Partida Rol por web

La Locura de Durgam

Biblioteca del Círculo

Cargando editor
05/06/2011, 13:47
Madre_Abigail
Sólo para el director

I. Introducción

II. Naarii

III. El tratado de Mutua Capitulación

IV. El Círculo

V. La Locura de Durgam Hoy

VI. La sociedad naariika

VII. Religión

Cargando editor
05/06/2011, 15:52
Madre_Abigail

I. Introducción

 

Extracto de “La última Emperatriz”, tratado de Historia prácticamente desaparecido tras el tercer incendio del Círculo.

Yo, Arala de Douba, Sierva de la Corona, escribo en el año decimonoveno de la Tercera Edad, con la bendición de los Dioses, de todos nuestros Ancestros y de la Reina Eatu-ne-Zala, quinta de su nombre e hija de la Antigua Madre Eatu-ne-Zala, cuarta de su nombre.

Fue por orden de la Sexta Emperatriz que se erigió el Bastión Azul. El elegido de entre miles para desarrollar las labores de construcción y vigilancia fue el Capitán Duragam Volmsmer, conocido como Durgam “el loco”, sexto de su nombre e hijo de Duragamwa Volmsmer, décima de su nombre y Consorte del Imperio.

El Bastión Azul sería el fuerte inexpugnable cercano al paso de Mevova, a tres días de viaje de las actuales fronteras del Reino. Levantada sobre ruinas de las que no se tiene constancia escrita, la fortaleza era un aviso a las convulsas regiones de Paricaarika , en el sur. El Capitán Duragam Volmsmer, henchido de honor por glorificar el nombre de su Madre, llevó la advertencia del Bastión Azul más lejos todavía. Fue entonces cuando hizo tallar sobre el muro norte del bastión las palabras que aún hoy nos hacen sangrar: “Alzaos y seréis destruidos”.

Terminado el magnífico bastión empezó el declive del Capitán Duragam Volmsmer, que se regocijaba de su inexpugnable fortaleza. Pero sus palabras sobre el muro del bastión fueron más un aliciente que un factor disuasorio, y así fue como empezó la Guerra de la Turba.

Los rebeldes del sur, liderados por un varón, osaron levantarse contra Su Señora y poner rumbo a las capitales del norte. El Bastión Azul era lo que debería haberles impedido el acceso a los Bosques del Olvido.

Cuatro días con sus respectivas noches esperaron los rebeldes en la linde del bosque a que saliera la imponente guarnición del bastión. Cuatro días con sus respectivas noches pasaron sin que las puertas se abrieran y sin que se disparara ni una sola flecha.

En el interior de la fortaleza el Capitán Duragam Volmsmer, ya Durgam “el loco”, se limitaba a andar en círculos por el patio interior del bastión, hablando solo y riendo al grito de “¡Inexpugnable, inexpugnable!”. Ante la ausencia de una mujer de rango superior a Durgam “el loco”, los soldados rasos no podían sino esperar las instrucciones de un capitán que llevaba semanas sin asearse y se orinaba encima.

El Bastión Azul fue en efecto inexpugnable y ni una flecha rayó sus impolutas murallas. Al no salir  nadie a su encuentro, los rebeldes pudieron pasar de largo y dejar atrás la fortaleza sin encontrar la menor resistencia.

Muchas vidas se perdieron en la Guerra de la Turba. Tras la ejecución de la Sexta Emperatriz y sus hijas, las provincias del sur consiguieron su independencia del ya perdido Imperio. Las antiguas provincias son hoy un cúmulo de micronaciones caóticas, fruto de la guerra civil y el mal gobierno de sus dirigentes varones. Antes de desaparecer de nuestras tierras dejaron una última mofa grabada en piedra: allí donde Durgam “el loco” grabó su advertencia ellos la modificaron y profanaron, tallando sobre la misma escritura y decorando las letras con una coloración que, entre sus componentes, incluía la sangre de la Sexta Emperatriz y sus hijas. “Alzáos o seréis destruidos”.

Durgam “el loco” murió, sucio y desnudo, a manos de su propia madre en el inexpugnable bastión. La guarnición ardió viva con su cuerpo.

Tras varias décadas la Reina Jaretu Kiref, segunda de su nombre e hija de la Antigua Madre Jaretu Kiref, primera de su nombre, decidió volver a enviar un destacamento a la abandonada fortaleza, comandadas esta vez por tres mujeres.

El Bastión Azul fue durante años el orgullo del Imperio. Hoy es sólo la Locura de Durgam, un inexpugnable vestigio de lo que perdimos cuando confiamos en los hombres.

 

Cargando editor
05/06/2011, 15:59
Madre_Abigail

II. Naarii

El antiguo Imperio (hoy Reino) de Naarii es hogar de una atípica sociedad matriarcal de tradiciones profundamente arraigadas.

La nación está gobernada por una Reina y por la Corona, un cuerpo consultivo formado por las Consortes del Imperio, título conservado como vestigio del anterior modelo de gobierno.

