Partida Rol por web

Ganzúa movió con velocidad el estoque, aquella mujer combatía a la defensiva, no aguantaría mucho tiempo así. Buscó un momento en que descuidara su defensa para intentar clavar su fino estoque en el cuerpo de aquella mujer.

La mujer sabía que no se rendirían. Les había gritado que se largaran, pero no la habían hecho caso. Sonrió.

Sufriréis las consecuencias dijo, mirando hacia la puerta que, en ese momento, Ganzúa y Wiberg habían abierto.

Como si pudiera volar, saltó, apoyando un pie en la pared y lanzándose por los aires. Kassmal y Ganzúa pensaron que podían aprovechar la situación para golpearla, pero sólo golpearon el aire. Al depender su vida de ese movimiento, que le había salido bien, salió huyendo de allí. Pero el fuego continuaba, descargando su energía contra el arquero Askamal, que recibió una poderosa descarga.

Al llegar, Yandrak decidió atacar al fuego que acosaba a su amigo. El fuego mutó de color cuando el dardo impactó en su cuerpo y, tan rápido como había cambiado, se volvió invisible. Desapareció.

Kassmal observó impotente cómo la humana escapaba con un salto prodigioso. Su primer impulso fue perseguirla pero aquello supondría debilitar al grupo y él, como todos los suyos, llevaba impreso en su misma esencia una única verdad: "la supervivencia del grupo es lo primero".

El enorme hombre lagarto dejó que su cresta se erizara y lanzó un sonoro bufido que agitó su lengua bífida.

-GRRSSSSSSSSSSSSH!

En el idioma común vendría a significar "te estaré esperando".

Parecía que el combate había terminado, la mujer huyendo y el extraño fuego extinguido, al menos eso parecía. A punto estuvo de salir corriendo detrás de ella, pero había demostrado ser una experta combatiente y lo que menos le apetecía al semielfo era enfrentarse a ella en combate singular.

Ganzúa se dispuso a investigar aquel lugar.

-No bajéis la guardia. El fuego fatuo podría seguir por aquí.- Adam no baja la cadena, y observa en silencio el interior de la fortaleza. No le gusta saber que el fuego fatuo podría estar en cualquier sitio, listo para atacarles desde su invisibilidad. Sin apartar la vista del campo de batalla, se toma una poción para recuperar algo de energía.

Askabal tenía que reponerse algo de sus heridas, aunque fuese un poco. Tenían mucho que hacer a continuación.

Se llevó la mano a sus pertenencias, bebió un sorbo y tiró el frasco al suelo, lo pisó y se hizo añicos.

¡Puaj!, ¡que asco!

Yandrak apuntó con su varita y descargó otro par de rayos a la mujer que huía, no se escaparía tan fácilmente de él. Y aunque dudaba que lograra abatirla, por si se la volvían a encontrar estaría un poco más debilitada.

¿Estais muy mal, chicos? Dejadme ver esas heridas, dijo mientras se acercaba a sus compañeros para ayudarles.

Los proyectiles de Yandrak se perdieron fuera del recinto. No podría saber si habían golpeado a la fugitiva o no, sólo tener esperanzas. Pero no le daría tiempo a curar a sus compañeros.

Una pisada alertó al pequeño gnomo. Sus orejas puntiagudas se movieron como si de un perro se tratara que acabase de escuchar a su amo en la distancia.

No estaban solos. Cuatro flechas pasaron volando por sus cabezas. Allí estaba la mujer que se había escapado, visiblemente recuperada de todas sus heridas. Y, a su lado, tres criaturas. Podrían ser humanos, aunque más altos y delgados. Su piel es de un gris oscuro, y su cabello es negro. Sus ostros están cubiertos por múltiples tatuajes púrpuras, y atravesados por joyas de hierro insertadas en sus cejas, narices y orejas. Llevan armaduras de cuerpo tachonado, y las sombras parecen aferrarse a ellas. Otra criatura, la que sin duda había alertado a Yandrak, apareció también caminando lentamente. Algo tenía de distinto, aunque no sabías definir el qué, pero parecía el jefe de todos ellos.

Muerte

Tras esas palabras, las otras tres criaturas dejaron caer sus arcos y desenfundaron sus cadenas armadas, como la que llevaba su lider en esos momentos.

Kassmal no sabía cómo pero casi podía jurar que aquellas no eran criaturas normales. Todos sus instintos primigenios le gritaban que corriera pero Kassmal era Kassmal, así que en lugar de salir corriendo, sacó una poción y se la bebió de un trago. Después, guardó su esudo y su espadón apareció de nuevo en su mano como por arte de magia.

-Tened cuidado. Atacadles a distancia. Trataré de ralentizar su avance - dijo adelantándose al resto para que lo atacaran a él.

Vaya, vaya, parece que salimos de una y nos metemos en otra.

