Partida Rol por web

   Al acerarse Aitet, pensé lo peor. Cogí con mi diestra la espada y afiancé el escudo preparado para una última batalla. Pero era solo un hombre. ¿Sólo uno? Después de todo lo que habíamos pasado, seríamos unos necios si confiamos en un vagabundo a la primera de cambio. Además, por mucho que hubiera visto nuestro fuego, ¿quien se aventura solo, de noche, a acercarse a una banda que no conoce?

   - ¿Y que hay de ti, amigo? - Pregunté después de haber probado un pequeño trago del licor, con cuidado de no beber demasiado y emborracharme. Con mi pregunta, le pasó la bota a su dueño para que bebiera también. - Tu acento no es de estas tierras, seguro que tienes una buena historia que contar... ¡Nosotros tenemos una buena hoguera! ¿Qué más hace falta? - Bromeo, exagerando y riéndome para querer darle a la situación un toque más cálido y distendido que haga que Aitet se relaje y pueda hablarnos con franqueza.

Aunque no podíamos evitar ser recelosos del tal Aitet lo cierto era que se comportaba de forma muy amigable. Incluso consiguió que me sintiera mal conmigo mismo por desconfiar cuando se ofreció a vendernos armas.

- Es un ofrecimiento muy generoso, muchos se alegrarán de oirlo. - respondí con sincera gratitud - Una o dos hachas nuevas siempre son bien recibidas. Además, dudo que pudieramos reunir suficiente dinero para comprar auténtico acero en la ciudad más próxima. - Una parte de mi quería confiar en la buena voluntad de aquél hombre, pero tras tantos conflictos en tan poco tiempo simplemente no podía evitar elegir mis palabras con cautela.

Tras alejarme lo más discretamente que pude, me dediqué a dar una vuelta rápida por los alrededores. En principio parecía que no había nadie y que había venido solo - O tiene mucho valor o está tocado por Loki para aproximarse a un grupo tan numeroso y desconocido sin más respaldo - de manera que volví al grupo, poniendome a la espalda del visitante.

Una vez a la vista de mis compañeros, les hice una señal de que estaba todo despejado y me volví a ir. Quería asegurarme que no había más contratiempos y encontrar de donde venía aquel hombre que decía haber visto el fuego. 

-¿Vendeis armas? ¿Escudos tambien verdad? Quizas podais ayudarme, estaba pensando en pintar mi escudo de una forma en particular. ¿Podeis ayudarme con eso?

-Quizá podamos unirnos a uno de esos barcos. -Comenta Bernt. Está sentado, con algo de recelo, a cierta distancia del visitante. Ha probado solo un pequeño sorbo del licor, para evitar parecer desagradecido.

Parece la opción fácil, y nuestro visitante parece enterado del tema. -¿Sabes de alguno que vaya a partir pronto desde cerca de aquí?

La pregunta de Bernt es la que más se asemeja a mis pensamientos. Igual si nos unimos a una partida huir sería mucho más fácil de lo que pensábamos en un inicio.

Asiento a las preguntas de Bernt mostrando así mi conformidad con lo que plantea. Siempre podemos echarnos atrás y buscar nuestro camino pero tener opciones para elegir qué hacer era algo que no podíamos dejar pasar.

Aunque un pensamiento nacía en mi mente... Si él nos ha encontrado tan fácilmente... igual nuestros perseguidores también. Inmediatamente me tenso y miro alrededor. Sólo el gesto de Harald me calma. Le sonrío con sinceridad.

- Gracias por tu amabilidad - le digo al extraño. Y continúo escuchando.

¿Que mi acento no es de estas tierras? Dice Aitet con una sonrisa en la cara antes de continuar. Sois vosotros los extranjeros aquí. JAJAJAJAJA. Su risa retumba en el bosque. Parece una risa sincera. A vuestro lado, Arn suspira y balbucea con voz cansada Ya os había dicho que estábamos en Frisia... Se levanta y se acerca al linde del bosque a mear con cierto enfado.

Aitet, mientras continúa respondiendo a vuestras preguntas con afabilidad. Soy un comerciante. Compro y vendo. Dice ufano. Si tenéis suficiente dinero dice ya mirando a Haakon os puedo vender lo que queráis, aunque no soy un artista. Pero como digo, con plata todo es posible. Esta vez su mirada se clava en Erik ante la pregunta de éste para adornar su escudo de una forma particular.

