Partida Rol por web

La Locura de Durgam

Prólogo: Un bosque de piedra

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16/10/2011, 17:23
Director

Andas con un paso tranquilo, no sabes si porque disfrutas del paseo o porque no quieres llamar la atención. Aún no es de día y una fina llovizna acaricia tu rostro y va calando poco a poco tus ropas. Es increíble como tan poco ha cambiado con el paso de los años. Ya hay gente despierta en Vaanaarii, aunque no son muchos los que han empezado su jornada a horas tan intempestivas.

La calle en la que te encuentras es una de las arterias principales. Quieres pasar desapercibida, y sabes que llamarás más la atención en las callejuelas más apartadas, donde todos se conocen, que en las grandes avenidas y paseos, donde el tránsito es mayor. Pero, al fin y al cabo, ¿qué importa? Muchos son los que vienen y van en la gran capital del sur, no tienes por qué llamar especialmente la atención. ¿Tus ropas? Sí, claramente no están hechas para la vida en la ciudad, pero cubrirlas no cuesta nada y no es especialmente llamativo.

Estás acostumbrada a una vida relativamente hostil en el Bosque del Olvido, más últimamente que las bandas de orgros y trolls son más numerosas. Los habitantes de Hansonburg, por donde te dejas ver de vez en cuando, están inquietos por la creciente falta de seguridad y sabes que se plantean seriamente suplicar a la Reina el envío de un destacamento permanente para no depender de las tropas de la Locura de Durgam, últimamente menos activas que de costumbre.

Sólo has visto la enorme fortaleza desde lejos. Nunca has querido acercarte demasiado por lo que pudiera ocurrir. Sí has visto a su guarnición patrullando los caminos y cercanías de Hansonburg y las caravanas de avituallamiento que al bastión llegan. Entiendes la preocupación de Hansonburg, pero no son sus miedos los que hoy te traen a Vaanaarii.

Giras en la próxima calle y un fulgor rojo te golpea con una intensidad inusitada. El sol está saliendo, se yergue ante ti como lo haría un dragón iracundo. Pero no es este un amanecer hostil: la mañana es tranquila y las calles te son conocidas. El olor de la ciudad al despertar no es uno desagradable, y los edificios y jardines que has atravesado han despertado en ti una añoranza por la vida que llevabas antes de todo, antes de huir, antes de Gamurán...

Llegas a la casa. Es una vivienda corriente, que no desentona con las colindantes: muros de piedra, ventanas tintadas y con cristales que imitan distintos motivos y múltiples techos abovedados de un color que roza el azul y el turquesa. La puerta principal está cerrada y el pequeño jardín frontal cuenta con un manzano. Paseas lentamente la vista por la hierba húmeda, buscando la marca. Si no está, deberás esperar a mañana. La verdad es que tampoco estaría mal esperar y poder... un momento: ahí está. Justo sobre una de las manzanas que han caído del árbol descansa una punta de flecha. La habrías reconocido entre mil; tú la tallaste hace años.

Una mirada fugaz a derecha e izquierda, un rápido estudio de las ventanas cercanas que, afortunadamente, siguen cerradas, y entras en el jardín. Coges la punta de flecha e ignoras la entrada principal: sabes que ha dejado la puerta trasera sin cerrar y que, posiblemente, te esté esperando.

Notas de juego

Con calma, sé cómo andas de tiempo; no hay prisa.

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20/10/2011, 08:52
Lía Gemaflor
Sólo para el director

Recorro el jardín con gráciles y largas zancadas, que me llevan veloz sobre la hierba sin apenas hacer ruido ni dejar huellas. Algunos humanos se maravillan cuando me ven caminar así, aunque para los elfos es lo más natural del mundo: no sabemos caminar de otra manera. Cojo la manzana, con la punta de flecha aún clavada, y sigo mi caminar hacia la parte trasera de la casa. Cuando doblo la esquina, me detengo sonriente, apoyada la espalda en la pared mientras hago algo de tiempo dándole un buen mordisco a la fruta, tras guardarme la punta de flecha. Entonces echo un vistazo al jardín que he recorrido, comprobando que nadie me haya seguido. Cuando estoy segura del todo, doy un nuevo mordisco y me acerco a la puerta trasera, dispuesta a entrar...

