercera.

- A mí me da igual que crea lo que quiera, yo no me lo pierdo con tal de verlo de traje... ¡¡QUÉ BUENO TIENE QUE ESTAR DE TRAJE!! - se entusiasma la primera, que está abrazando una revista con su fotografía:

- ¡Por Dios! ¿Cómo pueden decir semajantes barbaridades? Lo que hace la envidia- Alarga la mano para coger la revista que abraza su amiga para ver la fotografía - ¡Buah! Lo preferiría más sin traje...como mucho en ropa interior

- Va a ir con una puta holandesa a la gala, envidia es la que tengo yo... - Anne, la de la revista, se sienta cuando le coges la revista - Hay un poster en las páginas centrales... Quédatela, yo lo tengo repe - ríe.

- Bueno, bueno, a lo importante: No podemos perdernos esa gala gabacha, así que ésta noche nos vamos todos a la habitación de Anne que es la que tiene quinientos canales - dice la segunda, Liz.

- Nos quedamos a dormir en tu cuarto, Anne, que le den al exámen de mañana - ríe Lorraine, que te coge del brazo - Y tú te vienes, no lo dudes.

Ya pero...el examen*...deberíamos estudiar...- Sufre un fuerte dilema moral**- Ehmm...si eso me paso un rato...

- Estudia ahora como una CABRONA - ríe Anne, empujando a las otras dos para que salgan de tu habitación - así podrás venir ésta noche, ¿qué te parece? A las once en mi habitación...

- Vaaale - Dice resignada - A las once estoy allí - Saca parsimoniosamene unos apuntes de la cartera y resopla. ¿Para qué te compromentes...?

A base de hincar los codos y de concentración, te quedas rápidamente con los contenidos del exámen de mañana, que afortunadamente será por la tarde a las 17:00... Si te organizas bien, puedes escaparte a la habitación de Anne, marcharte sobre las 3:00 y dormir hasta el día siguiente bien tarde, excusándote a la rectora diciendo que estás enferma...

Londres...: Una lluvia terrible, como siempre, un día que para otro país sería catalogado de "espantoso y húmedo" mientras que en la ciudad de su Majestad es el pan nuestro de cada día...

Las calles son, cómo no, un caos. Un alfombrado de paraguas protegiendo a sus dueños cubre las calles de la gris metrópolis, las luces de los semáforos se reflejan en el enorme charco que es la calle, y nadie parece más atento de otra cosa que de sí mismo...

Qué bien conozco esta ciudad, y qué bien recuerdo la lluvia y las caóticas calles. No puedo evitar sonreír ligeramente al recordar los paseos que daba por la ciudad con mi abuelo. Él cojeaba, uraño, ceñudo, mientras me explicaba con pocas palabras cualquier duda que le preguntaba. Más de un punk y algún que otro hooligan se llevaron un buen bastonazo del abuelo Dryden... Sí, incluso con casi ochenta años tenía fuerza, el hombre... Mucha fuerza...
Pregunto la dirección a Sven y pongo rumbo a la calle en la que vive. Conozco cada lugar de esta ciudad, así que no me cuesta encontrar el camino más rápido hasta nuestro destino.

Te indica la dirección de su ático, en una de las mejores zonas de la ciudad, pero en plena metrópolis, no en las afueras donde tus padres tienen su mansión.
Llegáis una vez aparcas la moto en su plaza de garaje, junto a un Mercedes familiar impecable:

Subís en el ascensor hasta el último piso, y entráis en una morada impoluta, con diseño de revista, que te va mostrando silenciosamente para que te acomodes:

Tan sólo hay en los marcos diplomas de seminarios de cirujía y pediatría, entre ellos uno enorme que reza que Sven Sebastian Lockhart se graduó Cum Laude en la facultad de Medicina de Oxford, con los doctorados de cirujía del tórax y pediatría.
Hay huecos en los que, por la distribución, debió haber otros marcos que ya no están... Pero el marco más grande pertenece a una fotografía en la que Sven, sonriente y con un traje blanco, posa frente al altar junto a una preciosa mujer vestida de novia:

- Voy a ducharme y cambiarme. Haz lo que quieras mientras tanto - informa.

