Partida Rol por web

Uno a uno, tras Gârret, Luna y Vinie, todos salvo Algytor (quien se encontraba fuera de la taberna), se van yendo a dormir, al  igual que el grupo de guerreros que se quedan con tres literas. Aun quedan muchas literas libres y no pensais que eso en algún momento haya sido diferente y que algún día se hayan encontrado todas ocupadas, pero... más vale que falten, que no que sobren.

Cuando todos se hubieron ido a dormir, Torotoc apagó las antorchas que alumbraban el habitáculo, una a una y sin prisa, para posteriormente irse a dormir a una cama que tenía en el trastero del almacén. En un momento de la noche de repente, y sin previo aviso, se escucha en la zona más a la izquierda de la habitación, bajo la litera de Gârret, se escucha un atronador grito, un sonido agudo que os penetra a todos en la cabeza y os llega hasta lo más profundo de vuestro ser, un chillido que simula el grito de una Bansee.

Todos, absolutamente todos despertáis al instante, sobresaltados, mirando hacia la cama que había bajo Gârret, con un equipo, donde se encontraba Vinie Psyches tratando de robar la mochila de Gârret, para encontrarse con que el guerrero había conjurado una alarma sobre éstas, delatando a Vinie como ladrón.

Las luces del interior de la taberna se apagan y dentro de ella se hace el silencio, ambos os encontráis fuera de ellas, sin veros el uno al otro, pero los dos escucháis que al poco tiempo de que todos dentro se fueran a dormir, allí se escucha un grito atronador y temible, una chillido muy agudo que se escucha lejos de la taberna, y que simula el lamento de una Bansee, un grito que os pone el vello de punta y os estremece por dentro.

Samuel se levanta de la cama. De nuevo. De nuevo enfadado y con el arma preparada.

Tras la charla que no pareció terminar de cuajar con Ap, Samuel se despidió del muchacho y se fue a dormir. Con suerte podría volver a hablar con él por la mañana. Después de todo, parecía interesado en formar equipo y eso le vendría bien a Samuel.

Abrió la puerta de su habitación, cadena armada en mano, dirigiéndose hasta donde provenían los ruídos.

Todo parecía indicar que era la habitación donde había varias literas de varias personas, donde la gente dormía casi hacinada. Samuel sabía que elegir una habitación privada había sido un acierto. Con cuidado, abrió la puerta de la habitación.

Conocía ese sonido, lo había oído muchas veces antes, cuando había orcos, trasgos y pícaros cerca, por lo que su primer reflejo fue sacar su espadón, junto al que dormía, y apuntar hacia Vinie con el, preparado para ensartarle.

Dame una razón para no convertirte en una brocheta, ladrón. - Bajó, espada en mano apuntando en todo momento al cuello de Vinie Psiches preparado para ensartarle a la menor acción hostil.

Susurró una palabra en draconico - Sharatass - la palabra cesó el chillido ante una orden del guerrero.

Malinali sigue a lo suyo, uséase, dormir. En la jungla en la que vivía de niña habitaban muchos y diversos seres, haciendo sonidos dia y noche. No iba a dejar que la quitara el sueño el gemido de animal lejano, por muy espantoso que sonase.

¿Ladrón? Tienes mucha cara para llamarme eso. A mí me despertaron el ruido de las ratas correteando tras la pared. Me acerqué para ver... El ruido me pareció que provenía de detrás de tu mochila. Iba a apartarla para ver si encontraba el agujero de los roedores...

Tío... baja esa espada... No merece la pena.

Samuel abre la puerta con la cadena armada en la mano, dando un paso hacia el interior de la habitación, y ve a Gârret empuñando su mandoble contra un hombre al que Samuel recuerda haber visto pero con el que no ha hablado. Uno le acusa al otro de ladrón, mientras el segundo se disculpa, poniendo una mala excusa. El guerrero sonríe sarcástico, mientras sus manos se relajan.

Pensaba que serían los gnolls de nuevo. Me voy a sobar. Intentad no hacer ruído, anda. Dice mientras vuelve sobre sus pasos hacia la puerta.

 Durmamos  y dejemonos de  juegos .Recuesto la  cabeza en la almohada y elevo ligeramente el tono  para que todos me oigan. .Amigo ,si llegara a faltar algo mañana por la mañana  todo el mundo pensaria mal de ti  y eso podria resultarte  peligroso.

Dejemoslo estar por esta noche... me creeré lo de las ratas, pero no te quitaré ojo de encima - Dijo para no armar mucho más jaleo del que había armado ya con el conjuro - Todos a dormir, mañana será otro día.

Enfundó el espadón, y en cuanto Vinie se fuera, volvió a conjurar el mismo conjuro de alarma, esta vez una alarma silenciosa que le avisase solo a él,  con un una contraseña distinta, también en lengua draconica, y se volvió a dormir, con el espadón todavía entre sus brazos.