Sin dejar de asediar de preguntas al frisio, Bernt es el siguiente y pregunta sobre la posibilidad de unirse a un barco. Hay muchos saliendo de varias ciudades por toda Jutlandia, aunque no estoy seguro de que vaya a haber ninguno de estas tierras que vaya a ir a la tierra de los anglos y los sajones. Pero todo es preguntar. Dice Aitet eoncogiéndose de hombros

Ya sólo quedaba Ishild que se ha mantenido callada hasta el momento. Sus labios se separan únicamente para agradecerle al visitante su amabilidad, que éste responde con un gesto de la cabeza y una sonrisa. Sus ojos son amables, pero también escrutadores y la curandera es consciente de que los ojos del mercader se deleitan mirándola durante unos escasos pero intensos segundos.

- No me malinterpretes. - dije apresuradamente con tono conciliador. Cuando me devolvió la mirada mencionando la plata creí haber ofendido al hombre, y lo más natural era intentar arreglarlo - Las armas de acero son caras, más de lo que muchos se podrían permitir, pero cuchillos, hachas y otras herramientas con las que podamos defendernos servirán a nuestros propósitos, y estaremos felices de pagar por ellas. -

Cuando Arn pasó a nuestro lado refunfuñando lamenté también haberle hecho enfadar. Él había vivido mucho e intentaba ayudarnos con su experiencia, pero habíamos metido la pata olvidando por un momento que habiamos abandonado nuestra vieja patria. Pensé que más tarde debería disculparme con él.

- No quiero parecer desagradecido, pero no creo que la noche a la luz de la luna sea el mejor momento para cerrar un trato. Hemos acumulado cansancio durante todo el camino, y además, "En la oscuridad solo se pactan negocios turbios" como decía mi padre. Si te parece, podemos encontrarnos de nuevo con las primeras luces y tras unas horas de sueño, y entonces cada cual podrá ofrecerte una cantidad justa por las armas u objetos que tengas a tu disposición. ¿Qué te parece? -

   Enrojecí cuando mi abuelo murmuró. Lo habíamos pasado por alto. Y en todo el tiempo estuve escuchando al hombre, mirandole, fijandome en sus palabras y en sus movimientos. Parecía tranquilo, e incluso afable. Haakon tenía razón, muchos estaban cansados y otros estábamos heridos. Pero no quería dejar suelto a ese hombre, no me fiaba de él. ¿Y si era miembro de un grupo de ladrones que esperan a que durmamos para atacar? ¿Y si nos buscan para entregarnos a Heiðabýr? Es imposible que las noticias hayan llegado tan lejos y más imposible aún que se hayan organizado ya partidas de búsqueda. Decidí preguntar a nuestro interlocutor por lo más simple y así entablar una conversación.

   - ¿Y que ocurre por estas tierras? ¿Cómo están las cosas por aquí? Poco he oído de Frisia ¿quien es vuestro Jarl? - Pregunté para romper el hielo. Luego vendrían más preguntas y respuestas.

Asiento con la cabeza. -Te agradeceríamos mucho que preguntaras, amigo. Mañana probaremos suerte nosotros, pero siempre es más fácil enterarse para un local.

Hago un gesto a Orwen para que se acerque, él deberá llevar el peso de la familia en el futuro y quiero que esté junto a mí en estas situaciones. Cuando tengo al crío conmigo, vuelvo a centrar mi atención en el visitante, aunque dejo que sean otros los que hagan las preguntas.

Su mirada me incomoda e instintivamente me tenso pero mis reacciones no van más allá. No quiero causar un conflicto con alguien que parece un aliado nuevo. Pero me mantengo alerta, tal vez más que al principio. 

- Pagaremos también por la información de esos barcos que puedan zarpar.. por si puedes  averiguar si algún barco zarpa para esas tierras .- digo con amabilidad destensándome poco a poco. Aunque mis primeros pensamientos ante esa mirada es arrearle un golpe los destierro de mi mente para evitar conflictos ahora mismo innecesarios para el grupo.

Agradezco la intervención de Haakon pues creo que necesitamos algo de privacidad para debatir sobre cómo proceder.

Tras asomarme para hacerles un gesto tranquilizador a mis compañeros, decido volver a internarme en el bosque. Quiero saber por donde ha venido nuestro visitante y si se divisa alguna población cercana.

Aún sigo asombrado de la facilidad con la que nos han sorprendido y del atrevimiento que tiene nuestro visitante para presentarse sólo ante nuestro grupo. Es cierto que llevando mujeres, ancianos y niños no parecemos una partida de guerra ni una expedición de saqueo, pero aún así su comportamiento refleja una confianza que tiene que venir apoyada por algo.

Decido tomar la dirección que hay a su espalda y que en principio debería ser la que hubiese tomado para llegar. Busco algún sendero que indique por donde ha venido y si hay huellas recientes que señalen el paso de algún grupo numeroso. No pierdo de vista los árboles y los matorrales donde podría esconderse alguien 

Mientras escudriño el bosque - No es tan diferente al nuestro, al fin y al cabo, un bosque es un bosque, aunque no conozca tan bien éste - aprovecho para reflexionar sobre lo que me ha contado Haakon. 

