Partida Rol por web

¡BUM! El golpe de aquella mole contra la puerta del piloto hizo que Ace gritara de terror ¡Aquel demonio iba a entrar en el coche! El joven timador no pudo evitar pensar en sus dientes, en los cables que había alrededor de todo su cuerpo, en su fiereza... Y en lo que le habían hecho a Jack

Por alguna razón, Ace pensó en sus compañeros. Quizás, entre todo su pánico y terror, aún conservaba algo de cordura, algún vestigio de humanidad. Pero decidió no pisar el acelerador y, por tanto, no atropellarles. Sabía que ese perro podría devorarles igualmente, pero al menos le quedaba el consuelo de saber que no había sido él el asesino. La opción de volver a realizar la misma maniobra de antes con el coche quedaba descartada: Sus manos temblaban, y apenas podía sujetar el volante. La pistola que había cogido era tan extraña para él que casi parecía quemarle en las manos, y, con los nervios, si intentaba disparar al perro, probablemente acabaría acertando en su propia pierna. Así que solo quedaba una opción

Escapar

¡BANG! ¡BANG! Ace todavía se debate en el asiento del conductor cuando ve como los sesos del perro salpican toda la cristalera de la puerta. El monstruo cae un momento al suelo y parece a punto de levantarse pero finalmente se derrumba en un charco de sangre.

Todos están confundidos y aturdidos... todos menos Renato que con una sonrisa todavía descarga dos balazos más sobre el cadaver de la criatura para asegurarse la caza.

En el interior del coche Ace, temblando, se las apaña para pasar al asiento del acompañante y desde allí salir del vehículo intentando recuperar el aire.

Bueno, por partes, te ayudo jack, necesitas en serio que te miren esas heridas,luego vamos asegurarnos que el paquete este vivo y lo llevemos al "departamento"... - dice con una sonrisa, para dirigirse donde jack, para ayudarlo a subir al coche, lo primero era lo primero, llevar a Jack al Hospital vinculado a ellos, nada de preguntas, ni sospechas, comprobar que el paquete esta vivo y llevarlo con el jefe -

Ace,  ¿estás bien?, mejor que nos subamos pronto al coche y nos largemos a toda leche, antes de que mas de esas cosas vengan...- dice ya ayudando a jack a cercarse al coche -

Mamma..¿todo bien?, ¿estás herida, algún rasguño? - decía con cierto tono de preocupación a la Mamma -

 Ace estaba fuera de sí. Algo comprensible, teniendo en cuenta que acababa de ser atacado por criaturas infernales que parecían salidas de alguna oscura y retorcida pesadilla lovecraftiana

-¡¿Pero que...?! ¡¿Qué...?!- Escuchó a Renato, pero la voz de este sonaba lejana, metálica, como tocada a través de una vieja gramola. No le decía nada

Simplemente, estaba bloqueado. Una vez sus más básicos instintos, que clamaban por preservar su existencia y la de sus compañeros de faenas, habían sido acallados, su parte racional se negaba a encajar ese suceso. Él, que siempre había creído que la magia era el arte de timar a los crédulos, y los demonios y horrores primigenios, poco más que cuentos infantiles. Nada más que historias facilonas, engañabobos malintencionados, patéticos desvaríos de un par de locos que se tomaban muy en serio sus propias fantasías. Pero ahora el mundo estaba patas abajo. Michael y Angelo hablaban de gente que no sangraba, de extrañas invocaciones y sellos vudú. Una especie de perros -Por llamarlos de algún modo- salidos de vete tú a sabe donde les atacaban en medio de la noche. El tío ese no dejaba de decir cosas sobre el infierno y los pecados y...

Ah, sí. El predicador. Él podría responder

Con la determinación de aquel que no comprende nada y busca respuestas como buscaría un moribundo a un manantial de agua cristalina, Ace se precipitó a abrir el maletero, mientras apuntaba con la pistola a ese cabrón de John Morris. Sus ojos desorbitados, su rostro congelado en una mueca de frustración. Oh, sí, iba a exigir explicaciones. Y las quería ya

La apertura del maletero muestra a un contusionado John Morris que alza instintivamente las manos sobre su cabeza, como si esperase recibir una nueva tanda de golpes. El tipo mira sorprendido a Ace, que lo apunta con gesto desquiciado. Quizás comprende la situación porque habla muy lentamente, como lo haría alguien que está desactivando una bomba de relojería:

- Tranquilo tío... has sobrevivido a los perros infernales... tranquilo... si me matas no obtendrás respuestas...

 -Que. Eran. Esas. Cosas

No dejó de apuntarle. Su índice acariciaba el gatillo

El viejo Jack se arrastró hasta el auto, agradeciendo en su fuero interno el fuerte brazo de Renato. A cada paso su cuerpo se convulsionaba, y no podía evitar toser roncamente. En cada tos se le iba un poco de vida, y bastante sangre que manchaba el suelo en dibujos carmesíes.

