Partida Rol por web

120 millones, se decían rápido pero llegábamos a un punto en el que se me iban los ojos al contar los ceros. Era duro decirlo pero aquí se manejaban cifras con las que se podían comprar muchas lealtades "sin precio". Pero bueno, es mejor no pensar en eso, dudo que mi lealtad esté tan bien valorada en un futuro y doy gracias porque no se que repuesta daría...
Apenas teníamos capital como para hacer frente a la puja y hacer un intento de rescate de tanta gente a través de asesinos, mercenarios, exconvictos y todo tipo de maleantes se me antojaba no sólo peligroso, sino imposible. Debíamos idear una forma de hacernos con todos sin ponerlos en peligro. Esperé mi turno para hablar y evitar que se superpusieran las conversaciones.
-Si la operación está prácticamente hecha deberíamos ir pensando en localizar al tal Betin y controlar sus movimientos, quizá la mejor opción sea asaltar su nave y hacernos con ella una vez hayan cargado a la tripulación de la Osiris allí. Además creo que es una amenaza en potencia una persona capaz de pagar tales cantidades de dinero por científicos, pon eso en una coctelera y tendrás una mezcla explosiva.
Aunque la verdad estaba abierto al debate, cualquier plan mejor sería bien recibido en cualquier momento, pero a mi, con la información que íbamos recibiendo... No se me ocurría nada mejor... Dentro de la nave reducíamos las posibilidades de recibir fuego cruzado, el número de enemigos y no teníamos que pasear a nadie para que reciba algún disparo perdido...

Kerius se sentía intranquilo. No estaba acostumbrado a pasearse entre criminales sin que éstos estuviesen muertos a sus pies o luchando contra sus armas. Tanta escoria junta le daba nauseas. Cómo habría deseado coger varias de esas granadas para crear el caos, cómo le habría gustado desenfundar su arma y abrir fuego contra todo ser viviente. Desgraciadamente para él, eso no sucedería, salvo que sucediese un dramático giro de los acontecimientos.

El turiano se ciñó a su papel y dejó que las cosas avanzaran por si solas. Ya reunidos y con las últimas noticias sobre la tripulación de la Osiris sólo faltaba informar al contacto y ver qué pasos había que seguir. Sin duda, el panorama no era nada agradable. Ese tal Betin Ger'mebar se les había adelantado y estaba dispuesto a pagar una cuantiosa suma de dinero por los científicos, aún más grande que la que ellos tenían. Si alguien era capaz de soltar semejante cantidad, sin duda era una figura peligrosa a tener en cuenta.

- Antes de decidir, veamos qué nos tiene que informar.- se limitó a decir. El primer plan, intentar negociar por los científicos, había fallado, sin embargo estaba convencido de que el contacto tenía algo más en mente. ¿Las acciones que había pedido el infiltrado serían parte de algún tipo de distracción? Kerius tuvo la sensación de que pronto estaría empuñando sus armas.  

La contestación se demoró unos minutos. Quizás el infiltrado necesitase tiempo para localizar el lugar de la transacción evitando la seguridad, o puede que el volumen de ruido ambiental no fuera el necesario para asegurar la confidencialidad, fuera cual fuera el motivo la operación seguía en marcha.

- Esa transacción lleva ejecutándose catorce minutos en los niveles inferiores. Descender va a complicar la situación, pero hay que sacar al personal antes de que aborden la nave de Ger'mebar, hay más de doscientos batarianos en ese acorazado, ustedes junto a la dotación de la Osiris no podrían pilotarlo.

Vayan al pabellón "F", al fondo hay uno de los pilares metálicos de la bóveda. En cuanto se acerquen las luces comenzarán a fallar y el sistema de vigilancia quedará ciego unos segundos. No usen visión nocturna ya que las luces comenzarán a destellear para cegar temporalmente a las unidades de control.

Me reuniré con ustedes allí, habrá que descender por unos de los elevadores hasta el enclave de la reunión y sacar de allí a los prisioneros. Desde los niveles inferiores se puede llegar a las zonas de despegue por los túneles de servicio y evacuación, la distracción no durará mucho. -

Si la transacción estaba en marcha el tiempo se había convertido en un enemigo adicional, no podían permitirse que la tripulación fuera trasladada al acorazo batariano, no podrían superar a dos centenares de alienígenas armados.

