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El despegue, como el viaje de retorno no iban a ser un paseo, y si lo pensábamos alguno rápidamente nos lo quitaron de la cabeza cuando las sacudidas, las luces de alarma y las descompresiones nos hacían saltar de un lado a otro, haciéndonos golpear contra los lados del pasillo. Ante la ausencia de Caemmi, sabía que me tocaba a mi tratar de mantener de una pieza la nave, y no, no tenía ni la milésima parte del nivel de la Quariana. Pero tendría que valer.
Avanzaba por los pasillos, cayéndome, golpeándome con las paredes, cerrando puertas, estabilizando estancias, presurizando escotillas o todo a la vez.
Tras un momento de infarto, caigo al suelo, y casi por obra de magia el sonido infernal de cientos de errores desaparece dejando paso a la voz de la capitana.
La confirmación de la muerte de Caemmi me dejó sin palabras y sin ganas de levantarme. Me quedé tirado en el suelo hasta notar el acople de la Inconnu. Tras esto, como si de un ritual se tratara, me levanté para abandonar la nave.
Esperé a abandonar el último la nave, asegurándome de que nadie quedaba atrás y me dirigí directamente a mi camarote. Ya habría tiempo de informar, como bien ha dicho la capitana.

Kerius no quería hablar.

Los minutos qué tardó El Inconnu en acoplar la nave le resultaron eternos. El tiempo se había ralentizado. No reaccionó ante las órdenes de la capitana Sancrinus, ni tampoco ante las del asesino del látigo. Simplemente agachó la cabeza, abatido.

Sentía seca su boca.

La medicina resultaba un alivio para las múltiples heridas que había recibido. Tardaría en volver a su habitación, pues antes debería estrenar la consulta médica para tratar los daños recibidos. Éstas, las heridas, sanarían, pero Kerius supo que se formaría una nueva cicatriz en el fondo de su ser: la imagen de Caemmi, víctima del tanque turiano, tirada en el suelo, manchada de sangre. ¿Por qué había sobrevivido él?

Los puños del turiano permanecían cerrados, signo de rabia e impotencia.

Observó cómo las compuertas se abrían y los primero heridos subían a ella. Caelian decidió esperar hasta que subiesen todos los de la Osiris, después lo haría él. Se levantó, poco a poco, evitando movimientos bruscos.

- Estaré en la enfermería.

El turiano no quería hablar, pero aún así, lo hizo antes de subir al Inconnu.