Partida Rol por web

La Locura de Durgam

Prólogo: de matronas e intrigas

Cargando editor
23/12/2011, 17:49
Director

Edora sonríe complacida. Abre los brazos, señalando que el asunto queda zanjado y su conformidad con tu predisposición a desempeñar la tarea que la Corona te ha requerido. ¿Tenías elección?

-Excelente, Anala, excelente -dice visiblemente satisfecha-. Una vez haya atendido a ta Fa y esta y su descendencia estén bien, podrá volver a sus quehaceres habituales en Vaanaari.

Se acerca a ti, señal inequívoca de que espera que te levantes porque no quiere pasar más tiempo en la Casa Nodriza. La verdad es que no te esperabas que la entrevista fuera a durar tan poco. El encargo es en sí efectivamente sencillo, pero impone el hecho de que sea la Corona la que exija que lo cumplas.

-Deberá partir en una semana desde aquí mismo, Anala. Hay una caravana dirigida por una Sierva de la Corona que está colaborando con el Esclavo Inventor en el Bastión Azul. Viajará con ellos fuertemente protegida con un cargamento de víveres y materiales para la fortaleza. Además, se le proporcionará protección especial por parte de una de las Soldados de Su Majestad más prometedoras.

Caminas a su lado y es ella misma la que te abre la puerta. Fuera espera un Merone inquieto que levanta la cabeza al oír tus pasos. La Consorte se queda mirándole, pero luego aparta la vista. No lo sabrías decir, pero parece que estuviera estudiando vuestras reacciones.

-Por supuesto, podréis llevar con vos a alguien que os acompañe -te aclara-. Una sola persona, por desgracia, la caravana ya va en exceso cargada de gente. Vos juzgaréis si os hace falta alguien para asistiros...

Y en ese momento te fulmina con la mirada.

-...y si, de haceros falta, vuestra primera elección es realmente la más adecuada -añade, moviendo sus ojos hasta posarlos sobre Merone, al que tritura con un pestañeo.

Así que ahí está lo que te estaba chirriando. Era eso lo que hacía que esta mujer, una de las Grandes del Reino, una Consorte del Imperio, sintiera cierta hostilidad que no ha sabido disimular. Desaprueba formalmente tu hábito de dejarte acompañar por Merone, algo que sin duda le habrá contado alguna despechada que tampoco ve con buenos ojos ese hábito. Pero eso no es todo, sino que además no ha tenido reparos en decirlo abiertamente, con una última puñalada antes de lamerte la herida con una sincera sonrisa.

-La Corona está en deuda con vos, Janaki Anala -dice más erguida que nunca-. Que las Grandes Madres iluminen vuestro camino. Mañana le indicará un mensajero los detalles de la caravana.

Sin más, la Consorte se da la vuelta y pone rumbo a la salida. Merone adopta la postura que se espera de él. Y de entre las sombras, como aparecida de la nada, surge una mujer en armadura y casco que sigue los pasos de Edora. Una Soldado, sin duda alguna. ¿Llevaba ahí todo el tiempo? Posiblemente. Atrás quedáis tú, Merone y Leura la muda (que no la sorda). No puedes evitar mirar a tu joven sirviente, que sigue con la mirada los pasos de la Consorte del Imperio. Con lástima sientes por primera vez un pinchazo en tu interior que en tu cerebro podría traducirse como "injusticia".

Cargando editor
23/12/2011, 18:07
Director

Notas de juego

Pon si quieres un post final, pero tu intro está oficialmente terminada :D

Cargando editor
23/12/2011, 19:29
Janaki Anala
Sólo para el director

Con mi consentimiento, como no podía ser de otra manera, la reunión parece tocar a su fin. Me alivia saber que aún dispongo de un plazo de tiempo razonable para dejar mis asuntos todo lo bien atados que pueda. Tengo asimismo tiempo para preparar con cuidado el equipaje que quiero llevar conmigo al Bastión Azul...

¿Escolta personal? Supongo que mi presencia es realmente importante y quieren asegurarse de que llegue sana y salva, ya que de lo contrario, tendrían que enviar a otra matrona... pero... no puedo evitar la sensación de que más que escolta será a un tiempo una especie de espía y carcelera... podrá dar parte en todo momento de mi profesionalidad... o de la falta de ella... No tengo muy claro cómo me sentará ser vigilada tan de cerca... ni lo que eso puede implicar...

En un alarde de amabilidad la Consorte me sostiene la puerta para que pase, pero la fachada se rompe en cuanto divisa a Merone...

Con una voz claramente desaprobadora menciona la posibilidad de que me acompañe un asistente, si bien no precisa en calidad de qué exactamente... pero no hace falta...

