Partida Rol por web

Aunque echara una miradita general alrededor de vez en cuando, Book hizo el camino en silencio y algo encogido, esperando no despertar demasiado interés en aquellos seres. Cada vez que algún grupo se acercaba a saludar a Appendix se le ponían de punta los pelos de la crin pero al final todos volvían a sus quehaceres.

Al llegar a las jaulas, más que en los guardias se fijó en los prisioneros. Parecían estar bien, al menos físicamente bien. Eso sirvió para aliviarle un poco pero todavía necesitaba escuchar que alguien tenía un plan para sentirse un poco mejor.

A la exploradora le dieron ganas de soltarle una tremenda coz en la boca a Appendix para saltarle todos los dientes por su prepotencia, pero se mantuvo en el sitio, sabiendo que semejante impulso era en parte fruto de la desesperación. Y es que aunque no quisiera revelarlo ante sus compañeros, veía las cosas bastante mal.

Aún así, se esforzó en que el pánico no le dominara y de mantener la cabeza fría, tratando de observar sus alrededores y aquél lugar a medida que caminaban escoltados por sus captores. Varios changellings dejaban un momento sus quehaceres para acercarse a saludar a su líder, pudiendo notar la pegaso que no parecían tener marcas distintivas ni nada que hiciera posible para los ponies el distinguir uno de otro. Los edificios en sí no parecen ser demasiado importantes, excepto por una estructura en particular, alejada de las demás y pegada a una de las columnas. Lo elaborado de la misma, así como su posición, invitaban a pensar que esa sería la residencia de Appendix.

El siguiente detalle importante fue ver que quienes custodiaban las jaulas (no se podían llamar celdas siquiera) donde retenían a los ponies prisioneras estaban equipados con armaduras. El material y lo raras que fueran no era tan relevante como el hecho de que las llevaran, pues esto añadía mas problemas a la larga lista que tenían entre las pezuñas.

Al ir entrando en la jaula, Azure le dirigió una última mirada al changelling líder difícil de interpretar. ¿Era odio? ¿Le estudiaba de nuevo? ¿O era otra cosa? Cualquiera que fuera la respuesta, no cambió el hecho de que la soldado entró sin rechistar, dirigiéndose a un rincón apartado de los demás, dándoles la espalda para intentar pensar. No se molestó en saludar a los prisioneros o fijarse de cerca en cómo estaban (a primera vista parecía que bien), pues tenía otras preocupaciones mucho más importantes.

"Vamos, Azure, ¡piensa! ¡Tienes que sacarlos de aquí!" Se decía a sí misma. "Pudiste escabullirte del Castillo de las Dos Hermanas y llegar hasta el campamento de Celestia sin problemas... Si pudiste hacer eso con tantos guardias y con ejércitos en pezuña de guerra, esto no puede ser tan difícil, ¿verdad?" Una vocecita interior que sonaba exactamente como ella no tardó en darle la réplica. "Sí, pero en aquella ocasión estabas sóla, saliste directamente y tenías tu arco. Ahora estás desarmada, tienes que conseguir arrancar el Elemento de la Magia del pecho de una criatura fea como el demonio sin que se enteren o, al menos, se te abalancen 3 centenares de enemigos y encima conseguir que junto a ti escapen otros cincuenta ponies, uno de ellos un simple potro, casi todos asustados y civiles. Siendo francos, ¿cuántas posibilidades REALES crees que tienes de cumplir la misión?" Aunque el tono de la vocecita era suave, la brutal y aplastante verdad que contenían sus palabras era descorazonadora. Azure agachó la cabeza, las orejas y las alas, encogiéndose un poco. "Tiene que haber una manera... No puedo fallarles. Son mi responsabilidad... y están aquí por mi culpa. DEBO hacer algo..." La frustración y la rabia estaban haciendo mella en Shadow, quién terminó por morderse el labio inferior con tanta fuerza y tan concentrada en hallar una salida que no se dio cuenta de que empezó a sangrar, cayendo gotita tras gotita de líquido carmesí al suelo lentamente.

Caminaba despacio, mientras miraba de un lado a otro con rapidez. Cualquiera que conociera al semental, pensaría que estaba vigilando a aquellas criaturas para que no le hicieran ninguna jugarreta. Estaba tenso, se le podía notar en cada músculo de su cuerpo y en como de fuerte tenía apretada la mandíbula. 