En cuanto llegaron al punto de reunión las luces comenzaron a fallar, incluso el sistema de emergencia no daba señal. Varios guardias comenzaron a moverse nerviosos y al poco el ruido de una potente explosión en un pabellón atrás inundó toda la feria, provocando una movilización masiva de centinelas.

Resultaba difícil mantener la visión con tantos destellos de luz a intensidades diferentes, pero estando bajo aviso lograron paliar los efectos más molestos de la luminosidad. El resto de visitantes tenían muchos más problemas para evitar quedar cegados.

Justo al lado del pilar yacían en el suelo dos batarianos, la sangre comenzaba a extenderse lentamente por la superficie, tenían una sola herida de arma blanca, uno en el costado y otro a la altura del cuello. El contacto del látigo estaba esperándolos manipulando los controles del elevador montacargas.

Para acceder al montacargas se necesitaban dos tarjetas de identificación, una evidentemente era del propio asesino, la otra algo manchada en sangre debía haber pertenecido a uno de los batarianos muertos. Entre la confusión de las luces junto con la detonación nadie se había percatado de los dos cadáveres.

Tenían unos segundos valiosísimos mientras descendían para preparar sus armas, era evidente que deberían llevarse a la tripulación por la fuerza.

- La plataforma nos dejará en el pasillo que da acceso a las celdas de retención, allí se está formalizando la compra. Ger'mebar debe estar escoltado por unos ocho o nueve batarianos y puede que algún krogan mercenarios. El prelado del látigo cuenta con doce androides de combate y un mech de asalto bípode.

Están retenidos en celdas de energía, la barrera es lo suficientemente fuerte para bloquear disparos de calibres convencionales, pero no los protegerá de armas pesadas ni explosiones.

Arriba aun faltan otras cuatro explosiones y la segunda descarga del virus, con este escándalo las comunicaciones del látigo están inhabilitadas temporalmente.

Si los sacamos se puede llegar a los hangares por los túneles de servicio, hay una nave de carga ya preparada con el piloto automático, pero habrá que tomar una desviación para anular las torretas defensivas. -

Al final no todo iba a ser fácil. Nos esperaba una dura batalla según los cálculos de nuestro contacto. Ya estaba empezando a cansarme de interpretar el papel que me había tocado. Preparé la munición criogénica para mis armas, me aseguré de que estaban llenas de munición y empuñé la escopeta. 

- Bien. Acabemos con esto. - Dije, cargando la escopeta lista para disparar. La empuñé en dirección a la puerta, colocándome como siempre en primera linea. 

Elora suspiró para sus adentros mientras su cuerpo empezaba a emitir el característico brillo azul de la energía biótica. Sólo tenían que quitarle el botín por el que tanto había pagado a un esclavista podrido hasta la médula que seguramente contara con media tonelada de guardaespaldas dedicados a asegurarse que la transacción se llevaba a cabo sin problemas.

¿Qué podría salir mal?

Aun así, tampoco la sorprendía, lo raro precisamente habría sido que todo saliera sin violencia. Y desde luego tampoco la molestaba embestir contra quien hiciese falta para rescatar a aquella gente.

Una vez el elevador se detuvo el grupo caminó por un amplio pasillo que terminaba en una puerta doble de metal reforzado. Varias cámaras de seguridad estaban repartidas por el techo, apagadas e inertes de energía por el virus, el único guardia del látigo presente yacía en el suelo inerte de un color verdoso, presumiblemente muerto por envenenamiento.

El contacto del doctor Hanfman tenía acceso a los códigos de seguridad, una vez colocados en formación la secuencia de apertura abrió la puerta a una enorme sala con celdas de energía a ambos lados, los tripulantes de la Osiris se repartían a lo largo de estas.

La sala estaba custodiada con fuerte seguridad, el señor del crimen batariano se ocultaba detras de unos paneles de acero, junto a él se encontraba el prelado del látigo, listos para el combate.