Observó cómo su nuevo compañero creaba algo, así que él decidió seguir su consejo y comenzar la batalla desde varios metros de distancia.

Tú, gradullón - dijo Askabal con voz clara refiriéndose al jefe. Acércate, que te voy a atravesar el cuello.

Se preparó una flecha, la colocó y disparó.

A Adam no le gusta nada el cariz que está tomando la batalla. No han tenido tiempo para recuperar energías, y el maldito fuego fatuo sigue por ahí, en algún sitio, aunque esté escondido. Echa un vistazo a la salida de la fortaleza, ya que empieza a parecer probable que tengan que acabar dando el asalto por fallido. Entre tanto da unos pasos hacia adelante, colocándose detrás de Kassmal pero dejando a Yandrak protegido. Desde esta posición se toma una poción.

Yandrak no alcanzaba a comprender como aquella mujer que acababa de huir se había recuperado tan rápido si a ellos no les había dado tiempo a hacer nada. ¡Ni siquiera habían podido reagruparse!

El gnomo se sentía en inferioridad de condiciones, y pensaba que no tendrían nada que hacer contra ellos. Además, sus conjuros se estaban gastando y las armas que tenían eran de alcance y peligrosas. Si una cosas de esas os engancha... el gnomo se cayó, la cadena armada era una de las armas de sus compañeros, así que todo el mundo sabría como funcionaba. Pero en su naturaleza estaba la de advertirles.

¡Os voy a hacer a todos más grances! Os acertarán con mayor facilidad, pero lograréis hacerles más daño y su alcance no os afectará tanto. Dijo mientras desenfundaba su varita de agrandar persona y lanzaba el hechizo en primer lugar sobre Adam.

Kassmal contestó al mago por lo bajini.

-Sssi no te importa, yo prefiero ssseguir teniendo tamaño normal, lo mio esss mas bien la defensssssssa. Ya me las apañaré...
 

Entre el ataque anterior y la sorpresa de éste, los aventureros parecían haber olvidado un objeto mágico que se les había entregado. Estaban malheridos y, posiblemente, les costaría salir victoriosos de ese combate. ¿No podrían curarse de alguna manera?

Lo que estaba claro es que ese refugio estaba bien protegido y no les sería fácil entrar allí. Fuera porque en ese lugar se ocultase algo importante, bien porque fuera un punto fuerte en aquella misteriosa secta.

Adam y Kassmal optaron por fortalecerse con pociones, mientras Yandrak usaba su magia para que su compañero armado creciera y, así, sus posibilidades de victoria. Pero antes de que pudieran moverse de su sitio, sus enemigos atacaron.

La chica se llevó la mano a la espalda y sacó otra flecha, disparando con velocidad a Askabal. Pero la saeta pasó volando y se estrelló con la pared. Los tres guardias y su lider se movieron casi a la vez, alzando sus cadenas, preparándose para atacar. Capitán y uno de sus súbditos golpearon con la velocidad del rayo a Wiberg, dejándole inconsciente en el acto. El clérigo guerrero no fue capaz de protegerse del ataque tan poderoso, y cayó, abandonado por su dios.

Los otros dos latigazos los recibió Kassmal, que no sintió el mínimo daño.

Kassmal dió un paso hacia la puerta para bloquearla con el espadón preparado y descargó un poderoso golpe sobre el primero de los atacantes. El golpe llevaba toda la fuerza de los 150 Kgs de músculo del Hombre Lagarto...

Yandrak recordó que aún tenía la varita que le habían dado en el poblado de hombres lagartos, y aunque tenía la suya propia, quiso comprobar para que valía. Principalmente porque no se había molestado, ni en estudiarla, ni tampoco en comprobar su utilidad. Solo sabía que era capaz de curar, aunque no sabía como de eficaz sería.

Salió corriendo hacia Wiberg, con la esperanza de que no le hicieran ningún daño, se arrodilló y le apuntó con su varita para que se curara. Vamos Wiberg, no te resistas a curarte...

Adam decide aprovechar su tamaño para hacer las cosas bien y molestar lo más posible.

-Bien, bien, parece que ese pajarito que llevas ha pensado por ti por una vez, Yandrak.

Da unas cuantas zancadas para colocarse lo más céntrico posible en la habitación, y aprovechando el alcance que le permite su tamaño y su arma, dirige un poderoso golpe al capitán, tratando de enganchar su cadena en las piernas de este para tirarle al suelo.

Ganzúa se llevó la mano al pecho y rozando el colgante que llevaba musitó unas palabras.

Amiguito ven a mí.

Y conjuró a su amigo, un escarabajo gigante.

Askabal seguí intentando acertar al jefe de todos ellos. Si él caía o le heríamos, tendríamos ventaja.

Cerrando uno de sus ojos y apuntando a su pecho, dado que sería más fácil acertar, lanzó una de las flechas con bastante precisión.

Espero que esta vez dé en el blanco - pensó.