Pero no se resistió y se dejó llevar hasta la celda. Dentro, volvió a mirar entre los barrotes, clavando los ojos en el lugar en aquellas criaturas. Después de un par de minutos, volvió a mirar a quienes había dentro y por último se fijó en Azure -Te oigo pensar*- le habló con la típica seriedad del pegaso. Se acercó hasta ella. Cierto que no eran camaradas del alma, que quizás existía tensión entre ambos. Entonces le susurró algo y esperó a su respuesta.

Cuando el pegaso se acercó a Azure le contó lo que estaba ideando -Cuenta cuantas criaturas de esas hay y cuantos somos todos... Quizás podamos ayudarnos entre todos, hacer una revuelta y luchar. Aunque no estén entrenados, pueden luchar por su libertad- se mordió el labio un segundo- es complicado y hay que convencer de que pueden hacerlo, por lo menos para darnos tiempo a coger a su líder y arrebatarle la gema. Así se multiplicaran nuestras posibilidades. Te cuento esto a ti porque dos cabezas piensan mejor que una y porque seguramente, a diferencia de ellas, tu has podido estar en algo similar. -Volvió a alzar la cabeza, mirando afuera, para volver a mirar a ella - ¿se te ocurre algo mejor?

Ya en prisión Cookie no mostró angustia alguna, no era muy diferente de ser prisionera de un grupo de Diamond dogs con el fin de trabajar en sus minas de gemas, entre las raíces secas que daban a comer a las jornadas insufribles de trabajo sin contar a esos malditos capataces y sus fluetes de cuero; fue por gracia divina que hubo muchos ponies y fueron capaces de revelarse en un motín masivo. Una horrible experiencia, lo único bueno que la cocinera saco fue bastante experiencia en el campo minero.

Luego de un tiempo en ese sitio le vino a la mente el sitió donde Appendix estaba, había visto cada detalle del lugar a la distancia, esa información quizás le sirva después. También se había fijado en los Changeling's, era increíble pero parecían tener género, las hembras tenían una lámina abdominal unificada mientras los machos la tenían seccionada en dos partes; ese dato brotó con base a que su prima Orange* le enseño a distinguir entre azulejos machos y hembras.

Iba a compatir sus hallazgos cuando noto que Azure estaba bastante alicaída. Fue hacia ella y la vio ahí, mortíficada por la situación, lo supo por que esa expresión era común entre sus compañeros de armas años atrás, una expresión sin esperanza.

Fue con ella y una vez frente a esta le dijo:

-Manten la calma Azure, estaremos bien si seguimos juntos. Saldremos de esta

Dicho esto la hocico con ternura, intentando confortala y trasmitirle su esperanza, mostrarle que no todo estaba perdido. Cuando levanto el hocico para su espanto vio que estaba teñido por sangre pony, sin perder tiempo volteo hacia la señora Green y le dijo:

-¡¡¡Brigada Green, Azure esta sangrando!!!.

Night Green observa las celdas tratando de retener todos los detalles en su mente.

En un primer momento parecia que habian encontrado a los ponis perdidos, aquello ya era una buena noticia, asi pues lo siguiente era encontrar la manera de salir. Sin presentarse ante los ponis ni nada se dirigio hacia los barrotes de la celda a comprobar su solidez, la distancia a la que estaban los guardias, que tipo de cerradura tenian...

Cuando un grito la sobresaltó, parecia que habian herido a Azure en algun momento sin que ella se percatara.

Al acercarse pudo comprobar que realmente era una pequeña herida, aunque ahora no podria hacer mucho y supuso que mas que el labio lo que le dolia a la yegua era su orgullo.

Colocando un casco sobre su lomo la susurro al oido.

"Tranquila, los grandes enemigos son mas faciles de destruir desde dentro. Primero teniamos que encontrar a los ponis, ahora llega el momento de contraatacar"

En la relativa calma que había en aquellas celdas, quitando el murmullo que se genera por recibir a gente nueva, Cookie alerta a Night de que Azure esta herida. Ante un aviso de semejante calibre, es difícil no reaccionar, y me acerco a ver que ocurre. Aunque recapacito al ver a Night Green haciendo su diagnostico, y mantengo las distancias.