Pero no siempre fue así. En las primeras Edades, Naarii era una tierra administrada de forma desastrosa por hombres. Las mujeres quedaban relegadas a un segundo plano y a penas podían pisar la calle sin permiso de sus maridos. Este aislamiento fomentó la creación de una red en la sombra que, de alcoba a alcoba, de cocina a cocina, se extendió por toda la región. Pronto las mujeres gozaban (a pesar de la opresión de la clase dirigente) de su propia estructura de poder paralela.

Las mujeres aprovecharon que la invasión orca de las regiones del nordeste diezmó a sus hombres para dar un golpe definitivo. Se alzaron en armas y sacaron a la luz su estructura organizativa, imponiéndola con sangre en todos los rincones de su territorio. A la elección de la Primera Emperatriz le siguieron décadas de durísima represión y semiesclavitud para los varones.

Las regiones bárbaras del sur veían con preocupación cómo el desarrollo de la nación vecina empezaba a instigar a algunas de sus mujeres a imitar a las del norte. Empezó así, dos décadas más tarde, una caza de brujas que llevó a los recuperados ejércitos de Naarii a invadir y anexionarse las yermas tierras bárbaras para “proteger” a sus mujeres. Estas estaban sin embargo en una clara minoría numérica respecto a los hombres, que solo toleraban la imposición del nuevo régimen por la fuerte presencia armada de las tropas imperiales. A estas regiones se les llamó Paricaarika, “varón sirviente”.

La lejanía de las regiones del sur del resto del país fue lo que motivó, siglo y medio más tarde, la construcción de lo que luego sería la Locura de Durgam. Para poder controlar el sur fue necesario también anexionarse el territorio que separaba ambas naciones: el Bosque del Olvido.

La tarea en sí no era difícil. De hecho, sería igual de fácil haber dicho “el Mar de Bartoli es mío”, pues ahí no vivía nadie excepto un par de aldeas al borde del camino principal. Sin ciudades que gestionar, el bosque podía a todos los efectos formar parte del territorio de la Corona sin mayor problema. Vigilarlo ya era otra cosa.

Las primeras patrullas enviadas fueron lo que provocaron la caída de la Cuarta Emperatriz. Muchas mujeres valiosas e incontables Esclavos de la Corona cayeron en esas salidas. O al menos se supone que cayeron, pues nunca más se supo de ellos. Por miedo a correr la misma suerte que la Cuarta Emperatriz, su sucesora dejó aparcada la cuestión de la defensa del vasto bosque que separaba las regiones del norte y del sur, propiciando así que se creara un caldo de cultivo muy útil para una revuelta.

Fue la Sexta Emperatriz la que encontró la solución más pragmática con la edificación del Bastión Azul (llamado así por sus llamativos tejados) tan cerca del paso de Mevova. Era materialmente imposible controlar toda la extensión del bosque, pero su acceso sur, el que marcaba el paso a las provincias rebeldes, era mucho más asequible.

Queriendo hacer un guiño a los iracundos varones del sur encargó la construcción de la fortaleza al Capitán Duragam Volmsmer, válido hijo de una de las Consortes del Imperio. Bajo la supervisión de los Esclavos de la Corona se diseñó el inexpugnable complejo que serviría como escudo ante un eventual levantamiento.

Fueron muchas (incluidas varias Consortes del Imperio) las que auguraron que el Bastión Azul caería no solo por su lejanía de las grandes capitales, sino por estar controlado exclusivamente por un hombre. Pero la Sexta Emperatriz, una mujer entrada en años y más partidaria de la diplomacia (que la historia terminaría llamando “disuasión”), prefirió dar un voto de confianza a Volmsmer y encargarle la delicada tarea de la custodia de la fortaleza.

En este caso, todos se equivocaron. Las escépticas por decir que el fuerte caería: no solo aguantó en pie, sino que salió intacto de la Guerra de la Turba. Y la Sexta Emperatriz por confiar en un hombre: el ego y el orgullo de Volmsmer fueron su perdición… y la de la propia Emperatriz.

Cuando quedó claro que ningún ejército acabaría venciendo y que, a pesar de la ejecución de la Sexta Emperatriz, la guerra acabaría prolongándose demasiado, se firmó el Tratado de Mutua Capitulación que puso fin a la Guerra de la Turba y al Imperio de Naarii, que pasaría a ser el Reino de Naarii.

Sorprendentemente, el Reino floreció más que nunca sin el lastre económico que le suponían las provincias sublevadas del sur. Las producciones artísticas y literarias vivieron una auténtica edad de oro y la tierra prosperaba. Se relajó el yugo opresor al que estaban sometidos los hombres, pero los problemas estaban lejos de acabarse.

Naarii tenía una sociedad profundamente desequilibrada, tanto en derechos como en proporción. El ya de por sí alto número de mujeres siguió creciendo con la llegada de refugiadas de las provincias del sur, que a menudo alcanzaban las ciudades demacradas o incluso mutiladas, ya sea a manos de los sureños o del impío Bosque del Olvido.