Con una mirada que me deja clavada en el sitio de forma inconsciente, y sin un sólo titubeo me arroja a la cara todo su desprecio y desaprobación con una frase tan simple, que en otros términos, podría resultar hasta educada. Qué distinto sonarían esas palabras con la entonación cariñosa o preocupada de Nanike... Pero está claro que la Consorte no es mi Nani... ni su intención era únicamente aconsejarme...

No puedo evitar que el rubor me tiña levemente las mejillas, mientras algo similar al orgullo herido ruge desde mi pecho... pero el rugido es tímido... y desde luego no me llega a la garganta... tampoco la Consorte le ha dado tiempo para ello...

Con un rígido ademán de cabeza, que podría interpretarse por una última reverencia de despedida, me trago mis sentimientos. La mujer abandona la sala seguida por una soldado, que ni siquiera había advertido cuando entré en la Casa. Aparentando frialdad, como si nada hubiera pasado, ni una Consorte del Imperio me hubiera cuasi insultado ante testigos, tiendo el macuto con mis utensilios de trabajo a Merone, que lo coge presto.

Antes de dirigirme hacia la puerta me despido de Leura, que lo ha presenciado todo en silencio, útil característica suya en estos casos. Quién sabe lo que piensa... su rostro no ha dejado traslucir nada, al menos no ante mis ojos... 

 

Recorro las calles de mi ciudad en silencio... tengo mucho en qué pensar... Merone me acompaña, acomodándose a mi rápido paso... aún no ha dicho una palabra... pero mejor así... yo tampoco tengo muy claro qué decirle...

Una vez llegamos a casa, por suerte está vacía. Tanto Nanike como Ruma han salido, no es común, pero esta vez lo agradezco profundamente... ya he tomado una decisión... ahora tengo que exponerla...

- Merone... volvemos a la biblioteca...

Sin esperar respuesta me encamino en la dirección marcada. Es hora de poner las cartas sobre la mesa... no pienso huir más de los miedos... ya lo he hecho demasiado tiempo, y al final siempre te alcanzan...

De nuevo estamos en la acogedora biblioteca de mi maestra... bajo los ya potentes rayos del sol deshilachándose en llamativos colores sobre la mesa... Merone frente a mí guarda silencio, mirándome pensativo... por dos veces en un día vamos a tener una charla trascendental...

Me aclaro la garganta y junto los dedos de ambas manos buscando las palabras... no los tendré así mucho tiempo... soy persona de ilustrar mis conversaciones con gestos, a veces inconscientes...

- Bien... las cosas están así...

Tomo aire ordenando las ideas... no es fácil transmitir lo que quiero decir...

- La mujer que me ha mandado llamar es una Consorte del Imperio, como pudiste observar. Me han encargado una misión lejos de aquí, me iré la semana que viene... de momento dejemos así el dar más detalles... Basta saber que tengo que atender como matrona a una persona importante para el reino... es un alto cargo, y tiene bajo su responsabilidad... bueno... digamos que tiene MUCHA responsabilidad...

Evalúo la reacción de mi acompañante unos segundos y continúo...

- No sé lo que  me voy a encontrar allí... no sé si me veré en una situación incómoda, agobiante, o incluso peligrosa... no lo sé. Sé que voy a estar rodeada de personas de la alta sociedad, exigentes con el protocolo y las costumbres... sé que voy a permanecer fuera mucho tiempo, seguramente varios meses... y bueno...

Adelante... clavo los ojos en Merone y disparo...

- Quiero saber qué piensas hacer tú...

Ante la mirada sobresaltada y perpleja del muchacho me apresuro a proseguir...

- Quiero saber Merone, qué esperas conseguir en la vida... qué te propones...... No puedes ser matrona... lo sabes... no en Naarii...

Estoy hurgando en una herida sangrante, lo sé... sé que con mis palabras bruscas y directas le estoy haciendo daño, la máscara impávida tras la que rápidamente se ha guarecido Merone, no ha sido lo bastante rápida...

- Y no es que yo no estuviera dispuesta a enseñarte el oficio... - no puedo evitar bajar la voz al pronunciar estas palabras... si alguien me oyera...- pero no puedo hacerlo... ¡no puedo!... sería considerado traición dentro del gremio y no me dejarían ejercer nunca más... estoy casi segura... y eso... no puedo perderlo Merone... no puedo...

Es lo único que me queda... si lo perdiera... mi madre, Murunia, Kurt, la maternidad... lo he ido perdiendo todo poco a poco... es lo único que me queda... si lo perdiera....

- Lo siento mucho... pero tenemos que hablar del tema... porque llevas a mi lado mucho tiempo, pero ya no puedo enseñarte mucho más, y siento que estás desperdiciando tu talento... creo que podrías ser un gran sanador, o artista, o no sé... muchas cosas... y quería decirte que eres libre de buscar otra cosa, otro lugar... puedo escribirte cartas de recomendación para aquello que prefieras... quiero que lo sepas...

