Partida Rol por web

-Nuestras justas acciones no serán comprendidas por todos, eso esta claro. Para empezar, mi cuñado ya nos ha lanzado la guardia sobre nosotros. Es decir, tenemos un jarl con toda su fuerza en nuestra contra...

Yo creo que necesitamos un jarl de nuestra parte. Un lider guerrero, que busque guerreros para su ejercito. Alguien que no de importancia a lo que hemos hecho y nos permita demostrar lo que podemos hacer por el.

Si encontramos alguien asi, podremos unirnos a el, nuestras familias estaran a salvo y podremos continuar con nuestras vidas. Siempre con la barbilla bien alta, porque hemos hecho lo que debiamos.

-Propongo que bordeemos la costa hasta Jelling. Está lejos, lo sé, pero podemos conseguirlo, y en ella podemos recomenzar nuestra vida. Podríamos incluso intentar conseguir el perdón de nuestros actos.

Huir para siempre... eso es implanteable. Para mí no sería tan distinta de la vida que he llevado hasta ahora, pero mi familia necesita otra estabilidad, y llegaré a donde haga falta para conseguirla.

Erik tiene razón, por supuesto, su hermana y sus sobrinos no son más que otras víctimas. Lo poco que lo he conocido ha bastado para convencerme, por si no era suficiente con la palabra del herrero, de la clase de sabandija que tenemos por Jarl. 

La idea de Bernt me resulta atractiva, redimir nuestro nombre frente al rey, pero no estoy seguro que desautorice a alguien nombrado por él mismo, quizás piense que sentaría un precedente peligroso. 

A veces me gustaría irme lejos y empezar de nuevo... - susurro más para mí que como idea para mis compañeros. Ellos tienen familias, unas cargas que no pueden desprenderse y que tampoco sería justo que pusiesen en riesgo. Se preocupan por ellos y eso hace que un punto de tristeza y melancolía se apodere de mi ánimo, al pensar en la familia que éramos y como todo se perdió aquel fatídico día...

No tenemos necesidad de añadir enemigos a los que ya tenemos, Erik, tu hermana nunca será una enemiga, puedes tenerlo claro - digo mirando al grupo

- Necesitamos descansar. Creo que ya nos hemos alejado lo suficiente como para parar y meditar nuestro siguiente paso. No creo que podamos aguantar mucho más andando sin sentido. Miradles - digo señalando a los más pequeños. 

Miro a mis compañeros. Empezar de nuevo... no es una mala opción. Sea lo que sea, siempre que mis hijos estén a salvo y puedan tener un futuro...

- Busquemos un sitio donde pasar la noche con calma y hablemos de todo esto mientras los pequeños duermen.

-Bernt, hermano. Hemos matado a un rico mercader, amigo de nuestro Jarl que casualmente es mi cuñado. ¿No crees que es probable que la palabra del jarl llegue antes? ¿No crees que su palabra y su oro contaran una verdad que no sera la verdadera verdad?

Siento decirlo, pero creo que mientras sigamos en este reino, estaremos condenados. Necesitamos un lider que aprecie mas nuestro potencial que el oro del jarl. Necesitamos un señor que nos quiera dar brazaletes a cambio de que luchemos por el. necesitamos un señor con una empresa que acometer. Necesitamos un lider vikingo que nos de un nuevo hogar a cambio de nuestras espadas.

Además, debe ser al menos un jarl y si es posible, enemigo del nuestro. El abuelo de Uthred ha viajado mucho mas que nosotros. Señor. ¿Sabeis de alguien que pueda estar interesado en que nos unamos a el? Obviamente, se sabra lo que hicimos, con suerte se contara la verdad. La verdad no es otra que asaltamos la guardia de un rico mercader y pasamos por encima de sus guardaespaldas para llegar hasta el. Y gracias a Haakon sobre todo, lo unico que tomamos de su casa aparte de su vida, fue este yelmo y algunas armas sin importancia. Creo que pronto se hablara de nosotros en cada aldea o ciudad del reino. Seremos famosos... o mas bien infames.

