Partida Rol por web

   En una remota península situada en las costas de Argimiliar, se encuentran las ruinas de una vieja torre de planta octogonal, vestigio de la expansión del Imperio de Melniboné. Está protegida del mar abierto por la naturaleza de la costa, formada por cerca de 100 kilómetros de prácticamente inescalables peñascos, y por la escasa profundidad de las aguas cerca de la orilla, que impiden la aproximación de los barcos. Tras los arrecifes, se levanta una montaña con sus laderas cubiertas por una jungla casi impenetrable prácticamente hasta llegar a la misma cima, donde se encuentra la torre.

   Vered Veredan, príncipe mercader de Cadsandria, ha oído hablar de la existencia de la torre a uno de sus capitanes de barco, que accidentalmente oyó hablar de ella en uno de sus viajes. Al ser un estudioso del viejo saber melnibonés, está buscando desesperadamente una oportunidad para explorar esta escondida reliquia. Ahora bien, es demasiado rico como para tener que asumir personalmente ningún riesgo, y es por eso que ha tomado a su servicio a un grupo de aventureros para que la exploren.

   Después de prepararse en Cadsandria para la expedición, son transportados en barco hasta las cercanías, y en un pequeño bote hasta el pie de los acantilados. Los aventureros tienen que decidir cómo van a llegar a la cima, porque la aventura empieza aquí.

   Después de prepararse la expedición para esta aventura en Cadsandria, sois embarcados y transportados en barco hasta las cercanías, y en un pequeño bote hasta el pie de los acantilados.

   Como se os dijo, kilómetros y kilómetros de acantilados en ambas direcciones y arrecifes que impiden que el barco se aproxime, así que cuatro marineros robustos y con pericia os acercan hasta la base del acantilado, con vuestro equipo.

   Ahora tenéis que decidir como subir hasta lo alto, una vez que coronéis la escalada, el bote volverá al barco que tendrá que retirarse. Al no poder permanecer estático en alta mar durante días, deberá retirarse hasta un puerto, parar un día para aprovisionarse y volver, lo que entre ida, reponer pertrechos y volver se calcula que tardará una semana. Lo cual debería ser tiempo más que suficiente para explorar la torre.

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   Estáis en el bote que os ha traído hasta la costa, el barco no puede acercarse por los arrecifes, ahora hay que subir hasta arriba. Tenéis que repartiros el equipo y subir. Bueno, menos Niranna, que puede volar hasta arriba. Desgraciadamente no puede cargar peso, pero al menos puede subir la cuerda y amarrarla arriba.

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Leyre observaba el perfil de la agreste costa con la mano haciendo visera sobre sus ojos. Las olas rompían a sus pies, sobre la playa. La flamante armadura de cuero ceñido, la capa corta y el petate a la espalda que había comprado con los bronces que le había sacado al mercader casi la hacían parecer toda una exploradora.

La figura de la torre en ruinas se recortaba contra el cielo en lo alto del acantilado. Aquella ascensión no iba a ser fácil, pero era preferible a abrirse camino entre la peligrosa selva. Al menos si se despeñaban el final sería rápido, mejor eso que enfrentar una dolorosa picadura mortal o ser devorada por alguna alimaña salvaje. 

Tenían suerte de contar con Niranna. Leyre le había confiado su cuerda de doce metros para que la asegurase arriba. Tras observar el vuelo de la joven hasta la torre, se aseguró de que los fardos que iban a subir estaban bien atados.

—¿Puedes revisar estos nudos, por favor? —pidió a Lan, el marino. 

Durante unos minutos permaneció atenta a los ruidos de la selva y cualquier indicio de movimiento. No sabía si aquel remoto lugar estaba habitado, pero no quería que los sorprendieran. Cuando estuvo segura de que nadie pretendía emboscarlos, recogió algunos guijarros para la honda y los guardó en un saquillo al cinto. Esperó a que uno de los guerreros hubo ascendido y lo hizo ella también, tras asegurar la cuerda a su cintura.

