Partida Rol por web

La taberna está a rebosar. Como medida de precaución, uso mi sangre para calentar mi cuerpo y así dar una apariencia de mortalidad. No puedo evitar sonreir al ver a Markus y su intento de hacerme partícipe de su bebida. Estrecho la mano de mi amigo y aliado mientras me siento.

- Markus, Markus, Markus. Tu insistencia te honra, pero sabes que el alcohol y yo no casamos bien, ¡mata el ingenio! Una vez más te ruego me disculpes por no acompañarte, y en compensación, que aceptes este pequeño presente.

Busco con la mirada a alguna de las camareras que pululan por la taberna y localizo a una que viene en nuestra dirección. En cuanto su mirada se cruza con la mía, hago un gesto con la mano indicándole que venga, reforzando la orden con el poder de la sangre, lo que hace que acuda ignorando las peticiones de los demás clientes.

- Trae para el Caballero Comandante una botella de vuestro mejor brandy. Y cuidate de que sea del que tu patrón guarda en su habitación, no ese mejunje aguado que sirves al resto.

Inmediatamente, la camarera vuelve con una botella y dos vasos. Destapo la botella y la dulce fragancia del licor impregna mi nariz. Satisfecho, asiento con la cabeza al la muchacha a la vez que dejo caer en su mano una moneda de plata que cubre con creces la bebida. Sirvo una copa a Markus.

- Espero que sea de tu agrado. Considéralo un mísero pago por el favor que voy a pedirte.

Espero a que pruebe el licor. Su cara me dice que la bebida ha pasado la prueba y sonrío.

- Bien. Como te mencionaba en la nota, mi eterna búsqueda de conocimiento (y las órdenes de mis superiores) me llevan a Toulouse. Como bien sabes, su universidad goza de gran renombre, y ahora que por fin parece que los herejes han sido pasados a cuchillo, esperamos que la "relativa calma" nos permita a mí y a unos cuantos colegas profundizar en nuestros estudios accediendo a su biblioteca. Aunque antes de planificar el viaje quizás podrías ponerme al tanto de la situación allí para tener una idea más precisa. Nada más lejos de mi intención que molestar a los hermanos Cistercienses en el desempeño de sus funciones.

Markus te mira divertido mientras le pides a la camarera un buen vino. Ella te miro con un gesto raro, pero no puede hacer nada ante el poder que te concede tu estirpe. Ella, contrariada, tuerce el gesto, pero acude rápidamente a tu lado. De hecho, los parroquianos se enfadan bastante y te miran suspicaces ya que ella nunca les ignora como acaba de hacerlo...

Poco después, ella vuelve con el vino que le has pedido. Markus lo prueba.

Bueno, no está mal, pero me parece que esa chiquilla te ha engañado un poco, porque no es ni de lejos el mejor que he probado... aunque sí que ha mejorado respecto al vino aguado que suelen servir por estos lares.

Hace una pausa para tomar un trago, antes de responderte.

Bueno, pues a decir verdad, ahora mismo Toulouse está en un situación tensa a pesar de los esfuerzos de Simón de Monfort de calmar las cosas. Se rumorea que el Papá Inocencia III va a obligar a Simón a entregar al príncipe Jaime I, que le entregó Pedro el Católico a cambio de prometerle con la hijo del propio Simón. Casi seguro que los templarios se lo llevarán de allí en contra de la voluntad de Simón, pero él no puede hacer nada y comienza a aceptarlo. Después de todo, fu eél quién acabó con la vida del rey aragonés en el asedio de la ciudad, así que...

Obviamente, debe hacer alguna pausa para refrescar el gaznate.

Por lo demás, no hay problema. Se ha acabado con el gran foco hereje de la zona. Ahora mismo, se organizan expediciones a los pirineos para rastrar a los que pudieran haber escapado a la horca o a la conversión, y mientras tanto se vigila para dificultar la progresión de las cábalas escondidas en la propia ciudad. Pero deben esconderse y disimular sus creencias, pues la zona está ya controlada. Algunos disturbios tienen lugar por las noches, pero nada importante.

Bueno, no sé qué más quieres saber...

Escucho atentamente a Markus. La situación está controlada por los cruzados y los frailes, cosa que no es del todo buena. Las maniobras políticas de los muy antiguos siempre repercuten en los mortales, aunque más a menudo de lo que quisieran, se escapan a su control.