Creo que debemos hacer dos cosas, encontrar un señor que nos permita servirlo y antes de eso mejorar nuestra reputacion, o mas bien asegurarnos de que la historia que nuestros enemigos cuenten sobre nosotros no sea la unica que se cuente. Creo que debemos propagar nuestra historia, seguro que nos beneficiara.

Todo esto me ha hecho recordar algo, tome el yelmo de Uthred con un proposito. Gunnar nos privo de nuestro lider, amigo, hermano. Lo hemos vengado, ya que no pudimos salvarlo. Jorgen Ivarsen, tu padre era nuestro hermano, ahora todos somos tus tios. Y este yelmo, arrancado de la cabeza del asesino de tu padre, es testimonio de nuestros actos. Tomalo, es tuyo.

La noche es oscura y os paráis a montar un campamento improvisado. Mientras recogéis leña y hacéis un fuego, todos comenzáis a discutir los siguientes pasos aunque hasta que todo no esté listo no váis a decidir nada. Todos debéis hablar, pues ahora sois un grupo.

Los niños intentan ayudar, como si hubiesen crecido de forma súbita por la situación que os ha llevado hasta ahí, pero pronto caen rendidos y se quedan quietos, en un lado. Los demás seguís recogiendo leña o improvisando un parapeto donde cobijaros.

La temperatura ha subido ligeramente, aunque hará frío. No esperáis nieve y hay agua cerca, aunque por la cercanía al mar tenéis dudas de que ésta sea dulce y no salobre.

Arn se acerca a Erik, tal y como le ha pedido para hablar con él. Éste se muestra contento de ser útil, aunque en sus ojos se ve la preocupación de quien ha perdido mucho.

Dinamarca ya no es una opción. Eso está claro. Gunnar era amigo del rey y también del jarl de Heiðabýr. No tenemos nada que hacer allí. Por suerte ya no parece que estemos en sus tierras, sino en la de los frisios. Estemos atentos, pues si bien adoran a nuestros mismos dioses aunque algunos de la tripulación sabéis que son cristianos o con creencias sincrética que combinan ambos panteones y comercian o se convierten en vikingos como nosotros, no somos su gente.

Se queda callado unos segundos antes de contestar.

La mejor opción es ir a la tierra de los sajones, allende del mar. Decenas de jarls han marchado hacia allí buscando riqueza y buenas tierras de labranza. Podríamos entrar al servicio de alguno de estos jefes que estarán más que dispuestos a aceptar buenos brazos para la guerra. ¿Qué tienen que responder ante el rey Sigefrid si ellos mismos quieren ser reyes?

Cuando Arn termina, Erik entrega de forma ceremoniosa a Jorgen el casco de Gunnar como muestra de amor y respeto a su padre. El niño, como si ya no fuese tal, se lo pone en la cabeza. Le queda grande, todos os reís, pero el niño lo sigue portando orgulloso, hasta que su madre lo hace acostarse junto a su hermana, ya sin casco, y se queda dormido.

No tenéis mucho para comer, pero deberá bastar. Aún tenéis mucho que debatir.

A mitad de trayecto mi humor comenzó a mejorar. Me involucré un poco con algunas familias, algo preocupado por la salud de los más jóvenes y ancianos, e intenté ayudar a quien tuviera problemas para cargar con sus pertenencias.

No estaba acostumbrado a caminatas tan largas, y me cansaba con facilidad. Agradecí la pausa para recoger agua y que redujéramos el ritmo a causa de lo escarpado del terreno, pero sabía que en realidad aquello solo nos entorpecía la marcha y nos consumía un tiempo que no teníamos.

Finalmente llegó la noche, y con ella la discusión sobre nuestra posición y nuestras posibilidades futuras. Las ideas de Erik y Bernt sonaban bien, pero no creía que fueran realistas. Erik mismo lo había dicho, a ojos de los demás solo seríamos criminales y rufianes de la peor calaña; solo alguien que sintiera auténtico odio hacia el Jarl de Hedeby y suficiente poder para oponersele nos ofrecería refugio, y aún así no teníamos ninguna garantía. 