Me quito el pañuelo y las gafas de sol nada más entrar en la casa de Sven. Observo con tranquilidad y cuidado cada cosa que tiene. Es un buen apartamento, joder... Un tipo al que la vida le ha tratado bien... En algunos aspectos...
Intuyo, por esa foto, que su forma de ser no es producto de una vida que le ha conducido a ello, sino más bien de algún hecho o circunstancia concretos relacionados con esa chica, precisamente... Y por cómo hablaba de su hermano... Tal vez ocurrió algo, un triángulo amoroso, que acabó terriblemente mal. De ahí su sequedad y su imperturbabilidad... Una lástima, el tipo es de lo mejor que he conocido...
Espero, en pie, a que termine de ducharse y arreglarse. Quizá en otro momento podría intentar echarle una mano, entablar algo de amistad con él... Pero eso será en otro momento, ahora no puedo pensar en nada más que en mis hermanos.

Si tio... es un niña preciosa, se nota que ha salido a la madre - mira a la niña a la que le hace una carantoña fruncio la nariz y sonriendo. Mira a Arthur y le susurra algo al oido - Estas señoritas nos acompañan al hotel ese... tambien estan infectadas del IGNEA - no lo dice preocupado pues confia en que oira un si, pero la duda asoma por naciente

Sven sale de la ducha casi al mismo tiempo que la joven rubia entra en la casa, sorprendida al ser al primero que ve, pero al descubrir a Sven, sonríe a ambos.

- Hola... - saluda, acercándose - Soy Nicole, encantada... - te mira como si le sonaras de algo, pero es obvio que la chica no está en su mejor momento, parece ojerosa y cansada, incluso con los ojos aún brillantes de haber llorado...

- Ah... Nicole... - El rostro imperturbable de Sven varía un poco, pues sus ojos se abren e iluminan al ver a la mujer - ¿Qué haces por aquí? Éste es Jack, un amigo del instituto...

La chica te estrecha la mano sin reservas a pesar de tu aspecto y el evidente hecho de que estás ante una "niña rica"...

- Un placer, Jack... - se gira hacia Sven - Sven... Tenemos que hablar...

- Ahora mismo me pillas mal, Nicole, me tengo que ir con Jack a llevarle a la estación, se vuelve para Manchester y...

- ¡Sven! - le llama la atención la mujer - Es muy importante...

Ambos se miran durante unos instantes. Ves como el hielo en los ojos de Sven se derrite al prolongar la mirada, pero parece negarse a ello, y aparta la vista, secándose el pelo con una toalla mientras se dirige al dormitorio.

- Podrá esperar a mañana, Nicole - le dice mientras se marcha.

Ella ladea la cabeza, como si no quisiera hablar delante tuya, pero dada la tenacidad de Sebastian, se ve obligada:

- Es sobre tu sobrina, Sven... Han... Encontrado el cadáver de su madre, de Jolene Dryden... Sus padres la han reconocido... No hay rastro de ningún bebé...

Sven se detiene, quedándose clavado como una estaca al suelo... Se gira angustiado...

- No... No puede ser... - te mira un instante y alarga el brazo para atraer hasta él a Nicole, abrazándola de forma protectora...

Alice se despereza encima del escritorio.

Me parece que por hoy es suficiente...

Mira el reloj y ve que se acerca la hora, así que decide pegarse una ducha. Se viste con unos vaqueros oscuros y un jersey de lana de cuello alto en color malva y se recoge el pelo en una media coleta. Siente como el estómago le ruge.

Ohj joder...debería de haber bajado a cenar al comedor...

Revisa su habitación en busca e algo de comer y encuentra unos pastelillos de chocolate, los cuales devora con auténtica gula. Una ved dada buena cuenta de ellos, se lava los dientes, coge el movil y se dirige con paso tranquilo a la habitación de Anne.

