Partida Rol por web

¿Qué mejor lugar para un hombre sin hogar que una ciudad llena de caminos?

Te encuentras en La Encrucijada, capital del reino humano de Heptre y el lugar donde convergen los caminos de norte, sur, este y oeste. Un lugar lleno de pequeños mercados, troupes de teatro, comerciantes y, en general, gente de paso. Aquí no se darán cuenta de tu existencia hasta que ya lleves un tiempo sin moverte: lo normal en esta ciudad es aparecer y desaparecer.

Estás en una taberna bastante famosa llamada el Caballo Desbocado. El ambiente es apacible pero no deja de ser agitado, igual que todo en esta ciudad. Sin embargo, al contrario de lo que se esperaría de un lugar así, la gente no se mete en tus asuntos. Quizá están demasiado ocupados con sus propios problemas. En un pueblo pequeño y rural, un extranjero como tú sería el centro de atención durante días; en Heptre no destacas para nada.

El tabernero es simpático, y la camarera es diligente. El murmullo constante de las voces llena el silencio, pero sin llegar a ser demasiado molesto. Es un buen lugar para pasar un rato tranquilamente.

Tras un rato, un músico pelirrojo sube a un pequeño escenario y hace una respetuosa reverencia, indicando que va a tocar. La gente se calla y lo mira con expectación. Oyes algún que otro comentario sobre lo genial que es ese hombre con su laúd. Efectivamente, en cuanto empieza a tocar, la música fluye como el agua en el río, llenando la taberna con su dulzura.

Aún hay todo un día por delante.

Agradeciendo la tranquilidad que me da este lugar y la diligencia pido una cerveza para mi y otra para que ella se tome una cuando tenga la oportunidad, agradeciendo a la chica su trabajo.
Observo el espectáculo, también la clientela esperando que con suerte si ella acepta y tiene oportunidad pueda disfrutar de toar una cerveza conmigo... de lo contrario o hará sola.
Evalúo a conciencia a los clientes del lugar, parta sacar conclusiones por su ropa, objetos, armas e incluso por las compañías que frecuentan.
Tengo que reconocer lo buen lugar que es, por donde voy suelo encontrarme malas caras, amenazas y paletos que se creen alguien pero realmente no saben ni donde tienen el cerebro.

La camarera te mira con sorpresa y sonríe, claramente adulada por tu gesto.

- Muchas gracias.- dice.- Pero ahora mismo tengo que seguir trabajando. Si pudiera, me sentaría a beber con un hombre tan amable como usted, pero... ya sabe.- se ríe discretamente y agacha la cabeza en señal de agradecimiento. Coge el dinero que cuestan las cervezas, lo cual no es mucho teniendo en cuenta su aceptable calidad, y se va hacia la barra para seguir despachando clientes.

Echando un vistazo a tu alrededor puedes ver a todo tipo de gente. Comerciantes del oeste, algún artista del sur, gente de los caminos...

Observas con cuidado a algunos de los presentes. Te llama la atención un hombre de mediana edad, quizá del oeste por su ropa. Tiene pinta de ser un mercader, y uno bastante rico, además. Es curioso verlo ahí, en una esquina de una taberna mediocre. Parece algo preocupado, nervioso y con prisas. Quizá esté esperando a alguien.

Luego hay el músico pelirrojo. Ha acabado de tocar y está bajando del escenario. La gente parece murmurar a su paso. Por su aspecto, dirías que ha visto mucho mundo para la poca edad que tiene. Se dirige a una mesa y se sienta en la silla. La camarera le ofrece casi instantáneamente un plato de comida. Es posible que sea muy conocido por aquí, lo cual es extraño teniendo en cuenta lo poco que se quedan los viajeros en La Encrucijada.

También hay una elfa rubia en otra esquina. Está muy seria, hasta el punto de parecer fría y pétrea. No disimula el arco que lleva a la espalda, y algunos la miran con desconfianza. Se concentra sólo en beber de su jarra. Por su posición corporal, parece que quiera irse en cuanto acabe de beber.

Los demás parecen parroquianos, gente de la ciudad y poco más. La camarera sigue dando vueltas por la taberna. Sus movimientos son gráciles y elegantes: lleva mucho tiempo haciendo esto, y además le gusta. El tabernero no es tan alegre como ella, pero parece estar cómodo haciendo lo que hace.

