Partida Rol por web

Superado el susto incial, Donovan se queda un poco parado antes de reaccionar.
No es que su instinto de supervivencia estuviera demasiado desarrollado, como suele pasar con los que han crecido entre algodones, pero si que tenía esa chispa nacida de su última experiencia en un lugar angosto y oscuro.

Comienza a moverse en cuanto ve a Dale esquivar como un gato un cascote desprendido del suelo. Tener el tamaño de la chica era algo incómodo pero necesario para regresar al zulo y por tanto a la única salida que conocía. Aún así, antes de dar mas de tres pasos, se vuelve hacia ella, con un gran y apremiante interrogante en la mirada.
¿¡Por donde!?

Dale te abraza contra sí, evitando una vez más que un cascote de cemento provoque una desgracia, ésta vez sobre tí. Tras eso, te coge la mano te señala la escalera empujándote hacia ella:

- ¡Símplemente tienes que empujar la trampilla! - pedía a modo de instrucción, muy templada y casi diríase profesional, no sin un brillo de diligencia en los ojos.

Cuando al fin sales del zulo junto a tu actual gemela, ambos al cesped, veis como a menos de diez metros la estructura de tres pisos de hierro oxidado se hunde sobre sí misma provocando chasquidos ensordecedores entre las vigas, que se confunden con los gritos de terror y dolor que surgen desde el desastre... Estáis a salvo aunque la tierra tiembla al derrumbarse el oxidado armazón... Pero el espectáculo es desgarrador...

Dale no puede evitar negar con la cabeza y echarse las manos a las sienes, con los ojos inyectados en sangre, las pupilas como cabezas de alfiler y las lágrimas surgiendo sin control mientras se mantiene desmadejada y de rodillas sobre la hierba...

- No puede ser... Tenía que saberlo... ¿Qué puede hacer algo así...? No... No sabía... Que el chico... De los metales... Dios... No sabía que podía... Dios mío... Dios mío... - la voz de Dale refleja una cupabilidad estranguladora... - Si no me hubiese drogado... Dios mío... Si no me hubiese metido nada... - ni siquiera puede echarse a llorar... Sólo ella sabía lo que aquellos ojos inhumanos alcanzaron a ver entre las vigas...

El sol poniente creaba un contraste rojizo y negro más allá de la gran nube de polvo que se levantaba, cerrándolo todo a la vista...

Se deja caer en la hierba medio seca con la respiración agitada por el esfuerzo de la carrera escaleras arriba mientras las Ruinas dejan de existir como tales y se convierten en el amasijo de retorcido metal que su nombre siempre sugería.
Retorna a su aspecto normal, sin la máscara que le proporciona su multiformidad. Resultaba cada vez mas cansado permanecer demasiado tiempo siendo otra persona, caminando con otros pies y respirando con otros pulmones.

Pero mas destrozada que la vieja estructura de metal está Dale, descompuesta y desmadejada a su lado como una muñeca de trapo que hubieran dejado caer desde una altura considerable. Tan delgada, tan rota, tan vulnerable.

Se coloca como puede delante de ella y le toma la cara con las manos, forzándola con gentileza pero firmeza a desplazar la mirada del macabro espectáculo hasta sus dorados y profundos ojos.
Dale... mírame a mi... mírame. Centra tu mundo en mis ojos, en su calma, en su profundidad. Olvida todo lo demás. No hay nada mas que mi voz, tranquila, melodiosa, nada mas que mis ojos como soles de amanecer. No hay mas a tu alrededor que mi piel, que el calor que yo desprendo. No te mortifiques, no quiero verte así, no quieres verte así. No...
Una vez había visto a un hipnotizador en un espectáculo en París. Se había quedado fascinado por la fuerza de la voz de aquel hombre, por la cantidad de carisma que derramaba por cada poro. Era una disciplina que podía convertir a las personas en peleles o ayudarlas a superar sus problemas y traumas mas terribles...
Se preguntaba, en su fuero interno, si sería capaz de hacer que Dale se centrara, de usar su belleza ultraterrenal para serenarla, para apartarla de un horror del que ambos, de forma indirecta, eran responsables.
Sabía que la chica tenía muy poca fuerza de voluntad, que era débil de carácter, lo había visto en su forma de moverse, de hablar, de mirar en contadas ocasiones. Y lo sabía porque le había rescatado de una muerte segura llevada por la compasión y por la influencia del poder del actor.
Céntrate... Cálmate... Respira tranquila... No dejes de mirarme, no dejes de pensar en mi. Me tienes delante, invadiendo todos sus sentidos con mi presencia. No puedes dejar de mirarme, de oírme, de olerme y sentirme... el contacto de mi piel, el calor de mi piel... Lo sabes, sabes que no puedes luchar contra mi. Déjate llevar y céntrate... Deja que mi voz te guíe... Respira... Respira...
La necesitaba despierta, la necesitaba tranquila.
El primer impulso de Donovan había sido salir corriendo de allí y abandonar a su suerte a aquellos criminales miserables y a los idiotas de sus compañeros que se habían metido de cabeza en una trampa que ellos solos se habían tirado sobre la cabeza. Pero Dale... ella quería hacer cosas buenas y él le debía la vida...
Lo menos que podía hacer era quedarse y ayudarla a pensar. A pensar en como salir de esa de la mejor forma...