Esto empujó a la Reina y a la Corona a tomar una decisión delicada. Si querían sobrevivir como nación, necesitaban más hombres. Eran conscientes de que ningún varón extranjero aceptaría semejante sometimiento ante una sociedad matriarcal, así que la única solución que les quedaba estaba en el Círculo.

La Corona decretó, por mandato de la Reina, que los Esclavos de la Corona varones podrían reproducirse siempre y cuando rechazaran cualquier derecho o reivindicación sobre su hipotética prole.

Para garantizar esa última condición clave se ordenó la creación de las Casas Nodriza, establecimientos que causaron un gran revuelo en algunas naciones vecinas. Los más airados no tardaron en tacharlos de prostíbulos de financiación pública, y aunque sus actividades las asemejaran a los mismos, su cometido era muy distinto.

Se dispuso una ley que controlaba el uso de dichas casas, en las que la misión de los Esclavos de la Corona era fecundar con los ojos vendados y en habitaciones sin ventanas a una mujer. Las visitas de los Esclavos quedaban registradas y su abuso (o falta de él) estaba severamente penado.

De esa forma se consiguió atajar ligeramente el problema del déficit de varones en Naarii. Las mujeres que visitaran las Casas Nodriza contaban, en el caso de un embarazo, con la ayuda de familiares y amigas para criar a su prole. Es muy habitual encontrar mujeres sin pareja en el país, y visitar las Casas Nodriza no supone un estigma social.

A día de hoy la Reina Kaumaara se Devi ocupa el trono de Naarii. Su formación como militar y sus grandes habilidades como estratega hacen temer a muchas que no permanezca tan pasiva como sus sucesoras en cuestiones relativas a conflictos internacionales.

Cargando editor
05/06/2011, 16:02
Madre_Abigail

III. El Tratado de Mutua Capitulación

Cuando las tropas sublevadas llegaron a la capital, Ksetra, y ejecutaron públicamente a la Sexta Emperatriz y a sus hijas, se dieron cuenta de que ninguno de los bandos podía ganar. La Corona, que también era consciente de ello, decidió parlamentar con los sublevados en Vaanarii, la última gran ciudad antes del Bosque del Olvido y el Bastión Azul (ya conocido con vergüenza como la Locura de Durgam).

Nombraron a una Regente Imperial que hablaría en nombre de la Corona con el general de los ejércitos sublevados. Se ha especulado mucho sobre ese encuentro, e incluso circulan historias prohibidas de amor a primera vista y vivos romances.

Pero lo único que se sabe con certeza sobre esas reuniones es el documento que salió de ellas: el Tratado de Mutua Capitulación. Era a la vez una rendición y una declaración de victoria para ambos bandos, que acordaron volver a las fronteras originales de antes de la primera invasión.

Los sublevados se comprometían a no volver a atacar Naarii y a permitir la salida de su territorio de cualquier mujer que deseara acogerse a sus leyes. Se dice que el general, sorprendido, preguntó “¿y los hombres?”, a lo que la Regente contestó con desprecio: “esos podéis quedároslos”.

A cambio de esta concesión, Naarii se comprometió a olvidar su arrogancia pasada, dejar cicatrizar su orgullo y aprender de lo ocurrido. En señal de equiparación con sus vecinos pasarían a convertirse en el Reino de Naarii y estarían gobernadas por una Reina y no una Emperatriz. A pesar de ello, los miembros de la Corona siguieron llamándose Consortes del Imperio.

Ambas partes decidieron que el Bosque del Olvido era un territorio demasiado salvaje como para formar parte de cualquiera de las dos naciones. Por ello se estableció que sería tierra de nadie – con matices. La Locura de Durgam seguiría siendo propiedad de la Reina, y las pequeñas aldeas del bosque podrían elegir a quién someterse. La aldea de Hansonburg, a medio camino entre la Locura de Durgam y Vaanarii, se decantó por Naarii. Korka, en la falda de las montañas, también quería estar gobernada por la nueva Reina, pero la extrema cercanía de los sublevados y el desconcierto sobre el futuro de la Locura de Durgam hicieron que eligiera a los primeros, ya que temían sangrientas represalias si se decantaban por las mujeres del norte.

Los sublevados se retiraron pues de Naarii, no sin antes haber dado un último empellón al orgullo de la nación: acordaron despojarse del nombre de Paricaarika y se empezaron a llamar Vaadabeya, “semental”. Para muchas naariikas eso constituía una nueva declaración de guerra, aunque ninguna se atrevió a expresarlo en voz alta.

El tratado se ha respetado al pie de la letra desde que se firmó, pero las guerras que llevaron al nacimiento de los microestados del sur (aunque en Naarii se les siga conociendo como Vaadabeya) y la ausencia de una única autoridad que hable por todos ellos inquieta tanto a la Reina como a la Corona.