- Las tierras sajonas... - lo dije en voz alta, aunque solo estaba organizando mis pensamientos. Ya había escuchado al abuelo de Uther hablar de ellas una vez y se me antojaban adecuadas para mi destino. No me había olvidado de los lobos espectrales que nos habíamos encontrado ni de todo lo que había presenciado, y cada paso que había dado desde que pisáramos Hebedy por última vez parecía alejarme cada vez más de mi patria. Para mí solo había un camino por muy penoso y difícil que se mostrase; abandonaría el país, con mis compañeros o sin ellos.

- Hrolfsson tiene razón. En pocos lugares podremos obtener lo que necesitamos para pasar el invierno, pero en esas tierras poco importará la reputación que nos hayamos ganado aquí; aunque tengamos que luchar para ganarnos el sustento, no es nada que no hayamos hecho antes. - esbocé una ligera sonrisa de convicción, pensando en nuestras pasadas expediciones. - Tal vez en unos años, cuando todo haya quedado olvidado, quienes aún sientan aprecio por su tierra sean capaces de volver sin peligro. -

-Esa tierra de los sajones... ¿Alli fue el famoso Ragnar Lothbrook verdad? Una tierra por conquistar, una tierra que poder llamar nuestra... La mayoria de los señores que naveguen hacia alli lo haran para buscar fortuna propia, van a un lugar nuevo, a un lugar donde empezar de nuevo... ¡Yo digo que alli debemos ir! Construiremos nuestro porvenir a punta de espada, lanza y hacha.

¡Necesitamos un barco! Björn, Karl, los gemelos Hrolf y Einar, Torstein, Sigbjör, Bernt, Ishild, Uthred, Harald, Haakon y yo mismo, somos 12 guerreros. Necesitamos mas guerreros y un barco, no podemos ir como mendigos ante un señor que busque guerreros. Necesitamos nuestro propio barco, pero no se como podríamos conseguir uno.

¿Alguien lleva un tesoro oculto en su macuto? Imagino que no, asi que no habiendo oro... tendremos que pagar con esto. 

Dice Erik lanzando su espada al suelo.

   - No es buena idea pasearnos cerca del Rey. Nos harán un juicio y nos juzgarán por asesinato, pues nos tomamos la justicia por nuestra mano sin apostar por llevar nuestra reclamación a la Asamblea. Sabemos que el jarl de Heiðabýr nunca habría condenado a Gunnar, pero eso no lo saben en Jaelling y el Rey confiará más en la palabra de un jarl. Estoy con mi abuelo, su consejo es sabio. Pongamos mar de por medio y labremonos nuestro futuro en una tierra prometedora. - Hice una pausa. Quizá lo más complicado sería qué hacer con las familias, pues es posible que no les dejaran embarcar al no ser guerreros, salvo que embarcasen como colonos. - ¿Que dice el resto? ¿Buscamos fortuna en la tierra de los sajones?

Saliendo de mis ensoñaciones, vuelvo a la realidad y la propuesta de Uthred me parece de lo más atractiva, pero fiel a mi naturaleza contradictoria, no puedo menos que sentir una pequeña punzada en el pecho - ¿Alejarnos, y el sueño, el mensaje de los dioses?.

Aun con todo, asiento, no veo otra salida a nuestra situación: Partamos, aquí sólo nos espera la muerte con deshonra o una vida breve como proscritos. Más allá del mar nos espera la gloria y quizás algún día volver como héroes. 

Tras lo cual, me aparto un poco del grupo y hago una señal a Haakon, quiero hablar a solas con él.

Cuando Haakon se acerca, hablo con él: Antes dijiste que conocías a los lobos. No quiero importunarte ni meterme donde no me llaman, pero si nos vamos de esta tierra quizás no averigüemos el significado del sueño ni del símbolo y eso me preocupa más de lo que puedes imaginar, de manera que te rogaría que me contases lo que sabes de ellos.

Quizás estoy abusando de un compañero, pero el no averiguar el significado del mensaje de los dioses me angustia sobremanera, por lo que me atrevo a presionar de esta manera a alguien que evidentemente no tiene muchas ganas de hablar.

Cuando vi a Harald acercarse con decisión me imaginé que pretendía continuar con nuestra conversación anterior. Suspiré desalentado cuando confirmó mi suposición, pero no tenía sentido guardarmelo por más tiempo.