La actitud de la elfa me parece la mas extraña y si esta sola quizás me ayude en mis objetivos.... mi capacidad de supervivencia en los bosques es nula...
Me levanto con intención de acercarme a la mesa de la elfa, al llegar hasta su mesa sin sentarme siquiera hago un gesto de respeto y pregunto con toda la educación.
Perdón por las molestias, si es de tu agrado igual podría acompañarte en la mesa, una buena conversación igual mejora tu estancia aquí.

La elfa te fulmina con la mirada y chasquea la lengua.

- Lárgate.- dice con un tono de voz neutro. Por su actitud, parece que esa es la palabra que más ha repetido hoy.

Elfos, con el conocimiento y la conversación que tienen por norma y que suelan ser tan gilipollas, los magos porque son magos y los exploradores porque son exploradores... así les va...
Como gustes, respondo cortés volviendo a mi mesa ya que el músico está comiendo, el mercader parece que mi compañía no es lo que espera y la elfa no es elfa de muchas palabras. Bebo en mi mesa sabiendo que de momento y dudo que logre encontrar alguien decente con quien mantener una conversación amena.
Si al terminar mi jarra bebiendo a un ritmo lento y degustando bien la cerveza no he obtenido buena compañía voy al tablón de anuncios para ver que trabajos se ofertan.

En el cartel de anuncios hay algunos papeles publicitarios muy rudimentarios. También hay un par de comunicados oficiales sobre eventos en La Encrucijada que ya han pasado, uno de ellos el mercadillo que se montó ayer. Por último, hay tres peticiones; dos formales y otra de dudoso origen, aunque con un formato digno de la nobleza.

Leyendo por encima, la primera de las formales dice que un comerciante requiere protección en un viaje. No especifica detalladamente qué mercancía lleva ni qué peligros conlleva, pero sí dice que se dirige a Ciudad Áurea, capital de Yrend.

La segunda anuncia la desaparición de un poeta en los bosques del este, en la frontera con Vilhahel. Se ofrece una recompensa generosa, pero no se especifica cuál.

La petición extraña está firmada con una inicial, "I", y habla sobre un trabajo honrado pero algo peliagudo que comportaría enfrentarse a un mercenario que ha robado dinero y algo de mucho más valor.

Me centro en el anuncio del desaparecido y en el tercer trabajo viendo todos los detalles que dan y con quien debo ponerme en contacto mientras no pierdo la ocasión de vez en cuando de buscar el contacto visual con la camarera y dedicarle una sonrisa.
Dos misiones que parecen interesantes, recordando la última incursión en un bosque para una misión, tuve que sanar a una elfa y bastante bella he de reconocer.....

Leyendo el segundo anuncio con más profundidad conoces los detalles de la petición. Es la propia hermana del poeta la que ha redactado ese cartel, e incluso con lo que ha escrito puede deducirse una profunda preocupación. Dice que el poeta llamado Shethen se dirigía a los bosques de Vilhahel pese a las advertencias de su familia. Quería alguna especie de inspiración, o quizá conocer mejor la cultura élfica para dar más realismo a sus poemas. Había prometido que volvería en tres semanas, pero ya han pasado cinco. La hermana vive en La Encrucijada y dice que se la puede encontrar en la Plaza del Caminante para más información.

La tercera petición no da mucha más información de la que ya has descubierto con una primera lectura. Se tiene que recuperar lo que robó el mercenario y traerlo de vuelta a la taberna del Noble Desamparado, en La Encrucijada. Se desconoce la situación actual del mercenario, pero el anuncio dice que se le vio por última vez yendo hacia el oeste.

Resoplo y voy a buscar a la hermana del poeta a la plaza donde poder encontrarla preguntando a1lí por la hermana del poeta Shethen.
Se que se va complicar el trabajo y me tocará encontrar un explorador.... pero ya me preocuparé de eso después. Con lo que yo odio los bosques ya que me siento tan indefenso en ellos....