Cargando editor
05/06/2011, 16:04
Madre_Abigail

IV. El Círculo

Más o menos al mismo tiempo que se anexionaba al vecino Paricaarika a las posesiones del Imperio se producía en la capital la fundación de una institución que, paradójicamente, representa todo lo contrario a la sociedad naariika: el Círculo. En él se reunía todo el saber y la magia de la nación… y estaba administrado exclusivamente por hombres. Magos, hechiceros, bibliotecarios, historiadores, todos guardaban con celo los pergaminos, libros y tablillas que contenían todo el conocimiento de Naarii. Para garantizar su control sobre la institución más importante después de la Corona, la Emperatriz decidió que los miembros varones del Círculo debían tomar unos estrictos votos para convertirse así en Esclavos de la Corona, título poco alentador que rezumaba obediencia y sumisión.

En el Círculo también hay mujeres que, aunque no formen parte de su cúpula directiva, gozan de tanto (o más) prestigio que los Esclavos de la Corona varones. Son las Siervas de la Corona, en su mayoría magas y hechiceras, “donadas” por sus familias al Círculo como un regalo a la nación.

Los componentes del Círculo, hombres y mujeres, no tienen familia alguna. Su única lealtad es hacia la Corona, sus miembros y su representante máximo, la Reina. Rompen cualquier lazo sanguíneo que hubiera existido y se dedican en cuerpo y alma a la Corona. Esto no quiere decir que vivan enclaustrados y que no vean a los que fueron sus parientes. Lo que significa es que, desde el momento en el que entran, el Círculo y su cometido son más importantes que cualquier parentesco.

La caída del Imperio y la creación de las Casas Nodriza supusieron un alivio para las estrictas condiciones de vida de los Esclavos de la Corona, pero causó resentimientos entre los dos sexos dentro del Círculo por considerarse este un privilegio poco apropiado.

El Círculo ha ardido en tres ocasiones: la primera vez fue a manos de la Tercera Emperatriz, que vio en sueños como el poderoso Círculo rompía sus votos y se alzaba contra la Corona, volviendo a instaurar un régimen patriarcal en el país; la segunda vez fue como consecuencia de la Guerra de la Turba y fueron los propios Esclavos de la Corona los que, temerosos de que sus secretos cayeran en manos de los bárbaros, le prendieron fuego; la tercera y última vez (por ahora) fue a manos de una espía sin identificar que murió abrasada en su propia trampa.

En las tres ocasiones se perdieron incontables fragmentos de información, pero afortunadamente el Círculo nunca ardió por completo y se ha podido reemplazar gran parte del contenido perdido.

La estructura del Círculo es menos rígida y jerárquica que la de la Corona. Su cúpula (que no tiene nombre oficial ya que suelen presentarse directamente como el Círculo) está compuesta por ocho varones, uno por cada ámbito de especialidad del círculo: Esclavo Archivador, Esclavo Historiador, Esclavo Alquimista, Esclavo Inventor, Esclavo Hechicero, Esclavo Arquitecto, Esclavo Sanador. El octavo y último miembro es habitualmente el portavoz que intercede ante la Reina en nombre del Círculo y se le conoce simplemente como el Mecenas.

 

El Esclavo Archivador dirige y representa a aquellos que se encargan de la salvaguarda y el cuidado de documentos antiguos, anales, registros, bibliotecas... Controla la burocracia en general. Suele colaborar con el Esclavo Historiador porque, al fin y al cabo, los historiadores (que son también los que se encargan de gran parte de la educación en Naarii) gozan de acceso privilegiado a los registros del Reino.

El Esclavo Alquimista representa a aquellos Esclavos y Siervas que han dedicado su vida a la química, la alquimia y la maleabilidad de materiales en general. Son, además de otra de las bases de la educación, uno de los pilares sobre los que se apoyan, por una parte, el Esclavo Arquitecto y sus especialistas (las únicas personas doctas en la construcción de edificios en todo el Reino) y el Esclavo Sanador. Este último se encarga básicamente de coordinar los esfuerzos no solo de los sanadores del Círculo, sino de todos aquellos que merodean fuera del cauto ojo del mismo. A pesar de su estrecha colaboración con las Matronas, las relaciones entre dicha Cofradía y el Esclavo son muy tensas. Puede que el hecho de que estas últimas gestionen las Casas Nodriza tenga algo que ver.

El Esclavo Inventor es la cabeza de los ingenieros del Círculo, que desarrollan máquinas de construcción, de guerra, medios de transporte e incluso utensilios del día a día. En general colaboran con la Cofradía de Artesanas para la construcción de sus proyectos aunque guardan con increíble celo sus ideas más ambiciosas. El Esclavo Hechicero es (en teoría) el mago más poderoso del Reino, que tutela y vigila a los demás Esclavos y Siervas con habilidades mágicas. De todos los Esclavos estos son los más "esclavizados", y si bien no hay ninguna ley escrita que indique que aquellos con sensibilidad mágica deban estar sometidos al Círculo, sí que está mal visto que alguien con semejante poder no tenga nadie que le controle.

Nos queda por último en Mecenas, en teoría igual en rango a los otros siete Esclavos pero de facto un peldaño por encima. Suele ser el interlocutor directo con la Reina cuando no se convoca al Círculo al completo y se encarga, con la ayuda de Historiadores y Archivadores, de la gestión de teatros, locales de ocio y las artes en general.

