Partida Rol por web

Marvel: Fundación Costa

Escena 3: Origen

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19/11/2015, 04:00
Narrador

Un estridente sonido, una especie de alarma, recorrió la oscuridad, a la vez que una tenue luz roja entraba por la ventana. El suelo, las paredes y el techo, antes de un blanco impoluto, empezaron a agrietarse y fragmentos de los mismos salían volando por los aires, como si se estuvieran quemando. Poco a poco se iba rebelando lo que había detrás, un suelo metálico, de rejilla. Paredes de piedra gris y vigas de metal. El techo estaba tan arriba y tan oscuro que no lo podía ver, pero en los muros sobresalían estacas, más bien ganchos como de pesca, y en ellos habían colgados cadáveres. Algunos de ellos eran poco más que esqueletos, otros parecían momias. Todos atravesados por el pecho o el abdomen, alguno por la cabeza. No había ninguno reciente.

Una de las paredes, la opuesta a la ventana, desapareció completamente, convirtiéndose en un montón de barrotes. La puerta, también hecha de barrotes, estaba entreabierta.

Verónica estaba a punto de salir cuando dejó de sonar la alarma, y pudo escuchar un ruido a lo lejos. Algo chirriante… Como uñas sobre una pizarra. No era simplemente molesto, sino que un terror sobrenatural le sobrecogió. El ruido se acercaba. Tenía que esconderse.

¡¡No había ningún sitio donde esconderse!! No había nada en aquella celda que pudiera esconderle de alguien que pasara por delante. A no ser que… Verónica corrió a uno de los rincones, donde la roja luz prácticamente no llegaba, sumergiéndose en la oscuridad.

Segundos después lo vió. Un hombre, vestido con una túnica blanca que brillaba con luz propia. Tenía una máscara metálica tan pulida que era como un espejo. Guantes y botas del mismo material, con diseños puntiagudos. Pasaba constantemente una de sus manos-garras por la pared, produciendo aquel sonido. Cuando pasó por delante de la celda de Verónica extendió su otra mano hacia los barrotes, pasando los puntiagudos dedos de los guantes por los cilindros de acero, soltando chispas cada vez que topaba con uno.

Pareció no ver a Verónica, y siguió su camino.

Pasados un par de minutos, Verónica ya estaba segura de que aquel hombre no iba a volver, y además oyó algo. Voces. Voces de adolescentes. Justo sobre su cabeza. ¿En un piso superior? Estaban susurrando, no alcanzaba a entender nada, pero ahí estaban.

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19/11/2015, 04:04
Narrador

Un estridente sonido, una especie de alarma antigua, como de la primera guerra mundial o algo así, rompió la oscuridad. Una extraña luz rojiza que parecía venir de más allá de la esquina empezó a iluminar el lugar. No había nadie más allí a parte de él, Siro y Marta, pero el suelo, las paredes, el techo, los muebles, todo, absolutamente todo, empezó a decaparse, como si estuviera siendo consumido por un fuego invisible, pequeños fragmentos de todo salían por los aires antes de desaparecer. Al final, lo que quedó era un lugar tan semejante, pero a la vez tan distinto al hall de la Fundación que resultaba confuso.

Todo era más oscuro, tétrico. La puerta que acababan de cerrar volvía a ser de metal, con unos barrotes por los que entraba la luz rojiza a modo de ventanucos. La vitrina de recepción era ahora una jaula con unas ranuras en el mostrador, como las de una celda. El suelo estaba sucio y agrietado, cubierto de runa y en vez de ser de aquel material plástico extraño que había sido siempre, parecía hecho con grandes losas de piedra gris. Las puertas colgaban de los goznes, la pintura de las mismas deshecha. Todo estaba cubierto de óxido. Había goteras en una de las esquinas.

Captó algo de movimiento por el rabillo del ojo, antes incluso de oír el tintineo del metal. Tras la jaula de recepción había alguien. Pudo reconocer por la ropa que era uno de los conserjes de la fundación. El tintineo era el del manojo de llaves que llevaba en la cintura. Había algo raro en aquella figura. Desde donde estaba no podía verle el rostro, pero sus movimientos eran extraños, espasmódicos, repentinos. Casi irreales. Algo le apresó el corazón, un súbito temor antinatural. Un miedo que sabía no le pertenecía, pero que le paralizó totalmente, mientras miraba los irracionales movimientos del conserje, cada vez más cerca de la esquina donde podría verles.

Entonces alguien le tiró de la manga, casi derribándole. Siro – que otra vez vestía con el pijama verde de hospital y ya no tenía aquel extraño brillo en los ojos – tiraba de él hacia una de las puertas laterales, el despacho del jefe de recepción. Cuando los tres estuvieron en la habitación, cerró la puerta con cuidado.

