Partida Rol por web

Alza una ceja, a la par que se acomoda el pañuelo y se sienta en uno de los mullidos sillones, puesto que estaba a la vista que aquél hombre no pensaba decirle nada al respecto.

Una vez sentada, la mujer sonríe de lado asintiendo a la última frase del capitán...

-Oh... Por supuesto... De... Suma importancia...-repite, divertida. Realiza la típica pausa de rigor, la misma que suele haber antes de que un huracán azote un pueblo, o que una tormenta en altamar deje un barco a la deriva, para añadir a continuación...-El Imperio cuenta con usted...-Así, llanamente, sin tapujos ni segundas intenciones.

Mina le sonríe de forma elegante, guardando silencio para que el hombre asimile las palabras que ella acaba de soltar.

-Aunque quizás, debería expresarlo de otra manera... Podría decirse que le necesita... Tanto, como el aire que respira...-Mantiene la sonrisa. Ahora era cuando él se negaba o hacía preguntas, o... A saber... 

Cabía esperar a su reacción, para contrarrestarla de la forma que fuese necesaria.

El Imperio me necesita... como si pudiera negarme. Pero ¿desde cuando necesito yo al Imperio? ¿Por qué servir a uno de mis enemigos cuando siempre he trabajado para mi mismo? Y de seguro que alguna sórdida añagaza estarán urdiendo: ¡menudos liantes! En fin, no voy a volver a dejarme engullir por mis cavilaciones...

-¿Y qué tripa se les ha roto ahora a esos bastardos?

Mina sonríe de lado. 

Definitivamente no se esperaba aquélla respuesta... 

-Lo cierto es que quizás se les haya roto más de una...-acentúa su sonrisa.-Pero respecto a lo que nos concierne... Podría decirse que han visto en usted, Capitán, un poderoso aliado, posiblemente debido a su experiencia y a su embarcación, con el que contar...

Se acomoda el pañuelo con gesto delicado, casi pensativo. 

-Actualmente, el Imperio parece estar llevando una serie de... Reclutamientos...-Señala, como buscando las palabras...-Desgraciadamente, no puedo informarle acerca de los motivos de tal... Uhm... "recolecta"... Como usted sabrá... El Imperio siempre se guarda muy bien las espaldas... Y ello implica esparcir "cuanto menos datos posibles, mejor..."

Realiza una pausa, mirándole a la cara, dejando que digiera así las palabras que ha dicho... Su postura erguida muestra en ella cierta calma, como si aquella fuese una conversión cualquiera, situada en un salón de té cualquiera... 

La única diferencia era que ella sabía cómo debía acabar tal conversación y por qué... Así pues, aguardó a que el hombre se pronunciase... 

Todavía no era momento de añadir más detalles a la charla... 

-Y parece que han elegido una cara bonita para encargarse del reclutamiento... -no sonrío, si no que mantengo serio mi semblante, ocultos los ojos en la sombra todavía- ¿Y que le hace pensar al Imperio que yo soy un recluta?-dejo de nuevo una pregunta en el aire, esperando no estar siendo demasiado grosero.

Le mira con una expresión indefinida tras su comentario de "han enviado una cara bonita". 

Por supuesto, ella valía más que eso, y si el hombre no lo veía en ese momento... Quizás ya lo viese más adelante. 

Sonríe de lado, casi con malicia:

-¿Y qué le hace pensar a usted que no lo es...? Ambos sabemos que el Imperio siempre posee algo que nos interesa a todos... De hecho...-Le mira entrecerrando los ojos...-¿Qué daría usted por tener alguna pista sobre... Aquéllo que le fue sustraído hace... algún tiempo...?

Ahora su sonrisa es totalmente inocente. 

De repente, el semblante de Nemo se transforma, incorporándose desde el contraluz en el que estaba fundido. Y al contacto con la etérea luz de gas, los dos círculos de escarcha azabache de sus pupilas horadan a la mujer, proyectando una cólera infinita, aunque contenida:

-¡Voto al tercer ojo de Shivá que no se me ocurre cómo puede haber llegado esa información hasta el Imperio sin que hallan mediado torticeramente en ello!- Mas inmediatamente relaja el gesto, aún podría tratarse de una casualidad -aunque no fuera Nemo hombre de conceder filos al azar-, y en cualquier caso, Mina no tenía la culpa de las añagazas del Imperio. Que fuera capaz de despertar o alterar ciertos fantasmas del inextricable pasado de Nemo no significaba que mereciera ser blanco de su ira. Y quizás el Imperio tampoco. Sólo a él correspondía la responsabilidad de controlar todos esos fantasmas y todas esas consecuencias de su genio, y de sus pecados.