Los ocho piensan como una unidad cuando se trata de asuntos que conciernen a todo el Círculo, pero las distintas especialidades tienen bien delimitadas sus capacidades, necesidades y normas y sólo el Esclavo pertinente decidirá sobre asuntos internos. Se comete el error de creer que para llevar un problema al Círculo hay que hablar con el Mecenas, pero eso es algo reservado exclusivamente para la Reina. Cuando se habla con los ocho, es como si hablaras con uno.

 

Los miembros del Círculo se ocupan de la educación, la sanidad y el aspecto más administrativo de la regencia en Naarii. Estos ámbitos representan el grueso de sus tareas. Destaca sin embargo que se considere a las Matronas como una figura totalmente distinta y ajena a los Esclavos y, quizá por ello, estas no pertenecen al Círculo.

 

Cargando editor
05/06/2011, 16:07
Madre_Abigail

V. La Locura de Durgam hoy

Hay poca gente que sepa más de la Locura de Durgam que algún que otro chiste hiriente o leyendas aparentemente sin fundamento. Muy pocos la han visto y menos aún sabrían dar una descripción aproximada de su aspecto. La quema de los informes históricos y el desinterés general de la población por profundizar en aspectos tan vergonzosos de su historia hacen que reine un desconocimiento casi total sobre las verdades que rodean a la fortaleza.

Lo cierto es que, a día de hoy, hay una pequeña guarnición permanente en el fuerte cuya comandante, la Capitana Evrik ta Fa, fue escogida de entre las mejores soldados de los Ejércitos de Su Majestad. No se pone mucho énfasis en ello, pero con esa elección se pretende evitar episodios como el que llevaron a la pérdida de la antigua Paricaarika.

Todo el mundo conoce de la existencia de la Locura de Durgam pero, como ya se ha dicho, no se trata de un tema de conversación recurrente. Además, no llegan noticias de tan lejos, y las que llegan suelen ser informes aburridos que indican que todo está en orden.

Es, en resumen, algo que simplemente “está ahí”.

Cargando editor
05/06/2011, 16:08
Madre_Abigail

VI. La sociedad naariika

Lo más importante que debes saber en Naarii es cuál es tu sitio. No hay reglas escritas ni tratados explicativos, pero se espera que todo ciudadano (y visitante) conozca los entresijos sociales y protocolarios de esta compleja nación.

 

VI. 1. Jerarquía naariika

 

Reina Kaumaara se Devi

 

La Corona (número de Consortes del Imperio variable)

 

El Círculo (ocho Esclavos)

Cofradías

Artesanas – Mujeres de armas – Mercaderes – Agricultoras – Matronas – Artistas – Cazadoras

 

Mujeres Libres

 

Hombres

 

VI. 2. Las mujeres libres

Uno de los aspectos más curiosos de la contradictoria sociedad naariika es que todas las mujeres son Mujeres Libres… pero no todas las Mujeres Libres son mujeres. En efecto, cuando un hombre sobresale por su lealtad a la Corona, su Cofradía o en el Ejército, es un candidato elegible para que la Reina lo nombre Mujer Libre y pueda así gozar de la plena ciudadanía. Irónicamente en Naarii ser Mujer Libre es lo máximo a lo que puede aspirar un hombre que no sea miembro del Círculo.

Los hombres no son parias, y hoy en día a penas difiere el trato que se les dispensa con respecto al de las mujeres. Sí es cierto sin embargo que son minoría y que no pueden acceder a puestos de responsabilidad limitada más que en los Ejércitos y en el Círculo. Las mujeres saben muy bien cuál es su sitio y no dudarán en recordar cuál es el suyo a cualquier hombre que se sobrepase.

 

VI. 3. La importancia de los símbolos

En Naarii cada institución tiene un símbolo. Los miembros que pertenecen a una institución llevan su insignia con orgullo, bordada en su ropa o incluso pintada sobre la piel (nunca en estandartes y sellos ya que ese es un uso exclusivo de la institución en sí).

Esta obsesión por las “marcas” tiene la ventaja (y la desventaja) de que toda persona de relevancia está perfectamente identificada en todo momento. Se puede pertenecer a más de una institución a la vez (salvo los Esclavos de la Corona), en cuyo caso la gente tiende a exhibir el símbolo de la institución de más rango: una cosa es que gusten los símbolos y otra muy distinta es llenar las túnicas de parches.

 

VI.4. Tabús y prejuicios sociales

VI.4.A “El de fuera”

Ya se ha repetido hasta la saciedad que la naariika es una sociedad plagada de contradicciones. Es en general una sociedad abierta y tolerante en la que, siempre que no se transgredan ciertos límites, todo suele ser tolerad. Pero como les encanta decir a los historiadores del Círculo, “con matices”.

En Naarii no hay más tabú racial que hacia los semiorcos por influencia del sur. En Naarii no son xenófobos, pero sí miran con recelo al extranjero. Hay poco forastero en general en Naarii, y la relación con ellos suele ser desconfiada. No hostil ni desagradable, simplemente cauta.