   Puede Lan revisar los nudos, si quiere (habilidad hacer nudos), un éxito anulará un fallo en la escalada, un fallo añade un fallo más (uno de los bultos estaba mal atado). Solo tira una vez por todo el grupo. Y por supuesto aún debe hacer su propia tirada de escalar normal.

Niranna repasó el borde de sus alas con sus manos. Luego, con un sencillo salto emprendió el vuelo. Era imposible transmitir a los humanos aquella sensación. Algo que para ellos solo se podía conseguir en sueños era para ella una forma cotidiana de movimiento. Se alzó hasta lo alto de los acantilados y echó un vistazo a los alrededores, preocupada por la posible presencia de algún enemigo agazapado. Iba solo con la jabalina y la cuerda, para aligerar su vuelo. Todavía llegó a sentir algunas gotas de agua de mar mientras ascendía, de las olas que golpeaban los arrecifes. Pero más allá de la propia presencia cuasinatural de la torre, no se apreciaba ningún signo de humanidad.

Niranna aterrizó después de un rato de examen aéreo cerca de los arrecife en el lugar que le pareció más protegido e inaccesible. Se puso de rodillas y blandió la jabalina ante cualquier amenaza que se pudiera presentar. Solo cuando estuvo segura de que no había nada peligroso por los alrededores se decidió a lanzar la cuerda. El problema lo tenía con el nudo. No conseguía atarlo con la fuerza suficiente. Y así se quedó un rato, peleando con él mientras ellos ascendían.

Atarkar se subió al bote con la armadura de cuero y anillas mientras llevaba la cota de semiplacas y anillas guardada en el petate, atado con la cuerda que había comprado el día anterior. Ató el otro extremo de la cuerda al barco y se decidió a ayudar a mover el barco hasta la zona en la que deberíamos desembarcar.

Llegados a los acantilados en donde debían desembarcar, todos nos apresuramos a prepararnos, no cabía duda que deberíamos escalar y que las cuerdas deberían ser nuestra gran ayuda. Niranna había sido requerida por otra compañera para que con su habilidad de vuelo llevase la cuerda a la parte superior del acantilado.

Haciendo lo mismo le requerí que transportase mi cuerda a la parte superior, para una vez haber subido el acantilado, desde arriba poder subir el resto de mis cosas tirando del cabo superior.

Entendía las dudas de mis compañeros a cerca de los nudos de las cuerdas, pero no estaba en mi mano solucionarlo pues... mi conocimiento de nudos era el mismo que el de coser una camisa, el resultado iba a ser el mismo, por lo que confié en que todo iría bien y para probar si esta resistía me decidí a ser el primero en probar, así y todo no era ni el mas ligero ni el mas pesado y sería una buena piedra de toque para probar la resistencia de la cuerda. Además, en caso de que cediese, y esperando no golpearme contra las rocas del acantilado, había tomado la precaución de cambiar la armadura para evitar ser engullido por el mar hacia su oscuro fondo.

Agarré la cuerda y comencé a subir tratando de posar mis pies en cualquier saliente propicio para ayudar a rebajar mi peso y ayudarme a subir lo mas cómodo posible.

Llegamos al acantilado en el bote y ahora había que subir trepando. Toda una odisea, desde luego. La compañera alada volaría hasta arriba para atar un cabo y nosotros subiríamos por él, cosa nada fácil. Asentí a la pregunta de la pelirroja.

-"Claro, ataré las cosas, no te preocupes." Le dije distraído.

Empecé a hacerlo casi sin mirar, dada la pericia que tenía en tales menesteres. Pronto me tocaría a mi subir por la cuerda, cosa que tampoco se me daba mal. Cuando llegó mi turno, ascendí después del guerrero, me escupí en las manos, me las froté y empecé a trepar sin problema.

Habían sido demasiados años acompañando las expediciones comerciales de la casa Thalerian como para que Uxyr no hubiera aprendido unos cuantos trucos en lo que hacer nudos y trepar por cuerdas se referìa. Como no deseaba que su enorme peso cayera sobre ninguno de los sus compañeros, espero a que todos hubieran avanzado en la subida, para agarrar una de las cuerdas que traían y atar sus posesiones con un nudo corredizo que las asegurase a sus espaldas en la subida. Luego, ayudado por las cuerda comenzó a trepar, con una habilidad que pocos imaginarían en un hombre de su volumen.