Vinie volvió a su cama sin decir nada. Ese Garret seguía siendo un idiota integral, y no solo le había quitado a la chica, sino que ahora también le había puesto en evidencia.

Guardó la antorcha en la bolsa y la puso en su sobaco, con la espada corta bajo la almohada y la manta por encima.

Poco a poco se le iba pasando el enfado, a medida que el sueño hacía mella en él. Daba igual que todos le creyesen un ladrón: eran un grupo de desconocidos que coincidían en una taberna del camino. Cada uno tomaría su camino y no volverían a verse jamás. Y ya habría más mujeres en el futuro del señor Psyches. Es más, zzzzz...

Samuel volvió a su habitación confuso. No sabía si sentirse molesto por haberle despertado sin mayor motivo o divertido por el traspiés del pelirrojo ese. Lo cierto es que esperaba dormir de seguido el resto de la noche.

Se volvió a meter en la cama. Por suerte para él, siempre había sido de sueño fácil. Se subió la manta y se quedó dormido.

- Buen chico. - le digo a Bigotes acariciándole la cabeza. - Parece que no hay nada por aquí. Me estoy preocupando en exceso.

Ya iba a despedirme otra vez de mi compañero e irme de una vez a dormir, cuando un chillido me hiela la sangre. - ¡Pero qué demonios! Creo que me estoy volviendo loco.

- Tu amigo Algytor está empezando a chochear, Bigotes. Anda, vuelve a esconderte. Fuera.

Una vez que mi leopardo se vuelve a internar en el bosque, salgo al camino, vuelvo a encender mi bastón, y me dirijo a la taberna, donde voy directo a mi litera y me acuesto. Cambio el cristal de adaptación de mi armadura por el cristal de descanso que llevo en la mochila, para poder dormir a gusto con la armadura puesta.

- Sí, vale, eso ha sonado a bicho feo. Pero los bichos feos no comen leopardos. De eso estoy seguro. Creo.

Ningún sonido se alzó cuando amaneció, el gallo no se oía en ese terreno tan alejado, no se escuchó el piar mañanero de los pájaros ni el sonido de carretas emprendiendo la marcha. Fue un amanecer pesado, torpe y quejumbroso, como si la mañana no se quisiera levantar todavía, sin embargo, amaneció. La primera señal de que había amanecido fue que el mediano conocido como Torotoc se acercó con una sartén y un cazo y tocó una cacerolada tras otra para despertar al personal, algo por lo que a menudo tenía problemas con los contratantes de sus camas, pero como la mayoría solo pasaban una noche allí, no le importaba que éstos se fueran malhumorados de su posada.

Los primeros en levantarse fueron los soldados, los caballeros Rantanos, ansiosos por volver al hogar, querían salir lo antes posible. La vuelta al hogar se les hacía pesada pero pronto esperaban llegar, para ver a su madre y a su padre, sus hermanos, sus amigos de la infancia, aquellos antiguos noviazgos que murieron hace tiempo. Volvían con ganas de dejar atrás su estricto modo de conducta, de dejar atrás el celibato y vivir una vida normal, lejos de la corrupta Nightshade, una vida sencilla, una vida mejor.

"El terreno estaba mojado, la lluvia caía torrencialmente y sus botas estaban llenas de barro y de sangre, tanto por fuera como por dentro, los gnolls le habían rodeado y aún le acosaban. Con un vendaval carmesí, desapareció todo rastro de vida de aquellas criaturas que progresivamente, se iban convirtiendo en parte del mojado suelo. Comenzó a correr hacia la villa que había en frente, una villa asolada por los gnolls... el barro hacía que sus pasos fueran torpes, pero no le impidieron seguir corriendo. Entró por la puerta principal y comenzó a escuchar el sonido de las espadas chocar, giró la calle para buscar la raíz de esos ruidos y..."

Se levantó de la cama al escuchar el cazo chocando contra la sartén, sobresaltado, pero se relajó cuando vio que era el mediano, un personaje con la misma complexión física que una de sus piernas, en tamaño y en grosor... no le dio más importancia y se volvió a tumbar, perezoso, en la litera.

"La calle de tierra también estaba embarrada pero se podía correr con facilidad por ella. El barro que levantaba al correr se alzaba cuatro pies del suelo, corrió hasta torcer hacia donde venía el sonido de batalla para encontrarse en un callejón sin salida, con un mediano haciendo chocar un cazo y una sartén..."

Se levantó estirando todo el cuerpo al unísono, sus músculos estaban agarrotados tras estar toda la noche durmiendo y necesitaban ser estirados, posteriormente esbozó abriendo la boca a la vez que se sentaba en el borde de la litera.