Todo se resume en un quién miro mal a quién en primer lugar: los de fuera desconfían de una sociedad tan sumamente atípica en la que no se sienten a gusto (por miedo o porque son incapaces de adaptarse a un papel que, de repente, les catapulta a las más altas esferas sociales o les hunde en las barriadas de los descastados); y los autóctonos les miran con recelo por creer que vienen para no adaptarse nunca, decir cómo deberían ser las cosas o, simplemente, mirarles mal. Es un poco la pescadilla que se muerde la cola.

Dicho todo esto, solo hay abierta hostilidad hacia las gentes del sur, principalmente los varones; se tolera a las mujeres, pero se suele desconfiar de ellas en un principio.

VI.4.B Sexualidad

La sociedad es bastante despreocupada respecto a los "placeres" de cada uno. En general no suele importar con quién se pase la noche o se comparta el lecho.

El Esclavo historiador carraspea desde una esquina, rompiendo el hilo narrativo y atrayendo la atención hacia sí.

Claro, claro: con matices.

La homosexualidad no está mal vista per se, simplemente se ignora y tolera a condición de que los varones tengan hijos. Esto no es una opción, es una obligación. No se airean las preferencias sexuales de cada uno a pie de calle, pero tampoco es algo que deba ocultarse de manera activa (a menos que implique a miembros del Círculo).

No es inhabitual encontrar homosexuales en Naarii, pero nadie se presentará como tal. Dicho esto, la homosexualidad se percibe en general como una debilidad masculina, y por eso se “perdona” con la condición de que los varones procreen y convivan con una mujer. Se ignoran las relaciones entre mujeres porque, si bien se consideran también debilidad masculina, no son vitales para que perdure el país debido al superávit femenino.

VI.4.C Comida

Al no haber fuertes corrientes religiosas con restricciones alimentarias, no hay prácticamente nada prohibido en Naarii. Se toleran los alcoholes y sustancias algo menos habituales siempre y cuando se consuman con gran moderación: el estigma social de “perder los papeles” por no haberse podido contener con la bebida es uno que perseguirá a cualquier naariika durante el resto de su vida; es, una vez más, un símbolo de debilidad masculina.

 

 

VI.5. Costumbres y hábitos; protocolo

Los símbolos en la ropa, el color y las artes son las características que mejor describen las costumbres naariikas. Por todas partes hay canciones, recitales, bibliotecas... no hay nadie que vista sólo de negro, e incluso los miembros del Círculo llevan sus túnicas de colores.

Una de las cosas más importantes en Naarii es saber cómo dirigirse a quien te está hablando y, sobre todo, saber su lugar. Esto último es la parte fácil, ya que los símbolos bordados en la ropa facilitan la tarea (siempre y cuando alguien sea capaz de memorizarlos todos).

Los hombres no tienen ningún título especial de por sí, y se dirigirán a ellos por su nombre habitual. A las Mujeres Libres (da igual su sexo) se les tratará de “Señora”.

Los Esclavos y miembros de Cofradías no tienen título propio, pero habrá que dirigirse a los primeros haciendo siempre una leve inclinación de cabeza, pues todos son considerados auténticas eminencias. Suele ponerse el término “Esclavo” o “Sierva” antes de su nombre, aunque no es necesario. A las dirigentes de las Cofradías, sin embargo, se les tratará de “Maestra”.

Las Consortes de Imperio, si alguna vez os cruzarais con alguna, son más complejas. Ante estas se debe adoptar una posición firme, agachar la cabeza y tratarlas de “Ilustre Señora”. Los miembros del Círculo, sin embargo, deberán ponerse de rodillas, agachar la cabeza y llevar su mano diestra sobre su corazón. Los hombres las tratarán de “Ilustrísima Señora”, las mujeres de “Ilustre Matriarca”.

Todos deben postrarse ante la Reina: las Mujeres Libres de ambos sexos sobre una rodilla y con la cabeza gacha; los hombres, sobre ambas rodillas, con la cabeza gacha y la mano diestra sobre el corazón; los Esclavos y Siervas de la Corona sobre ambas rodillas, cabeza gacha y brazos estirados hacia delante con las muñecas descubiertas. Esto último responde a una antigua tradición que representa el poder de la Reina sobre el Círculo. Si ella lo desea, le basta con acercarse y cortar las muñecas de Esclavos y Siervas si así lo considerara necesario. Es el símbolo definitivo de sumisión que también debería adoptar cualquiera que busque el perdón de la monarca.

Los hombres se dirigirán a la Reina por el título de “Madre de Madres”; las Mujeres Libres, Siervas de la Corona y Consortes del Imperio, como “Ilustrísima Matriarca”. Los Esclavos de la Corona la tratarán simplemente como “Mi Señora”.

 

 

VI.6. Justicia

La administración de la justicia recae única y exclusivamente sobre las mujeres, ya que los hombres son demasiado débiles como para juzgar con objetividad. Los ocho Esclavos principales del Círculo están, por lo tanto, excluidos de cualquier juicio, aunque se les consulte con frecuencia.

