Partida Rol por web

Tras encontrar a cinco mercenarios lo suficientemente hábiles, sedientos de sangre y con pocos valores para no preguntar sobre tus objetivos, te disponer a salir rumbo a las tierras del rey Quentyn, los antiguos dominios de la reina.

Sin embargo antes de que lo logres un mensajero te alcanza y sorprendido, pues nadie sabe del nombre escogido salvo el rey Quentyn, te entrega una misiva.

He decidido darte primero una misión más sencilla. Quiero que te adelantes a mis ejércitos y llegues primero al lugar donde se ha fundado la Casa Espada del Amanecer. Allí quiero que reunas información de interés y elimines a aquellos líderes que puedan oponerse a mi dominio, que no deseen sublevarse. Luego sigue con tus ya conocidos objetivos. No me falles.

Tras hablar con el rey el joven Cith decidió alejarse del castillo esa misma noche, no sin antes buscar los materiales que necesitaba. Lo hizo sin que nadie lo viese y en el camino dejó toda su vida atrás, su armadura, sus armas, su futuro.. Desembarco del Rey estaba destrozada y eso era bueno para alguien que quería pasar desapercibido, así que se dirigió hacía una posada en los suburbios de la ciudad y, una vez allí, comenzó su cambio de look. Lo primero que hizo fue cortarse su larga melena, tuvo que respirar profundo y despedirse de ella, pero lo hizo con cierta decisión, era la única manera. Terminó rapandose los lados y haciéndose una trenza, no pudo quitarse todo el pelo que tanto trabajo le costó dejarse crecer. Parecía otro, pero aún así, necesitaba un aspecto más rudo y adecuado al estatus que necesitaba representar. Ya fuese por ello o por meterse en el papel, se hizo un corte transversal en la nariz que dejaría cicatriz y le daría un aspecto menos "señorial". 

Tardó poco en encontrar ropa adecuada. Pantalones marrones, botas cómodas, camiseta simple y un chaleco de cuero, los cuales rasgo y manchó para que pareciesen viejos. Lo siguiente fue hacerse con el nuevo armamento, dos hachas cortas y un escudo  ligero de madera a una mano que se colgó de la espalda.

Cith había desaparecido... ahora era tiempo para Knut, el asesino.

De despidió de Desembarco en rápidos pasos y contrató unos mercenarios sin ningún escrúpulo y se dispuso a marchar hacía su primer objetivo: la líder mercenaria. Sin embargo... algo cambió, un mensajero se acercó y cambió su rumbo.... La Casa Espada del Amanecer .. allí derramaría su primera sangre. Sin mas dilación.. se dirigió, todo lo rápido que pudo, hacía allí.

Tras nuevas semanas de viaje, en compañía de los mercenarios que has contratado, llegas hasta lo que parece ser la sede esta casa, una gran finca de algún señor, con pequeñas murallas y no demasiado espacio en comparación con las fortalezas de algunos señores. Y aun así es un lugar espectacular.

Veis mucho movimiento en el lugar y numerosas carpas instaladas tanto en el exterior como en el interior del recinto. La ocupación del lugar está, sin duda, ampliamente desbordada. Es por ello que nadie os pregunta nada cuando llegáis allí y os dais una vuelta por el lugar.

Observas a muchos campesinos trayendo alimento y comida, algo normal pues muchos viven allí ahora, aunque parece que traen más de la cuenta. También te percatas del elevado número de soldados y caballeros concentrados en el lugar, muchos más de los que le corresponden a una mansión como esa e, incluso, más de lo que suelen tener las casas menores.

El líder "mercenario"  se mostró poco comunicativo durante todo el camino. A fin de cuentas, cuanto menos supiesen aquellos hombres, menos tendría que preocuparse de ellos. Se limitó a explicarles que una nueva casa traía consigo un montón de posiciones que cubrir, un montón de disputas que solucionar.. y que eso podía hacer a un mercenario, o un grupo de mercenarios como el suyo, muy feliz. A fin de cuentas, los mercenarios no tienen "padre" ni "madre", por lo que los nobles suelen contratarlos para no dejar rastro. Y, al final, puede que incluso asciendan alguna escala social y se conviertan en miembros de la casa. Normalmente Knut expresaba todos aquellas inquietudes y deseos de forma rápida y concisa, aunque le daba un aire soñador y mencionaba siempre las riquezas que podrían obtener, si eran inteligentes. Con ello, simplemente los quería mantener fieles a él y que creyesen que los podría conducir a todo lo que como mercenarios siempre habían deseado.