La turbación hace mella en su rostro... hace ademán de preguntar algo pero lo interrumpo...

- No te estoy despidiendo Merone... puede que lo parezca... pero no es así... en realidad sentiré mucho tu partida, si decides partir... Te aprecio mucho, y ha sido un verdadero placer tenerte como mi asistente... y egoístamente te diré, que preferiría seguir teniéndote como tal... pero no sería justo no darte la posibilidad de cambiar eso, y más ahora que he de ausentarme por tiempo indefinido...

La postura del joven es tensa, y expectante... no tengo muy claro si lo estoy haciendo bien...

- Si te vas... intentaré ayudarte en todo lo que esté en mi mano sea cual sea el camino que quieras seguir...  y si te quedas... bien... entonces te daré a elegir entre dos posibilidades... Una: quédate aquí y cuida de Nanike por mí... mantenle cogido el pulso a esta ciudad, para cuando vuelva puedas ponerme rápidamente al día... asegúrate de que mi jardín está en perfectas condiciones, temo que a Nanike esté empezando a fallarle algo la vista... y bueno... tenlo todo listo para mi vuelta...

Hago una pausa nerviosa...

- Y la otra posibilidad... es que te vengas conmigo... me permiten llevar a una persona como mi asistente personal... eres lo suficientemente listo para imaginar todo lo que eso podría conllevar de negativo, que te aseguro que no es poco... no soy tonta, sé lo que la gente piensa, sé lo que la gente ve, y sé lo que la gente cuenta... sé las reacciones que eso suscitaría, sé la forma en que se lo tomarían, y sé cómo nos tratarían... sobre todo y especialmente a tí... pero resulta que para mí no es nada nuevo después de todo... y aunque no es que tenga especial interés en revivir una situación así, hace tiempo que decidí que no viviría a expensas de lo que otras personas dictaran sobre cómo debería ser mi vida... pero créeme, esto no te lo deseo para tí... tu caso es distinto... estás a tiempo de elegir... y sinceramente no te merece la pena... no tienes nada que ganar y sí mucho que perder...

No debería estar haciendo esto... la mera idea de llevarme conmigo a Merona es una decisión desastrosa... mi credibilidad se vería aún más minada... ya que parecería que estoy de nuevo "enganchada" a un hombre... y si hay algo que desprecia la sociedad Naarika es eso... y estoy segura de tampoco allá donde voy será bien recibida mi decisión...

Además... ¿merece la pena arriesgarme a ello?... Merone no es Kurt... nadie será Kurt... Merone es sólo un chiquillo que sueña con algo que jamás podrá alcanzar ¡por ley!... y yo no estoy dispuesta a cruzar la línea... ¿porque no lo estoy, verdad?... no... no lo estoy... lo estuve por Kurt, por él habría cruzado todas las líneas, y nunca me importó hacerlo... pero es algo totalmente distinto...

Sin embargo... no sería justa si no le diera la oportunidad de elegir... incluso aunque arruine su futuro... si seguir a la sombra toda su vida de algo que nunca podrá alcanzar, lo hace suficiemente feliz como para seguir así toda su existencia... así será... y en cuanto a mí... bueno... como le he dicho a Merone... hace tiempo decidí que mi vida me pertenecía a mí y a nadie más, y que nunca iba a avergonzarme de vivirla a mi manera... no me arrepiento de aquella decisión... así que ¿por qué no?... mientras no transgreda la ley... nadie me impide caminar por el borde...

- De todas formas, quiero darte la oportunidad de elegir... márchate, quédate, o ven conmigo... te aconsejo lo primero, me agradaría también lo segundo, y no te recomiendo en absoluto lo tercero... pero todo lo aceptaré, sea cual sea la decisión... Piénsalo y cuando lo hayas decidido dímelo... tienes una semana para meditarlo, después tendré que irme te hayas decidido o no...

 

 

Cargando editor
10/01/2012, 20:53
Director

Merone te sigue por las calles de la ciudad, no exento de algo de angustia y carcomido por la curiosidad. ¿Qué se habrá dicho entre esas cuatro paredes? ¿Qué ha ocurrido entre tú y la Consorte? Porque está claro que algo ha pasado, pues tu rostro está blanco como la cera y serio como un día de lluvia. Parece que Feriise ha quedado relegada a un segundo plano y que seguirá en él al menos durante unas horas.

Sigue tus instrucciones en silencio cuando llegáis de nuevo a casa. Es evidente que arde en deseos de preguntarte qué es lo que ha ocurrido, mas ¡por las Grandes!, jamás se atrevería a preguntarte abiertamente por ello: esas conversaciones son cosas de mujeres, y los hombres no tienen cabida en ella.

