Partida Rol por web

Me desperezo y caliento mis manos en los últimos rescoldos del fuego antes de recoger mis armas. Un nuevo día ha llegado. Me encuentro tranquilo y sin demasiadas muestras de agitación o remordimientos. Esperaría no estar tan calmado, pero, de algún modo, mi antigua vida y todo lo que pasó ayer parece lejano. Hay problemas más importantes en los que pensar. Ayudo a mi esposa y los niños a prepararse, asegurándome de que el frío no ha dejado secuelas en ellos.

-Caminemos. Necesitamos alejarnos y, sobre todo, encontrar un lugar más refugiado para la próxima noche. No creo que podamos aguantar mucho tiempo durmiendo así. Hacia el mar, es un buen plan, Erik.

   - Bien... ya estamos todos juntos por fin. - Miré a todo el grupo, a mis compañeros, hermanos y hermanas de armas. También miré a nuestros familiares y amigos, abuelos, madres, hermanos y hermanas, hijos e hijas. Muchos de nosotros habíamos aguantado largas marchas a pie desde la costa para saquear poblados del interior. Pero otros nunca han pasado el hambre y las penurias a las que estamos acostumbrados. - Hay que... organizarnos. Haced un recuento de víveres, si es que tenemos alguno, y también de odres. Voy a ir al arroyo que pasamos anoche, y llenaré los odres que estén vacíos. Pero hay que conseguir también comida. Lo que no vamos a hacer es dar tumbos por el bosque o la tundra hasta que el hambre o el frío nos mate. Marcharemos en cuanto tengamos el agua y durante el camino, quienes cacen pueden buscar algunas piezas. - Miré a mi alrededor, muchos meditaban y seguramente muchos más no estarían de acuerdo, pero era un suicidio campar por ahí del modo en que lo estábamos haciendo, sin vituallas y sin organización. - Sabéis que no soy buen cazador, solo podría cazar una piedra y no creo que queráis hincarle el diente, ¿eh? - Recordé una anécdota. Ívarr me había mandado con Sigbjörg, una guerrera del grupo, a conseguir unas piezas. Mi torpeza con el arco solo fue superada por mi nula habilidad para rastrear una presa y pasar desapercibido. Sigbjörg exclamó, cuando volvimos con solo tres conejos, que sería más seguro meter la mano en la boca de Fenrir a dejarme suelto por los bosques. Aquella anécdota me hizo ser el objeto de bromas durante toda la época de saqueos.

-No Uthred, mejor que no vuelvas al arroyo de anoche, no queremos acercarnos a donde nos perdieron el rastro. Avancemos hasta el siguiente arroyo, hay nieve, habra agua para beber. Harald nos la encontrara. Lo del recuento de comida y buscar algo mas para comer, es importante. Pero tenemos herido a Harald y ademas necesitamos de su experiencia para guiarnos. Contemos la comida y marchemos hasta la hora de comer, nos alejamos de nuestros perseguidores y cuando paremos a descansar tratamos de hacernos con alguna presa que nos llene las barrigas.

Aunque hablando con Haakon, no dejo de oir la conversación de mis compañeros:

Uthred, creo que Erik está en lo cierto. Os podré guiar a otro arroyo no muy lejano donde beber y rellenar los odres, pero creo que lo más conveniente es poner la máxima distancia entre nosotros y nuestros perseguidores, de manera que debemos seguir avanzando y no retroceder.

El descanso me ha sentado bien, me noto algo más fuerte y aunque no estoy totalmente reestablecido, tengo mucha más energía y creo que no seré un retraso para mis compañeros, ya podré valerme por mi mismo.

Recojamos, es hora de ponernos en marcha.

Solté un suspiro. ¿Me había equivocado? Tal vez con las emociones de la noche anerior simplemente me había imaginado cosas. Dudé un segundo antes de responder a Harald, pero era yo quien le había avasallado con mis preguntas y no tenía derecho a ignorar las suyas.

