Partida Rol por web

Le miré un poco mal cuando sacó las pastillitas y vi que se reía, aunque al final casi me hace reir también a mí y cuando llegó a eso de que podía irme con el conejo le miré peor, pero sin ninguna sonrisa por mi parte, negando con la cabeza, diciendo cláramente que aquello no iba a suceder nunca, pues sólo de pensar en aquel horrible ser me hervía la sangre y me daban ganas de hacerle cualquier cosa habida y por haber que pudiera dolerle.

- Vamos, que mis opciones son seguir con lo que estaba como si nada hubiera pasado o trabajar para ti..

Mi vista se fue al espejo y me quedé mirándolo fijamente, aunque acabé suspirando.

- Ninguna de esas opciones era la que tenía en mente al pensar en ti... - Aquello sólo lo pensé pero no pensaba decirlo en alto, porque la respuesta a la propuesta la sabía sin necesidad de pensarla.

Volví la vista hacia él, quizás de mostrando tristeza, pero mis palabras fueron seguras.

- Me arriesgaré a unirme a vosotros..

- Excelente. - Dijo Malcom mientras tendía su mano para que la cojas. - Es una buena desición, ya verás como todo, al final, compensa con creces el haberte quedado. -

Con su mano libre, señaló el espejo, el cual se movió a un lado con un sonido sordo dejando a la vista un pasillo metálico que se extendía hasta dónde tú podías ver.

- Pero está claro que aún te debo una cena, tal vez después de salir del "trabajo", podamos charlar sobre todo esto más tranquilos. Ya verás que te terminará gustando, y además, aprenderás muchas cosas... y serás mucho más útil que detrás de un simple escritorio. ¡Tan sólo imagínate tener que regresar al pasado para evitar un asesinato! ¡O viajar hacia el futuro a conseguir algo que necesitamos! Las opciones son enormes. -

El muchacho esperó que le tomes la mano y volvió a mirarte a los ojos.

- ¿Vamos? -

Consiguió que sonriera con aquel ataque de optimismo, que sin duda, era todo lo contrario a lo que yo solía pensar, pues era el don del pesimismo y aún más, cuando me sorprendía a mí misma de tirar hacia delante sin haber acabado en un sicólogo echándome a llorar a mares cada dos por tres.

- Quizás vaya siendo hora de que las cosas cambien...

Le miré unos instantes tras haberme quedado mirando aquel pasillo.

- Vale, pero de postre quiero algo de chocolate, creo que me lo he ganado..

Sonreí divertida por mi propia respuesta, optando por no pensar más, simplemente dejándome guiar y que me enseñara aquello que yo no podía ver, aquello que me decía que existía, que se podía hacer y que no me podía imaginar.

- Tú mandas jefe.. - Agarré aquella mano que me tendia y esperé sin moverme, pues era él quien debía guiarme.

Con una sonrisa eterna, Malcom tiró de tu mano hasta que os metistéis en el espejo. Automaticamente, la puerta se cerró tras de ambos, y lo que parecía ser una plataforma en el suelo comenzó a moverse.

Pero la sensación era algo extraña.

Las luces pasaban primero hacia atrás en las paredes y después, subían, indicando que estabas descendiendo, sin embargo, la sensación era que estabas parada en el lugar, sin moverte siquiera.

Tras unos minutos de un raro viaje, las luces de las paredes se detienen y una puerta comienza a abrirse delante de vosotros. Primero ves una rendija vertical de luz, la cual se va haciendo más grande hasta que la luz que entra por la puerta abierta te ciega.

Tus ojos tardan unos segundos en acostumbrarse a la claridad artificial de ese sitio, pero cuando logras ver, te das cuenta que ya no estáis solos. Ahora delante de ti, puedes ver una decena de gente que va y que viene, algunos hasta pasan volando y se meten en unas salas en un piso superior, otros, simplemente caminan tranquilos por el suelo... o por las paredes... o por el techo, como si nada.

Ninguno se gira a miraros, tal vez por que están acostumbrados a ver gente entrar y salir de allí.

Malcom te presiona un poco la mano y te mira.

- Bienvenida al cuartel general, Megan. Bienvenida a Time Force. - Sonrió. - ¿Nos hemos esmerado con el nombrecito, eh? -

Tenía los ojos abiertos como platos y miraba a todos lados como si estuviera en un circo y tuviera como cinco años.

- Qué fuerte! - Murmuré alucinando en colores viendo lo que hacía aquella gente, aunque ya había visto lo que podían hacer Peter y Eli y..

- Eso de andar por el techo se sale! - Dije mostrando una enorme sonrisa sin hacer mucho caso así de primeras a lo que Malcom decía. - Perdona, estoy como una niña con zapatos nuevos..

