Partida Rol por web

Mientras Aleena intenta mantener el equilibrio a duras penas estando cegada, dos de los ladrones golpean con sendas porras y dejan inconscientes a los dos únicos guardias que no habían quedado cegados, por lo que otro de ladrones sonríe y comienza a coger las bolsas de las cinturas de los aterrados jugadores del casino. Otro intenta golpear a Leland con su porra, pero éste le ve a tiempo y le esquiva.

Tras esto, la chica se acerca al cofre donde están las 10.000 monedas de plata en el centro de la sala, y el tipo lanza un pergamino que hace que el cofre disminuya de tamaño y se encoja hasta parecer  no más que un pergamino grande. La tia lo recoge y se lo guarda en el cinturón.

Leland se dio cuenta de que su encanto personal, que era mucho, no le iba a sacar de esta situación, así que decidió pasar a la acción y labrarse una reputación en Puertoenigma. Eso sería genial en caso de conseguir representar una obra. "Leonardo III, protagonizada por Leland Barrimore, el héroe del Troll Dorado. Me quitarán las entradas de las manos", divagaba. Contento de haber escondido una daga en la manga, la extrajo con un ágil movimiento y giró alrededor del matón que tan torpemente intentaba golpearle sin atender a los más básicos rudimentos de la esgrima. Un par de fintas más y conseguiría entablar un duelo con la muchacha del cofre.

Ese hechizo...- Pensó el bardo.- Lo he visto alguna vez. No recuerdo bien dónde, pero se llamaba... Lo tengo en la punta de la lengua...

Pero... Qué hace ese loco? Refiriéndose a Leland

Oh, bueno... Es posible que... Uhm... Siempre se puede sacar beneficio si se salva ese oro.

Se movió un poco, para apartarse aún mas, y comenzó a entonar unas palabras, breves y concisas con sílabas y tonos extraños. En sus manos se formó un resplandor que concretó en la forma de un sable élfico en miniatura pero hecho de luz. Con un gesto decidido lo arrojó contra el ladrón había intentado golpear a Leland.

El elfo sale de su posición para echar una mano e intentar evitar que roben el premio del torneo. Una hoja de energía sale disparada de su ser impactando contra uno de los ladrones, pero no ha hecho más que enfadarle, ya que no lo ha dejado fuera de combate.

Mientras, el resto de guardias siguen inconscientes...

Al bárbaro parece que le divertía todo aquello. Ese hombre, claramente amanerado,  atacando a uno de los matones, un hechicero empezando a hacer magia. Estudio a los presentes para intentar dilucidar quien sería el siguiente en actuar.

Apoyo los codos y la espalda sobre la mesa y se dispuso a contemplar el espectáculo, esperando que ninguno de aquellos matones le importunara.

Supongo que estoy completamente ciega. Sería absurdo actuar. Sin embargo me intento ir acercando hacia la puerta de salida, lentamente y con cuidado

El ladrón alcanzado por el proyectil de energía del elfo se gira e intenta arremeter contra Leland, a la vez que orden a uno de sus compañeros que vaya a por él. Debido a esto, falla estrepitosamente su ataque.

El otro ladrón llega hasta el elfo y le da un porrazo, pero solo alcanza en el hombro, que se lo deja con un temblor de dolor. El resto, roba lo que puede a los particiapntes del torneo: bolsas de monedas, collares, pulseras, anillos, pendientes...

El paladín parece que comienza a salir de la oscuridad de su ceguera, aunque aún ve solo borrones.

La chica que recogió el cofre tratado mágicamente grita a sus compañeros: ¡Saquead lo que queráis chicos!, y comienza a dirigirse hacia la salida.

Retrocede un paso, maldiciendo para sí haberse decidido a "actuar" en esta situación. En el fondo el quería el dinero, no ayudar, pero había algunos pasos intermedios que lo habían obstaculizado bastante.

Tras retroceder, se concentra para lanzar un nuevo conjuro, por desgracia se abstrae demasiado, convirtiéndose en un blanco fácil para su enemigo.

De sus manos se extienden unos zarzillos oscuros, con un brillo púrpura, se extienden buscando a su objetivo pero este consigue evitarlos fácilmente, sin que supongan una amenaza para él.

Los guardias siguen cegados o inconscientes.

El mago jefe, que habia transformado el cofre, ahora lanza un conjuro y consigue abrir la jaula donde está el diablillo. Éste grita de alegría y sorpresa cuando esto ocurre...

Despues el mago comienza a ir hacia la salida.

Sorprendido ante la pasividad reinante, Leland intentó, en un último esfuerzo, alcanzar a los malhechores que estaban a punto de huir por la puerta principal sin que nadie mas que él y un elfo borracho hubieran movido un dedo. Zafándose del matón con el que estaba enzarzado, corró daga en mano atravesando la sala de juego hasta alcanzar a la mujer portadora del cofre miniaturizado.

Todo este asunto divertía de sobremanera a Sighvat. Los saltitos y los esfuerzos tan teatrales de aquel hombrecito por llegar a la jefa de los ladrones le sorprendían mucho. El bárbaro estaba acostumbrado a enfrentarse a las cosas de cara, no a esquivarlas, si alguien se interponía en su camino, normalmente era suficiente con llevárselo por delante. Camino unos pasos despreocupado, hacia la salida, con la atención fija en las acciones de aquel hombrecito..