- Staun es... mi pueblo. O al menos lo era; mi aldea natal. - No sabía a ciencia cierta por qué me costaba tanto simplemente nombrarlo, pero hacía tanto tiempo que me lo guardaba para mí que simplemente decirlo en voz alta me provocaba una sensación de incomodidad en la boca del estómago. - Los mismos lobos la atacaron en una ocasión. Ya no soy bienvenido allí. - terminé simplemente antes de levantarme a recoger mis cosas para partir. Sabía que no era la mejor de las explicaciones, pero no me sentía capaz de decir más por el momento.

No tardé mucho en dejar de nuevo a Harald atender sus propios asuntos para recoger mis propios pertrechos que necesitaría para andar el camino; pero cuando me reuní con los demás, al contrario que el guardabosques, mi expresión era sombría y apagada, como si todas nuestras experiencias desde que volvieramos de aquella última y desafortunada expedición se hubieran ensañado con mi estado de ánimo.

No hablé mucho antes de ponernos en marcha, y cuando me dirigían la palabra me conformaba con responder asintiendo o negando con la cabeza.

-Organicemos la marcha. Harald y Erik pueden abrir camino. Björn y yo cubriremos los laterales y Ishild y Uthred pueden encargarse de la retaguardia.

Echo un vistazo al grupo, buscando otros guerreros capaces. Nadie del grupo ha mostrado iniciativa en ayudar a defender el grupo. Algunos probablemente combatirán llegado el momento, pero salvo que alguien se ofrezca, prefiero considerar que nosotros somos los encargados de proteger al resto.

Las palabras de Haakon me dejaron aún más preguntas de las que ya rondaban por mi cabeza. Sin embargo, parecía evidente que era un tema doloroso para él y que no tenía muchas ganas de hablar más sobre ello. No insistí, ya habría tiempo de volver a preguntarle o bien que él me contase un poco más, ahora había que ponerse en marcha.

Tras mi breve charla con Haakon, recogí mis escasas pertenencias y me preparé para la marcha.

Muy bien, como dice Bernt, yo abriré la marcha y os guiaré. Dirección al mar, ¿no es así?

Avancemos hacia el mar y cuando no podamos por el cansancio avanzar más... meditaremos que hacer. Avancemos tal y como ha dicho Erik. Yo acompañaré a los niños... han sido unos días terribles y quiero pasar un rato con ellos - digo con cierta autoridad. Después de todo mi marido había sido el lider del grupo. - Si me necesitáis en vanguardia no dudéis en avisarme. También os digo que tal vez necesitemos parar para recoger hierbas y plantas. Tengo que reponer mi inventario.

-Manos a la obra. ¡Rumbo al mar del norte!

Con decision, me pongo en marcha. Sonrio a mi madre y a mi hija, a mi hermana y a mi cuñado. Mi cuñado... su vida ha cambiado, tiene por delante una dura prueba, cuidar de mi hermana bajo mi atenta mirada. Debera aprender a destripar hombres, destripar terrones como hacia antes... primero habra que encontrar un lugar en el que asentarnos y no es probable que nos regalen nada. Le hago una seña, quiero hablarle. Lo invito a caminar junto a mi.

Comenzáis a andar entre la nieve, dejando que los más fuertes entre vosotros abran el camino y un sendero en la nieve. En algunas zonas la nieve se ha acumulado bastante y cuesta transitarla, pero bajo los árboles la cantidad es mucho menor y vuestro avance es más o menos rápido. El cielo está nublado, apenas dejando que unos rayos de sol penetren entre las nubes. Todo está bastante gris y apenas sopla una brisa. El bosque se mantiene en silencio, pero tampoco queréis esperar a ver qué ocurre.

Los primeros pasos resultan casi dolorosos, pues vuestros músculos están entumecidos, cuando no golpeados e inflamados. Estáis sucios, llenos de sangre ya en costra propia y ajena, además de hollín. Vuestros acompañantes están mejor, pero sus rostros muestran la miseria de vuestra situación.