Respiré profundamente, para calmarme y parecer una persona civilizada durante un rato al menos.

- Vale. ¿ Time Force? Suena a marca de relojes o algo así.. - Guiñé un ojo porque seguro que pondría cara de ofendido por aquellas palabras, aunque fuera fingiendo. Eso sí me daba un poco de respeto estar ahí y no solté su mano, no queriendo que me dejara sola.

- ¿ Crees que os podré ser de alguna ayuda? Soy una llorona cabezota y me cabreo con bastante facilidad.

- Todos tenemos un papel que desempeñar en esta guerra, Megan, no te preocupes por eso. Además, seguro que conocerás a alguien tan cabezón o más que tu, te lo puedo garántizar. - Dijo Malcom mientras caminabáis por una pasarela en el centro de la sala.

La gente pasaba por allí a gran velocidad, andando, otros volando.

Sin embargo, todos parecían tener cosas que hacer.

- Además, eso que dices de volar... seguro que todavía no has sacado el verdadero potencial de tus poderes. Siendo Kinética, es tan probable que levantes una roca de dos toneladas, como que levantes tu cuerpo. Sólo tienes que intentarlo. -

Cuando le hablaste del nombre, puso cara de resignación.

- Sí, es un poco cutre, lo sé. Pero dice lo que hacemos. Aunque yo habría preferido algo así como la Liga del Tiempo, o no sé... ¿Time Cop? Nah, esa era una película. Bueno, ¿qué te parece? Aquí tenemos de todo, desde un sitio para que puedas quedarte a vivir, hasta salas varias de entrenamiento, lugares chulos con tecnología para las misiones y por supuesto, una cafetería 5 tenedores. Eso nunca puede faltar. -

Suponía que alguien más terco que ya habría así que no respondí nada a esas palabras, pues imaginaba que aunque tuvieran ciertas habilidades, este lugar sería como todos, con gente de todas clases que se han juntado al igual que te tocan los compañeros de trabajo o la familia, sin que los elijas.

- ¿ Podré volar? Eso tengo que aprenderlo, aunque de momento me conformaría conformaría con hacer las cosas sin que se me levante una jaqueta que no puedo ni ver..

No había probado a hacer nada desde que me había levantado aquella mañana y no había tenido muy buen resultado.

Por lo demás, escuché su explicación sobre aquel lugar, pero ya había decidido hacía rato.

- Sabes que no hay nada que me ate ni a mi casa, ni a nada que halla ahí fuera, así que... No tengo nada que perder. Puedes contar conmigo.

Sí, quizás que esas palabras salieran de mi boca era un poco triste, o quizás, las palabras de alguien que sabe lo que hay y sólo intenta mejorar un poco.

- Pues, como temíamos que nos dirías algo así, en el sentido que te quedarías con nosotros, nos hemos tomado la libertad de traerte algunas cosas a este sitio, tales como tu ropa y demás. - Dijo Malcom con una sonrisa. - Mira, creo que esa es la ventana de tu cuarto... - Continuó señalando una ventana en el segundo piso, ventana que en este momento, sin las cortinas, por lo que podías ver claramente a un animalito gatuno caminando por el interior de la ventana, de un lado a otro.

Al parecer, el minino también te vió desde la lejanía, ya que comenzó a maullar caminando aún más rápido de un lado y al otro.

- Buen animal, aunque nos ha costado horrores hacer que comprenda que te cambiabas de casa... aunque... - Malcom pareció recapacitar. - ...siento no haberte preguntado... pero podemos volver hacia atrás y dejar todo como estaba, si es lo que quieres. -

Ahora sonrió.

- Lo que quiero decir, no es necesario que vivas aquí, ni siquiera que trabajes para nosotros el 100% de tu tiempo, puedes ser una colaboradora Freelance y así, hacer una vida un poco más normal... ¿me explico bien? -

Sonreí con lo de mi gato, pues la verdad es que cuando quería podía ser más arisco que yo y eso, era mucho decir, y suponía que ahora estaba nervioso, pero se le pasaría con dos carantoñas y algo para comer, pues era un tragón y se le conseguía engañar siempre con un poco de comida, sobretodo atún que era su vicio.

- Si hubieráis preguntado antes os hubiera dicho el truco. Abres una lata de atún y es capaz de seguirte hasta el fin del mundo...

No estaba bromeando, eso les hubiera facilitado la tarea muchísimo.

- Gracias por traerme las cosas. Odio las mudanzas.