- El sueño era una advertencia de la llegada de los lobos, un aviso; si guarda algún otro significado, al menos yo no lo conozco. - mientras hablaba, para colmar los nervios comencé a juguetear con una ramita, partiendola en trozos cada vez más pequeños - Esos lobos me persiguen Harald, a mi y a otro; tal vez tú mismo, eso explicaría que hayamos compartido la mismo premonición. No estoy seguro del motivo, pero dijeron que se trataba de un hermano con el que no compartía sangre. - Miraba a Harald, y al mismo tiempo pensaba qué papel cumplía él en todo esto. ¿Sentía pena por él? Tal vez, pero también curiosidad y duda.

Yo sabía de aquellos lobos desde hacía tiempo; en cierto sentido era como si mi destino ya hubiera sido marcado años atrás. ¿Era posible que el de Harald estuviera entrelazado y él ni siquiera fuera consciente? Si él no era capaz, solo el tiempo podría responder a aquellas preguntas. - De ahí una razón más para abandonar el país. No creo que puedan perseguirnos al otro lado del mar. -

La tierra de los Sajones me parece una buena opción.- dije. 

Sonreí mirando a mis compañeros.- Necesitamos una nueva vida y creo que serán las únicas tierras que puedan proporcionarlo, aunque nos cueste despedirnos de nuestra patria, de nuestra tierra. 

Sabía que a muchos de ellos no les gustaría la idea, pero tampoco teníamos muchas más posibilidades.

- Y como dice Haakon, quien sabe, tal vez algún día volvamos. Pero no temamos, amigas, amigos - digo y paso mi mirada por ellos. - Nuestra causa era justa y justa fue la venganza. Ahora debemos pensar en los que depende de nosotros - agarro a los niños y suspiro. - Y sí, Erik, necesitaremos un barco. 

Estáis reunidos alrededor de la hoguera, disfrutando del silencio de la noche y el calor del fuego cuando los arbustos a un lado vuestro se mueven. Como si de un resorte se tratase, os levantáis, listos para plantar combate. De entre los mismos sale un hombre que, al veros con las armas listas, levanta las manos, mostrando que no lleva nada.

Se dirige a vosotros en un idioma que no es el vuestro, pero no os cuesta demasiado entender parte de lo que dice pues es sorprendentemente similar al vuestro. Muchas palabras os resulta reconocibles, aunque ligeramente diferentes. Otras os resultan indescifrables, pero todos entendéis que sus palabras hablan de amistad y de que no lleva armas.

El hombre, al veros haciendo esfuerzos por entenderle y tras observaros unos segundos en silencio dice en un nórdico fuertemente acentuado: Soy un amigo, mi nombre es Aitet Eisinga. Vivo aquí cerca y al ver el fuego no he podido evitar venir a ver qué ocurre. No estoy armado. Tengo algo de licor para todos, si queréis. Dice ofreciéndoos una bota de piel. Ante vuestro rechazo inicial, Aitet sonríe y da un trago antes de volver a ofreceros. La bota es grande y os dará para beber un rato. El hombre, sin vergüenza alguna, se acerca al fuego y se sienta entre vosotros.

-Bien hallado, amigo Aitet. Somos granjeros la mayoria, yo en particular tengo el honor de ser herrero, aunque tambien hemos probado la vida de vikingo algunos de nosotros, como sin duda habras pensado por nuestras armas.

Por favor, sientate junto a nuestro fuego, ya que nos invitas a beber, no dejaremos que te enfries. Nos dirigimos a la costa, las cosechas no nos fueron bien, los impuestos... decidimos cambiar de vida, ya que aquella ya no podiamos mantenerla.

Ahora somos viajeros, buscamos un lugar en el que volver a empezar. Hemos oido historias, nos parecio buena cosa probar suerte. ¿Has oido algo sobre una gran armada en el norte que trata de invadir la tierra de los Sajones?

Cuando el hombre no mire, le hago una seña a Harald. Algo asi como un gesto circular con la mano que simbolice alrrederor y otro mas señalandome un ojo. Confio en que entienda lo que le quiero decir.