Había once androides de combate preparados para luchar, junto a un enorme mech bípode con armas pesadas listo para el combate. Otros siete mercenarios batarianos completaban las amplias fuerzas enemigas.

La imagen que se descubre ante mi es desalentadora, hay una cantidad de enemigos tan grande que hace que dibuje con los labios sin articular palabra: "Dios santo..."
Rápidamente me muevo hasta la cobertura. Apunto con rifle de francotirador al Mech y disparo. Tras esto activo el campo de ocultación

La bala de Connor se incrusta en la armadura del mech sin provocar daño alguno, solo llamando peligrosamente su atención.

Mientras el humano se cubre con las cajas el asesino del látigo se mueve con presteza por el campo de batalla, golpeando con sus armas y esquivando proyectiles al mismo tiempo, demostrando una movilidad sin precedentes.

Pero el señor del crimen batariano es un experto igualmente en técnicas de infiltración, con un potente lanzamiento una granada de metralla cae cerca del escondite de Connor, los fragmentos explosivos le golpean sin piedad agotando sus escudos.

Lo primero que se encontró Elora en plena cara nada más abrirse la puerta del ascensor fue a dos drones de combate a los que sólo les faltaba una pancarta de "Bienvenidos".

La reacción de la asari fue eléctrica; extendió un brazo hacia adelante como quien lanza algo y con un estallido azul que no sonó, el primero de ellos salió disparado hacia atrás, colisionando con su congénere y terminando por ir a estamparse contra unas cajas que tenían en la retaguardia. Ambos quedaron despatarrados por el suelo a merced de los tiros de sus compañeros.

Y entonces vio que aquella enormidad blindada se giraba para enfocarles.

«¡Oh, diosa!»

Por lo que no perdió tiempo y corrió a zambullirse detrás de una pila de contenedores metálicos cercana.

Los dos androides vuelan impactando el uno contra el otro, ambos robots quedan en el suelo por el impacto con algunos daños visibles.

El bípode de combate se mueve y ametralla sin piedad a Elvos y Kerius con su cañón de asalto.

El turiano se concentró mientras recibían los últimos detalles de parte del asesino. En breves empezarían una nueva batalla y con suerte ninguno de los vigilantes de la feria tendría tiempo suficiente para reaccionar, ni siquiera para darse cuenta de lo que ha sucedido. Cuando llegasen al lugar del crimen, sería demasiado tarde.

Visto así era sencillo. Sin embargo, antes el grupo pasaría por un infierno para salvar a los tripulantes de la Osiris. Sin vacilación, Kerius cogió su rifle y no tardó en cargar la munición disruptora. Quizá debería plantearse más adelante el coger otro tipo de munición que le diese variedad en su arsenal, pero esos eran otros cantares y debía luchar con todo lo que tenía. Aferró su arma, se cercioró de que sus granadas aún estuviesen en su cinto, relajó sus músculos y esperó.

Finalmente, las puertas del infierno se abrieron, dando cabida al comité de bienvenida. Kerius hizo una rápida observación de la situación: múltiples cantidades de hostiles se giraron ante la llegada de los nuevos invitados. En un abrir y cerrar de ojos, empezó el intercambio de golpes. Y como ya empezaba siendo habitual en ese tipo de operaciones, no faltaba el grandullón que le daba a Elvos y a él una ráfaga calurosa.

Pese a que los escudos resistían los primeros golpes, el turiano apretó los dientes y dejó llevarse por el fragor de la batalla. Sus pulsaciones se aceleraron, se sentía más ligero y con ganas de destrozar a todos los hostiles. Le daba rabia no poder contar con su lanzacohetes e iba a canalizar esa ira para atacar a sus enemigos.

Con una rápida maniobra, se deslizó hacia la cobertura más cercan, justo al lado de su compañero humano, para evitar los potentes disparos de la máquina. Apoyado de espaldas, respiró hondo y salió de su cobertura para lanzarle un disparo de conmoción a la máquina.

Empezaba la guerra.