Por algún motivo no estaba demasiado sorprendida porque hubieran adivinado eso de que diría que sí. Seguro que había alguien tan raro en aquel lugar que podría predecir cada uno de los movimientos de alguien.

- Seguro que jugar al ajedrez contra alguien así tiene que ser horrible. - Montañas de cosas absurdas se me pasaban por la cabeza, como siempre.

- ¿ Y si me quedo y luego no estoy cómoda podría irme? Quiero decir, me quedo una temporada aquí y pruebo a ver qué tal y si no me gusta pues puedo volver a mi vida normal y que me llameis si me necesitais ¿ no? La vida normal ya la he probado y es aburrida y triste así que..

- Si, tranquila, no somos una carcel. - Dijo con una sonrisa. - Puedes irte cuando te venga en gana o vivir aquí y allí o hacer lo que quieras. No retenemos a nadie, simplemente, pedimos un par de firmas en unos papeles, unos juramentos que dicen que no revelarás nuestra posición y demás tonterías que les hacemos a todos los que no viven aquí con nosotros. -

Malcom se toqueteó el brazo, justo encima de la muñeca.

- Aquí nos ponen un chip localizador para que no nos perdamos y para que nos encuentren si nos secuestran, así que puedes estar en cualquier parte del mundo que te localizaremos si necesitamos de tus virtudes. ¿Qué te parece? Somos... como dicen los niños ahora, guays. -

El muchacho te señaló un ascensor junto a la pared, el cual subía y bajaba constantemente con gente.

- Ese es el ascensor que te llevará a tu habitación, por si quieres ir a verla. ¿Tienes alguna pregunta hasta ahora? -

Había entendido todo por el momento y el hecho de que no me fueran a impedir irme si resultaba no estar agusto me hizo sentir tranquila, aunque no hubiera esperado menos.

Como un movimiento involuntario, miré a su brazo mientras se lo toqueteaba y eso de que me tuvieran todo el tiempo localizada no era de mi agrado, pero luego me di cuenta de que también podrían hacerlo mediante mi teléfono móvil, así que sería absurdo decir que no.

- Vale, como tú me digas... Me parece bien.

Tampoco iba a decir a muchas cosas que no sin saber cómo funcionaba aún el tema, quizás una vez llevara ahí unos días..

- ¿ Entonces me dejas aquí, no?

Suponía que se iría a alguna parte pues me estaba diciendo que me fuera a mi habitación si lo deseaba y como tampoco conocía a nadie que no fuera él en ese lugar... Eso sí, tampoco iba a volverme su sombra así de repente y seguirlo a todas partes.

- ¿Dejarte? No, para nada. No tengo nada que hacer hasta dentro de tres horas, así que puedes preguntar, puedo seguir mostrándote todo esto, o si quieres, podemos ir a almorzar a nuestra cafetería "Último Recurso". - Dijo Malcom mirando el reloj. - O si quieres, puedes recorrer por ti misma la zona en plan turista, aquí nadie te va a detener por que curiosees la parte pública de la base. - Continuó con una sonrisa.

El muchacho te miró con su sonrisa rara de siempre.

Esas sonrisas que no sabes si está feliz o si está pensando algo.

- Tú decides... y ¡ah, por cierto! Ya que vamos a trabajar juntos, deberías ir pensando un nombre para tu... digamos, alter ego. Un nombre en código bonito o simplemente, con algo de gancho. -

Me ruboricé por haberme equivocado con mis suposiciones y bajé la vista al suelo durante unos instantes, aunque luego me enfadé mentalmente conmigo misma por aquella reacción tan infantil, pero es que no la podía evitar.

- Perdona, pensaba que tenías alguna cosa que hacer... y no quería molestar...

Tan sólo me faltaba tartamudear en aquel momento y encima, cuando levanté la vista y vi su sonrisa, esa que jamás entendía, me quedé aún más cortada.

- Prefiero quedarme contigo... - Terminé diciendo con una sonrisa. - Un café me vendría bien antes de nada, he tenido un despertar un poco brusco..

Intenté no pensar en nada para no parecer idiota, pero siempre acababa hablando conmigo misma.

- Megan que se va a pensar que te faltan un par de horas de incubadora!

- ¿ Un nombre? Si me costó un mes llamar Roger a mi gato... - Sí, lo mejor era sin duda bromear, aunque bromeara con la verdad. - Si eliges algo mejor que lo de Team Force te dejo elegirlo a ti... pero me tiene que gustar!

- Casi tanto como tú... - Sonreí volviéndome a poner roja de lo que se me ocurría a mí misma.