Pero que coño?

Dale se coge de los brazos del apolíneo joven, temblando.

- Donovan... No estoy ida... No estoy ida... Soy... Plenamente consciente... De lo que está pasando... De lo que soy... - traga saliva y se aparta inmediatamente, cogiendo una plancha de acero oxidado que había en el suelo y echando a correr hacia el desastre...
Sin mucho estilo lanza la placa hacia nube de polvo, que poco a poco se la traga...

Alice no reacciona cuando todo comienza a venirse abajo...

Uno de los tres hombres de Kiwi, creyendo en la confusión de la humareda que podría tratarse de un compañero, coge a Marcos del cuello y lo lleva levantado en peso hasta fuera de las ruinas mientras la nube de polvo aún no permite ver a quienes se han salvado...

El hierro y los estridentes chasquidos destrozan los oídos de Michael y Alice quedando su paso cortado por las vigas en décimas de segundo que se hacen eternas... No pueden ver ni sus propias manos, ni sus pies al correr... El polvo lo impide... Y en ese instante ambos conocen que su suerte ha acabado... Cierran los ojos...

No hay una muerte gloriosa... Nadie les cogerá de la mano, y sus rostros, jóvenes y absolutamente hermosos, no serán siquiera reconocibles...

No habrá oportunidades de cambiar, de realizarse en la vida, llegar de verdad a adultos, cumplir promesas hechas a uno mismo u a otros... Las frases que quisieron decir quedarán sepultadas al igual que sus cuerpos... No habrá nada después de eso. La desesperación dura una eternidad en menos de un segundo para sus mentes...

Para sí mismos, han muerto. No se oye nada. No se siente nada... Sólo miedo... Y unas palabras resuenan en la mente de Alice...

"Me alegro de que hayas podido llegar bien..."

En pleno horror, buscando el aire para respirar instintivamente y la poca visión que ofrece mirar hacia arriba, donde al menos se puede ver el cielo, perdida toda esperanza, Michael atina a ver cómo una placa de acero, delgada pero consistente, se encaja milagrosamente entre dos vigas que caían sobre él en ese preciso momento... El impacto hace que, por obra que para él es mucho más que milagrosa, las vigas se amontonen en pirámide a su alrededor...

Una eternidad pasa mientras Michael es dominado por una ansiedad peor de la que habría imaginado nunca... Una ansiedad que estaba a punto de provocarle un fallo respiratorio mientras veía acercarse cada viga del techo con los oídos completamente sordos... El miedo y la certeza de que aquella pirámide se derrumbaría y que tan sólo le habría dado unos segundos de horror en vida le invadía... Pero de pronto, bajo unos tres metros de aquel amasijo de metal que gracias a una estúpida placa surgida de forma certera e increíble había logrado protegerle, la nube de color ocre se disipó... Y pudo ver una estrella en el cielo del atardecer... Para mayor sorpresa, por aquel hueco se asomó una joven de aspecto insano, ojeroso y escuálido... Pero con unos ojos que debían contener todo el firmamento en ellos, y un rostro que, visto desde su actual perspectiva, debía ser el de una semilla de ángel a punto de germinar. La chica metió uno de sus brazos y lo extendió hacia Michael...

¡¿PERO QUE HACES!?
El actor tarda un poco mas en moverse de lo que hubiera deseado, pues cuando por fin parece que va a alcanzar a Dale, esta ya se ha metido de cabeza en la nube de polvo.
¡ESTÁS LOCA! ¡VUELVE AQUÍ! ¡TE VAN A MATAR!
Grita a pleno pulmón tratando de hacerse oír por encima del estruendo de metal contra metal que provoca el derrumbe de la estructura.
No puede entrar a buscarla. No es capaz de ver a través del polvo y sería un suicidio... así que lo único que puede hacer es esperar a que salga sana y salva, con le móvil en la mano y marcados los dos primeros números del servicio de urgencias.