Estoy preocupada, aunque debe haber algo que pueda hacer para ayudar. 
Doy vueltas por la celda, inspeccionando las caras de los ponis allí presentes. Lógicamente, ninguno me es familiar. 
La celda por otra parte, me resulta más interesante, es un reflejo de como estos...insectos...trabajan, e inspecciono, sin ser especialmente llamativa los mecanismos y estructura de las jaulas.

Los barrotes parecen ser bastante sólidos, quizás no tan duros como la piedra pero sí algo más que la madera. Los guardias patrullan a no más de un metro de distancia, siempre con los ojos puestos en la jaula. La cerradura es simple, un cerrojo sencillo, como el que se usaría para el cercado de un rebaño de ovejas.

Los barrotes parecen ser bastante sólidos, quizás no tan duros como la piedra pero sí algo más que la madera. Calculas que un semental fuerte podría romperlos con algo de esfuerzo. La cerradura es simple, un cerrojo sencillo, como el que se usaría para el cercado de un rebaño de ovejas.

La construcción es firme y sin fisuras, ningún punto parece más débil que los demás. Todo parece hecho a mano, sin usar herramientas. 

Azure sabía que Fair no pretendía ofender ni molestar al acercarse a ella, sino trabajar juntos en busca de una solución (aunque no estuvieran de acuerdo en muchas cosas, desde luego respetaban sus respectivas habilidades), pero en aquél momento quería estar sola. Es por eso que, cuando también se acercó Cookie, con la mejor de las intenciones, sin duda, para animarla, casi estuvo a punto de gruñirla. El mimo la relajó un poco, siendo francos, pero no se esperó el grito de la cocinera que la dejó casi sorda.

"¿Sangre? ¿Pero de qué demonios...?" Pensó, frunciendo el ceño, notando entonces el dolor en el labio inferior y el sabor metálico en este. "Debo haberme mordido más fuerte de lo que creía..." Se dijo, viendo que Night Green se acercaba a echarla un vistazo.

- Estoy bien. No es nada, sólo el labio.- La dijo, deseando volver a quedarse sola. Sin embargo, Green también la susurró algo que, si bien contenía algi de verdad, no tuvo el efecto deseado. Todo ese optimismo, en aquél momento, la estaba tocando el hocico, por no decir otra cosa.

- Bueno, en serio, estoy bien, ¿vale? - Aunque no quería estallar con ellos, su tono era tenso, como la cuerda de un arco antes de soltar la flecha. - Ahora mismo quiero estar sola así que, ¿os importa? - Estiró un ala, invitándoles con ella a marcharse.

El ver como Azure era atendida tranquilizó a Cookie, se alegraba que estuviera bien. Mas ella con una actitud mas cortante a la usual los invitó a dejarla sola, una manera casi cortes de echarlos de su lado.

Cookie se fue de su lado cabizbaja y con las orejas caídas, no quería causarle molestias a la Exploradora. Se tiro a un lado de una de las paredes de la prisión en espera de dormir un rato pero la humedad y siseos salvajes de los captores se lo hicieron imposible. Miró la bóveda lóbrega de la cámara, no era como las minas del imperio que estaban atascadas de gemas radiantes que brillaban en el techo cual si fueran estrellas refulgentes, ahora semejante maravilla estaba perdida junto con el imperio, quizás por 1000 años o más, no lo sabía pues no viviría tanto para verlo.

Luego de esa reflexión la Cocinera se puso de pie en sus 4 patas, alzando la nariz del hocico comenzó a olfatear por todos lados, tanto la baba de los captores como el piso y los barrotes. Como si fuera un Sabueso adiestrado olfateó cada palmo del limitado perímetro de la celda, siguiéndo su instinto primario revisó lo posible en busca de algo útil; no paró ahí, siguió revisando la celda pero ahora con la vista en espera de encontrar algo, también los alrededores esperando encontrar una oportunidad.

Bien, no había ningún plan y el grupo parecía disperso. Book pasó un rato observándoles dar vueltas por ahí antes de decidir poner en marcha sus propias ideas. Comenzó dando una pequeña vueltecita. Aquellas… celdas o como quisieran llamarlas no deberían ser un problema para él. Siempre podía teletransportarse un metro más para allá… y listo. El problema era qué iba a hacer después.