El la plaza mencionada, que no está muy lejos, encuentras un gran bullicio de gente que va y viene, mercaderes que gritan y exclaman y viajantes que se aprovisionan con prisa. El centro de la plaza está ocupado por unas tiendecitas improvisadas de vendedores que quizá no tengan la licencia al día, puesto que miran a un lado y a otro con nerviosismo. Cuando miras a tu alrededor, no tardas en ver una chica joven que está apoyada al lado de un tablón de anuncios con una expresión mustia y llena de preocupación. De vez en cuando echa un vistazo a la plaza, buscando a alguien sin mucha esperanza.

Me acerco a la chica con una sonrisa de "alégrate que vengo ayudarte" y no con una sonrisa de "me alegro de tu desgracia". Cuando llego a ella la miro a los ojos añadiendo un sencillo ¿se puede?.....
Al final no se porqué me dejo llevar siempre por mis emociones, algún día elegiré la misión mas ventajosa en cuanto recompensa.....

La chica parece sorprendida de que alguien se le acerque. Al principio malinterpreta tu sonrisa y da un pasito hacia atrás, pero luego entiende mejor tu actitud y parece algo más aliviada. Al girarse hacia ti ves que en la mano izquierda lleva un cesto lleno de flores.

- Hola.- dice con una voz suave.- ¿Ha venido usted por... por el anuncio?- dice muy esperanzada.- Yo... soy Sheila. Mi hermano ha desaparecido.- explica para que no haya malentendidos.

Asiento a la chica convencido, ¿podemos hablar en privado de la misión?, yo me ocuparé de ayudarte. Miro al cesto de flores y hago un gesto como de pedir permiso para coger una flor, en caso que me lo de y solo en ese caso cojo la mas sencilla y elegante a la vez para colocársela delicadamente en el pelo con la ilusión de ver por un instante aunque sea una imagen de esa chica de paz.

Al ver tu gesto aparta instintivamente el cesto de flores como si fueras un vulgar ladrón, pero luego te permite coger una de las flores. Se queda quieta cuando se la pones en el pelo, oscilando entre la turbación y el alivio.

- Ahora mismo estoy... vendiendo estas flores.- dice mostrándote el cesto.- Es lo único que puedo hacer para llevar algo de dinero a casa... No me gustaría dejar mi puesto para que me lo quite otro.- aunque esté hablando de algo muy simple, por su tono parezca que quedarse allí sea cuestión de vida o muerte.- Seguro que hay alguien acechando, a la espera de que haya un hueco aquí para...- mira a su alrededor, pero se calla de repente.- No estábamos hablando de eso.- dice ahogando una risita nerviosa.- Si quiere que hablemos, le pediría que fuera aquí mismo. Siempre que no le importe, claro...- te mira a los ojos y ves un destello de esperanza en sus ojos.

Saco una moneda de oro y se la doy, ¿cuantas flores puedo comprar con una de oro?, te regalo las flores que pueda comprar con una monedad de oro y si es así hablemos aquí. Siento decirte que no soy explorador, que yo te haré el trabajo gratis, pero voy a necesitar un explorador y si no tengo uno lo buscaré igual. le digo buscando directamente la mirada en sus ojos.

Sheila rechaza tu oferta con un ademán y una sonrisa.

- No lo aceptaré. Soy yo quien tiene que pagarle en caso de que me haga este gran favor. Y ni hablar de hacerlo gratis... tengo unos ahorros preparados para recompensarle. Mi hermano significa mucho para mí...- deja la frase en el aire, como ensimismada.- Como comprenderá, yo no... tengo muchos contactos entre los mercenarios. Si tiene que contratar a un explorador, intentaré pagarle un poco más para cubrirle ese gasto.- al decir esto te mira de arriba abajo, como analizándote por primera vez y preguntándose si realmente serás capaz de llevar a cabo esa misión.- ¿Quiere que le explique con detalle mi petición?- pregunta volviendo a sonreír tímidamente, aunque aún preocupada.

Si, explícame los detalles y no puedes rechazar mi dinero por las flores, es tu trabajo.... le replico con una sonrisa, y lo de no cobrarte por la misión es que no pienso cobrarte dinero, si me invitas a comer en tu casa cuando salgas de trabajar estaré pagado, concluyo con una mirada de cachorro abandonado y una sonrisa dulce.