Pero con la sucesión de pasos, conseguís que los dientes de algunos dejen de tiritar y entráis algo en calor. No mucho, pues sigue haciendo frío, pero estar en movimiento os reconforta.

Seguís la estructura grupal propuesta por Bernt y avanzáis. El bosque se vuelve más espeso en algunos tramos y deja paso a claros en otros. Los pinos y los árboles de hoja caduca se entremezclan, sin embargo, no encontráis ninguna planta medicina en vuestro camino para desesperación de Ishild. Estas cosas necesitan de tiempo y calma. No tenéis ninguna de las dos.

Finn se acerca a Erik cuando éste le llama. A lo lejos se divisa una pequeña grieta en la tierra que interpretáis como un riachuelo. Os acercáis hacia allí. Harald os ha sabido guiar bien, aunque sabéis que pronto dejará las tierras que conoce tan bien y el avance será más complicado.

¿Qué quieres, Erik? Dice Finn a su cuñado.

-Hasta ahora te has comportado bien, Fin. Hemos sido afortunados, no tubisteis problemas al dejar la ciudad. Pero no podemos confiar en que las nornas nos favorezcan. El destino es el destino y mucho me temo que nuestro destino... habra sangre Fin, mucha sangre.

Lo miro, quiero darle unos instantes para que piense en lo que estoy diciendo antes de conitnuar.

-Mi hermana te quiere tal y como eres. Pero tu sabes que cuanto mas capaz seas a la hora de protegerla, mas feliz seras tu. te planteo lo siguiente, Harald es de nosotros quien mejor maneja el arco. Quizas podria enseñarte lo basico para que tu puedas mejorar por ti mismo. Yo mismo, si quieres, podria enseñarte a manejar hacha o espada larga, aunque no soy el mejor guerrero de los presentes. Quizas Bjorn, que ha sido mercenario, podria ser buen maestro para ti. no te digo que has de convertirte en guerrero, te digo que te conviene aprender a luchar lo mejor que puedas.

Mucho me temo, que nuestro futuro y nuestras armas, estan ligados.

No había mucho que hacer salvo seguir el camino que marcaban Harald y los demás. La mayoría tenían labores que cumplir; Ishild y Erik velaban por sus propias familias, Uthred se preocupaba por nuestros víveres, Bernt organizaba al grupo y Harald guiaba nuestro camino.

Yo meditaba para mi. Sobre los sucesos ocurridos en Hebedy, sobre los lobos antinaturales, y sobre mis propios asuntos. En ocasiones mis pensamientos volvían al momento presente, y entonces recorría el numeroso grupo con la mirada antes de echar un vistazo al camino que habíamos dejado atrás, preocupado por si nos seguían.

Por ahora vamos bien, me pregunto qué pasará cuando abandonemos estos bosques - me preocupa un poco el abandonar la tierra conocida y aún lo lamento más por alejarme del árbol del sueño, pero no tenemos otra opción. Ahora mismo estamos poscritos y perseguidos y lo primero es sobrevivir.

Tras beber y refrescarme un poco lleno me preparo para continuar la marcha.

Si ya habéis bebido y rellenado los odres, deberíamos seguir. 

El grupo rellenas los odres casi vacíos a la orden de Harald y algunos aprovechan para investigar las cercanías del arroyo, sin alejarse demasiado o para montar guardia para evitar ser sorprendidos. Poco después algunas personas vuelven con bayas de sauco que son comestibles después de cocinarlas, aunque tienen efectos laxantes como bien sabe Ishild. A falta de más os conformáis. Torstein trae un conejo al que ha sorprendido.

Todos os alegráis por la sencilla forma en la que habéis conseguido alimento, pero sabéis que va a ser insuficiente para todos. Más aún teniendo en cuenta que os queda mucho por andar. No podéis volver hacia atrás. Lo sabéis. Hedeby ya es sólo un recuerdo para vosotros, aunque no podéis evitar preguntaros si algún día volveréis. Para algunos no es la primera vez que os toca abandonar el hogar. ¿Será esta la última?