Has fallado en tu deducción, Sherlock... Es lo primero que pienso cuando entra la joven en el piso. Escucho su conversación en silencio, respetuoso, tranquilo, sin mostrar interés... De forma correcta y educada, se entiende. Pero, claro, la noticia no me deja indiferente. Aunque me mantengo quieto y serio, como una estatua, en mi interior empiezan a sucederse distintas emociones...
Al principio llega la duda: ¿Jolene muerta? No, es imposible... Seguramente sea un truco de Arthur para pillarme... Sí, sabe que iría al funeral aunque me fuera la vida en ello y ha montado esto para hacer que caiga en el anzuelo...
Pero rápidamente queda desechada esta posibilidad por absurda e ilógica.

Después le toca el turno a la sorpresa. Aquí mi mente queda en blanco por completo, no puedo pensar en nada... Lo único que resuena en mi cabeza son las palabras de la chica llamada Nicole. Las palabras sobre la muerte de Jolene...
Por consiguiente, llega la negación: Imposible... No... no puede ser... Ya mataron al marido... Ella no puede estar muerta, es una cría... una cría de 16 años... No, no está muerta, no puede ser... Seguro que ha fingido su muerte. Sí, debe ser eso...
Seguido de la paranoia: No... Son estos dos... Estos dos me han traído a una trampa para matarme, son asesinos contratados por mis padres para hacerlo... Y se piensan que me van a pillar... Je... Y una mierda, ya les he pillado a estos farsantes, a mí no me la dan...

Pero claro... Los rostros de dolor de ambos son genuinos... Absolutamente genuinos... Tanto el de él como el de ella... De modo que la paranoia desaparece al instante, siendo sustituida por la aceptación: Dios... Dios... Joder... Ha... ha muerto... ha muerto... Pero no puede ser, no puede ser... Pero nuestros padres la han identificado... Ella... es ella... Está muerta... 16 años... Mi hermana... Mi pobre hermana... Jolene... Mi pequeña Jolene... Me he perdido su vida... Sólo la veía al principio en fotos y en vídeo llamadas, pero me he perdido su vida... No la he visto crecer, no la he visto reír, no la he visto llorar, abrazar y besar a su primer novio... No he visto nada... La he perdido... Perdido para siempre, después de lo que parece un siglo sin verla... Este paso es el más largo de todos y, aunque mi rostro se mantiene quieto y, en apariencia, imperturbable, poco a poco la sangre empieza a hervir, y eso lo siento ya, poco a poco, siento cómo fluye, furiosa, imparable...

Han pasado casi quince minutos en los que, realmente, no he visto ni escuchado nada. Podrían haberme dado una paliza, y no habría reaccionado. No he visto ni oído nada, eso es algo cierto. No sé qué han hecho o dicho Sven y Nicole, y si me han tocado no lo he sentido. Y si han intentado moverme, no han podido, porque he quedado aferrado al suelo, como si me hubieran clavado con un martillo.

Nos ha dejado... Con 16 años, una hija recién nacida y una vida muy corta, nos ha dejado... Y jamás volveré a ver su rostro, a sentir su mano estrechada con fuerza contra la mía, como antes, cuando sentía miedo... Jamás la sentiré sobre mis hombros, de nuevo, riendo, dando palmadas, tirando de mi pelo, ya largo por aquél entonces, juguetona y traviesa... Nada... Se acabó... Se acabó para siempre... Y no he podido decirle adios, no he podido despedirme de ella, no he podido decirle lo mucho que la quería, lo mucho que he pensado en ella en estos años. Cuántos días he soñado con verla, con verlos a los dos... Volver a estar juntos, los tres, como en nuestra infancia... Ya nunca más... Aquello terminó, y jamás podrá volver a ocurrir...
Aún quedaban dos lágrimas... Sólo dos, y es el momento en que deciden caer, aunque mi rostro no ha variado en ningún momento. Hinco ambas rodillas en el suelo, y luego las manos... Mi pequeña... Mi bien...

Y entonces... Llega la ira...

Las lágrimas, al instante, se evaporan, justo antes de caer al suelo desde las mejillas, y comienza a salir humo de mi piel. Levanto la vista. En mis pupilas hay llamas... Comienzan siendo rojas, pero acaban siendo totalmente verdes, justo antes de que ambos ojos estallen, convertidos en dos bolas de fuego.