- Bueno, si tanto los cruzados como los frailes ya han cortado la herejía de raiz, la situación debería estar bastante controlada. ¿Es posible que conozcas allí a alguien de confianza?¿Alguien que pueda darme un pequeño respaldo ante la susceptibilidad de los monjes? Ya sabes que mi orden no es proclive a causar problemas, pero si un grupo de recién llegados se establecen en la ciudad aunque solo sea para estudiar, es posible que inocentemente, atraigan miradas suspicaces que nada tengan que ver con la realidad.

- De hecho es posible que ni siquiera tenga que acudir a él. Pero imagínate que durante nuestras investigaciones damos con alguna cábala de esos dichosos magos herméticos. Sería interesante tener a alguien a quien poder contarle nuestro descubrimiento. Como en nuestro caso, sería una relación de mutuo provecho.

Bueno, la situación está estable, pero de ahí a e estar controlada... la tensión puede reventar en cualquier momento y convertirse de nuevo en un campo de batalla. No se descarta que Ramón VI de Tolosa quiera recuperar lo que perdió hace poco, con o sin ayuda de los aragoneses.

No puedo ayudarte, puesto que allí no conozco a nadie de confianza o con la autoridad para hacer lo que me pides. Estamos demasiado lejos. Aunque quizá, si quieres, puedo pedir que me destinen allí por un tiempo. No me hace mucha gracia, pero aquí ya me aburro un poco, y al menos con el camino de ida y de vuelta mataré algo más que las ratas del castillo.

Markus sonríe.

No puedo evitar sonreír ante su propuesta, y mucho menos tras su ofrecimiento. Tenerle allí sería un gran respaldo a mis planes.

- No me atrevía a pedírtelo, pero esa sonrisa tuya te ha delatado. Claro, los guerreros os volvéis perezosos en tiempos de inactividad, y tú empiezas a notarlo ¿me equivoco? Si con eso consigues sacudirte el tedio de encima me harás más que feliz. Los amigos escasean en todas partes.

Bien, pues así sea. Pediré que me destinen allí junto a un destacamento de infantería. Además intentaré informarme un poco más sobre al situación allí y eso.

Búscame en un par de días para que te diga cuándo puedo partir, ¿de acuerdo?

Markus se levanta y de un traigo termina su bebida.

Hasta la vista.

Bravo, esto me facilitará mucho las cosas cuando llegue a Toulouse. Ahora debería volver a la capilla, tengo que empezar a prepararme para el viaje.

Salgo de la taberna eufórico. Hago una profunda inspiración seguida de un sonoro suspiro y abro mis brazos al frío de la noche. Me encamino a la capilla dando un ligero rodeo por el mero placer de prolongar un poco el paseo.

Caminas en la fría noche hacia la Capilla. Ahora que el plan está en marcha y que has conseguido aliados en tu inminente empresa, las cosas deben llevarse a cabo con diligencia aunque con premura.

Cuando ya estás recorriendo los pasillos de los sótanos de la Capilla, donde ya no tienen acceso los magi (al menos no aquellos que vayan a salir de allí como humanos), una voz te saca del ensimismamiento en el que te habías introducido mientras repasabas los detalles del plan.

Maestro. Maestro...

Al girarte, ves a un joven rubio de cara risueña. Se diría que no valdría para ser un buen tremere, ya que tiene cara de chico bueno...

Espero que tengáis un momento. Necesitaría de vuestra ayuda para un ritual que debo perfeccionar, pero no doy con los detalles finales, y no consigo que alcance la perfección. Si fueráis tan amables de acompañarme al laboratorio para mostraros lo que hago y así podáis indicarme lo que hago mal...

El chico habla muy seguro de sí mismo, y os hace una seña para guiaros.

Le miro de arriba a abajo. ¿Quién demonios es este muchacho que se atreve a pedir ayuda a un extraño? Su maestro debería enseñarle modales.

A no ser que haya sido su maestro quien le ha enviado a pedir ayuda, lo cual tampoco diría mucho de él.

Tranquilidad, desconfianza y envidia, el aura típica de un Tremere.

- ¿Qué es lo que necesitas, neonato? ¿Y de qué ritual hablas? ¿No debería ser tu sire quien lo supervise? Te recuerdo que la pertenencia al Tercer Círculo te autoriza a hablar con alguien de un rango superior, pero no te garantiza que seas escuchado.

De hecho, dependerá de tu respuesta.

El chico expone una fingida cara de tristeza, aunque una sonrisa aflora a sus labios.

Estáis en lo cierto, no tendríais porqué atenderme, pero confío en que tengáis a bien hacerlo, por gentileza. En cuanto al ritual, intento sorprender a mi maestro con el Paso incorpóreo. Quiero desmotrarle mi dominio del arte de la sangre. Y según tengo entendido, eres experto en dicho ritual.