- Vale, ven que te invito un café y unos bollos en la cafetería. - Dijo Malcom mientras se llevó la mano a la barbilla como pensativo, cuando después le dices que elija un nombre él mismo. - Dios, eso es mucha responsabilidad, además, ya sabes lo que soy para elegir nombres... ahora tendré que pensar y mucho... -

Pero en ese momento, Malcom sonrió.

Levantó el dedo índice hacia arriba, como descubriendo una idea, y levantó un par de veces las cejas.

- Creo que tengo una idea para encontrar tu nombre, no por que se me ocurra a mí, pero creo que Jota Jota si tendrá más idea que yo. Vamos, seguro que estará en la cafetería. -

Recorréis un poco la base, hasta que llegáis a una puerta doble esmerilada, que se abre en el momento que os acercáis dejandote ver la cafetería "de personal" del lugar. Las mesas no están muy abarrotadas, pero si hay mucha gente.

Lo que no deja de sorprenderte, es la cantidad diferente de gente que había allí dentro.

Había gente de todas nacionalidades y, por supuesto, de todas formas.

Mujeres hechas de fuego, hombres que se estiraban para coger algo de otra mesa, gente que lee un libro mientras se llevan la taza de café a la boca sin tocarla con la mano... vamos, lo normalito.

Malcom se acercó a la barra, tirándote de la mano hasta un chico que atendía.

Era un adolescente con camisa blanca, el cual preparaba el café.

- Megan, te presento a Jota Jota. Jota, ella es Megan, una de las nuevas. -

El chico te miró, te sonrió y te tendió la mano.

Me eché a reir por su respuesta, olvidando de nuevo todo lo que se me pasaba por la cabeza, lo cual era mejor para todos y seguí a Malcom para entrar en aquella cafetería.

Sin duda, se tuvieron que dar cuenta de que era la nueva, pues me volví a quedar casi embobada con la boca abierta mirando lo que había allí.

- Mira pero si es de fuego! - Me quedé mirando a aquella mujer dijamente, hasta que me di cuenta de que podría molestarla y bajé la cabeza como pidiéndola disculpas.

- Estoy flipando!

Incluso sabiendo que alguna cosa podía hacer, me sorprendía de lo que podían hacer los demás, pero yo me sentía normalucha y nada especial, por mucho que pudiera mover cosas sin tocarlas o hacerme escudos con el aire que me rodeaba.

- Hola! Es un placer! - Tendí la mano a aquel joven que parecía agradable. - Me ha traído a conocerte porque es un vago pensando sobrenombres... - Giré la cabeza y saqué la lengua a Malcom.

- Bah, es un vago. Si tiene que pensar, siempre se escaquea. - Dijo el chico desde detrás de la barra con una sonrisa. - Yo creo que te pegaría algo así como Kinética, ya que ese es tú poder. O bueno, si me dejas pensar un poco más, tal vez tenga algo mejor. -

Jean Jaques sacó un par de cafés de la máquina y os lo puso delante, además, desde debajo de la barra sacó un platito con algunas pastas.

- Creo que veniáis por esto. ¿Qué tal lo llevas, Megan? Lo has hecho muy bien hace unos años, no creo que tengas problemas por adaptarte aquí. -

Se me vio en la cara que eso que me llamaran kinética tampoco es que me sonara demasiado bien, quizás es que en realidad fuera un poco rara y le diera muchas vueltas a las cosas.

Sonreí cuando me dio el café y sus palabras, me pillaron un poco desprevenida y mi expresión pasó a aquella de sorpresa que parecía ser la más común en mi cara cada vez que veía un poco más de aquel lugar.

- ¿ Lo tuyo es saber qué es lo que queremos sin pedírtelo?

Me quedé un poco seria y luego me sinceré totalmente.

- Si por mí hubiera sido, si hubiera tenido la oportunidad de escoger, no habría ido al pasado nunca. Al menos ahora me he comprometido con algo, si me lo llegan a decir justo antes de enviarme... - Recordaba HUMANS y no, seguro que me hubiera escondido debajod e una piedra.

- Nah... ojalá fuera tan fácil. No puedo saber que piensas, si eso es a lo que te refieres, simplemente, veo el futuro... - Dijo mientras estiraba su mano hacia un lado de la barra en el momento exacto que un vaso se caía de la estantería superior y lo cogió al vuelo. - ¿Ves? -

El chico levantó la mirada por encima de tu cabeza y frunció el ceño.

- ¡Amanda! ¡Deja ya de intentar siempre lo mismo! Dios... -

El muchacho volvió a miraros.

- ... ¿veis? Esto es a lo que me refiero. Todas las mañanas lo mismo. -

Otra vez se llevó la mano a la barbilla pensativo.

- ¿Qué te parece Valkyrie? -