Partida Rol por web

 -  Apuesto a que no aguantaría usted ni diez minutos viéndome montar y desmontar cosas antes de aburrirse hasta el punto de pedirme a Depredadora para airearse la sesera -ríe Liv, divertida-. ¡No le pega nada! Alguien a quien sólo le falta el monóculo ni de coña se lo va a pasar bien viendo ajustar tuercas.

Everard sonríe... y se lleva la mano al interior de la chaqueta.

-Oh, vaya -se lamenta-... lo cierto es que normalmente siempre guardo un monóculo junto a mi reloj... parece que esta vez se me ha olvidado...

Liv se echa a reír con naturalidad, divertida. La verdad es que, una vez pasado el desconcierto y el asombro, el dragón parece alguien muy agradable; casi alguien con quien podrías echarte unas risas junto a una cerveza. No meramente correcto, como ese Renoir, que aunque cortés y educado es evidente que mira a Liv con desconcertado desagrado.

- Es usted un tipo divertido, patrón -dice Liv-. Raro, aunque divertido.

El dragón vuelve a enarcar una ceja.

-¿Divertido? Vaya... no creo que ése sea un epíteto que se pueda aplicar normalmente a los de mi especie.

Bebe de su copa.

-Y, aunque no se lo crea, disfruto observando cómo los maestros despliegan sus artes. No importa cuáles sean: danza, pintura, oratoria, esgrima, caza... mecánica...

 - Nadie le puede dar a todo, patrón -responde Liv-. Algo habrá que no le guste. Aunque claro, con esos modales de Lord Poppington que tiene usted, nunca diría "verás, es que lo que tú haces me parece más aburrido que el encaje de bolillos".

Se mira el pelo en el reflejo de uno de los adornos de la sala.

- A ver si me corto este pelo-anémona -dice para sí misma, y luego se gira hacia el dragón-. ¿No podría conseguirme unas tijeras, patrón? Tengo que raparme ya si no quiero acabar convertida en una cerilla.

Asiente.

-No tiene nada más que avisar a Antonio y él se ocupara, señorita... -entrecierra los ojos, pensativo-. Aunque creo que usted estaría maravillosa si se dejara el pelo largo y se lo trenzara. Ese color es muy poco común... si se lo dejara crecer podría asemejar a una llama...

Liv se echa a reír de nuevo:

- ¡Ni lo dudo, patrón! Sobre todo cuando ardiera. No, no puedo. Cuando tenía seis años tenía el pelo largo, y me saltó una chispa de la fragua. Los enanos son ignífugos, servidora no. Una experiencia lamentable, la sensación de tener la cabeza ardiendo. Nunca más, ya se lo digo. El pelo largo no es para mí. 

Coge un mechón y lo tironea.

- Pero no hace falta que Antonio se ocupe, sé hacerlo yo, gracias.

Niega con la cabeza, sorprendido.

-¡Oh, no, no, no! -exclama escandalizado-. De ninguna manera, señorita . Antonio es un peluquero más que capaz... aunque si lo prefiere cuento con los servicios de una estilista que es la que se encargar de afeitarme y arreglarme los cabellos.

 Liv se sorprende y le mira ojiplática.

- Pero que no hace falta, en serio... llevo toda la vida cortándome el pelo... -está realmente asombrada de la desproporcionada reacción del dragón-. No es más que pelo, patrón, de verdad... sólo pelo. Vuelve a crecer.

Yo asisto divertido a la conversación. Mmm... y muy rica la cerveza. Que ya nos podían haber servido esto y no el mejunje aquél durante la recepción.

-Jajajaja -me río-. La verdad es que a veces parece que te ha trasquilado un pastor de ovejas ciego y borracho, tía...No sé -me encojo de hombros-, ¿por qué no dejas que los siervos pijos éstos te retoquen? A lo mejor tu madre hasta sonreía de felicidad...

 - Madrastra, DG -responde Liv, mordaz-. A Dresda no le gusto un pelo. Y no sé para qué diablos me serviría a mí dejar que me retoquen. Ya sabes lo que dice el refrán: aunque la mona se vista de seda...

-...pues más guapa se queda, de fijo, aunque siga siendo una mona -termino con firmeza-. Nunca vas a ser como la señora Desdra, que para algo es una Daoine Sidhe -abro mucho los ojos... porque hay pocas cosas más bellas que una Daoine Sidhe. Bueno, quizá una veta de plata estelar-. Pero vamos... que algo podías hacer con tu aspecto. Que pareces yo con zancos y aquejado de solitaria.

Bebo de otra jarra.

Liv se queda O_o

- Qué asco de imagen mental, DG -responde, cuando se recupera-. ¿Ya vas a empezar otra vez a meterte conmigo? No es culpa mía si no soy guapa, y no puedes esperar que ninguna humana sea tan bonita como Dresda. Aunque he visto bancos de algas más agradables que ella. Y volvemos a lo mismo, ¿qué saco yo de apijarme? Nada. Con el pelo largo sólo conseguiría quemaduras en la forja, ya lo sabes. Mira, entiendo que la Thornton preste toda la atención del mundo a su pinta, porque es una dama y esas cosas, y vive de su aspecto. Es normal.  Pero yo vivo de mis manos y de mi ingenio, y me conformo con tener cinco dedos en cada una y el cerebro ocupado en cosas más útiles que las enaguas de encaje.

-Señorita, por favor. No se exalte -pide el dragón-. Aunque sin duda su compañero lo ha expresado de una manera muy poco elegante, no hay duda de que si atendiera a su aspecto un poco más de lo que lo hace... ganaría con ello. Piénselo: negociaciones más fáciles ara usted, mejores contratos, acceso a los dueños de las explotaciones... -va enumerando.

 Liv enarca una ceja y mira cínicamente al dragón:

- ¿Me está diciendo, patrón, que me daría más participaciones si llevase escote y las tetas en el cuello? -recuerda el molesto corsé con desagrado.

El dragón sonríe, torciendo de manera peculiar la comisura izquierda. Un ojo le brilla por un momento... ¿o no?

-Me refiero, señorita, a que el cuidado del aspecto muestra a los demás diligencia, disciplina y confianza, además de buena posición monetaria -explica-. Todas esas características mejoran el trato con según qué gente. Y en principio estamos hablando, creo yo, de la gente que tiene lo que usted puede estar buscando: exportaciones, importaciones, explotaciones...

 - Pues yo no tengo un puto duro aunque mi canalillo diga lo contrario -resopla Liv, jugueteando de nuevo con la cadena y los anillos-. Y soy tan diligente como la que más, en lo mío, eso sí. Yo desconfiaría de alguien que dice ser buen mecánico pero lleva las uñas manicuradas, patrón. De verdad se lo digo.

Niega con la cabeza.

-No me está entendiendo: no hablo de que se vista de fulana, señorita, sino de que cuide su aspecto. ¿Manicura, peinado, traje? A veces es necesario mostrar cierto aspecto. Usted puede ser muy diligente y muy disciplinada, señorita... pero su aspecto, afrontémoslo, dice justo lo contrario. Y son las apariencias las que marcan el primer contacto.