Partida Rol por web

- Así que eso era todo - comento en voz alta para que Aleena me oiga -. Tanta parafernalia para que te juegues el dinero y compres insignias con las ganancias, El primero que tenga todas las insignias correspondientes a las 9 capas del infierno y 100 monedas de oro gana. En fin pequeña amiga, no se tú, pero yo me limitaré a mirar. El dinero que llevo encima es para mi sustento y el sustento de quien lo necesite. No se me ha dado para malgastarlo y mucho menos para jugarlo.

Dicho esto, me limito a echar un vistazo a la mesa que tengo más cerca, sobre todo para comprobar que durante el desarrollo del juego no se de ninguna situación violenta.

- Jujm... Truurjmmm... - El pordiosero elfo carraspea, como si una terrible flema amenazase con segar su vida hasta que finalmente escupe a una bacina que encuentra cercana a la barra.

Jugar jugar... Idiotas, aunque no sea mas que un diablillo, no deberíais tomarlo taaan a la ligera. La cosa es... Juego? Y si juego... Porqué es? Por el premio? Por hastío... No es que tenga dinero para jugar pero... Maldita sea, es un gran premio!

Sin soltar la segunda consumición, se dirige a los puestos de cambio para canjear 1po en fichas.

Épocas desesperadas requieren medidas desesperadas...

Y llevando la mano bajo las distintas capas mugrosas de ropa, sacude la cabeza.

Miro las apuestas, las reglas y los jugadores. Finalmente niego con la cabeza.

- No se me dan bien los juegos de azar. Cualquiera que conozca a la persona que me casé llegará a esa misma conclusión. Así que yo también paso mi bienhallado paladín. Pero habrá que disfrutar del espectáculo, supongo.

El taldano iba de mesa en mesa apostando lo que podía al juego que fuera, lo mismo le daba uno que otro, ya que no dominaba ninguno. Las fichas iban y venían, de sus manos a las del crupier de turno y de las del crupier a sus manos. A veces ganaba algo, a veces perdía algo más y fue al cabo de un rato cuando se dio cuenta de que su problema no era tanto no saber jugar como las cantidades que se estaba jugando. Con una pieza de oro invertida en aquella gesta aleatoria jamás se haría con una cantidad lo suficientemente alta como para optar al gran premio del Goblin Dorado. Algo contrariado, pues ya se había imaginado cubierto en oro, Leland cambió de tercio y se dedicó a pasear por la sala, regalar fichas a las súcubos de Vancaskerkin y pegar la oreja para ver cuáles eran los temas que estaban en boca de la clase ludópata puertoenigmática.

Sighvat se sienta alentado (y algo ebrio) por la parroquia local. Empieza jugando fuerte con 10 monedas de oro, y comienza viendo la sonrisa de la misma Desna. Por desgracia, durante el resto de apuestas, no volvio a tener fortuna, de tal manera que despues de protestar, amenazar y maldecir (justo cuando los guardias dudaban si debian "invitarle" a abandonar el local) se levanta de la mesa con unas tristes 16 monedas de plata, de las que se dispone a dar buena cuenta de ellas, intercambiandolas ahora por algo mucho mas... reconfortante.

- Muchacha.... - dice apoyandose en la barra - otra cerveza caliente ... con mucha espuma.... que tengo seco el gaznate.....

A medida que avanza la noche os movéis por las mesas de juego, alguno jugándoos vuestro dinero, otros vigilando por si se ve algo raro.

Y la verdad es que algo raro sí ocurre en un momento dado de la noche...

Veis como una tia se pone tensa, y algunos tipos a su alrededor también, y un par de segundos despues a la tia se le caen unas cuantas fichas al suelo, y tanto ella como los tios se agachan y cierran los ojos.

Mordisqueando un grasiento y sucio mechón de pelo, camina entre las mesas, algo ha llamado su atención.

Se detiene a unos pasos de una mesa y pronuncia unas raras palabras, en el volumen mas bajo que es capaz, para ejecutar un conjuro.