Una vez arriba se equipó con su armadura semipesada, su escudo de torre y su mayal dispuesto a abrirse paso a través de la selva hasta la torre. 

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   Subís todos más o menos bien. Es posible que haya algún resbalón, pero os apoyáis los unos a los otros y os aseguráis de que llega todo arriba. Una vez estáis en lo alto del acantilado, el bote da media vuelta. No es posible de ninguna de las formas que el barco se mantenga más o menos estable y estático en alta mar frente a unos acantilados cubiertos de arrecifes. Así que se dirigirá a puerto, cargará suministros y volverá otra vez aquí. En el tiempo que va y vuelve, debéis tener de sobra para completar vuestra tarea.

   El otro grupo por lo que sabéis ha emprendido una aproximación distinta. En vez de por barco y escalar el acantilado, se aproximará por tierra a través de la selva. Tardará bastante más que vosotros, así que no deberíais cruzaros. Si triunfáis, estaréis de vuelta antes. Si fracasáis, tomarán el relevo. Es posible que coincidáis, pero es raro.

   Así que aquí estáis, ante la torre.

   Torre puede no ser la palabra más adecuada para describirla. Por lo que podéis ver, consta tan solo de dos pisos, le calculáis unos 12 metros de altura. Aunque quizás en un pasado remoto pudo haber sido más alto este edificio.

   Hay evidencias de que resultó gravemente dañado, hay gran cantidad de cascotes y fragmentos de piedra yacen alrededor de su base, mientras que la parte superior del tercer piso está parcialmente derrumbada. Se pueden observar algunas grietas en el muro. Grietas del tipo que se colarían cucarachas y lombrices, nada mayor que eso. Hay algunas ventanas, altas y estrechas; todas están de unos 3 a 4 metros de altura y son estrechas como para impedir la entrada de cualquier enemigo o bestia nocturna con alas.

   Rodeando la torre, se ve lo que se vislumbra en una primera mirada. Dos pisos, planta octogonal, la distancia de muro a muro, cruzando el octógono por su base, puede ser de 12-15 metros más o menos.

   Y una única entrada. Va a estar ahí dentro oscuro, donde no haya ventanas.

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    Os aproximáis a la puerta principal, y por lo que podéis ver, la única forma de entrar. Es, o más bien fue, una sólida lámina de sus buenos diez centímetros de madera de roble, pero el tiempo ha hecho estragos y ahora cuelga de sus goznes, rota, podrida y parcialmente carcomida.

   De ahí parte un corredor que por lo que parece divide en dos partes la planta baja y tiene unos 5 pies de ancho (un pie unos 30 cm, metro y medio de ancho el pasillo). La puerta, y por tanto el pasillo, empieza en el lado de la torre que da al acantilado.

   A excepción de una pequeña zona alrededor de la puerta principal, está tan oscuro como si se tratase de una cueva. Pero a ambos lado del corredor, a izquierda y derecha, hay una puerta que dan a algunas habitaciones. El suelo del corredor es de la misma piedra que constituye la torre, pero está cubierto de suciedad, barro y huesos de animales. La desvencijada puerta entreabierta ya no impide que las alimañas entren y salgan del edificio, por no hablar del viento.

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Sin excesiva dificultad, todos subimos hasta la base de la torre. Mientras el bote se iba, nosotros mirábamos los alrededores de la torre para asegurarnos de que nada había oculto por allí, escondido entre el follaje. Tras equiparnos para entrar, fuimos hacia la puerta de entada, que se encontraba en el lado del acantilado. La torre tenía solo una planta más, ya que la superior parecía haberse derrumbado hace mucho tiempo.

-"Creo que Niranna podría echar un vistazo a lo alto de la torre. Quizás sea buena idea escalar la torre y empezar su investigación desde arriba, siempre que haya paso para entrar." Comenté al resto, en especial a la mujer alada.

Saqué una antorcha por si acaso, ya que dentro estaba oscuro como boca de lobo. Si íbamos a entrar por la entrada principal o por arriba, la antorcha nos iba a hacer falta.