Los tres vestían ahora las mismas ropas que cuando se encontraron. De hecho ni Marta ni Siro mencionaron nada del tema.

- No podemos dejar que nos vean ahora. – Susurró Siro – O estamos muertos. Va en serio.

- ¿Por dónde está ese dichoso sótano? – Preguntó Marta – No quiero estar aquí más tiempo del necesario.

- Final del pasillo. Hay que coger el ascensor. Pero… - Siro levantó un dedo, sonriendo – Hace falta una llave para que el ascensor baje. Hay una copia en el despacho del director. Una vez lleguemos al ascensor todo a la derecha y luego todo a la izquierda, ahí está el despacho del director, y la llave.

- El tipo de ahora tenía unas  llaves. – Observó Marta - ¿Y si las tiene él después de tu última escapada?

- Entonces no lo sé. – Siro se pasó la mano por el corto pelo – Habrá que quitárselas a el, entonces.

- Pero si nos ve, estamos muertos. ¿Verdad?

- Si.

- Perfecto. – Marta suspiró. – Siempre está bien saber cuáles son nuestras opciones.

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19/11/2015, 04:46
Narrador

Un estridente sonido, una especie de alarma antigua, como de la primera guerra mundial o algo así, rompió la oscuridad. Una extraña luz rojiza empezó a iluminar el lugar. Ya no estaban en aquel espacio blanco infinito, sino en… ¿Una clase? Había decenas de pupitres y sillas, una pared cubierta de ventanas a la derecha, un altillo con la mesa del profesor y la pizarra… Si. Aquella era una de las aulas de la fundación. Solo que, junto al estridente sonido y la tenue luz rojiza, vino una transformación.

Todas las superficies empezaron a degradarse, como si un fuego invisible las estuviera consumiendo, enviando sus partículas al aire donde se desintegraban. La escena cambió poco a poco, la pintura verde de las mesas desapareció. Las patas metálicas de mesas y sillas se llenaron de óxido. Los ventanales se cubrieron de pesados barrotes y rejas. Grilletes colgaban de cada uno de los pupitres, con restos de sangre por doquier. La pizarra había sido sustituida por un mural con un montón de látigos, tenazas, punzones y otros utensilios también cubiertos de oscuros restos de sangre. El suelo dejó de ser de aquel polímero oscuro, ahora era formado por grandes losas de roca gris, cubiertas de óxido y humedad.

Cuando la alarma dejó de sonar, las chicas se dieron cuenta de que solo estaban ellas dos: Rebeca y Naiara.

Entonces oyeron un tintineo metálico que venía de fuera, junto a un rasposo sonido que se asemejaba al de unos pasos, solo que demasiado incoherente, interrumpido.

Un extraño miedo sobrenatural sobrecogió a las chicas, que decidieron esconderse en uno de aquellos armarios sin puerta para los abrigos que había al final de la clase. Una vez allí se encontraron en compañía del momificado cadáver de un alumno. Rebeca estuvo a punto de gritar pero Naiara le puso una mano en la boca. Si ellas no habían visto el cadáver antes de entrar, era probable que la oscuridad también las cubriera de lo que fuera que se acercaba.

Segundos después la puerta se abrió de golpe, y un hombre entró. Sus movimientos eran extraños, espasmódicos, bizarros. Antinaturales. No se le veía el rostro, ya que el pelo y las sombras se lo cubrían, pero vestía el uniforme de los conserjes de la fundación. Solo que cubierto de sangre y suciedad. De su cinturón colgaban unas llaves.

El conserje miró a derecha e izquierda, quizá buscando algo en el aula, antes de salir. Y dejar a las chicas solas.

Mientras esperaban, dando tiempo a que aquel ser – sabían por instinto que no era humano – se fuera, oyeron algo distinto. Voces. Voces de adolescentes. Justo bajo ellas. Estaban susurrando y no eran capaces de entender lo que decían pero lo cierto es que ahí estaban.

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19/11/2015, 05:16
Narrador

De repente, todos despertaron. Estaban en la enfermería. O eso parecía… Una de las salas más grandes, quizá. Aunque no tenía ventanas y solo una puerta, que tenía pinta de ser reforzada. Allí se encontraban Ian, Xur, Negare y Sara.

Ian y Sara tenían una cama para cada uno. Xur no parecía tener una forma muy sólida así que reposaba en algo parecido a una bañera, aunque recuperó su forma habitual al despertar.

Negare, en cambio, parecía estar crucificada a un soporte de metal. Su cola estaba grapada al pesado soporte, manteniéndola inmóvil (aunque se notaba que hacía esfuerzos por liberarse). La propia Negare estaba inconsciente, crucificada en aquel pedestal metálico.