- Gracias chico, dijo al dejarse caer en el asiento. Sus ojos se cerraron, la respiración se hizo superficial... hicieran lo que hicieran, si no llevaban al viejo pronto a un hospital su mal mantenido cuerpo no resistiría mucho. 

Ace cierra la trastienda y llevemos al compañero al hospital, luego ya que nos diga todo lo que nos tenga que decir, tiempo apenas tenemos..., jack si yo he sobrevivido a un tiro de escopeta en el pecho, casi a bocajarro de un chino que dejemos muerto, y que resultó que no estaba del todo muerto..., fijo que te salvas tambien..., mejor que suba rapido - dice dirigiendo esas ultimas palabras a Mamma - ....disculpe mi frase para apresurar, pero tenemos que llevarlo al hospital, cuando mas antes mejor... - terminaba de decir Renato -

Ace luego terminas la conversacion con el tipejo, aun nos tiene que responder muchas cosas, o en el departamente el jefe nos va a moles a papeleos... - dice sonriendo a Ace, haciendo denotar que le siga el rollo de los agentes -

 Ace contempla a Renato con una expresión vacía, impersonal, como si sus palabras estuvieran entrando por un oído y saliendo por otro. Su mente intenta razonar tales advertencias, camufladas en frases que no llegan a decantarse por órdenes o súplicas, y al final el chico toma una decisión. Jack vuelve a entrar en el escenario de aquella grotesca obra de teatro, y la urgencia por salvar una vida se impone a la de obtener respuestas. Inspira, luego expira. Y por último, vuelve a clavar su mirada en John

-No he acabado contigo. Como invoques a otro bichejo más, te meto una bala entre ceja y ceja

Acto seguido cerró de golpe el capó, sin importarle si golpeaba en la cabeza o extremidades de aquel siniestro personaje. Su amenaza valía bien poco: Cualquier niño mínimamente avispado podría haber dicho casi con toda seguridad que el destino de John Morris III era la muerte, hiciera lo que hiciera. Ace simplemente le había ofrecido, sin darse cuenta, una salida más rápida, más indolora. Casi le estaba pidiendo que invocara algo

Claro que Ace, en ese momento, no sabía que John no había traído a esas bestias por voluntad, probablemente. Así como tampoco estaba en condición de deducir esas cosas. Simplemente, quería salir de allí. Salir de ese almacén, salir de esa ciudad. Volver a su piso, ducharse, tumbarse en la cama, y cerrar los ojos, para olvidar que, de alguna manera, en algún lugar, las pesadillas de la humanidad se hacían reales y devoraban a los seres humanos en su manto de oscuridad

El hombre del saco había sido siempre un cuento para niños. Hasta ahora

Se subió al coche en silencio, en el asiento del piloto. Como hasta ahora había conducido Jack, no estaba seguro de si Renato sabía como conducir. Así que decidió tomar la iniciativa, antes siquiera de preguntar. Quería que aquella noche acabara. Y que acabara ya

Ace arranca el coche mientras la Mamma mete al malherido Jack en la parte trasera. La intención inicial del jugador es llevar al viejo a un hospital donde le suturen las heridas pero luego piensa en que va ser difícil explicar el como le han descerrajado un tiro en el estómago sin que venga la pasma. Y a la pasma no le va hacer gracia el paquete que llevan en el maletero.

Por suerte Jack murmura una dirección antes de desmayarse por el dolor*. Renato también conoce el destino: el Carnicero es un viejo médico retirado que trabaja para la familia cuando hay necesidad de coser a alguien sin rellenar papeleos. Y allí se dirigen.

Media hora más tarde están aparcados en la finca del tipo, que tiene una bonita casa en la zona residencial del Upper Side, mientras dentro la Mamma acompaña a Jack revisando el trabajo del médico.

Mientras esperan Renato y Ace vuelven a abrir el maletero para seguir la conversación donde la habían dejado. John Morris parece haberse recompuesto desde la última vez que cerraron el portón y aunque está callado ya no tiene esa mirada perdida que lucía en el garaje.

Por suerte o por pericia, la Mamma había salido ilesa, como siempre que pasaban estas situaciones en la vida.

- ¡Porca putana!

Y para la Mamma que su boca es de lo más recatada, está siendo algo grave. Monta en el coche preocupada por la situación del viejo Jack. Es cierto que ninguno de los dos están para estos trotes. Maldita sea. ¿Como puede ser que hayan salido esas cosas del infierno DOS veces? ¿DOS? ¿En qué demonios están pensando estos niños?