Parece que conoce a los lobos, sin duda sabe más sobre ellos pero su recuerdo parece doloroso y no está muy dispuesto a colaborar. Quizás tenga que dar yo el paso de contarle mi secreto, pero ¿puedo confiar en él? Está claro que me ha salvado la vida, pero sigue siendo una persona misteriosa y no sé cual será su reacción. En fin, parece que los dioses han ligado su destino al mío, de manera que no veo otra salida. 

-Bueno... ¿Donde debemos dirigirnos para ver tus mercancias? Habiendo compartido fuego y bebida una noche tan fria como esta, seguro que un buen mercader es tambien un buen amigo y nos hace un precio en que todos salgamos contentos.

Tus pasos te llevan a adentrarte en el bosque, por donde tú consideras que ha debido de venir Aitet. El bosque, como bien observas, no es demasiado diferente al que conoces tan bien. Las especies vegetales no han cambiado lo más mínimo. Si acaso, hay alguna turbera más o alguna zona donde el nivel del agua está demasiado alto y se ha empantanado, pero por lo demás, no cambia demasiado respecto a tu hogar.

Sin embargo, las pocas huellas que encuentras parecen coincidir con aquellas que podría dejar una persona de la talla del frisio. Sus pasos son relativamente nítidos para alguien con experiencia. No observas nada más. Si hay alguien escondido, lo hace muy bien (quizás por conocer mejor esos bosques que tú o quizás porque andas con la mente despistada). En cualquier caso, no sientes ninguna otra presencia. Te sientes tentado a adentrarte algo más, pero temes que tu ausencia no pase desapercibida si inviertes mucho más tiempo.

Tienes razón. Comienza diciendo Aitet. No es un buen momento para cerrar un trato. Siendo una noche oscura, sólo oscuros pueden ser los negocios. Esperaremos a mañana, entonces. Dice con una sonrisa en el rostro. Si en algún momento tus palabras sobre la plata le han ofendido, dicha ofensa se ha esfumado como lágrimas bajo la lluvia. Con las primeras luces volveré aquí. Yo también debiera volver a casa, no quiero que mi mujer se enfade... jajaja. Dice con una gran sonrisa. Mis aventuras por el bosque para poder beber tranquilo, bajo las estrellas, deben terminar ya.

Comienza a alejarse justo en el momento en el que el desaparecido durante unos minutos Harald vuelve, haciendo como que ha ido a orinar. Aitet le lanza una mirada cómplice, sabedor de que la ingesta de líquido hace que las vegijas tengan que liberarse. Se detiene para mirar al grupo en conjunto. Sé que muchos tenéis preguntas y confío en que sepáis perdonarme, pero como ha dicho vuestro compañero, es mejor dejarlo para mañana. Os contestaré encantado a vuestras preguntas. Responde ufano antes de desaparecer en la oscuridad sin dejaros tiempo a responder.

Saludo con un gesto al desconocido al pasar junto a mí y me uno a mis compañeros: Hasta donde he podido investigar, estaba sólo en el bosque, pero tampoco me he alejado demasiado. Debemos poner guardia, puede que el próximo visitante no resulte tan amistoso.

Aún estoy enfadado conmigo mismo por dejarnos sorprender como una imberbes. Estábamos tan ensimismados en pensar nuestro próximo paso que hemos descuidado las más elementales precauciones.

Me haré cargo de la primera, si os parece bien. Luego podéis relevarme.

-Yo te relevare. Despiertame cuando me toque hacer guardia.

Asentí como respuesta a las palabras del Frisio antes de que desapareciera en la oscuridad de la noche tras su despedida. Parecía un hombre agradable y apacible; no me imaginaba que pudiera traernos problemas, pero la guardia que estaban planificando ya Harald y Erik seguía siendo necesaria. Tal vez Arn tuviera razón y ya no hubiera motivos para preocuparnos por la persecución tras abandonar las tierras de Dinamarca, pero no nos mataría ser precavidos.

- Creo que compartiré parte de la guardia con Harald. - dije como si tal cosa, continuando con lo que estaban tratando en ese momento - No creo poder conciliar el sueño temprano esta noche. Haré el último turno de guardia de todos modos. -

Nuestro objetivo es ir a sajonia. Pero antes de aceptar ofertas deberíamos desconfiar. Y creo que debemos acordar que es lo que le pediremos y cuanto estamos dispuestos a pagar pues no tenemos mucho dinero y tal vez debamos pensar.. en pagar con hierro o con nuestros servicios.. y eso no es algo que creo debemos tener claro como grupo. Debemos saber qué hacer o qué no vamos a hacer para poder negociar con él mañana.