- ¡Hey! – Saludó Sara, levantando una mano. La otra tenía una vía conectada a un bastón con sueros. Ian tenía una semejante, igual que Negare. Xur tenía algo parecido también, aunque se le había caído al recuperar su forma habitual – Bienvenidos al mundo de los vivos. No me avasalléis a preguntas, yo me he despertado hace unos minutos. En un momento estábamos peleando contra Halid, que se había vuelto loco… Cubierto de llamas blancas y símbolos raros, y al siguiente, ¡BAM! Hospital.

Momentos después la única puerta del lugar se abrió, y un enfermero joven, que ya habían visto anteriormente, entró en la sala. No pudieron ver lo que había fuera, pero un haz de luz rojiza entró junto al chico, que cerró la puerta tras de sí.

- Ah ya estáis despiertos. – dijo, mientras se dirigía a Negare y comprobaba el suero, tomando apuntes – Tranquilos, solo han pasado un par de horas. Cuando reaparecisteis todos estabais inconscientes y mostrabais síntomas de anemia, por eso los sueros. Pero parece que estáis bien… Esperemos que Negare despierte pronto y controle su prótesis, está siendo un problema.

Sacó un tubo, una inyección con un líquido opaco rosado, y lo inyectó en la bolsa de suero de Negare. Entonces fue hacia Sara, y repitió el proceso.

- En realidad, venía a inyectaros un contraste para unas pruebas. Veréis, vosotros estáis bien pero vuestros compañeros sufren en mayor o menor medida consecuencias de lo sucedido. Por lo que nos ha contado Raúl, vosotros sois los únicos que no sucumbisteis a aquellas esferas de cristal. Buscamos una manera de ayudarles a ellos, y bueno… el señor Fuentes sugirió este método. – Mostró las inyecciones con el líquido rosado en su interior – Esto es una especie de contraste mágico que hará que cualquier tipo de manipulación mágica que se os haya efectuado aparezca en un TAC convencional. La idea es encontrar con esto algún tipo de anticuerpo sobrenatural que vuestros cuerpos hayan podido crear para resistir los efectos de la canica.

Se dirigió hacia Ian, repitiendo el proceso.

- Vosotros cuatro sois especiales. Vuestra fisiología es distinta a la humana en alguna manera. Ian tiene un parásito alienígena, Sara es descendiente de una criatura mitológica a la vez que mutante, Negare tiene una prótesis con tecnología alienígena fusionada a su médula espinal, y bueno, Xur ÉS un alienígena. Al ser los únicos no afectados imaginamos que lo que fuera que sucedió estaba dirigido únicamente a humanos. La información que saquemos con esto podría ser muy útil.

- Como veis ni siquiera os he tenido que volver a pinchar, puedo incorporarla en la bolsa del suero. Bueno excepto a ti Xur. Hicimos lo que pudimos cuando estabas en… ese estado.

El enfermero volvió a poner una vía en uno de los tentáculos de Xur.

- Bueno, si no tenéis alguna pregunta responderé a lo que pueda. Luego iré a informar y os irán llamando para que paséis a la sala de TAC. Yo mismo vendré a buscaros.

- Yo tengo una pregunta. – Dijo Sara - ¿Qué es eso rojo fuera?

- ¿Rojo? Ah, sí. Luces de emergencia. Jeffrey está offline. Están usando toda la capacidad del superordenador para realizar pruebas y simulaciones, así que han apagado muchos de los sistemas para dejar más… RAM, si es que se le puede llamar así, para las simulaciones.

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19/11/2015, 05:56
Narrador

El mundo nunca se volvió completamente oscuro. No para Salvador, al menos. Ahora que sabía cómo funcionaba, no se dejó llevar por la situación. Un punto de luminosidad, algo blanco, permaneció al límite de su visión. Se concentró en el mismo, y decidió expandirlo.

Ya no estaba en la oscuridad, sino que estaba de vuelta en el espacio blanco. Solo que había cambiado de compañía.

Había dos camas allí, con dos chicas tumbadas en ellas, dormidas. Teresa y Elisabet. A parte de ellas, había otras dos personas. Halid estaba sentado en el suelo, mirando las camas, dándole la espalda a Salvador. Y Teresa, OTRA Teresa, vestida con un simple camisón blanco, casi transparente, estaba en pie junto a su propia cama.

- Hola Salvador. – le dijo Teresa, triste – Bienvenido.

Halid se dio la vuelta y miró Salvador. Sus ojos estaban rojos, había estado llorando, quizá seguía haciéndolo.

