Partida Rol por web

Os vais todos a descansar tras la cena.

A la mañana siguiente madrugáis para partir cuanto antes. 

Bajais hasta la taberna donde os sirven un pequeño desayuno y donde unos cuantos huespedes tambien desayunan antes de partir hasta su destino.

Uno de ellos se acerca a vosotros.

Hola, mi nombre es Alan Flanders, soy un simple comerciante que se dirige hacia Desembarco del Rey y el posadero me informó que viajan hacia allí, os dice.

Los caminos pueden ser peligrosos y no me vendría mal su compañía, añade con una leve reverencia a lady Nymeria.

No se preocupen por mí, tengo mi propia montura y les prometo que no les haré perder tiempo, se disculpa de antemano.

Tras las palabras de mi prima y de Namir no es que pasara precisamente la mejor noche de mi vida... Algo a lo que nunca me acostumbraría (o eso creo) es a arreglar las cosas con violencia... Después de todo "la violencia solo genera más violencia".

Me despierto con algo de ojeras por haber dormido mal, dándole vueltas y vueltas a las palabras de ambos... Pero intento disimularlas lavándome la cara (aunque el espabilarme no me quitará la cara de sueño que llevo...).

 Bajamos a desayunar, y con la boca llena de pan me pilló el señor comerciante (Alan, como se había presentado) cuando vino a pedir nuestro acompañamiento... Me doy unos golpes en el pecho y me ayudo con agua para bajar la comida. -Cof cof... ho-hola...-

Le sonrío algo tímida intentando comprobar por sus gestos si realmente viene con buenas intenciones y miro a mi prima esperando su respuesta. Aun si viniese con buenas intenciones ... no sabe el pobre hombre con quién va, y hasta que salgamos de estas tierras le podemos causar más de una molestia.

El escudero miro con desconfianza al comerciante en busca de armas. No debía de haber oído los rumores que corrían acerca de ello, o los ignoraba. Buenos días. Contesto de forma seca el escudero.

La noche da hambre y sed. Es como matar. Da hambre y sed. Por eso no se ha de comer antes de matar; porque engordas.

A Namir le parecía este tipejo de lo menos fiable. ¿Tendría algo que ver con lo sucedido? ¿Es alguien que investiga el caso? De todas maneras no es tan raro que los arrieros se junten en grupos por el camino, así que, aunque desconfiado, no era plenamente extraño. Tampoco era de recibo pedirle un pago por la compañía, pero si solía ofrecerse algo. Allí es donde está el quicio de la cuestión. Si investiga o nos "la quiere meter doblada", será tacaño y egoista , ... si no ... gual su tapadera es cierta o .... muy buena.

Solo sabremos lo que es ... si falla. Si ofrece ... nos quedaremos con la duda.

Ragar podía ver la desconfianza en sus compañeros respecto a aquél comerciante. Sin embargo, querer viajar en grupo por seguridad era algo bastante común. 

- Por mi no hay problema, pero todo depende de nuestra señora. Dime Alan, y a qué tipo de comercio te dedicas?- comentó el caballero observando la reacción del tipo y viendo si dudaba a la hora de responder.

El comerciante le responde a ser Ragar:

- Pues a cualquier cosa que deje algún dinero, dice. En esto momentos llevo unas sartenes y útiles para la cocina. Esperad, os los mostraré, quizás os interese comprarme algo.

Se dirige a su mesa donde desayunaba y os muestra un saco repleto de sartenes, cacerolas y más utensilios. No parecen de muy buena calidad, pero tampoco ninguno de ustedes sois expertos en la materia.

No es que sea un negocio muy rentable, pero a falta de algo mejor, no está mal. Si logro venderlo todo en Desembarco, me ganaré unas monedas.

Nymeria miro al sujeto de arriba a abajo.

- Alan Flander, podemos acojerte en el grupo y darte seguridad, viajamos con varios caalleros y una escolta armada. La pregunta es... Que puedes ofrecernos tú a cambio?

El comerciante se queda durante unos segundos sin saber que responder, pero rápidamente inventa una buena replica:

- Pues yo os ofrezco mi humilde compañía, señora, y un par de buenas sartenes, dice con una sonrisa.

El escudero asintió ante las palabras de Nymeria, no era a él al que le correspondía tomar la decisión de aceptar a un desconocido dentro de la comitiva.

Emprendéis la marcha con el comerciante como acompañante.

La jornada es tranquila avanzando a buen ritmo durante buena parte del dia. El mercader se queja un poco del fuerte ritmo, pero se atiene y espolea a su vieja mula para que no se retrase.

Tras varias paradas cortas para comer algo, llega la tarde. A este ritmo al dia siguiente podríais estar en las puertas de Desembarco del Rey.

Namir pasó el dia inquieto. Jamás estará tranquilo hasta regresar entre lo suaves y cálidos senos ... y piernas de su dama. Y menos desde la calumnia los acecha.

Cuanto tardaría en salir un valeroso caballero, redentor de males, con la buena intención de hacer justicia?

Maldito gilipollas, como me toque las narieces lo mataré sin dudarlo.

El escudero se coloco en su posición en la comitiva, mientras lanzaba alguna mirada de reproche al comerciante, y le susurro al odio a Albian. Sabía a lo que te atenía al ir con un grupo de caballeros, incluso una dama como tu, no se queja.

Ragar había estado organizando la defensa de la comitiva y cambiando su posición como lo solía hacer. Al escuchar las quejas del mercader se acerca a Alan Flanders.

- Vamos, no te quejes tanto, tu mula llegará cansada pero llegarás sano y salvo. Con suerte mañana llegaremos a nuestro destino. - Comentó con una sonrisa.

El caballero había permanecido atento durante toda la jornada, aunque por fuera pareciera relajado, la verdad temía algún tipo de inconveniente.

No puedo evitar reír flojo ante las palabras del joven escudero, no sabía si debo tomarlo como halago o no, pero me hacen gracia. -Vamos... quizás no está acostumbrado a un paso tan rápido- después de todo los primeros días también se me hicieron un poco duros para mí, si no hubiesen sido por la motivación inicial posiblemente me habría estado quejando durante todo el camino. 

Me acerco un poco al mercader -¿quiere que le ayude con algunas cosas para aligerar la marcha?- le sonrío amablemente. Puede que las damas no tuviesen que hacer estas cosas y tuviesen que ser más rectas, pero estamos en un viaje, el cual no tardaría demasiado en finalizar, y me sentía más como un chiquillo que como una dama. 

-No queda demasiado para que anochezca, ¿deberíamos acampar ya?- miro interrogante a los demás.