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23/10/2011, 15:24
Director

Apenas ha quedado rastro de tu paso por el mullido jardín. Sólo aquel que de noche hubiera pasado por aquí y sido lo bastante perspicaz como para descubrir la punta de flecha y la manzana y que, una vez más, hubiera vuelto a pasar para descubrir (si se acordaba del detalle) que ambas han desaparecido podría haber notado que algo ha cambiado. Afortunadamente, la única persona en varios kilómetros a la redonda lo suficientemente atenta a semejantes detalles está ahora mismo contra un muro comiéndose dicha manzana: eres tú.

La otra persona que se daría cuenta de que falta la fruta es la que sospechas está ya despierta esperándote dentro. Lo sabes, como no, porque ella te ha dejado esa señal, indicativa como muchas otras veces de que era seguro entrar en la casa. También lo sabes por los ahogados ruidos que te llegan del interior de la casa, clara muestra de que hay alguien despierto en ella a pesar de que el resto del vecindario duerme. Y por último, como una confirmación rotunda, está ese delicioso olor a repostería recién horneada, que habrías podido identificar en cualquier lugar.

Te acercas a la puerta que, tal y como sospechabas, está entreabierta. Con un suave movimiento te deslizas hacia el interior de la vivienda. Ahora los ruidos son mucho más claros y el olor más penetrante. A él se añade el de la cera de las velas; el de una infusión que hierve al fuego; el de ropa que aún no está del todo seca.

Ves la sombra de luz que proyecta una vela contra una pared; sabes que viene de la habitación que se encuentra directamente enfrente de dicha pared, que no es otra que la cocina. Una figura se interpone varias veces entre la luz y la pared, proyectando una amorfa sombra humanoide totalmente desproporcionada. De la estancia te llega una cancioncilla tarareada que te hace sonreír: es la misma de siempre.

-Cada vez llegas más pronto, Lía -dice una voz desde las cocinas-. Si sigues así, ya casi no podré ni acostarme y tendré que esperarte despierta.

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06/11/2011, 22:10
Lía Gemaflor
Sólo para el director

Las costumbres son agradables. Camino lentamente por el pasillo, terminándome la manzana, mientras escucho la cancioncilla y los comentarios. Como siempre. Las costumbres son tan familiares... Y lo mejor de las costumbres es que dejan la puerta abierta a las sorpresas. Y yo adoro las sorpresas...

Pronto... tarde... La vida de un elfo no está tan apegada al tiempo como la de otras razas...

Surjo de la oscuridad del pasillo para presentarme en la hogareña luz de la cocina, donde me espera mi interlocutor.

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25/11/2011, 18:57
Director

En el interior de la estancia te espera la anciana mujer con una resplandeciente sonrisa. Te gustaría decir que nada ha cambiado, que sigue igual que la última vez que la viste y que es impresionante que los años no pasen para ella. Pero por desgracia son comentarios que no podrás pronunciar, ya que los surcos del tiempo son más profundos si cabe en su tez que la última vez que la viste.

-Lía, querida, ha sido largo el tiempo que hemos pasado sin vernos -dice Saeeri con jovialidad.

Te sería muy difícil olvidar a la que durante tanto tiempo fue quien te cuidó y crió en ausencia de tus padres. Para ti sería imposible pensar en ellos sin incluir automáticamente a la figura de Saeeri, bromeando con tu padre en la biblioteca o debatiendo airada pero amistosamente con tu madre en las cocinas.