El camino se hizo largo, pues la compañía no era la esperada y debía gastar acorde a su nuevo estatus, por lo que el vino y las mujeres no eran de la calidad a las que estaba acostumbrado. Pero, por fin, se encontraron en la nueva casa y lo primero que llamo su atención fue el numero de caballeros y gentes que allí se encontraban. Lo que sólo podía indicar una cosa: se estaban preparando para la batalla. Algo se tramaba en aquél lugar y su misión era descubrir que. 

Miró hacía varios lados, buscando donde los soldados estuviesen bebiendo, retándose, apostando y... sobretodo, donde pudiesen soltar la lengua. Si realmente estaban próximos a una nueva misión.. los nervios y el alcohol le ayudarían a saber en que consistía.

Te enteras de que la recién fundada casa tiene sus primeros problemas. Por lo visto uno de los bandidos han atacado la mansión de uno de los señores, un tal Armidal, uno de los miembros del consejo que gobierna la casa, matando a parte de sus siervos y tomando sus recursos.

Por lo visto se ha decidido tomar medidas al respecto pero la casa se ha dividido. Algunos piensan que deben ocuparse ellos mismos del asunto de los bandidos, sin pedir ayuda a ninguna otra casa mayor, tratando así de evitar colocarse en un bando u otro. Otros, sin embargo, piensan que deben unirse a Quentyn sin reparos, usando sus fuerzas para masacrar a los bandidos sin más dilación.

Por lo visto la tensión en el consejo es palpable, con opiniones muy divididas. Durante la cena de la noche se suelen reunir y dar noticias sobre sus deliberaciones a sus siervos.

Parecía que pronto se solucionaría el tema de si se ponían o no de parte de Quentyn, aunque fuese por sus propios intereses. Quizás el pudiese intervenir y solucionar todo aquello, puesto que lo habían mandado a matar personas... y eso es lo que la recién fundada casa parecía necesitar. Sin embargo, no podía descubrir quien era, no debía hacerlo, si no todo se daría al traste, así que debía encontrar una manera de equilibrar la balanza a favor de su bando.

Era hora de sacar la bota de vino, debía de enterarse de que miembro del consejo era el que pujaba más a favor de que solucionasen sus propios asuntos.. y.. "hacerle cambiar de idea"

Por lo que oyes el consejo regente está formado por nueve miembros.
El actual señor es un tal Sir Hector, el noble en cuyas propiedades te encuentras. Otros dos miembros han partido hace algo más de una semanas, o al menos eso dicen los rumores. Sir Jaron Armidal, el hombre cuya fortaleza ha sido atacada por los mercenarios, está a favor de unirse a Quentyn, al igual que un tal Sir Jared Wisp, un adepto de R´hollor.
Los otros miembros son Sir Matius Trant y el Maestre Elijah, ambos seguidores incondicionales de Sir Hector, y Aron Quilore y Sir Ander Worrius, cuyos votos son neutros actualmente.

Durante la cena, que se alarga hasta altas horas de la noche, ves como un anciano de pelo blanco discute con un hombre joven. Las voces de alrededor te lo dejan claro, son Sir Hector y el joven Sir Armidal.

Había que hacer que Sir Héctor decidiera finalmente unirse a la causa de Quentyn y pidiese su ayuda puesto que casi el resto de nobles de la nueva casa lo seguirían y parecían llevar una postura neutral. Sólo cabían dos posibilidades, o quizás tres. Una era hacerlo entrar en razón mostrándole motivos para hacerlos, la segunda era que Sir Armidal lo convenciese... y, por último, que el viejo señor muriese y el joven noble se hiciese con la iniciativa de la casa.

Mientras lo pensaba, Knut se acercó donde la disputa verbal estaba ocurriendo, intento ser disimulado, pero quería escuchar como se desarrollaban los acontecimientos y cual era el motivo de aquella acalorada conversación.

Te acercas y escuchas como el joven grita enfadado al anciano, a Sir Héctor.

Los huesos de mi padre y mis abuelos reposan en esas tierras, en el mausoleo familiar. Me aliaré con cualquier hombre, sin importar su procedencia e intereses, para recuperar sus restos antes de que esos mercenarios los mancillen-le grita, exaltado.

Vete con quien te plazca, nuestra casa ha tomado una resolución y así lo haremos. Si nos unimos a Quentyn ganaremos enemigos que podrán hacernos lo mismo en distintas ocasiones, no podemos arriesgarnos-responde Sir Héctor, tratando de estar tranquilo pero alzando la voz, obviamente molesto.