Cuando por fin comienzo a moverme es tarde, demasiado tarde, las vigas caen y solo puedo taparme la cabeza con los brazos

pero algo pasa, no me aplasta nada, por fin miro hacia arriba para encontrarme en un hueco entre las ruinas, respiro tranquilo por un momento, pero despues imagenes de las noticias comienzan a repetirse en mi cabeza "tres dias aislados hasta ser rescatados", "tardaron dias en morir"
Poco a poco solo puedo escuchar eso y comienzo a mirar las vigas con odio por no haberme matado, quiza asi seria todo mas facil, siempre pense "vive a tope, muere joven y deja un cadaver bonito", parece que lo cumplire

De repente puedo ver mas, el cielo, y ¿una rubia? Vale, estoy muerto y los de abajo me han mandado una rubia a buscarme, tiene sentido rio por un momento en esta locura, aunque parece un ataque de tos con toda la mierda que hay en el aire y tras unos momentos estiro mi mano para agarrar la que me ofrece

Donovan contempla angustiado como de la nube de polvo salen cuatro hombres que no conoce de nada, cubiertos de tierra, uno de ellos carga con Marcos cogido del cuello y otro, vestido de traje, con Lex en brazos. Les sigue Madison que va empujando a Mortymer... Y nadie más sale de ahí mientras la densa nube no se disipa aún...

Donovan está algo sucio y con el gesto desencajado...

Kiwi Joe ni siquiera repara en él cuando se tira al suelo una vez comprueba que puede respirar aire limpio, dejando a Lex igualmente en la tierra. Empieza a toser, destrozado y temblando del miedo, al igual que dos de sus hombres supervivientes... Sólo uno, el que había sido el primero en salir y cargaba con Marcos, tiró a éste al suelo y empezó a darle patadas en las costillas, fuera de sí...

Aquellos que llegaban de las ruinas no tenían sino un estridente pitido en los oídos, y nada más...

No daba crédito... había estado a punto de morir pero le habían salvado a el, precisamente de los pocos que podrían haber sobrevivido... todo daba vueltas a su alrededor sin poder frenarlo, todo estaba siendo horrible, horrendo, horroroso...
Quería llorar pero no podía, quería gritar pero no podía, quería ponerse a mover los restos en busca de los que se quedaron dentro... pero las piernas no le respondían... El sabor metálico que inundaba el lugar se le metía por la nariz dando el típico regustillo a sangre... Estaba bloqueado mirando con puro horror el amasijo de hierros que quedaba delante de el...

Los esbirros de Joe no tardan en marcharse corriendo una vez recuperan el aire, alejándose tánto como les sea posible de aquel horrible lugar que se había llevado en unos minutos la vida de sus diecisiete compañeros...

Pero Joe estaba mucho más que aterrorizado y confundido: Estaba más irritado que jamás en toda su vida... Estaba dolido también por haber perdido gente que consideraba su amiga, y había perdido el control... Su subconsciente señaló inmediatamente a Marcos mientras se levantaba y sacaba una pistola del forro de su chaqueta, apuntando al muchacho español con los ojos abiertos de par en par, la mirada henchida de locura y los labios contraídos en ríctus...

Para Donovan la angustia crecía...: La nube no se disipaba, ella no estaba por ninguna parte y ese tipo de pelo verde iba a volarle los sesos a Marcos justo al lado suya...

Apenas habían cesado los gritos cuando los metales de la magestuosa estructura comenzaron a crujir... Apenas había dado tiempo a alzar la cabeza, a huir o siquiera gritar o salvar a alguien, pero toda la vida pasaba por delante, y los posteriores minutos se vivían casi a cámara lenta... Los alaridos del metal recordaban a monstruosas criaturas, que en cuestiones de segundos y sin aviso se dejaban caer, aplastando a quienes quedaban bajo ellos, cortándolos como si se trataran de mantequilla... Asombrosamente, aquel repugnante negociante la había salvado de una muerte segura. Y aún sabiéndose viva tirada sobre la tierra, los alaridos del horror y lo visceral habían concluído, y con ellos florecía la duda de quién se habría salido vivo de aquello.

Alexa no reaccionó a nada tras aquello, sólo permaneció inmóvil recostada de lado sobre el suelo, con el gesto demudado por el miedo...