- No sé dónde estamos, así que no puedo decírtelo. Algún tipo de representación astral… Un universo paralelo donde la voluntad forma la realidad. Algo. No sé más. Te debo una explicación. A ti y a todos. Yo tuve la idea de la broma de fin de curso. Mi poder… Mi poder me permite ver otras realidades, otras posibilidades. Con un poco de esfuerzo, me permite proyectarlas en nuestra realidad como meras ilusiones. Mi poder siempre ha sido inofensivo. Ver otras realidades o proyectarlas en la nuestra como ilusiones y sombras. De hecho durante mucho tiempo creí que mi poder me hacía ver alucinaciones, y simplemente era una ilusionista que no elegía la ilusión a crear. Aquel día simplemente os quise mostrar una realidad a la que llamo Limbo. Sería algo que podríais ver, oír, oler, tocar y degustar… Pero realmente no estaríais allí, ya que ese no es parte de mi poder. Nosotros os veríamos en pánico y reiríamos un poco. Algo inocente. – Teresa sonrió, un gesto sin emoción – Ahí es donde entra Eli. Al igual que yo, había subestimado su poder. Ella cree que una bruja le dio el poder de invocar seres de fantasía. Pero su auténtico poder es el de moldear la realidad. Ella misma creó a la bruja de la que habla, y se ha autolimitado a invocar cuando podría haber hecho muchas más cosas. El peligro de su poder es que funciona de forma pasiva. Cuando sus sentidos empezaron a percibir el Limbo, mi ilusión, ella creyó que realmente estabais siendo transportados, interfiriendo con mi poder. Llevo desde entonces en cama. Ha modificado mi esencia para que pudierais viajar al Limbo. La yo con la que hablas no es más que una ilusión. Conservo suficiente consciencia como para buscar una realidad en la que soy igual, solo que estoy despierta, y proyectar la imagen.

Como prueba, la Teresa vestida en camisón pasó la mano a través de la cama.

- Después empezó a tener miedo, y cuando alguien mencionó que el lugar podía no estar deshabitado, se imaginó como serían sus habitantes, y aquel dragón apareció. El dragón, aun siendo creación de Eli, sabía cuál era su procedencia, y empezó a soltar cosas sin sentido para asustarla. Cuando más miedo le tenía ella, más poderoso era él. Pero con sus palabras consiguió algo más que poder. Elisabet creó a un “traidor”, dejó a Verónica encerrada en el Limbo a la vez que creó una copia de ella que os traicionaría a todos. Sin embargo todo esto habría acabado a la mañana siguiente, de no ser por ellos. – Teresa extendió una mano y una ilusión de aquel par de hombres de las túnicas apareció frente a él – Son parásitos. Cazadores, venían buscando al que habita dentro de Ian. La nave de la nueva profesora entró en barrena porque impactó con el meteoro en el que estos seres viajaban. Sin más lugar al que ir, uno de ellos entró en el cuerpo de Elisabet. Descubrió rápidamente lo que podía hacer, y se dio a sí mismo un cuerpo. El otro infectó a uno de los enfermeros. Sin embargo las cosas que crean no pueden abandonar el Limbo. No podían sacar estos cuerpos que parecían ansiar de esta realidad… Así que están buscando la manera de hacerlos. Han absorbido a la falsa Verónica, con lo que ahora tienen más control sobre el lugar que nunca… Pero siguen sin poder salir.

- Halid y tú habéis logrado cierto grado de control también, por eso habéis acabado aquí. Imagino. Repito, esto escapa a mi control tanto como al vuestro. Lo que sé es que vuestros compañeros, todos ellos, están en peligro. Les están poniendo pruebas, esperando a que usen los dones que Elisabet creó sin querer, las esferas, para robarles ese poder y así regresar a nuestra realidad con sus nuevos cuerpos.

- Creo que si realmente ponéis vuestra voluntad a ello, podéis viajar hasta donde están, y ayudarles.

- Yo iré. – Interrumpió Halid, poniéndose en pie, volvió a mirar a Salvador, seguía llorando – Yo… Sucumbí al deseo. La esfera, la voz… Me ofreció levantar mi maldición. Pero también tomó mi cuerpo. Ataqué a los demás. Antes de recobrar el control le hice daño a Sara, a Brayan… - Se pasó la manga por la nariz, sonándose – Se lo debo. Les ayudaré.

Teresa negó con la cabeza.

- Hay trabajo para ambos. Vuestros amigos están divididos en múltiples grupos, y no creo que este lugar sea seguro. Es más, han modificado el Limbo de tal forma que vuestros poderes no funcionen. Vuestro control sobre el limbo desaparecerá. Necesitaréis encontrar a vuestros compañeros, y explicarles que está sucediendo. Si más de ellos consiguen el control… Si os reunís cuatro, creo que podréis deshacer el límite que os deja sin poderes allí. Verónica ha logrado el control también, pero está sola y perdida, lleva una semana aquí. Tendréis que encontrar a otro…

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19/11/2015, 22:29
Alejandro

Alejandro se cruzó de brazos. Ahora la situación le recordaba a una especie de videojuego de terror. Aún le costaba creer que Marta y Siro no fueran conscientes de lo que acababa de pasar. Tenía la sensación de que nada de aquello era real.