Solo veláis por vuestros intereses, han matado a la mayoría de mis súbditos, es algo intolerable. Debemos vengarlos de inmediato y rescatar a los posibles prisioneros-continúa Armidal gritando a Sir Héctor mientras se aleja hacia el interior de la fortaleza, lejos de tus oídos.

Aquella era la gran oportunidad que había estado esperando, era el momento de acercarse y mover ficha. Parecía que el destino lo había puesto en aquél preciso momento y en aquél lugar...aunque no había nada de casualidad en todo aquello, pero eso la Casa de la Espada no lo sabía.

Con paso apresurado el joven Knut se acercó a los dos hombres y les habló.

- Señores - les interrumpió - Creo que alguien como yo podría serles de ayuda en este momento - el joven sonrió entre místico y carismático, mientras sus vivaces ojos se clavaron en los del joven noble, que era quién seguramente atendería mejor su requerimiento.

Alcanzas a los hombres mientras se internan por el pasillo rumbo al interior de la fortaleza. El joven te mira, con color en el rostro por su estado de cólera, mientras que es el más anciano el que te responde -¿quien eres y que deseáis? No tengo tiempo para tonterías. Habla.

El joven volvió a sonreír, solícito. Quién lo hubiese conocido en su anterior etapa... pensaría que había cambiado mucho en apenas unos días, pues su mirada era mucho más ardiente y profunda de lo que solía aparentar. Sin embargo, su sonrisa era igual de complaciente y expresiva que siempre.

- Mi nombre es Knut, a su servicio Sir Héctor, y puedo ayudaros con los mercenarios... - el hombre abrió los brazos a modo de presentación, pues iba vestido como un mercenario más - Y, quizás, según mis informaciones, eso también os ayude con el actual Rey...sin necesidad de congraciaros con él. - Knut volvió a cerrar los brazos y dejó de sonreir, adoptó una expresión seria y clavó su mirada en los ojos del anciano, esperando su reacción.

Habla-te responde el Sir, intrigado, aunque guardando las distancias contigo. El joven, por su parte, se acerca algo más, con un rayo de esperanza en los ojos.

El joven miró hacía un lado y otro, denotando que no le parecía el lugar más discreto y, a la vez, asegurándose de que nadie los escuchase. Lo que iba a revelar a aquellos hombres podía costarle caro o acercarle más a sus objetivos.

- Los mercenarios no son nada sin un líder y si son tan fuertes como parece... la mejor manera de acabar con ellos es cortarle la cabeza a la serpiente - el joven sonrió de nuevo y sus pupilas se dilataron al levantar aún más la vista, fijando su mirada esta vez en el joven interesado - Creo que no me he presentado adecuadamente..soy Knut, el asesino- había elegido cuidadosamente las palabras, dándole un aire dramático a todo ello. Si algo había aprendido de su anterior viaje y de sus compañeros.. es que un buen discurso, una buena presentación, puede hacerte ganar mucho terreno.

El joven te miró al rostro, evidentemente interesado, mientras el hombre anciano te miró con reproche -Nuestra honorable casa no mantiene acuerdos con asesinos. Además, si matas a la cabeza de la serpiente el cuerpo se devora a si mismo, destruyendo todo lo que le rodea. Si han cogido supervivientes lo más probable es que los mercenarios, tras la muerte de su líder, se rebelen y maten a cualquier inocente que encuentren.

El joven mercenario volvió a sonreir, consciente de que aquél anciano no era más que un cabezota sin más ideas, incapaz de mirar más allá.

- Entonces no tengo más que proponeros, Sir. Aunque permitidme deciros que creo que os equivocáis.- Knut dibujó una sonrisa a modo de despedida. Esperaba que aquél hombre se marchase y que el interés que había despertado en el joven sirviese para algo y pudiesen hablar con mayor tranquilidad y franqueza.

Los dos hombres se marchan pero no pasa ni media hora antes de que un soldado se te acerque -Señor, alguien quiere hablar con vos.

Empezaba a pensar que mi plan no había funcionado cuando un soldado se me acercó y me dijo que alguien quería verme. Esperaba que fuese aquél joven y que tuviese alguna proposición que hacerme.. Ese hombre era el más acérrimo defensor de unirse a Quentyn.. por lo que debía ayudarle a conseguirlo.

- Pues no le hagamos esperar más - contestó Knut con una perniciosa.