Partida Rol por web

Que el hombre se desmayara solo enojó mas a Nymeria, quien pateo la pierna herida una vez mas. Estaba en otro mundo, cuando Ragar la sacudió se giró y le dió una cachetada instintivamente.

- Jamás vuelvas a ponerme una mano encima Ser!

Sus ojos estaban vidriosos. Quería llorar. Pero no podía hacerlo. Ahora era una señora. Uno de sus hombres había muerto. No cualquier hombre, sino quien la había traído al mundo. Era un viejo borracho, pero un viejo borracho de confianza, casi de la familia.

- Namir organiza los hombres, pon dos exploradores, no quiero que nos vuelvan a sorprender. Partimos a Desembarco Del Rey. Si esta basura se despierta avisenme!

Una pareja de batidores irá en cabeza para abrir paso y ser lo ojos del grupo. ¿Y nuestro vendedor de cacerolas? Preguntó curioso.

Se giró hacia el herido. Hemos de hacer que sobreviva. Esto limpiará nuestro nombre y también esclarecerá más detalles. No interesa que viva.

No es de mi incumbencia y sólo viajo con vos y vuestro séquito porque me lo permitís, mi lady, pero ¿no sería más prudente pasar la noche aquí y no mover a este desgraciado?

Deseo casi tanto como vos su muerte, pero os puede ser util en vida y dar testimonio de quien lo contrató para que nos atacasen, dice el comerciante con prudencia. Desgraciadamente no poseo conocimientos sanadores, pero es fácil adivinar que sin cuidados, este hombre no llegará a ver de nuevo el sol.

De todos modos, señora, si deseais partir de inmediato, aunque nos caiga la noche, por mí no hay inconveniente.

Ragar recibió la bofetada de Nymeria que giró levemente la cara del caballero. No fue el dolor lo que le molestó, ya que apenas notó el golpe, lo que resultó herido fue su orgullo. Desde que empezaron el viaje que su relación entre ellos no había sido la misma. Entendió que por las circunstancias del momento no hubiese podido controlar ese gesto pero no era algo que el caballero estuviera dispuesto a tolerar, al fin y al cabo tenía un honor y un orgullo, no sólo como caballero, sino como hombre que una vez fue libre. Había realizado un juramento para proteger a aquella familia y su intención era mantenerlo pero también sabía lo que era la libertad y no iba a consentir recibir aquél trato.

Buscó su caballo y subió a su lomo para mirar impávido cómo acontecía todo y cómo seguramente de nuevo, su joven señora hiciera caso omiso de cualquier consejo.

Mantengo la mirada de mi prima, algo desafiante, pero finalmente la bajo hacia el herido, que parece perder al final el conocimiento tras aguantar el dolor.
Mientras arrastro un poco su cuerpo hacia una roca bastante cercana para que se mantenga erguido giro mi cabeza hacia Dickon -sí... puede tratarse de ese "caballero zorro", aunque sería demasiado obvio... aun así no entiendo que conseguiría matándonos o enemistándonos con los Dannet...- definitivamente la carta se trataba de una falsa, al igual que la misión que le encomendaron tanto al hombre inconsciente como al que escapó.
Me llevo los dedos pulgar e índice a los ojos apretando un poco, me comenzaba a doler la cabeza -yo me encargaré de curarlo... y por supuesto que verá de nuevo el sol- le dirijo una mirada grave al mercader y me pongo manos a la obra, haciendo todo lo que pueda por salvarle la vida. Después de todo, vivo nos podrá contar más cosas acerca de quién lo contrató que muerto.

Tras un rato con el mercenario, Albian consigue cerrar bien las heridas y así evitar que se infecten. Aún permanecerá inconsciente largas horas, pero si recibe la atención adecuada en no mas de dos dias, podría sobrevivir.

Tras pasar la noche en la intemperie, al dia siguiente el mercenario parece con mejor cara gracias a los cuidados de Albian, aunque aún no recobra el conocimiento.

Avanzais a buen paso durante todo el dia y al caer la noche divisáis vuestro destino.

La ciudad capital de los Siete Reinos se muestra ante vosotros a tan solo unas millas. Aún queda un par de horas para alcanzar sus puertas, pero su proximidad os alienta y se os borra el cansancio de vuestras caras.

Con ojeras por no haber dormido nada demasiado, cabalgo cerca de la camilla improvisada que le preparamos al mercenario, atenta a cualquier movimiento que pueda hacer o por si se despierta.
Bostezo aparatosamente tapándome la boca, y entrecerrando un poco los ojos alcanzo a ver algo en el horizonte -¿eso es...?- conforme avanzamos un poco más consigo vislumbrarlo mejor -¡estamos llegando!- no puedo contener mi alegría y una sonrisa se dibuja en mi rostro.
-¿Seguiremos avanzando aunque haya caído la noche?, ¿o nos esperamos a que amanezca para llegar?- miro al resto del grupo, los cuales a pesar de parecer también cansados mostraban unos rostros iluminados por ver nuestro destino.

Ragar no había articulado palabra en todo el día, parecía sumido en sus propios pensamientos el cansancio y abatimiento era perceptible en las sombras de sus ojos y el decaimiento de sus hombros sin embargo algo se iluminó en su rostro cuando vio aparecer Desembarco del Rey. Se desentumeció los músculos y miró al resto de la comitiva. Por las palabras de Albian sabía que estaba muy entusiasmada y le contagió parte de su alegría. 

Para el caballero la mejor opción era seguir las dos horas que les quedaban hasta la ciudad y allí buscar una posada en la que descansar en una cama y comer algo caliente.

El joven escudero abrió los ojos de par en par al contemplar la grandiosa ciudad que se alzaba apenas a unas millas de distancia. La fortaleza roja era incluso más impresionante de lo que había imaginado. La ciudad entera resultaba un espectáculo sublime.

El escudero miro al comerciante. ¿Conoce alguna posada decente para alojarnos?, Luego pensó unos segundos y realizo otra pregunta. ¿Sabe si hay que declarar la llegada a la guardia o hay que hacer algún tipo de papeleo? ¿Dónde hay que inscribirse para los torneos?En ese momento el escudero pensó en el maestre, que bien les habría venido sus conocimientos en ese momento.

Posadas hay muchas muchacho, responde el mercader. Unas más caras, otras más baratas, algunas con comida decente y otras que harían vomitar a una cabra.

Desembarco es muy grande y hay que tener cuidado por donde se mete uno. Por ejemplo, no te aconseje que te acerques al Lecho de Pulgas. Yo he estado cerca de allí y era muy peligroso; si te ven con algo de valor te puedes dar por muerto.

En cuanto a los guardias no creo que pongan problemas para entrar y menos con una noble como lady Nymeria.

- Namir, anuncia nuestra llegada a los guardias y pregunta donde podemos encontrar a las Hermanas Silenciosas para darle los ultimos ritos al Maestre.

Nymeria se mantenía callada. No dijo casi palabra en todo el camino. La muerte de Gilliant le había afectado profundamente. Quería sepultarlo con honores antes de recurrir a la Justicia del Rey.

FIN DE ESCENA

Enseguida mi señora.

Más o menos todos o parecía risueños o aliviados. Namir fue presto a cumplir la encomienda, pero él estaba muy preocupado. Por un lado, en cuando se declare lo sucedido, este pobre diablo, que hemos salvado, perecerá por la justicia del Rey, y por otro lado tendremos que soportar calumnias, desmanes e improperios, que incluso nos obligarán a desenvainar. No va a ser una visita agradable.