Se sienta con pesadez en la silla. No habrá formalidades esta vez, parece que tampoco charla nostálgica sobre el pasado. Algo te dice que no te dará tiempo a terminar la manzana antes de que haya terminado.

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02/12/2011, 12:31
Lía Gemaflor
Sólo para el director

Me acerco a la ventana, comprobando el ambiente exterior. Siempre me siento ligeramente incómoda entre muros de piedra. Tiendo a echar de menos la libertad de los bosques, el arrullo de las corrientes de los ríos, el mecer de las ramas llenas de hojas...

Demasiado tiempo, Saeeri. Siempre es largo todo el tiempo que uno pasa sin ver a sus seres queridos...

Me alejo de la ventana, regresando a su lado. Muevo una silla para situarla frente a ella, tomo asiento y le tomo las manos, con cariño. Su presencia reconforta mi espíritu, aunque al mirarla a los ojos siento que este momento cálido no durará.

¿Hay algo que te inquieta, nana?

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08/12/2011, 20:56
Director

-Ah, todavía te recuerdo, toda pequeña correteando por la casa, con tu madre chillando detrás -dice Saeeri mientras se levanta para ir a buscar un poco de té-. Y yo le decía a tu madre, "esta niña nunca podrá estarse quieta, mi Señora", y ella me contestaba que ni todas las Grandes podrían detenerte cuando te daba por correr, ¡y esos saltos! ¿Pues no alcanzabas de un brinco allá donde yo me tenía que incorporar en los taburetes?

Una y otra vez las mismas historias. Una y otra vez aquellos dulces recuerdos de una época mejor, de saltos y carreras y juegos y dulces, una época sin preocupaciones, sin escapadas, sin él... Es cierto que era una época feliz y que luego vinieron tiempos más turbulentos. Pero has hecho las paces con tu pasado y has llegado a la conclusión de que no te arrepientes de nada de lo acaecido. Es más: estás convencida de que si pudieras volver atrás, sabiendo lo que sabes ahora y lo que sabías antes, volverías a hacerlo todo exactamente igual.

Saeeri sigue con sus anécdotas, y tú ríes y completas unas y rebates otras como una absoluta falacia. Es un ritual que tenéis, una complicidad especial entre ambas que os mantiene unidas a través del tiempo aunque la distancia os separe. Cuando vuelve a sentarse, con una taza humeante en la mano, puedes ver la preocupación en su rostro.

-No todo está bien, niña -dice llamándote igual que cuando tenías seis años, aunque sabes que te considera la mujer más madura de todo el Reino, más incluso que a la Ilustre Matriarca-; o, dicho de otro modo, algo está muy mal.

Toma un sorbo de té mientras busca la manera de continuar.

-La Locura de Durgam (o el Bastión Azul, como la Reina se empeña en volver a llamarlo) va a caer. No lo hará por imprudencia, no lo hará por hordas de enemigos: lo hará por la arrogancia y la vanidad de una chiquilla con cuerpo de mujer y una corona en la cabeza.

No puedes evitar estremecerte y en agudizar tus sentidos, alerta ante cualquier posible oído indiscreto. Sabes perfectamente que Saeeri no comparte las formas de la monarca regente, pero nunca le habías escuchado rechazarla tan abiertamente, menos aún insultarla con tanto descaro.

-No sé cuánto llevas sin ir a Hansonburg, pero las noticias son sombrías. Han corrido rumores de que hay una horda de ogros se está preparando para asaltar la guarnición. ¡Ja! ¡Ogros contra el Bastión Azul, te dirás! Saeeri, vieja tonta, esa fortaleza aguantó el paso de las huestes del Sur. Pues óyeme bien, niña, pues lo que te digo es cierto y son estos rumores que me inquietan: hace tiempo que las patrullas no salen de la guarnición y no llegan a Hansonburg, más o menos el mismo que la última caravana procedente de la Locura llegó aquí y que volverá a partir en pocas horas.