- No creo que podamos quitarle las llaves sin que se de cuenta de que estamos aquí. Creo que lo más sensato sería esperar a que mire para otro lado e irnos al despacho del director.

Acto seguido, tomando la iniciativa, pegó la oreja a la puerta. Trató de oír el tintineo de las llaves, y cuando se sintió seguro abrió la puerta lo justo para mirar a través de una fina rendija. 

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20/11/2015, 17:50
Salvador

Al joven toledano le vino todo tan de repente, que tuvo que sentarse en el suelo de aquel recoveco de la Realidad y repasar las palabras de Eli una y otra vez. Incluso se vio obligado a preguntar a la joven algunas cosas que no le habían quedado claras, pero finalmente comprendió su papel en todo aquello. Era como si nada de lo que hubiera sucedido desde la fiesta de la playa hubiera sido real, e incluso abrigó secretamente la idea de que aquella macabra conversación con su desaparecido padre nunca tuviera lugar. Quizás, sólo quizás, si solucionaban todo, empezarían de cero: la edad de Raúl, las habilidades de Rebeca...

- Vale, si los demás están juntos, y tenemos que elegir a alguien por quién empezar, creo que lo mejor es elegir a Verónica - dijo, mirando a Halid - Está sola, sin saber bien qué sucede, y si estuviera en su lugar, necesitaría ayuda. ¿Estás de acuerdo?

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21/11/2015, 13:14
Rebeca Garcia Perez

Lo que había visto Rebeca no lo comprendía, quienes eran aquellos tipos? Que era lo que había pasado con Fénix?, realmente no sabía que estaba pasando, aquello era demasiado para ella, de hecho el haberse enterado que ella no sería absorbida por Nuwa, sino que era ella misma le supuso un shock del que aun no se había recuperado. Las palabras de Fénix y los acontecimientos que se dieron después le dejaron realmente sorprendida, no sabía qué era lo que estaba pasando en esos momentos simplemente observaba.

Fue cuando escucho aquel sonido que se despertó, que fue consciente de que estaba en un aula, extrañada se mira a si misma mientras piensa:

  • Un momento… todo ha sido un sueño? Y estoy aquí bien, no ha pasado nada y aun tengo mis poderes?

Pero entonces todo empezó a cambiar, realmente aquello era extraño, parecía una pesadilla y lo que estaba sucediendo no lo llegaba a comprender

  • Pe…pero que es lo que está pasando… que es esto? Es una pesadilla

Fue cuando escucharon aquel sonido cuando se horrorizo, el cuerpo del chico, el hombre, Rebeca iba a gritar cuando nota la mano de su compañera tapándosela, realmente no sabía que era aquello y le daba mucho miedo y no sabía que hacer, Naiara podía notar que Rebeca estaba temblando de miedo, se sentía que estaba indefensa sin sus poderes y aquella situación le podía, ella no era una persona especialmente valiente y siempre había estado bastante mimada y hasta que no llego a la fundación no lo había pasado tan mal. Cuando se fue ese hombre terrorífico de allí Rebeca mira a Naiara y dice:

  • Que está pasando? Qué es eso? 
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23/11/2015, 00:51
Naiara Pérez

Otra vez en la puta Fundación. Hacía ya mucho tiempo que había pasado la línea del hartazgo. Ya no solo por lo repetitiva, cansina y asqueante que le resultaba la situación. Sino por el hecho de llevar tanto tiempo queriendo marcharse y ver que, por factores totalmente ajenas a su persona, no lo llegaba a conseguir. Por no mencionar, por supuesto, que su vida había corrido peligro por la ida de olla de una maldita friki.

-Hija de puta, ahí te pudras y no vuelvas.

No le dio tiempo a seguir maldiciendo. La escena empezó a degradarse dejando atrás el aula. Algo le decía que iba a arrepentirse de mandar a la mierda el lugar.

-Pero qué cojones...

Sí, definitivamente se arrepentía de ello. Miraba a su alrededor, sin poder evitar tener la boca ligeramente abierta. Esto tenía que ser una broma. La nueva visión se entremezclaba con la alarma como una gran tortura. Y por fin, silencio.

Suspiró agradecida de poder pensar con más claridad. Fue entonces cuando se permitió mirar de nuevo a su alrededor, esta vez con mayor atención. Y entonces la vio a ella. Rebeca.

- Alerta.

No dijo nada más, porque llegó el sonido de las pisadas. Volvió a mirar  Rebeca, ansiosa. Más valía que su vida no dependiera de esa chica. Se puso tensa, preparada para lo que estuviera a punto de llegar. En su cabeza todavía tenía el recuerdo del Fénix y la extraña pareja. Quería enfrentarse a lo que estuviera por llegar. Usar sus poderes y meterle caña. Hasta que entró en razón, y decidió esconderse.