-No juegue conmigo, señorita. Si tiene alguna información valiosa al respecto de ese infame hurto, dígamela si así le place, pero no espere que el chantaje mueva los designios de Nemo.

Mina escucha toda la perorata del Capitán totalmente inexpresiva. 

Cuando el hombre termina, ella evita un suspiro, tuerce levemente el gesto en una sutil sonrisa y señala, tranquilamente:

-Esto no es un chantaje, Capitán Nemo...-señala en un tono algo frío de más...-Realmente... No entiendo cómo lo está viendo de esa forma... Es más... ¿Cómo lo diría...?-Juguetea con el pañuelo rojo mientras piensa qué decir a continuación.-Oh sí... Ya sé... ¿Qué tal si lo toma como un trato...?

Entrecierra los ojos, observando al hombre como evaluándolo.

-No hay nada de turbio en el asunto. Es un simple trato. Usted recibe una información, y a cambio, yo cumplo con la misión que se me ha encargado. Es simple... "Una mano lava la otra..." ¿No es eso lo que se dice...?

Realiza una leve pausa, sin prisas, para luego añadir:

-Como podrá comprender... Todo tiene un precio en esta vida... Está en sus manos decidir si desea pagarlo o no...

-Será un placer seguirle el juego. A uced o al Imperio. Aunque sólo sea para ver cómo termina todo esto. He de admitir que pese a la vida bohemia de la que disfruto, trago mucha soledad. Ya imaginará que las profundidades del mar no son la panacea de la diversión, aunque en ocasiones atesore inefables maravillas -hago una prologada pausa para que pueda digerir mis quizás demasiado vehementes intervenciones: -Pues bien, ardo en deseos de que exponga los pormenores del hurto y de la misión que le han encomendado. Que nos han encomendado. Si es que uced dispone de dicha información -entonces vuelvo a recostarme, fundiéndose de nuevo mi semblante en la penumbra de la sala. Sí, quizás tenga razón la señorita, y la atmósfera del Nautilus sea demasiado tenebrosa.

Le mira impasible, mientras él habla. 

Cuando acaba, la mujer señala, sonriendo levemente:

-No es un juego, Capitán... Es una ayuda para ambos bandos, por decirlo de alguna manera...-Añade pensativa, a la par que le mira, entrecerrando los ojos...-A usted le ayudará el divertirse, el sentir la emoción de "nuevas aventuras"... Como hemos acordado, demasiada soledad no hace bien a nadie... En cuanto al Imperio...-Ríe leve...-Al Imperio le servirá de alguna manera u otra... Siempre le sirve algo...-añade con una sonrisa indefinida. 

Tras un leve silencio, Mina vuelve a hablar:

-¿Entonces quedamos en que existe un trato? Desgraciadamente, no puedo informarle de los pormenores de la misión... Pero sí que poseo la pista que usted desea saber acerca de su robo... ¿Qué me dice? Cerramos el trato...?-Le ofrece una mano, como para sellar el acuerdo.

¡Voto a Cristo que a Nemo le intrigaba todo esto! Y quería saber cómo iba a acabar. Volvía a subirle ese cosquilleo por la ingle: esa sensación de aventura inminente. Mas no osó mostrar nada externamente, no fuera a pensar la señorita que Nemo era humano al fin y al cabo... xD. Aunque pese a lo que dijera Mina, sí que le parecía un juego; no el problema en sí, que pudiera existir, sino la forma de proceder del Imperio, siempre sibilina.

Y como si algo no atesoraba Nemo era la descortesía, sin permitir que Mina espera en tan incómoda posición, y presto como los rayos que investigaba Tesla, le estrechó su mano:

-Habemus trato.

Mina le estrecha la mano y sonríe de lado.

-Perfecto. Sabía que llegaríamos a buen puerto, de alguna u otra manera.