Vuelve a beber un poco de té y luego toma aire. Está visiblemente nerviosa.

-La Locura no debe caer, Lía, pues lo que ahí se ha llevado la insensata monarca puede suponer la perdición de todo el Reino. Durgam estaba loco, pero era por un motivo sobre el que cantan en el Sur y que, de ser cierto, hace la situación todavía más peligrosa. No, no empieces -dice levantando la mano cuando deduce que vas a preguntar, a pesar de que no te has movido un ápice-, no puedo decirte más o estaremos las dos en peligro. No debes hablar de esto con nadie, niña, ¿me oyes? Con nadie. Si se extendiera el rumor, tendríamos un serio problema. ¿Lo entiendes, niña?

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08/12/2011, 21:15
Director

Notas de juego

He hecho la pausa para que añadas algo si quieres :D

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27/12/2011, 22:52
Lía Gemaflor
Sólo para el director

¿Entender? No, no lo entiendo... ¿Por qué me cuenta todas estas cosas? Durante toda la explicación no hago más que preguntármelo. Me pregunto qué puedo hacer yo, qué relación tiene todo este asunto conmigo. Se que me lo cuenta con buenos motivos, la conozco bien y nunca habla sin intención. Pero no lo entiendo. La Locura no necesita la ayuda de alguien como yo, ¡¡lo que necesita es un ejército!!

Pero... ¿Por qué me lo cuentas? Es peligroso para ambos, y ninguna de las dos podemos hacer nada para arreglarlo, así que ¿a qué viene todo esto?

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09/01/2012, 17:09
Director

Sus ojos se entrecierran, escrutándote con una profundidad que sólo se podría achacar a la sabiduría de la vieja Saeeri. La mujer no es tonta, pero lo que te está pidiendo es ciertamente inusual.

-Efectivamente, Lía, no podemos hacer nada salvo encomendarnos a las Grandes. Debes partir con la caravana y alertar a la cabeza de la guarnición, Evrik ta Fa. Debes avisarle, debes hacer que sellen la Locura y que pidan refuerzos a la Corona. Yo haré lo imposible desde aquí por contener los rumores pero... -hace una pausa, visiblemente preocupada-. Temo que, si la Locura cae, la polvareda que levantarán sus escombros ocultarán el sol y las sombras caerán una vez más sobre Naarii; y ambas sabemos que sólo los vientos de la guerra son capaces de llevarse ese aire viciado.

Se levanta con determinación. Ha sido una visita corta y Saeeri ha perdido su encanto. O, más bien, lo oculta.

-Busca en tres días la caravana al Bastión Azul en el Mercado de la Segunda Emperatriz. Pregunta por Vaatrina, querrán contratar protección adicional. Debes ir en esa caravana y llevar este mensaje a ta Fa. Dile que soy yo quien lo envía. No hables con nadie de esto a menos que sea estrictamente necesario. Esperemos que Evrik ta Fa sea menos testaruda que la monarca, o entonces estaremos todos perdidos.

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10/01/2012, 12:15
Lía Gemaflor
Sólo para el director

Permanezco un instante en silencio, pensativa, con la mirada clavada en los ojos de la vieja mujer. Su plan tiene sentido: acudir discretamente, ponerse en contacto con la cabeza de la guarnición, entregarles la advertencia y confiar en que hagan lo que deben. No debería ser complicado para alguien como yo incorporarme a esa caravana, más aún si, como dicen, andan buscando protección extra. A nadie le sobran arqueros competentes.

Está bien -Me pongo en pie, ya decidida- Se hará como dices. Sabemos lo que ha de hacerse y tenemos la oportunidad de hacerlo, así que igual son designios de las Grandes que se haga ¿no es así?

Sonrío. Ella sabe bien que nunca he sido excesivamente devota ni he creído en designios ni destino, más allá del que cada cual se labra para sí mismo.

Partiré de inmediato.