¡MALDITA SEA!
Grita Donovan al ver salir a casi todos sus compañeros de la nube de polvo que envuelve todavía los restos de la estructura metálica. A saber cuanta gente habría quedado atrapada. Y cuanta habría muerto ya...
Y ella aún estaba ahí dentro. Y él no podía ir a sacarla...
¿¡ES QUE NO SABÉIS HACER NADA BIEN!? ¿¡LO TENÉIS QUE ESTROPEAR TODO!?
Estaba fuera de si. Realmente cabreado. Una vena se hinchaba con cada nueva pulsación en su perfecto cuello de piel tersa y suave mientras sus ojos dorados como soles ardían con la fuerza de un mediodía en pleno desierto.
¿¡TENÉIS QUE IR MATANDO GENTE POR DONDE QUIERA QUE OS MOVÁIS, MALDITOS ASESINOS!? ¿¡NO OS BASTÓ CON LOS CADÁVERES QUE DEJASTEIS EN FINLANDIA SINO QUE TUVISTEIS QUE SUMAR OTROS TANTOS EN CHINA Y AHORA AQUÍ!?
Si había alguien que sabía como hacer que la gente se sintiera culpable... era Donovan fuera de control.
¡TU!
Exclama extendiendo un perfecto anular hacia la figura armada que apuntaba directamente a Marcos con intenciones poco amistosas.
BAJA ESE ARMA AHORA MISMO Y LÁRGATE DE AQUÍ.
Dirige entonces su furibunda mirada hacia los demás, hacia sus conocidos, sin dar un solo paso ni hacer el mas mínimo movimiento para acercarse.
¡Y VOSOTROS NI OS MOVÁIS!
Llevaba un teléfono móvil en la mano izquierda y tenía el dedo pulgar sobre la tecla de llamada...

Miró a Donovan al notar como algo se movía por una de las partes y se puso a llorar... no entendía que decía, pero no eran cosas bonitas y podía intuir sobre que tema era... El pitido en los oídos evitaba que oyera nada, cosa que le hizo sentirse aún mas inútil... sorbió los mocos por tanto lagrimeo y se quedó mirando a la nada, pero iba alternando entre escombros y Donovan... Pero sus piernas si se movieron y se acercó a los escombros y empezó a apartar vigas y restos mientras lloraba desconsoladamante - noo... noooo ... no por dios... chiiiicooooos - decía con lastimera voz mientras "trabajaba" con lentitud

Donovan se acercaba a la escena... Si supiera la que había montando su secuestro, lloraría aún más. Pero aún siendo la húngara incapaz de escucharle, le rompía el alma la situación y el desconsuelo que éste resaltaba con su gesto. Giró hacia un lado... Y en aquella imagen fija, carente de significado hacía apenas un instante, Marcos iba a morir a manos del traficante. Alex alargó el brazo hacia la pierna de éste, tirando débilmente de su pantalón...:

- Baja el arma... ¡¡Baja el arma, por favor!! - le suplicó, llorando absolutamente desconsalada después de ver que Mortymer se había adentrado de nuevo en busca de quienes no habían podido salir... Michael y Alice se habían quedado atrás - ¡¡BAJA EL ARMA!! - Gritó con la voz rota. No se escuchaba ni se orientaba ella sola, pero hacía el esfuerzo de incorporarse otra vez para colocarse frente a Marcos... Su situación cerebral no daba a más.

Todo ocurre a toda velocidad... parece que el final ya ha llegado, el sonido de la muerte vigas cayendo y destrozando cuerpos en una sinfonía de dolor y huesos crujiendo... siento como alguien tira de mi, como alguien me saca de aquel lugar sacándome de las garras de la muerte...

No tardo en darme cuenta de que se trata de uno de los matones del Kiwi, lo miro, pero no me da tiempo pues sus golpes me hacen cerrar los ojos y encogerme en una postura lo mas defensiva posible hasta que cesan... Me arrodillo tosiendo por el dolor... y lo primero que veo es al pelomoco apuntándome con un arma.

Por otro lado está Dónovan... grita, vocifera llamándonos de todo... Me incorporo con la mano en las costillas, no consigo escuchar lo que dice por un tremendo pitido en el oído, pero sus labios no mienten... Puedes llamarme como quieras, lo han hecho ya tantas veces que no me importa

Me giro dando la espalda al rubio de oro y al Kiwi Joe observando el destrozo provocado... parece que todos se han salvado, no... faltan Michael y...

Alice... De nuevo me giro hacia el que me apunta, Deja de apuntarme... tengo que salvar a Alice.. deja de apuntarme... para... para... detente... No me apuntes... termino diciendo