Partida Rol por web

Kassmal escuchaba con paciencia a los humanos. Su gente no hubiera dudado tanto, ya estarían escalando las paderes, matando a los perros y degollando a los defensores mientras duermen. Pero debía ser paciente. Ahora era parte de un equipo diferente.

-Trepar... sssi. Sssigilo... no muy bueno.

Tras una silenciosa discusión, decidisteis acercaros hasta la muralla para decidir qué sitio era mejor para trepar. Pero una voz profunda, que proviene de las saeteras, llena el lugar.

¡Alto ahí! ¿Quién sois y a qué venís?

Yandrak no había soltado su varita en ningún momento. Sabía que en cualquier caso podría encontrarse un ataque, y en vista de que nadie supo que decir, y nadie supo cómo reaccionar, el gnomo apuntó con su varita, con la esperanaza de que el resto les siguiese para acabar con aquel enemigo antes de que diera la alarma.

¡Hemos venido a buscarte! Dijo mientras movía la varita de un lado a otro. ¡Y aquí tienes un precioso regalo! Dijo descargando un par de proyectiles contra él.

Moviendo la cabeza de un lado a otro con signo de "¿y ahora qué?", Askabal se movió con cuidado de no ser escuchado hacia otro lado, tal vez dos o tres metros más lejos. Desde allí sacó su arco y se preparó por si tuviese que intervenir.

Cuando Yandrak tomó la iniciativa se dijo:

Espero que no le de tiempo a dar el aviso de forasteros.

Corro hacia la pared para comenzar a trepar, con algo de suerte llegare antes de que lleguen todos a las saeteras, que mal que yandrak reacciono tan agresivamente, podríamos haber ganado tiempo para que alguno con sigilo se infiltrara, pero el pasado no se puede cambiar, hay que seguir adelante.

Y Yandrak actuó sin siquiera probar la diplomacia. Lanzó sus proyectiles... Pero demasiado pronto. Al iluminar las saeteras por su magia, comprendió que allí no se veía ningún enemigo. ¡Estaban escondidos! Y lo único que había conseguido es que una flecha surgiera desde otra saetera a la que él había apuntado y se le clavara en la pierna.

Wiberg corrió hacia la muralla, pero algo extraño sucedió. La antorcha que había al la derecha del portón se empezó a agitar y el rojo fuego cambió y se convirtió en una bola azúl parpadeante, que se lanzó a por él.

Mientras los demás miraban pasmados, Askabal intentaba moverse en silencio, para pasar desapercibido. ¿Lo conseguiría? ¿O quizá los guardias ya los teníain vigilados como para permitir ese tipo de cosas?

Kassmal se lanzó  sobre la pared para trepar lo más rápido posible. Sus garras se aferraron a la superficie de piedra pero la humedad del pantano hizo que el guerrero reptil resbalara lentamente sin poder avanzar nada en absoulto.

Kassmal bufaba y gruñía, pues se daba cuenta de la vulnerable posición en la que todos se encontraban.

-Bonita forma de asaltar una fortaleza... -Masculla el guerrero mientras sopesa sus opciones. El resto de sus compañeros se han lanzado hacia el refugio, aunque la pared no parece tan sencilla de escalar. En todo caso, la pared no es demasiado elevada, así que entre dos parece más fácil conseguir este objetivo. Se mueve sigilosamente hasta donde Wiberg intenta escalar y trata de ayudarle a subir por la pared empujando desde abajo.

Yandrak comprendió que su magia de nada servía si no podía localizar a los enemigos para apuntar. Así que decidió darles algo de tregua y de margen a sus compañeros. Mientras ellos trataban de trepar el muro, Yandrak se preocuparía de cubrirles. ¡No os preocupéis por mi! Dijo mientras de sus manos comenzaba a salir una mota de humo negro que rápidamente se iba ampliando hasta cubrir gran parte de la muralla.

Aprovechad la niebla. ¡Estaréis más seguros!

Me sacudo un poco luego de que un fuego azul me impacta, debemos trepar el muro y rápido, Concentro mi plegaria en mí y siento como me cubre, ahora con mas confianza trato de subir la muralla, sabiendo que algunos de los ataques serán desviados debido a la gracia divina que me protege.

¡Mierda!

La gente ya se había puesto en movimiento y les atacaban desde la fortaleza.

Ganzúa trató de escabullirse para tratar de trepar por el lado contrario al que había ido los guerreros. Seguramente se estarían centrando en ellos.

La reacción de los aventureros fue la misma. Se lanzaron todos hacia la muralla para escalarla. Pero los guardias seguían allí, y sabían cómo defenderse.

Otra flecha salió de las saeteras y se clavó en la pierna de Adam de manera muy profunda. Pero no fue el único que recibió un gran daño. El fuego llegó hasta Wiberg y pareció que le atravesaba. El hombre recibió una descarga eléctrica de gran intensidad.

Esa sorpresa les impidió conseguir trepar por la muralla, aunque Wiberg sí consiguió lanzar su conjuro.

Askabal, tras distraerse con un búho cercano, no actuó de inmediato. Tras varios sonidos se giró y comprobó que varios de los suyos estaban tocados.

No le quedaba otra que intentar trepar el muro y así procurar que fijasen en él el blanco.

Ya con el efecto de santuario a mi alrededor me preparo para trepar el muro, debemos apurarnos o seremos abatidos sin siquiera lograr entrar en la fortaleza.

Kassmal volvio a clavar sus garras en la pared y avanzo a grandes brazadas, arranacando pedazos de pared a su paso. Cuando llego arriba, saco el escudo y se dejo caer al otro lado.

Yandrak vio el origen de los lanzadores de virotes, y al ver como les estaba costando trepar el muro, decidió acercarse corriendo a por aquellas bestias que los atacaban, dejando de lado la nube que los cubría. Una vez que estaba allí cerca, metió las manos entre las saeteras y murmuró unas palabras mágicas.

Adam se entretuvo arrancándose la flecha, que le había atravesado la pierna. Por suerte la niebla de Yandrak podía proporcionarles protección.

Las flechas llovieron desde otro lugar, pero por la protección del gnomo no acertaron. ¡Voled allá de donde hayáis salido! ¡Este lugar no es de vuestra incumbencia! gritaron desde detrás del muro.

Pero no fue lo único que salió de las saeteras. Un par de jabalinas de aspecto robusto (si los aventureros pudieran haberlas visto, eso es lo que pensarían) atravesaron el lugar, impactando lejos.

El fuego decidió moverse. Era la única luz que brillaba entre tanta oscuridad, y se acercó hasta Yandrak, aunque falló en el contacto.

Todos intentaron trepar el muro, pero sólo lo consiguió Kassmal. Preparado para el combate, se dejó caer en el interior.

Yandrak se acercó con las manos en alto, intentando acertar en las saeteras. Pero la misma niebla que él había convocado le traicionaban, pues no acertó y se dio un pequeño golpe que hizo que se desconcentrara.

Al caer, tus pies dan en un suelo duro. A dos pasos de tí, hay un hombre con un arco, sorprendido de que hayas podído caer tan cerca de él (a dos casillas) tras él, apuntando por una de las saeteras, está una mujer, con un ojo cerrado, intentando apuntar a través de la niebla.

Más alejados, pero con suficiente buen ojo, hay dos hombres lagartos muertos sombríos con saeteras y ahora, están con la mirada puesta en tí.