Kerius se mueve a E18; Disparo de conmoción:  Mech bípode, daño 140 + (50 +30) = 220.

Adrenalina Activada (3 turnos restantes); Tiempo de reutilización de "Disparo de conmoción": 4 turnos restantes;  Granadas restantes: 2.

El disparo de Kerius astilla la armadura del mech, no aguantaría muchos más impactos antes de perder su pesado blindaje.

Con rapidez el turiano se agacha justo a tiempo para evitar que el prelado del látigo lo acribille con su rifle, los disparos sucesivos se estrellan sin causar daño contra la cobertura.

La bienvenida era tal y como la habia dicho nuestro contacto. Demasiada gente como para contarla. Nos lloviernos descargas y el mech de combate nos alcanzó de lleno a Keiros y a mi. Mis escudos estaban muy tocados por lo que tenia que ponerme a cubierto de inmediato. 

Me lancé con una carga biótica a por un driode cercano a una cobertura y traté de acabar con el droide para ponerme a cubierto. 

La embestida de Elvos reduce a chatarra a uno de los androides defensivos, mientras la asari busca cobertura los batarianos se mueven a posiciones de cobertura intentando forzar disparos más favorables, uno se arriesga colocándose casi al lado de Elvos y le dispara a bocajarro, pero por fortuna los escudos aguantan. El resto de batarianos descargan una lluvia de disparos sobre el grupo, pero solo logran alcanzar a Kerius que absorbe el daño gracias a los escudos.

Caemmi destroza a los dos androides en el suelo con un violento escopetazo cargado con munición disruptora, mientras corre a la cobertura despliega el pequeño dron defensivo en la vanguardia.

El resto de androides defensivos buscan posición de tiro y descargan su armamento de polonio, una bala perdida esta apunto de alcanzar a Elvos pero el droide de Caemmi desvía al final la bala.

De alguna forma me han alcanzado con una granada teniendo mi campo de ocultación activado. Aunque mis escudos han absorbido todo el impacto se han quedado sin energía, así que estoy al descubierto. Debo hacer mis disparos lo más letales posible. Tampoco puedo ponerme a pensar demasiado en esto... Preparo el rifle buscando al batariano que me ha lanzado la granada, me preparo para lanzar un único ataque que acabe con él.

Envuelto en cobertura el asesino del látigo lanza una granada venenosa sobre los batarianos, la esfera detona en una nube pestilente mientras los dos alienígenas tosen medio asfixiados por las toxinas.

Kerius nota un impacto fortísimo contra la cobertura, el turiano puede comprobar con recelo que se trata de un arpón de francotirador, un solo disparo acertado puede convertir en historia a cualquiera.

Elora apretó los dientes al ver al meca ametrallando a sus compañeros. La armadura blindada de aquella cosa la hacía que dispararle tuviera el mismo resultado que hacerlo contra una montaña; el daño de los disparos se perdía quedando en nada. Tenían que hacer algo al respecto y rápido porque si aquella mole se acercaba demasiado las cosas podían ponerse muy feas.

Se miró las manos alternando la vista entre ellas y el titán mecánico un par de veces, quizá sí podía hacer algo por ayudar. Los fuegos artificiales habrían sido mucho más espectaculares si el meca hubiese estado infectado con biótica pero la situación era la que era y punto. Si no le vaporizaba el blindaje lo dejaría tan hecho pedazos que los tiros de sus compañeros lograrían abrirse camino entre los boquetes.

Se asomó ligeramente por detrás de la cobertura en la que se había escondido apuntando con las dos palmas abiertas hacia la mole que se aproximaba pesadamente.

—¡ESTALLA!

Las manos de la asari emitieron una pulsación de energía azul que alteró la composición del blindaje que cubría al meca, provocando una violenta explosión biótica que desintegró sus defensas casi por completo.

El bípode avanza ignorando la densa nube de veneno, se coloca peligrosamente cerca del grupo a la par que sus dos cañones automáticos empiezan a ganar velocidad. Sin piedad ninguna abre fuego sobre el turiano y la asari que puede contemplar como el pequeño droide defensivo cae al suelo perforado por varias balas.