Finaliza su exposición con una ancha sonrisa, a todas luces con actitud condescendiente.

Mi mirada se endurece al ver en su aura como el chiquillo intenta hacerme la pelota para servirse de mi arte y ocultar su propia torpeza ante su maestro.

- Al menos te has informado bien. Pero tus adulaciones esperando pacientemente que me ablande no van a funcionar, puedo leer tus emociones tan fácilmente como si leyera un libro en mi estudio. Muéstrame ese ritual y dependiendo de lo chapucero que seas decidiré si te ayudo o no.

Sigues al aprendiz por los pasillos, en silencio. Llegáis a uno de los grandes laboratorios comunes, donde los aprendices pueden pedir una mesa para ralizar sus investigaciones. Los laboratorios privados por supuesto están reservados para maestros del séptimo círculo como tú.

Hay algunos aprendices en sus quehaceres, bien ensayando algún ritual o bien limpiando desastres. En cualquier caso, todos levantan la cabeza y se juntan, comenzando a cuchichear entre ellos y dirigiendo miradas a los dos. Ves como Jean Paul sonrie en gesto altivo y les concede ligeros cabeceos. Parece que estuviera exhibiéndote...

Llegáis a una mesa, que se encuentra a rebosar de pergaminos y otros componentes, pero que da la sensación de la limpieza y orden propios de un buen magus. Tras la mesa hay una estanteria con frascos llenos de componentes de todas las clases, desde raíces a vísceras de animales. Otro par de estanterias contienen volúmenes nuevos (copias de los originales, claro está) de recetas y directrices para llevar a cabo rituales.

Ésta es mi mesa de trabajo. Y estas son mis investigaciones iniciales sobre el ritual. Estoy seguro que con vuestra sabiduría sabréis encaminarme en la vía adecuada para finalizar con éxito mi empresa.

Te mira otra vez con esa sonrisa prepotente.

Además, el ritual no va ni avanzado siquiera. Solo son notas de lo que quiere conseguir, pero está claro que quiere que se lo des todo hecho.

Miro sus notas, ¿detalles finales? este estúpido chiquillo me está tomando el pelo.

- ¿Para esto me traes aquí, chiquillo? - digo elevando la voz para que sus compañeros me oigan - ¿Para hacerme perder el tiempo? ¿o tal vez para que tus compañeros vean como te pavoneas al lado de un maestro del séptimo círculo? lo que tienes aquí es menos que nada. ¿Acaso te has molestado siquiera en consultar esos preciosos tomos que tienes ahí?

Le taladro con la mirada mientras le hablo. Tal muestra de insolencia es algo que no puedo tolerar.

- Dime muchacho ¿quién es tu sire?

El chico sonríe tímidamente, como queriendo contenerse, y gira la cabeza para buscar la mirada de los demás aprendices. Después vuelve a mirarte y se pone serio, consiguiéndolo a duras penas.

Disculpad mi osadía, maestro, no pretendía ofenderos. Mi sire es Ardan, chiquillo de Celestyn. No está mucho por la Capilla, pues tiene muchos asuntos que atender fuera. Y por ese motivo he requerido vuestra ayuda y sapiencia. Pero no os molesto más, pues en verdad yo también debía tratar unos asuntos.

Se gira rápidamente y se va alejando hacia la puerta.

Debo informar cuanto antes a Lotharius de que el aprendiz de Paris se va a marchar mañana hacia su capilla, y que ya esta noche está ultimando los preparativos del viaje. Quizá sea importante que lo sepa...

- ¡Alto chiquillo! ¿Qué acabas de decir? ¡Ni se te ocurra molestar al maestro Lotharius con esos asuntos o te arrancará la piel a tiras! Tienes suerte, debo ir a ver al maestro en breve. Yo le haré saber de la partida del aprendiz de París. Puedes dedicarte a estudiar el ritual para variar en vez de pasearte tanto por la capilla.

¡Demonios! ¡Parece que tiene prisa por volver! Tendré que hacerle una visita ahora mismo.

El neonato se detiene y se gira con una sonrisa en la cara. Comienza a caminar hacia ti de nuevo, volviendo sobre sus pasos.

Claro Maestro. Podéis informar vos al regente de las nuevas. Sé que es importante, y además estoy seguro de que cuando os sea posible me ayudaréis con el ritual. Buscaré en los tomos toda la información que pueda para cuando dispongáis mostrarme vuestros conocimientos. Mi Sire me dijo que sois hombre de palabra y que sabeis devolver los favores...

Con la manos entrelazadas, te mira sin siquiera hacer amago de ir a la estanteria donde están lo pergaminos.