Al entrar en el coche, lo primero que hace la buena señora es arrearle sendas collejas a Ace y a Renato.

- ¡Ma a qué juegan! - para volverse inmediatamente hacia Jack - Viejo ¿estás bien?

Para suerte de John Morris, Ace ha cerrado el maletero, librándole de una de las legendarias tortas de la Mamma que ahora está furiosa.

- ¡Renato! ¡Ragazzo! ¿No te dije que no jugaras con cosas raras? - y le zampa otra colleja - Tú - dirigiéndose a Ace - Camina para el hospital ¡Ya tardas!

Se vuelve mirando al gordo con esa expresión de madre y de "ya te lo dije". Heridas como esas estaba acostumbrada a verlas la Mamma con asiduidad. A verlas y en sus tiempos mozos a producirlas.

- Aún puede ser aprovechable - murmura mirando el cogote de Ace - ¿No viejo? - y por primera vez, sonríe.

 Ace tomó aire, pero esta vez no sacó la pistola. Había pasado todo el viaje callado, pensativo. De algún modo, su mente había bloqueado los sucesos ocurridos hacía poco menos de una hora, como si temiera que al darle muchas vueltas al asunto el cerebro se le fuera a derretir. Pero ya no podía seguir evitándolo: Debía abrir la puerta

Necesitaba respuestas

-¿Y bien?- Ace frunció el ceño y clavó sus ojos en John, sin apartar la mano de su arma, enfundada -Vamos, habla. ¿Qué eran esas cosas? ¿Qué está ocurriendo aquí?

Se mordió la lengua antes de pronunciar un "Quiero saberlo todo". A decir verdad, no estaba seguro de querer conocer las respuestas. La idea fue tornándose cada vez más oscura en su mente, hasta el punto de arrepentirse de lo que habían hecho. Si hubiera sido inteligente, habría echado a ese molesto individuo al muelle y se habría olvidado del asunto...

Oh, perfecto. Y ahora, encima, comenzaba a pensar como el abogado. Desde luego, Ace necesitaba unas vacaciones... Y pronto

Renato solo miraba repetidas veces tanto a Ace como a John..., con una extraña sonrisa.

Todo tuyo Ace..., no lo rompas mucho, deja un buen trozo para el jefe de departamento, querrá preguntarle personalmente ciertas cosas - aun decia con su juego de Policias o agentes del FBI -

Renato se alejo un poco, había aguantado en su vida cuchilladas, disparos, recientemente un escopetazo de un chino, apenas le dolian, si que molestaban, pero solo dolian esas marcas del pasado, cuando hacia un gesto forzado, pero lo que no comprendía, mientras se frotaba la base del cuello por detrás, era como es que escuecen tanto y tanto duelen, las collejas de la Mamma.

El tipo sigue tumbado en el maletero, como si hubiera cogido el gusto a permanecer en aquel pequeño espacio, o quizás por miedo a que si sale de su protector interior comiencen a torturarlo de nuevo.

- Verás... cuando has vivido como yo es normal que en los albores de la muerte o en delirios de terror puedas abrir ciertas... puertas. Sucede de forma incosnciente ¿sabes?- el tipo explicaba aquello con un tono didáctico, casi cautivador - Lo alucinante es cuando puedes invocarlos de verdad, queriendo... pero para mi desgracia yo nunca he sido capaz. Incluso en estos tiempos en los que el campo mágico parece estar realmente alterado... yo sigo siendo un mirón y un charlatán.

 Ace asiente, conforme

- Ya, eso pude comprobarlo esta tarde. Continúa. Aún no has respondido a mi pregunta

Frunció el ceño

- Y espero que estés diciendo la verdad. Como esto sea otro de tus trucos...

¿Debía cederle el turno a Renato? Cuanto más hablaba ese hombre, menos seguro estaba de querer oírle

Desde una distancia prudencial, aun frotándose la base del cuello, la verdad que las collejas de Mamma aun no entendía como podía doler tanto, miraba desde esa distancia a Ace, que lo veía hacer su trabajo...., con gesto le indicaba que siguiera con su interrogatorio, le gustaba ver al joven hacer algo mas de mafioso, cosa que le alegraba y a la misma vez, le hacia gracia.

- Perdona...- dice John sonriendo a Ace - ¿Cuál era la pregunta? ¿Qué pasaba aquí? Pues en líneas generales... cosas complicadas como lo que ha sucedido en ese garaje... una guerra mágica supongo. Hay mucha energía fluyendo por las calles de Nueva York. Si queréis un consejo yo haría lo que hace la gente normal: mirar para otro lado y pensar que todo son imaginaciones, efecto del alcohol, de las drogas o de todo a la vez... ¿Por qué unos mafiosos como vosotros íbais a estar interesados en mezclaros con el otro lado?