Un desgarrador grito de puro dolor, no físico, sino emocional, surge directamente desde mi garganta mientras las llamas verdes que, de pronto, aparecen en torno a mi cuerpo, comienzan a devorarlo. Lenguas ígneas de color esmeralda reducen a cenizas primero mi ropa, después todo el pelo de mi cuerpo y, poco a poco, mi carne, que desaparece por completo, de igual manera que los órganos internos, de los que nada queda... El grito cesa, y no queda nada.
Nada salvo el esqueleto, vacío y totalmente negro, inmóvil, con los brazos huesudos levantados, hacia el techo, así como la vista, justo antes de que el fuego se apague...

Y al instante siguiente, se vuelve a desatar un verdadero infierno flamígero, al mismo tiempo en que el grito resurge, con aún más fuerza si cabe, y de forma casi sobrenatural, pues ya no existen cuerdas vocales. Las llamas, aviolentadas, se reagrupan en torno a los huesos negros, en lo que deberían ser los músculos que los rodearían. El fuego es incesante e incontenible, saliendo a borbotones del esqueleto, que mantiene de forma permanente una sonrisa calcárea de lo más siniestra... No se extiende, pues no puede hacer que el resto de cosas ardan, pero ennegrece totalmente el suelo y el techo, y genera un calor inmenso. Y, por fin, aunque el grito perdura, surge una voz terrible, aguda, reverberante y tenebrosa, que parece decir, a gritos:
-¿¿¿¿¿¿¡¡¡¡QUIÉN!!!!?????? ¿¿¿¿¿¿¿¡¡¡¡¡¡QUIÉN LA HA MATADO!!!!!!!???????

Sven, previendo lo que iba a ocurrir, coge a Nicole antes de que te conviertas y se la lleva derechita al ascensor, para luego cerrar la puerta de la casa desde dentro con la llave digital. Se trata de una puerta blindada...
No parece impresionado, más bien parece amargado...

- Rewell... Vuelve a tu estado - ordena, en tono gélido - No puedo ni imaginar el dolor de tu pérdida, pero siento una indignación tan enorme que quizás sea lo que podemos llamar "dolor"... Vuelve a tu estado. Nadie va a contestarte porque grites... No vas a encontrar antes al asesino por gritar convertido en una cosa delante de mi ex mujer, que es humana...

En este momento sólo quiero matar. Matar, destruír, destrozar y hacer daño... El grito de Emmerald perdura aún, mientras sus brazos se contraen y la vista se enfoca hacia el techo del salón. Es casi incontrolable. Casi incontenible y casi indestructible. Sólo las palabras pueden con él, es su único punto débil. Y algo en las de Sven, imposible saber qué, penetran en sus inexistentes oídos.
Poco a poco, el grito va decreciendo, al mismo ritmo que las llamas, hasta que el uno cesa y las otras desaparecen, quedando de nuevo sólo el esqueleto, del que comienza a resurgir tejido, carne, órganos, en la caja torácica, abdómen y cráneo, venas, nervios, arterias... Y finalmente piel y pelo, retornando Rewell a su forma original, tal y como Dios le trajo al mundo. Simplemente cae boca abajo al suelo y, aunque sigue consciente, así se queda, con el rostro contraído por el dolor, la nariz pegada al piso.

Sven suspira, echándose el cabello mojado hacia atrás.

- ¿Qué podemos hacer? Tenemos que encontrar a nuestra sobrina...

-No lo sé... Mascullo, con la voz cortada. Simplemente no lo sé... Y es así... En un momento como este, en el que sólo me recorren ráfagas constantes de negatividad, la única solución habitual es destruír... Y si no puedo hacerlo, simplemente llega una repugnante sensación de bloqueo...
Pasado un largo rato en que no puedo ni pensar ni hacer nada, me levanto y me encamino, arrastrando los pies, hasta donde está mi bolsa de viaje. Saco ropa limpia y me la pongo, para ocultar así mi desnudez, de paso. Seguidamente, me giro hacia la puerta y me coloco las gafas de sol, para que no pueda ver mis ojos.
-Vamos a Scottland Yard... Digo, con falsa determinación. Cojo, además, mi cartera donde guardo el verdadero carné de conducir, en el que aparece mi auténtica identidad.