"La lengua de Psyches le ardía. Es esa calentura dentro de la boca que producen los páramos de su tierra natal al respirar el aire seco. Exprimió al máximo su odre y lo tiró vacío a la tierra. No había sido buena idea huir de Charlotte de aquella manera, lanzándose a la aridez del terreno y abrazando el sol con las manos desnudas.

Cuando ya se había mentalizado de su muerte, tras una colina encontró un campamento. Una fogata apagada... una tienda de campaña... un montón de leña... De la tienda salió un enano, de los de túnica y bastón. Encendió la hoguera para cocinar unos tristes malvaviscos y se puso a leer un libro junto al desayuno.

Vinie pudo rogar. Pudo pedirle al enano que compartiera su comida. Incluso pudo robar las provisiones sutilmente mientras el enano estaba despistado. Pero Vinie era un chico práctico. ¿Porqué arriesgarse a recibir un no? ¿Porqué arriesgarse a enfrentarse a aquel mago... o a aquel aficcionado a dormir en camisón, o lo que fuera que fuese? ¿Porqué arriesgarse, si lo que estaba en juego era su propia vida?

Se acercó por detrás y hundió su espada en la nuca, atravesando el cerebelo del enano. Una muerte limpia. El enano cayó hacia delante, sobre la hoguera, con un libro y un montón de malvaviscos de colchón. Así se había hecho Vinie Psyches con todo aquel material de acampada. Así había sobrevivido a la sed y al hambre. Así fue como, entre las pertenencias de aquel mago, Vinie Psyches encontró aquel maldito mapa".

Despertó sudoroso, incorporándose en la cama con la respiración entrecortada y el corazón bombeando con fuerza.

Maldito viejo. Como des otra cacerolada voy a meterte el mango de la sartén por donde cagas y el mango del cazo por donde meas.

No cumplió sus amenazas. Aquel mal sueño le había dejado intranquilo, temeroso de los actos que había cometido y sin tiempo ni ganas de abusar de Totoror. El miedo se le había metido en el cuerpo y ya no se lo sacaría en todo el día. Empezó a sacar los trozos de armadura de su bolsa y se los fue colocando antes de subir arriba a desayunar.

La cama no era ninguna maravilla pero aun asi los bultos del colchon habia sido un agaradable cambio comparado con el frio y a veces humedo suelo de las ultimas semanas.Ademas poder dormir a pierna suelta sin temer no despertarse por la mañana no tenia precio.Posiblemente esta habia sido la unica noche en la que de verdad habia reposado no solo dormido.El ruido de la posada despertando a un nuevo dia señala la hora de levantarse.Salud en este nuevo dia compañeros y que no sea el ultimo que veamos .Amigo posadero ,¿seria posible que a la vuelta de abluciones matutinas pudiese difrutar de algo con lo que acallar el rugido de mis tripas?

- Me cago en toda la leche que has mamado. - son mis palabras al despertarme con los aterciopelados sonidos del menaje del mediano. - Con lo a gustito que estaba, joder.

Me desperezo en la cama, y alcanzo mi mochila, en la que rebusco y saco mi cristal de adaptación y lo sustituyo por el que tengo actualmente equipado en la armadura. - Realmente se duerme mejor que con un pijama con el cacharro este. Furcias aparte, el dinero mejor invertido que he gastado. - pienso al colocarlo en su sitio. Me engancho todas mis cosas al cinto, y con la mochila al hombro y el bastón en la mano me dirijo en busca del mediano tamborilero.

- Un desayuno fuerte, si es posible. Menos mal que tienes buena comida, porque si no te ibas a arruinar. Entre que no tienes muchachas y el por culo que das por la mañana... 

Ignorando el saludo, y sobretodo el buen humor de Ap, Vinie subió las escaleras para llegar a la planta principal. Tenía un rostro demacrado por el sueño y ni siquiera se había molestado en cubrirse la cara con el pañuelo.

¡¡¡AaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaAAAAAAaaaamh!!!-bostezó.

Se sentó junto a Algytor, quizás el único que ayer logró despertar sus simpatías, buscando compañía con la que desayunar.

Posadero, yo quiero una ración generosa de caldo, para combatir el frío de la mañana. Y unos bizcochos... o magdalenas... o bica o queique. ¿Tienes algo de eso, viejo?

Según el sol asomaba por el horizonte, y el sonido apagado de la cacharrada del posadero mediano se oía desde el interior del edificio, Malinali despertaba en el exterior. Se levantó y recogió la peluda manta, atándola enrollada a los arreos de Ohtonqui.

Empezó a alejarse de la posada con el husky, en dirección a los campos que rodeaban al edificio. Buscaba bayas, raíces o algún mamífero pequeño para el camino. Los lentos humanos tardarían en salir del edificio, y aunque se adelantaran en el camino, les alcanzaría pronto con la ayuda de Ohtonqui.