Los bosques y los claros se suceden mientras avanzáis penosamente. Las turberas comienzan a aparecer y os retrasan más el avance. Comenzáis a funcionar como una partida de caza sin que nadie diga nada. Pronto, varios comenzáis a adelantaros o a caminar junto al grupo pero cubriendo sus laterales a algunas decenas de metros de distancia, explorando el entorno.

Comienza a caer la noche y no habéis visto a nadie, aunque os llega el salitre del mar que se puede oler en el ambiente. El mar no puede estar lejos, pero la noche ha caído hace un rato y no podéis seguir avanzando. Los niños tampoco pueden más. Están exaustos. La península de Jutlandia casi ha sido atravesada ya.

   Llevaba tiempo caminando y quizá por el ejercicio o la adrenalina de tener todos los sentidos puestos en el camino, mi mente dejó de pensar en la herida y en el entumecimiento del brazo. Cuando el grupo paró a rellenar los odres, aproveché para limpiarme la herida y pese a que no había cicatrizado, estaba limpia y agradecí a los dioses que no se hubiera infectado. Seguimos caminando, poniendo un pie por delante de otro y otro por delante del siguiente hasta que el caminar era automático. Hombres y mujeres acostumbrados a las inclemencias de la guerra estarían acostumbrados a largas caminatas, pero nuestros acompañantes, madres, hermanos, hermanas, y los niños estarían sintiendo el cansancio en sus cuerpos. Al pensar en los niños me fijé en ellos, no pude evitar reprimir una sonrisa entristecida. Por culpa de Gunnar estaban pasando por tantas penurias, no solo habían perdido a un padre, sino que ahora eran llevados hasta la extenuación. Pero no flaqueaban, ni se quejaban demasiado. Eran dignos de asombro. Todos los que nos acompañaban eran dignos de asombro.

   No me acerqué demasiado a mi abuelo. Ahora era uno más de nosotros y ya no tenía que cuidar de mi como si fuera un retoño. Compartíamos bromas pero igual que lo hacíamos con el resto. No quería que pensase que, estando él a mi lado, yo dependo de sus consejos. Me sorprendió el hecho de que el viejo lobo de mar hizo buenas migas con los hombres de la tripulación. ¿Que habría perdido? ¿Podría recuperar su barco y sus pertenencias? ¿O acaso nuestra acción había hecho que el viejo mercader perdiera su pequeño emporio?

   Cuando el grupo para para pasar la noche, me acerco al grupo, sobretodo a aquellos que habían vivido toda su vida en Heiðabýr.

    - ¿Cuantos de vosotros conocíais bien a Gunnar y al nuevo Jarl de Heiðabýr? ¿Sabéis si tuviera, el Jarl, algún enemigo? 

-Si mi cuñado, el Jarl tubiera algun enemigo, me gustaria conocerlo. Mi hermana cometio un terrible error al desposarse con el, pero ni ella ni mis sobrinos, tienen la culpa. Me gustaria que tubieramos presente tal cosa, seguro que me entiendes Uthred. Por lo demas, diria sin miedo a equivocarme que los enemigos de mi cuñado, tienen muchas opciones de ser amigos mios aunque aun no lo sepan.

   Apoye mi mano en el hombro de Erik con una sonrisa franca dibujándose en mi rostro. Palmeé el hombro a la vez que pasaba la mirada por Asdis y por su madre, hermana y madre de Erik respectivamente.

   - Tu hermana no es nuestra enemiga. - Luego me di la vuelta para, sin soltar a Erik, mirar al resto. - A esto me refería. Como ha dicho, bien juicioso, Erik cualquier enemigo del jarl puede sernos de gran ayuda. ¿Cuanto podemos aguantar huyendo? ¿Vamos a huir eternamente? Debemos buscar ayuda... si no en este reino, en reinos vecinos. - Si pudiera volver a mi tierra... les recibirían con los brazos abiertos... - ¿Que decís? Tenemos que decidir una ruta, hermanos. Y ahora que no estamos demasiado acosados... es tiempo de decidir y discutir qué haremos a continuación.