Empezó a poner algo de atención en aquellas criaturas de queso oscuro que se encontraban más próximas. Cuando les encerraron no había puesto toda la atención que hubiera debido en ver dónde se guardaban las llaves. Aunque incluso si saliera y se hiciera con las llaves… ellos eran cientos, como poco.

Pateó el suelo con el casco. Tenía que haber algo más… pero, ¿qué?

-¿D-disculpe…? -comenzó a decir al acercarse a un pony encerrado random que no formaba parte de su grupo- Mi… mi nombre es Book Shied. Mis amigos y yo acabamos de ser encerrados… aunque seguramente eso ya lo ha visto… y quería… quería saber qué pasa aquí exactamente…

Una vez ya se hubo cercionado de como estaban las condiciones de la celda se fue acercando a los potros que estaban alli para conocer su estado.

- ¿Hay algun lider entre vosotros?

Preguntó lo suficientemente bajo para que los guardas no la oyeran.

Tan pronto como cierran la puerta los prisioneros se acercan a Strong Hooves con caras de asombro y alegría. Se arremolinan a su alrededor y lo saludan, con los ojos brillantes de esperanza. Notáis que apenas elevan el tono y que lanzan miradas furtivas hacia los guardias; estos os observan con sus enormes ojos sin pupila, tranquilos. A pesar de ser los únicos desconocidos no os hacen demasiado caso hasta que Night Green interviene. De hecho, más bien parece que no se hubieran dado cuenta de vosotros, a pesar de lo obvio. Uno de ellos se adelanta, curioso y responde.

—Strong es nuestro líder, ¿verdad?

Los demás asienten tácitamente y miran a Strong en busca de respuestas.

—Está bien os presentaré. Esta es Night Green...

Una vez acabadas las formalidades podéis ver que en los ojos de cada poni arde una pregunta. "¿Qué hacéis aquí abajo?"

La inmensa mayoría de los prisioneros han acudido a saludar a Strong, pero hay unos pocos que se apoyan en los barrotes de la jaula o en los rincones. Aquel con el que hablas levanta la cabeza despacio, como si le costase concentrarse. Tiene pelaje naranja, con pelo muy corto de color blanco y negro a franjas. Su Cutie Mark es algo similar a un saco cerrado con un cordón. Parece llevar cierto tiempo sin lavarse a juzgar por la suciedad, aunque su olor no es demasiado desagadable.

—Hola... pequeño —sonríe a medias y te invita a acercarte—. ¿Estás bien? Sí, ya veo. Nosotros no tanto. Fuimos capturados hace tiempo... por Celestia, ha pasado mucho tiempo... nos emboscaron desde todas direcciones y...

En ese momento parece darse cuenta de tu pregunta.

—Oh. Bueno, comemos... bebemos, tratamos de pasar el rato... hasta que vienen a alimentarse. Nos tratan bien, excepto a aquellos que se les oponen.

Book se acercó al pony con cautela. Después de todo era un desconocido… Además a su hocico no le hizo demasiada gracia, aunque fuera soportable. Asintió ligeramente a que estaba bien y se sintió algo identificado con la historia de la emboscada.

-Entonces… ¿se comen a los que se oponen?

No terminaba de entender todo eso de que les tratasen bien. ¿No se supone que para los quesoponis esos eran comida?

Se queda mirándote fijamente uno segundos, como si no acabase de comprender tu pregunta. La charla parece ayudarle a fijar su atención.

—Lo dudo. Si quisieran comernos lo habrían hecho ya. Si alguno se enfrenta, lo golpean hasta someterlo. Él, por ejemplo —señala a uno de sus compañeros en un rincón; gracias a la tenue luz puedes ver varios moratones y alguna que otra herida abierta, aunque no reciente—, trató de escapar un par de veces. No funcionó. Soy Iron, por cierto.

Seguía sumido en sus pensamientos. Esos bichos no durarían nada bajo su acero, pero ahí se encontraba, desarmado. Odiaba aquello. Había 45 ponies allí abajo, todos terrestres. La idea de rebelarse le seguía pareciendo atractiva, pero nada aseguraba que fuese a ser así. Resopló hastiado.

Entonces Night Green preguntó por el líder, apareciendo oportunamente el susodicho. Lo que si se fijo es en la mirada de esperanza de los otros prisioneros cuando estaban cerca del semental. Arrugó levemente el morro y sin decir nada, se quedó observando, como siempre solía hacer.