Le llegó el grito antes de que se pronunciara. Y por eso, su mano cubrió la boca de Rebeca al instante. Ni de coña. Esta tía no la ponía en un aprieto. Ya había tenido bastante con la rubita estúpida. Cerró los ojos, obligándose a mantener la compostura. Era humana, y tener un cadaver a su lado no era algo que le hiciera ninguna gracia.

Cuando llegó el extraño ser, aguantó la respiración. Y apretó todavía más la mano sobre Rebeca. Si le dejaba sin respiración, lo solucionaría después. Estaba empezando a ponerle de los nervios lo que ese mierdas estaba terminando en irse. A este paso la niñita le pegaba un mordisco en la mano y la dejaba manca.

Y llegaron las voces. Le pillaron tanto por sorpresa, que aflojó toda la presión sobre su compañera. Empezó a ponerse nerviosa. El tio raro en la sala, el muerto a su lado, Rebeca medio amordazada. No quería estar allí. Necesitaba marchar, a donde fuera. Y en ese caso, solo tenía una opción.

Escuchó la pregunta de Rebeca, pero no le hizo caso. Cerró los ojos, y se concentró. Tenía que hacerlo si iba a convertir en gas el suelo. Si iba a hacerlas salir de allí. Se permitió decir un comentario, para no asustar a la chica. Si se descuidaba, las delataba gritando como una loca.

-Abajo.

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26/11/2015, 19:19
Narrador

El suelo bajo las chicas, Naiara y Rebeca, fue perdiendo densidad hasta convertirse en una nube rectangular de gas. Claro que, antes de eso, las chicas cayeron a través del ahora intangible suelo. Primero de todo, la muerta.

Fue bastante sorprendente, la verdad, para Siro y Marta ver caer un cadáver momificado de un techo que parecía bastante sólido, justo entre ellos y Alejandro. Por si fuera poco, segundos después dos pares de piernas aparecieron por el techo, en caída libre.

Lamentablemente, los poderes de Naiara estaban en las últimas, y el techo empezó a solidificarse mientras pasaban por él. Se convirtió rápidamente en una sustancia gelatinosa que atrapó a las chicas. Rebeca, que caía primera, se deslizó poco a poco hasta despegarse del techo sin tener que hacer gran cosa, pero Naiara parecía que se iba a quedar encallada. Por suerte no fue el caso, ya que se impulsó lo suficiente para caer.

Marta y Siro estaban en pie contra la pared, mirando con ojos abiertos como platos al cadáver modificado y las dos chicas que acababan de caer del techo.

- ¿Qué cojones? – No lo dijeron a la vez. Pero casi.

Marta, una chica vestida con unas sandalias y un vestido verde un poco demasiado corto para ser decente, y Siro vestía un pijama de hospital de color azul claro. Iba descalzo y como único adorno una pulsera de plástico con un código de barras.

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26/11/2015, 19:45
Narrador

Teresa inclinó la cabeza, aceptando la decisión de Salvador.

- Recordad. Una vez estéis allí, no tendréis ningún tipo de poder. Seréis humanos normales. No podréis cambiar entre un sitio u otro. Pero si, de entre todos vuestros amigos, Verónica es la única que está sola, y lleva sola una semana. Necesitará vuestra ayuda.

- ¿Cómo vamos allí? – Preguntó Halid, tras limpiarse la cara con la camiseta, eliminando los restos de sus lágrimas, aunque no la rojez en sus ojos.

- No lo sé. Vosotros sois los que tenéis el control. Supongo que basta con quererlo.

Halid asintió, y cerró los ojos. Salvador siguió su ejemplo.

Ambos pudieron escuchar aquel sonido atronador. Al abrir los ojos, el mundo estaba oscuro, pero sabían que ya no estaban en el espacio blanco. La presión de la atmósfera, quizá, había cambiado. Una luz rojiza empezó a entrar por una ventana, y se encontraron en una sala con las paredes pintadas en blanco, sin salida, y una única ventana, pequeña y muy alta en una de las paredes. La sala tenía cadenas pegadas a las paredes, pero nada encadenado a ellas.

Instantes después el suelo, las paredes y el techo, antes de un blanco impoluto, empezaron a agrietarse y fragmentos de los mismos salían volando por los aires, como si se estuvieran quemando. Poco a poco se iba rebelando lo que había detrás, un suelo metálico, de rejilla. Paredes de piedra gris y vigas de metal. El techo estaba tan arriba y tan oscuro que no se podía ver, pero en los muros sobresalían estacas, más bien ganchos como de pesca, y en ellos habían colgados cadáveres. Algunos de ellos eran poco más que esqueletos, otros parecían momias. Todos atravesados por el pecho o el abdomen, alguno por la cabeza. No había ninguno reciente.