Sin más, Niranna levanta el vuelo y da dos vueltas alrededor de la torre, mirando atentamente en su interior. Luego se aposta en los restos de la tercera planta ya con el arco embrazado.

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   Vuelas arriba, no ves nada en espacial. Eso sí, el lugar está bastante silencioso, desde luego, en la parte alta de la torre no hay nadie por las cercanías.

   El tercer nivel fué hace tiempo una azotea parapetada, usada para apostar a los arqueros o para albergar grandes audiencias. Actualmente, los parapetos han sido derribados y parte del mismo suelo se ha hundido en la zona donde la escalera salía arriba, precipitándose los cascotes escaleras abajo y diseminándose en el rellano del segundo nivel. Es un lugar sin vida ni interés.

   Ya que esta escalinata está en el extremo opuesto, en perspectiva, de la puerta de entrada, puedes suponer con bastante lógica que siguiendo el corredor desde la puerta de entrada recto se llega a la escalinata que va al segundo piso (La puerta está sólidamente cerrada)

   Una cosa si te percatas.

   El segundo piso NO tiene ninguna ventana.

   Puedes decirles lo que has visto desde aquí sin bajar, con asomarte y hablarles te oyen. Tal como están todos los cascotes sueltos, no se pueden afianzar ni cuerdas ni nada parecido, si alguien quiere subir aquí, va a tener que trepar 12 metros a pulso. Y aquí caerse si que hará pupa. Claro que también, puede usar la escalera del primer piso y no ir trepando con las uñas por las paredes.

   Niranna extiende las alas y se eleva en un periquete a lo alto de la torre. Por lo que se ve desde abajo, está la parte superior cubierta de cascotes sueltos.

Atarkar escaló el acantilado mucho mejor que lo que esperaba, para ser un guerrero ágil, lo de trepar nunca se le había dado bien y le sorprendió no haber tenido ni un solo contratiempo, por si acaso este sucedía llevaba la cota de cuero, mas valía prevenir que lamentarse.

Llegado arriba y con la ayuda de su compañera alada, tomó la cuerda a la que había atado el petate con el resto de sus pertenencias y con la fuerza de sus brazos lo fue izando hasta la superficie en la que se encontraba.

Uno a uno fueron llegando sus compañeros y todos sin ningún contratiempo, ¿sería esta una buena señal? Fuese lo que fuese se hallaba ante ellos una fortaleza ancha de dos plantas con signos de haber sido derrumbada parte de su altura superior. Niranna volvió a alzar el vuelo para realizar una comprobación en la parte superior mientras otros se adelantaban a encender una antorcha y otros a revisar una posible entrada, aunque a todas vistas solo parecía haber una y esta era la puerta principal.

Deshice el petate y me quité la armadura de cuero para colocarme la armadura de semiplacas y anillas, ya sin riesgo de caer al agua esta podía ser mas útil dentro de la fortaleza. Me coloqué el cinto, tomé las armas y el escudo y guardé la linterna y el aceite en la mochila junto al yesquero.

- La Antorcha de Lan será suficiente o quereis que encienda la linterna? 

Apresté mis armas para hacerme a ellas antes de decidir entrar mientras esperaba la respuesta de mis compañeros.

Leyre llegó arriba exhausta, jadeando. No estaba acostumbrada a tales esfuerzos. Observó las ruinas con los brazos en la cintura, algo encorvada sobre si misma, tratando de recobrar el resuello. A duras penas pudo asentir a la idea de Lan. En lo alto del acantilado, la brisa marina agitaba furiosamente los mechones de pelo lacio que se escapaban de su moño. Cuando estuvo mejor, recogió su cabello de nuevo y enrolló su cuerda. Se gachó para guardarla en su mochila y sacar su linterna.

—Ya llevo yo la segunda luz, compañero. Usa tus armas mejor —respondió a Atarkar mientras encendía su propia lámpara de aceite—. Pero dejadme echar un vistazo antes, buscar trampas se me da mejor que trepar —torció el gesto—. Solo por si acaso.

Esperó a ver que novedades arrojaba Niranna antes de inspeccionar el corredor con extrema cautela.