A medida que le expones la situación, tus opiniones y sentimientos, todo ello mezclado en un torrente de pensamientos y confesiones, la expresión de Merone cambia. Pasa de la curiosidad a la inquietud, de la inquietud al miedo y del miedo a la timidez. Estás siendo muy clara y directa con él, algo que no es necesariamente malo; pero, ¿será capaz él, un hombre, de ser tan claro y directo contigo, una mujer? ¿Su Señora?

-Janaki Anala, Señora... -balbuce al principio, tratando visiblemente de ordenar sus pensamientos.

Se relame los labios, repentinamente secos. ¡Ah, qué no daría por un dulce vaso de zumo recién exprimido! Ves como juega con sus pantalones entre unas manos que tiemblan ligeramente.

-Sé dónde está mi lugar, qué se espera de mí y qué puedo esperar yo; y soy feliz con ello. Jamás aspiraría a traicionar el secreto de las Matronas, o a que vos lo hicieseis por mí -te responde con firmeza-. La vida del Círculo me espanta, y no es Sanador lo que quiero ser.

Levanta la cabeza para mirarte. En sus pupilas se mezcla el agradecimiento con la prudencia, la emoción con el miedo. Miedo a que te quieras deshacer de él, miedo a decir demasiado; pero también la eterna gratitud por tu ofrecimiento, por tu cariño y sí, ¿por qué no? Por tu lealtad.

-Mi sitio está junto a vos, mi Señora. Tal vez mi cometido no esté en ser Matrona (¡saben las Madres que jamás aspiraría a ello!) sino en ayudarlas. Por favor, os imploro -continúa, cayendo esta vez de rodillas y con un tono de súplica-: no me apartéis de vuestro lado. Si en el viaje os resulta más útil Ruma que yo, sea; pero iré allá donde vayáis vos, y aquí seguiré si así me lo pedís.

Cargando editor
13/01/2012, 20:16
Janaki Anala
Sólo para el director

Ya está... ya está todo dicho... sea lo que las Sumas quieran... pienso cuando termino mi nerviosa perorata...

Si creí por un momento que Merone necesitaría tiempo para asimilar mis palabras y tomar una decisión, rápidamente salgo de mi error. El joven lo tiene mucho más claro de lo que yo imaginaba. A medida que desgrana sus palabras me doy cuenta de que realmente no había otras alternativas a considerar. Sea pues...

No puedo evitar respirar aliviada al asegurarme que no pretende inmiscuirse en el sagrado arte del alumbramiento, parece realmente entender que no es un camino accesible para él, así como la imposibilidad de mi guía para recorrerlo, si se obcecara en ello. La mera posibilidad de verme en esa encrucijada, era algo que realmente me atormentaba... Gracias a Las Madres, no parece que eso llegue a ocurrir... al menos no de momento...

Por otro lado, la vehemente súplica de Merone me conmueve a la vez que me sobresalta... a mi pesar, impresionada le urjo a levantarse y volver a la mesa...

- ¡Oh, Merone! No, por favor, levanta... levántate... no hagas eso...

Una vez de nuevo en la silla, y procurando continuar con voz más serena, le recuerdo mis anteriores palabras...

- Vendrás conmigo, no te preocupes por ello Merone. Lo que te dije antes, lo mantengo... Y te agradezco tu fidelidad... y tus palabras... necesitaba que dejáramos claro este punto, para poder quedarme tranquila al respecto... bien... entonces, me acompañarás como mi fiel asistente, durante todo el tiempo que quieras hacerlo -ya que no es posible como mi aprendiz- para este encargo, y los que vengan después. De momento necesitaré que te prepares, tanto física como psicológicamente para la próxima tarea. No sé lo que nos vamos a encontrar, pero debemos estar preparados para lo que surja. Tenemos una semana de plazo límite. No hay tiempo que perder...

Debo explicar a Nanike mi partida, y dejarlo todo listo para mi larga ausencia. Lo primero que he de encargarle a Merone, es contactar con Feriise para poder auscultarla antes de irme... y debo buscar otra matrona para que la asista cuando llegue el momento... no es seguro de que tenga la inmensa suerte de que ocurra en los próximos días y poder concluir mi trabajo con ella... y aún siendo así... alguien debería poder guiarla durante las primeras semanas de su nueva vida si lo necesitara...

También tengo que preparar el equipaje, asegurarme de ir bien surtida de todo lo que pueda llegar a necesitar... en cualquier situación, tanto durante el viaje, como después... y preparar una excusa plausible sobre mi inesperado viaje... en definitiva, si voy a estar mucho tiempo fuera, necesito dejarlo todo bien atado...

No hay tiempo que perder...

Cargando editor
13/01/2012, 21:06
Director

Notas de juego

¿Hola? ¿Fin de semana romántico? ¬¬ ¿Voy a tener que regañarte? xDDDD