Una de las paredes, la opuesta a la ventana, desapareció completamente, convirtiéndose en un montón de barrotes. La puerta, también hecha de barrotes, estaba entreabierta.

Halid y Salvador estaban en una esquina, que había quedado en la absoluta oscuridad, cuando vieron salir a Verónica de otro de los rincones de la misma celda hacia la puerta. Halid cogió del brazo a Salvador, para que no saliera del escondite. Verónica estaba a punto de salir cuando dejó de sonar la alarma, y se pudo escuchar un ruido a lo lejos. Algo chirriante… Como uñas sobre una pizarra. No era simplemente molesto, sino que un terror sobrenatural les sobrecogió. El ruido se acercaba. Tenían que esconderse.

 

¡¡No había ningún sitio donde esconderse!! No había nada en aquella celda que pudiera esconderles de alguien que pasara por delante. A no ser que… Verónica corrió al rincón del que había salido, donde la roja luz prácticamente no llegaba, sumergiéndose en la oscuridad.

 

Segundos después lo vieron. Un hombre, vestido con una túnica blanca que brillaba con luz propia. Tenía una máscara metálica tan pulida que era como un espejo. Guantes y botas del mismo material, con diseños puntiagudos. Uno de los que Teresa les había hablado. Pasaba constantemente una de sus manos-garras por la pared, produciendo aquel sonido. Cuando pasó por delante de la celda que ocupaban extendió su otra mano hacia los barrotes, pasando los puntiagudos dedos de los guantes por los cilindros de acero, soltando chispas cada vez que topaba con uno.

Pareció no ver a ninguno de los tres, y siguió su camino.

Pasados un par de minutos, ya estaban seguros de que aquel hombre no iba a volver.

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26/11/2015, 19:48
Narrador

Halid salió de las sombras de la celda, sorprendiendo a Verónica. ¿Cuánto tiempo llevaba allí? Salvador le siguió.

- ¡Verónica! – Halid le abrazó con fuerza. ¿Halid siendo efusivo? - ¿Cómo te encuentras?

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27/11/2015, 00:13
Naiara Pérez

Sentir desvanecerse el suelo en los pies le hizo saborear la gloria. Tenía tantas ganas de usar sus poderes y sentir la libertad que ellos le ofrecían, que no se hubiera sorprendido si acto seguido hubiera llegado el orgasmo. Pero por supuesto, no todo podía ser tan bonito en La Fundación.

No necesitó más que notar cómo se iba condensando la materia para empezar a maldecir. Le sudaba la 'polla' que le escuchara el mierdas de seguridad que había entrado antes en la habitación. Tenía suficientes problemas con luchar contra su propio poder. Por suerte, estaba acostumbrada a tomar decisiones en mitad de un sarao.

Cuando sus pies tocaron el suelo, se incorporó con energía girándose hacia esos putos críos que ni siquiera parecía conocer.

-Vosotros no ayudéis, ¿eh? - inquirió, de mala leche - Que si me quedo atascada en el puto techo no pasa nada, a joderse y disimular para que no te encuentren.

Inutiles.

Ni siquiera se molestó en mirar el cadaver. Fue entonces cuando se dio cuenta de que allí también estaba Alejandro. Con él el tono de voz se suavizó ligeramente.

-¿Desde cuando estais aquí?

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27/11/2015, 12:58
Rebeca Garcia Perez

Rebeca siente como el suelo a sus pies empieza a perder consistencia, realmente no sabía que era lo que pasaba y estaba demasiado asustada como para decir o hacer algo, fue entonces cuando cayeron a la planta de abajo, la sensación fue extraña, eso de deslizarse por el suelo pero sintiendo como si este fuera gelatina era muy raro. Cuando cayó al suelo sintió un poco de dolor por el golpe, por fortuna no estaba muy lejos del suelo, aun así se quedo un poco dolorida.

Cuando se pone de pie observa la situación y los que están allí, se alegraba de no estar sola con Naiara ya que la chica no era especialmente agradable y suponía que no tendría problemas en lanzarla contra cualquier peligro para salvarse ella. Rebeca se da cuenta que también esta Alejandro y como Naiara cambia totalmente su tono, ella se acerca a los otros dos chicos y dice.

- Ho... hola, soy Rebeca... chicos sabéis que ha pasado y como hemos llegado aquí? y dónde estamos? parece una pesadilla

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27/11/2015, 20:18
Verónica Galán

Verónica, aún aturdida por lo que había pasado momentos antes, se sorprendió tanto de ver a Halid y a Salvador que aceptó de buen agrado el abrazo del chico y lo apretó todo lo que pudo... no quería quedarse sola de nuevo.