Los tribunales están presididos por una Consorte del Imperio o por la propia Reina en aquellos asuntos que afecten especialmente al Estado. Las Siervas de la Corona (sobre todo Historiadoras y Archivadoras) son las que presentan pruebas y alegaciones contra los acusados.

De todos modos, la mayoría de los conflictos legales se resuelven en pequeñas cámaras de mediación o en instancias menores, presididas por Siervas de la Corona de mayor rango.

 

VI.7. El Ejército

Los Ejércitos de Su Majestad y la Cofradía de las Mujeres de Armas son lo mismo, al menos en un aspecto: en ambos hay soldados. Pero ahí acaban sus similitudes. Es una de las duplicidades más criticadas por la sociedad naarika. Originariamente, la Cofradía se creó como un órgano que vigilara al ejército que, sin embargo, no cerraba sus puertas a los miembros de éste. Al principio solo eran antiguas soldados y veteranas, pero poco a poco se fueron uniendo cada vez mujeres de menor edad.

Ahora la Cofradía tiene una estructura paralela a la de los órganos de mando del ejército... y los mismos miembros. Muchas Consortes critican su existencia y, entre susurros, la califican como un polvorín a punto de estallar. Los conflictos de intereses entre los mandos militares y la Cofradía son latentes, y no son pocos las que preferirían que esta última fuera un lugar al que retirarse con honor en vez de un cuerpo tan fuerte.

Cargando editor
05/06/2011, 16:13
Madre_Abigail

VII. Religión

 

Prácticamente en todas las grandes ciudades de Naarii se pueden encontrar templos o capillas a los dioses más importantes, pero nunca tienen demasiados adeptos. Los sacerdotes y clérigos ven con preocupación el paralelismo que sigue la sociedad naariika en su fe.

A la devoción por los dioses hace sombra la ferviente admiración de las gentes de Naarii por sus antepasados: mujeres (poquísimos hombres), reinas y emperatrices que marcaron el curso de la historia del país para bien o para mal. En la capital, Ksetra, se construyó la Avenida de las Grandes, una enorme arteria de la ciudad flanqueada cada veinte metros por colosales estatuas que representan a las Antiguas Madres (Emperatrices y Reinas) del pasado. Representaciones de mármol y oro con incrustaciones de lapislázuli decoran innumerables plazas y parques con la efigie de Consortes del Imperio y Siervas de la Corona vivas y muertas. A los pies de todas y cada una de ellas pueden encontrarse ofrendas, velas y pequeños papeles doblados que, en su mayoría, incluyen frases y poemas de agradecimiento, como si quisieran establecer un “diálogo” con las personalidades del pasado.

Destaca la devoción que también sienten por algunos personajes más oscuros de su historia, como la Segunda Emperatriz o el Esclavo Loco, un Mecenas que violó y asesinó a escondidas a decenas de aspirantes al Círculo. Esta actitud se explica por la convicción naariika de que todos los dirigentes, especialmente los que fueron malos o incluso despóticos, les enseñan a apreciar y cuidar el sistema del que disfrutan.

Ya hemos dichos que hay religiosos en el sentido habitual del término: aquellos que se entregan a una deidad y la sirven con devoción. Pero proliferan también aquellos que se dedican también en cuerpo y alma a las Grandes, es decir: a todos los antepasados y ancestros de la nación. Hay Clérigos, Druidas y Paladines ordenados a la luz de su sabiduría.

Se trata de una práctica que muchos tacharían más como corriente filosófica que de una religión. La mayoría de los miembros son Esclavos o Siervas del Círculo (principalmente Historiadoras, Archivadoras e incluso Hechiceras) doctos en las obras y enseñanzas de las antiguas Reinas y Emperatrices, aunque también hay Mujeres de Armas, Matronas e incluso Artesanas y Agricultoras. A Ellas se encomiendan y a Ellas juran su lealtad y devoción; al fin y al cabo Ellas representan lo que fue, es y será el Reino de Naarii.

Destaca la buena predisposición que tienen los naariika ordenados en esta filosofía para con los seguidores de las principales deidades. Es habitual que les visiten para establecer debates cordiales y buscar formas de cooperación más profundas. No debemos sin embargo dejarnos engañar por las apariencias: estas buenas intenciones están propiciadas por un sentimiento de altivez y sabida superioridad por parte de los naariika que siguen a las Grandes... algo que no siempre saben disimular del todo.

 

Cargando editor
07/06/2011, 13:02
Madre_Abigail

VIII. Naarii y Vaadabeya hoy: respeto, odio y trato mutuo

El trato entre el norte y el sur es nulo. Hay que tener en cuenta que, tras la Guerra de la Turba, se firmó el Tratado de Capitulación de un Estado con otro: el Imperio (ya Reino) por un lado, y las regiones de Paricaarika (que eran "regiones" pero se consideraban una única unidad) por el otro.