Se acomoda el pañuelo rojo, luego el cabello, y adopta una posición algo menos tensa que hasta el momento, aunque, eso sí, no deja de estar sentada correctamente en ninguna ocasión. 

-Respecto al tema que le interesa...-le mira a la cara, con una expresión indefinida...-Puedo decirle que a quien usted busca, es a un hombre de origen asiático... Creo que procedente de China... Y cuyo nombre es "Fu Manchú"... 

Realiza una leve pausa para añadir:

-El Imperio no me hizo partícipe de más información que esa, puesto que considera que tales datos serían más que suficientes para usted... Supongo que eso quiere decir que usted ya sabe a quién me refiero... ¿No es así...?-Sonríe leve, aguardando una respuesta, pero pensando también en que en breve la "entrevista" debería de acabarse... Puesto que... Había más trabajo que hacer...

¿Cierto...?

-¿Fu Manchú? -musité con un hilo de voz mientras una nube de negrura atravesaba mi semblante- Fu Manchú, hasta donde mis conocimientos llegan es el rey del crimen organizado en el East End londinense. Y con el permiso de Moriarty, que domina el West End, el más peligroso de todo Londres -espero a ver si Mina tiene algo que decir al respecto y finalizo- entonces ¿hemos de aproar rumbo Londres?...

Mina escucha las palabras del hombre en silencio. 

Al parecer las suyas propias habían calado en él, tal como le habían dicho que harían. Esboza una categórica sonrisa y señala, a la par que asiente levemente con la cabeza:

-Eso creo, Capitán... Ha sido un placer realizar negocios con usted.-Sonríe de lado, guardando para sí misma la satisfacción de haber conseguido su objetivo.-Ahora, es menester que informe al señor Corto Maltés, de la... Productividad de nuestro encuentro... 

Inclina levemente la cabeza hacia el hombre, y comienza a levantarse, para buscar a al Capitán del Bostonian...

-Si me disculpa...

Cuando Mina se disponía a abandonar la habitación el primer oficial del Nautilus abría la puerta tras llamar con los nudillos un par de veces...

- Señor - dice Ricardo Maraña ignorando claramente a la mujer - El señor Maltés insiste en la petición de hablar con ustedes dos antes de partir. Parece que tiene prisa y me ha pedido amablemente que les interrumpa si es necesario.

Tras percatarse de que todo había acabado Ricardo sonríe. Después de eso hace una nueva reverencia ante su señor y su acompañante y se gira para hacer una inclinación de cabeza hacia uno de sus ayudantes. Éste inmediatamente sale disparado al interior de la habitación y comienza a recoger la mesa y el suelo.

Acompañados por el Segundo Oficial del navío, os dirigis hacia el exterior donde os espera el capitán del Bostonian.

Maltés sonríe al ver a los, ahora, compañeros.

- Espero no haber interrumpido. Nos ha surgido un problema y tengo que dejarles casi inmediatamente. - hace una pausa y mira a Mina - Ojalá tenga también buenas noticias sobre aquello que vino usted a hacer aqui, Miss.

Mina sonríe leve al capitán:

-Lo cierto es que está todo resuelto... Así pues... Creo que no hay mucho más de qué hablar...-Se acomoda un poco el cabello, y vuelve a sonreír...-Ahora sólo resta volver a contactar con el Señor Bond, supongo...-Añade pensativa. 

-No tendrá usted alguna noticia sobre él, no, Capitán Maltés?

Sobraba un vistazo para percatarse de la sobriedad y la elegancia de esa dama, y decir bellísima seria ocioso. La luz de gas le hacía aun mas verdes sus ojos, ahora fijos en mi. Hermosos, y por alguna extraña razón que todavía se me escapaba, también mortales. Y ese pañuelo rojo alrededor del cuello... y al igual que sus ojos, parecía tan frágil... y a la vez tan mortal. Mas nada le digo, fiel a mi sobriedad y altivez. Tan solo afirmo levemente con la cabeza.

Del capitán Maltés me despido desplegando toda la cortesía de la que soy capaz, acompañándolo hasta el esterior del Nautilus, no sin antes preguntarle por el tal Bond: -Un encuentro con el señor Bond tendrá que ser por necesidad en Londres, ¿me equivoco? ¿ponemos rumbo a la capital de la pérfida Albión?...