- N-no sé.- Tartamudeó -. Bien, supongo... pero quiero salir de aquí, llevo demasiado tiempo encerrada y no aguanto los sitios cerrados .- Hacía poco que había llegado a aquel lugar, pero antes había estado encarcelada en otro, así que, necesitaba aire.

Todo aquello lo dijo sin soltar a Halid de su abrazo, y cuando se relajó un poco lo dejó ir y respiró hondo para luego mirar amistosa a Salvador y dedicarle una de sus mejores sonrisas... no sabía el tiempo que llevaba allí, pero casi que se le había olvidado como hacerlo.

- ¿Donde estamos? ¿cuanto tiempo llevo encerrada? Habéis tardado mucho en venir a buscarme.

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28/11/2015, 00:32
Alejandro

Estaba a punto de salir del despacho y entonces...

- ¡Joder!

Su grito fue de sorpresa, pero había algo de alegría en su voz. Por primera vez en unas horas encontraba algo o alguien familiar. Rebeca y Naiara, juntas frente a él. Al principio dudó, aquello parecía demasiado bueno para ser verdad. 

No le costó reprimir las ganas de acercarse a ellas, tocarlas para ver si eran reales o incluso abrazarlas. Así era Alejandro. Carraspeó y trató de aparentar dignidad.

- Estamos en la Fundación, o al menos en una versión alternativa de ésta, puede que en otra dimensión. Llevo varias horas aquí, no estoy seguro de cómo he llegado. Lo único que sé es que no puedo invocar a mis caballeros junto a mí. Ellos - señaló a Siro y a Marta - creen que estoy loco pero... Vosotras sabéis de lo que hablo, ¿verdad? Habéis atravesado el techo - miró a Naiara, expectante.

Frunció el ceño al darse cuenta de algo en lo que no había reparado hasta el momento.

- ¿Y eso? - preguntó, refiriéndose al cadáver.

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28/11/2015, 00:59
Naiara Pérez

- Por desgracia.

Miró a su alrededor más por inercia que por interés. Estaba hasta las narices de la dichosa Fundación y sus inoportunas sorpresas. Escuchó en silencio a Alejandro.

-Sí, he sido yo - indicó, desvelando su poder a los nuevos. Giró la cabeza siguiendo la mirada del chico. - No es nuestro  - indició, exculpándose de cualquier culpa que pudiera pasarles por la cabeza. - Llegó un guardia, nos escondimos en el armario y allí estaba nuestra amiga. Será otra alumna  - añadió, a sabiendas de de lo desagradable que podía ser el comentario.

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28/11/2015, 21:36
Salvador

El toledano dejó escapar un jesús cuando vio todo aquello, que parecía sacado de una película de terror, y notó cómo su pecho latía con fuerza desmesurada. Era evidente que tenía miedo, y parecía bastante fuera de contexto. Sin embargo, se dirigió hacia Verónica junto a Halid cuando éste la abrazó.

- Lo siento - respondió a la muchacha, aunque no sabía bien por qué se estaba disculpando - Hasta hace poco no hemos sabido que te habías quedado en el Limbo.

Un ruido más allá de los barrotes le hizo dar un respingo, pero volvió su atención a Verónica. Parecía querer explicar muchísimas cosas pero no tenía tiempo.

- Han pasado muchas cosas, pero ahora no hay tiempo de contarlas. Sólo debes saber que hemos venido a por ti pero los demás también están encerrados. Debemos salir de aquí - miró alrededor - ¿Puedes usar tus habilidades?

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28/11/2015, 23:46
Verónica Galán

Al escuchar a Salvador, Verónica no pudo más que intentar hacer uso de alguna de sus habilidades... sin éxito.

- Parece ser que no.- la chica arrugó el gesto en señal de descontento -. Hasta hace un momento tenía un collar inhibidor, pero sigo sin poder usarlos, no se porqué.

La chica se miró a las manos temblorosas, si cuando estaba encarcelada y inhibida se sentía inútil... ahora ese sentimiento se intensificaba. No tenía el colgante y seguía sin poder usar sus poderes, ¿Los habría perdido?

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29/11/2015, 22:36
Alejandro

Así que los poderes de Naiara funcionaban en aquel lugar. ¿Por qué los de Alejandro no? Sospechaba que tenía que tratarse de algún tipo de distorsión dimensional. 

- Nosotros estábamos a punto de ir al sótano del edificio. Creo que allí hay algo importante, pero no estoy seguro de que pueda ayudarnos a volver a casa.

Miró algo apenado a Siro y a Marta. Para ellos aquella conversación no tenía mucho sentido. Alejandro se preguntaba si serían reales o si eran meros constructos de aquel extraño lugar.

- ¿Qué se supone que hay exactamente en el sótano, Siro?

Pareció ignorar deliberadamente el asunto del cadáver.