El Tratado lo acordaron entre dos representantes, uno por cada parte interesada, y los términos eran limitadísimos, tal y como se describe en el apartado correspondiente. Los microestados del sur surgieron después, debido a guerras civiles, tensiones tribales, etc. Podríamos hablar de "respeto" en el sentido de que ninguno toca al otro, al menos por ahora; deberíamos hablar, si no de "odio", al menos de "xenofobia bidireccional" y "prejuicios atávicos"; y por "trato" tenemos que entender única y exclusivamente "Tratado de Mutua Capitulación", que es lo único que, en principio, evita una nueva invasión.

No hay comercio alguno entre los microestados y Naarii: ni intercambios culturales, ni relaciones diplomáticas. La nueva Vaadabeya tardó poco en resquebrajarse y, por lo tanto, en tener un único interlocutor ante la Corona. No es que se rompieran los lazos diplomáticos, es que simplemente nadie se esforzó en restablecerlos: las fronteras cambiaban tan a menudo que no merecía la pena.

El Sur era un Estado invertido al del norte, pero de manera exagerada. Cuando vieron que las mujeres se alzaban y triunfaban en el norte, se exacerbó todavía más esa inversión: empezó la represión, la persecución, la "caza de brujas". Eso motivó la invasión y, durante un tiempo, cambiaron las tornas; pero exclusivamente por la presencia militar del norte. Una vez recuperada la independencia y creados los microestados, todo ha vuelto a la "normalidad". Es decir: ninguna mujer tiene puestos de responsabilidad y su ámbito de "actuación" se limita a la cocina y a los niños.

Hay que tener en cuenta que son regiones bárbaras, plagadas de distintas tribus y tradiciones que, a pesar de haber estado unificadas durante algún tiempo antes de la invasión, pasaron casi dos siglos bajo un yugo opresor que acrecentó sus diferencias. Cuando desapareció el enemigo común, ¿qué quedaba para mantenerlos unidos? De ahí la preocupación por el Tratado, y si se seguirá respetando en el futuro.

Cargando editor
08/06/2011, 00:41
Madre_Abigail

IX. Cartografía

Naarii goza de una amplia zona de costa y de tres grandes puertos comerciales: la capital, Ksetra, Strii y Prasuuti, la gran ciudad pesquera. Desde todas ellas pueden tomarse barcos que cruzan el océano o que comunican las tres ciudades entre sí.

Ksetra es la sede de la Corona, del Círculo y de la mayoría de las Cofradías, aunque todas las instituciones cuentan con delegaciones en las principales urbes. Ksetra es conocida por el impresionante palacio real, hogar de la Reina y sede de la Corona, y la torre del Círculo, un impresionante edificio de una sobriedad inquietante.

Desde Ksetra parten también numerosos barcos fluviales que recorren grandes distancias Tantukii arriba. El Tantukii es el principal río del país, y continúa hasta más allá de las fronteras de Naarii, sorteando las montañas en un tortuoso recorrido subterráneo. Esto sin embargo no es del todo correcto, ya que el Tantukii en sí no es un río, sino dos que confluyen en Naarii. Pero las naariika morirían antes que reconocer que sus aguas son una con las de Vaadabeya. En el Bosque del Olvido muere un afluente de uno de los ríos principales, creando un lago natural y una de las cascadas más impresionantes jamás vistas.

Las ciudades de Maalaa, Vanitaa, Baalikaa y Strii forman lo que comunmente se conoce como "el Anillo", una suerte de Hansa formada por las capitales de cuatro provincias limítrofes. Sundarii, la ciudad minera más al oeste del país, es la ciudad más pobre de todo Naarii (que, para los estándares del resto de naciones, es poco menos que una ciudad acomodada).

Al sur, de espaldas (o de frente) al Bosque del Olvido, está Vaanarii, la segunda ciudad más importante del país y última gran urbe antes del Bosque y de Vaadabeya. Si Ksetra es la capital política y militar de Naarii, Vaanarii es su centro artístico por definición. En ella residen algunos de los más ilustres escritores y compositores de todo el Reino, y es famosa más allá de sus fronteras por el espléndido teatro que alberga en su corazón.

En el corazón del Bosque del Olvido se encuentra la aldea en Régimen Especial de Hansonburg, administrada por la Corona, y más al sur, fuera de la linde del bosque, se encuentra la aldea en Régimen Especial de Korka, regida (en teoría) por Vaadabeya. Son los dos únicos lugares habitados y habitables dentro del Bosque del Olvido.

Las fronteras de los microestados que componen Vaadabeya son aproximadas, basados más en creencias, anales y prejuicios que en hechos fehacientes. Los bárbaros del sur no se molestaron en enviar a nadie para actualizar los mapas naariika, y en el Reino lo dejaron estar. Se recuerda a la que fuera la capital de las regiones del sur, Mandira, pero se desconoce si ha cambiado de nombre. Del resto de núcleos urbanos se tiene un vago recuerdo, como su localización aproximada; esta será más o menos acertada dependiendo de si fueron o no devoradas por las sangrientas guerras civiles que asolaron la región tras la independencia del norte.