Mil preguntas pugnaban por salir de mis labios cuando de pronto se acercó aquel desconocido - Creo que tenemos aún mucho de qué hablar, pero ahora no es el mejor momento, luego seguiremos.

Odiaba interrumpir así nuestra charla, pero aquello era más urgente.

Estaba enfrascado en mi charla con Haakon cuando me apercibí de la presencia de aquel desconocido. Me hubiera dado bofetadas a mi mismo por no pensar siquiera en establecer una guardia, pero ya era demasiado tarde.

Por suerte no parecía tener intenciones peligrosas y ni siquiera parecía armado, pero no sería la primera expedición que es atraida a una emboscada por un cebo de apariencia inofensiva. Mientras Erik habla con él, puedo darme cuenta de su señal y procuro alejarme del grupo con discrección para inspeccionar la zona, por si hay alguien más con él.

La llegada del desconocido nos puso a todos en alerta en cuestión de segundos, a pesar de que parecía un simple campesino pacífico. Si hubiera llegado a ser un grupo numeroso de bandidos o una batida de guardias de Hebedy... en fin, no quería pensarlo.

Erik respondió enseguida, de mente ágil como un zorro, aunque lo todo lo que había dicho eran solo verdades a medias, y mandó a Harald a otro lado interrumpiendo definitivamente nuestra conversación. Aún no sabíamos bien cuales eran las intenciones de nuestro inesperado invitado, pero ya que se había tomado las molestias de acercarse a nosotros, lo mejor era dedicarle parte de nuestra atención. Aproveché para acercarme al fuego y sentarme cerca suyo al tiempo que aceptaba la bota de vino que ofrecía, olisqueando su contenido un instante antes de dar un trago en señal de confianza.

- Disculpa el recibimiento. La noche pasada el fuego atrajo bestias salvajes; decidimos que cada hombre llevara un arma con la que defenderse después de aquello. -

En un primer momento no me gusta que un hombre extraño se acerque y nos ofrezca bebida. Pero no parece algo ofensivo así que no digo nada. 

Observó con la mirada cómo Harald y Haakon terminaban de hablar y se sentaban con ellos. Tampoco le gustaban aquellas cosas aunque de nuevo no dijo nada. Veo cómo Harald se marcha a investigar e instintivamente abrazo a mis hijos. 

Miro al extraño de nuevo.

- Perdona nuestra falta de amabilidad. Ha sido una noche dura .- digo con tranquilidad y sonrío.

Confío en que el extraño responda a las palabras de Erik.

Erik es el primero en hablar y aquel que recibe un gesto de cabeza de Aitet de agradecimiento. Todos compartís la bota con mayor o menor entusiasmo. El licor es fuerte, aunque su tono oscuro hace pensar a Haakon que se trata de vino en un primer momento. Nada más lejos de la realidad. Al tragar notáis el alcohol calentando vuestra garganta y el fuerte sabor a hierbas y bayas del mismo. Su sabor es agradable. El ambiente es frío, y agradecéis la sensación de calor que os brinda la bebida.

Con disimulo, Harald se levanta del grupo con la clara intención de hacer caso al no menos disimulado gesto de Erik para investigar el terreno adyacente. Entre todos, conseguís que Aitet no se vea desatendido en ningún momento, haciéndole valedor de toda vuestra atención. He oído que continuamente más y más jarls se dirigen con sus hombres y barcos a probar suerte en la tierra al otro lado del mar donde los sajones, como si de ovejitas se tratasen, no hacen más que obedecer al lobo vikingo. Incluso algunos de mi gente. Dice el desconocido mientras sigue calentándose las manos. No os disculpéis, os dice al resto, es normal estar alerta cuando estás lejos de casa. Aunque veo que no lleváis muchas armas. Tal vez os pueda vender algunas mañana. Si así lo queréis. Dice con amable sonrisa.

Pronto, Harald desaparece entre las sombras, pero al menos en lo que a la zona más inmediata a vosotros, no existe ninguna amenaza. Claro que eso sólo lo sabe Harald que aún tendría que volver a informaros o seguir investigando.