Partida Rol por web

- ¿Qué ocurre? - soltó el tipo, divertido, tragándose completamente la actuación de Juanita cuando se alejó unos pasos. - Creí que querías entregarte, preciosidad. ¿O es que el ratoncillo asustado ha cambiado de idea? Tranquila que no te estropearé esa bonita cara. Tal vez luego quiera jugar un poco, y los moratones y dientes rotos lo estropearían. - 

Las bravuconadas de ese tipo eran lo suficientemente elocuentes para disparar vuestra imaginación. Pasando a la acción, de un par de largas zancadas cruzó la habitación y se lanzó sobre Juanita, con intención de agarrarla del brazo para inmovilizarla

James amartilló su rifle esperando que el grandullón percibiese el inconfundible "click" del percutor.

-¡Ah, ah, ah!-dijo sin dejar de apuntarle-yo de ti, no lo haría. Levanta las manos y da un paso atrás o te vuelo la tapa de los sesos. Juanita, cógele el arma.

En cuanto veo que James lo tiene encañonado, doy un tirón de mi brazo para soltarme. Después, con cuidado, porque no me fío ni un pelo, le quito el revolver, vacío el tambor y me lo guardo en el pantalón.

Tras hacer eso, me acerco al rifle de la pared, el que está tras el escritorio y lo descuelgo. Compruebo que no tiene munición y, dejando a Jack y James custodiando al tipo, comienzo a bajar las escaleras en dirección al sótano.

El gigantón se precipita sobre Juanita, al mismo tiempo que James sale de su escondite para dejarse ver con claridad, él y su rifle listo para disparar. Inmediatamente, el propio Jack aparece por la puerta principal y, a cierta distancia de ambos, apunta al desconocido con su revolver.

-Ya has oído a mi amigo. Si nadie hace ninguna tontería, arreglamos esto de manera rápida y todos tan amigos.-Dirigiendose a su compañera, continúa.- Juanita, revisa el sótano para ver si está lo nuestro. Acabamos pronto, y cada uno por su lado.

Aunque son palabras destinadas a Juanita, Lonegan no aparta la vista un sólo instante del matón, atento a cualquier movimiento inesperado.

Se arregló el sombrero. -Ahorita lo sé cuate, pero por entonces yo no sabía que Andrés era su ayudante o alguna autoridad, señoooor. Bien podía ser un gwey del pueblo con buena intención pero al que los jamachitos gringos no hicieran caso por ser chicano.-

-Así que me cojí los sementales y me arreé fuera de la cuadra en busca del señor John, no fuese fueran por el también. Que entonces de lo del sacrilegio yo nada sabía, y pensaba que todo el corral que se había montado era por el jaleo que armé anoche en el saloon.

- Y como no quería que le sapicara y dejarle en la estacada, pues ahorita que me fui a avisarle al grimgo este...- Señaló a John. -... y devolverle su caballo al menos.-

-Además, si a uno le van a linchar, mejor andar con un buen ronzal a campo abierto a que le pillen encerrado entre cuatro paredes, ¿no cree? Ahí me iba quedar yo a que me apalearan. No mamasita.-

-Pero oigan chamaquitos, con la que cayó anoche el que hizo eso del camposanto como que debe estar de barro hasta la testuz.-

Se rascó la cabeza: -¿Oigan, y no pudo ser un coyote hambriento? En México, si la tumba no es profunda, a veces pasa.-

- Recuerdo que envié a mi fiel Andrés a avisarle de no abandonar la casa - dijo el sheriff, mientras les conducía a su despacho que bien podía hacer las veces de encerrona.

- Supongo que es cierto... - respondió el jugador meditabundo - si le soy sincero... su aviso no me lo dió su ayudante, a quien supongo que se refiere - continuó en tono meditabundo, como si dudara si continuar o no con lo que cualquier caballero consideraría una indiscreción, por mi prostituta que fuera.

- La advertencia me la hizo llegar la señorita Mary Elisabeth...  a quien tuve el placer de conocer anoche... y esta mañana - añadió dejando escapar una sonrisa - Entonces desconocía que se tratara de una orden oficial y no conocí a su ayudante hasta más adelante cuando, creo, ya era tarde para evitar el encontronazo con los ciudadanos de su pueblo y sólo entonces pude conocer el motivo de su enfado.

- Enfado justificado sin duda, pero mal dirigo hacia mi persona - concluyó, señalando una vez más su inocencia y su disposición a colaborar en la búsqueda del indeseable responsable.

- Con la que cayó anoche el que hizo eso del camposanto como que debe estar de barro hasta la testuz - dijo entonces Pancho - Oigan ¿y no pudo ser un coyote hambriento? En México, si la tumba no es profunda, a veces pasa - añadió, estropeando lo dicho.

- Mi compañero de viaje tiene razón. En parte al menos. El miserable responsable de la profanación debe estar realmente embarrado. Claro está... salvo que disponga de muda limpia o una forma de lavar la anterior - dijo Maverick meditando la idea y sembrando semillas de duda; árbol éste del que más tarde recogería frutos. - ¿Existe algún lavadero por aqui? ¿Algún vecino tiene una fuente en su casa que le permitiera hacer tal cosa?

- ¡Oh! perdóneme señor Foster- dijo con mohín - espero que me disculpe por inmiscuirme en su trabajo. Tan sólo pretendía ayudar. Le pido disculpas y una vez más me pongo a su servicio.

El sheriff escuchó la explicación de Pancho, asintiendo de vez en cuando a sus palabras, aunque antes de que Maverick interviniera, Ben Foster se detuvo un momento para soltar una potente carcajada antes de continuar caminando.

- ¿Coyotes? Bien. Podría ser, pero eso significaría que este año esos carroñeros son endemoniadamente grandes y han aprendido a calzar botas. -

Le llegó entonces el turno de escuchar a Maverick. Parecía que le dedicaba más atención a sus palabras, aunque también era cierto que éste, en comparación con Pancho, era de conversación más liosa y complicada; que donde el mexicano ponía un par de palabras decir lo que pretendía directo al grano, Maverick añadía una frase entera. Cuando terminó de hablar, el sheriff estaba ligeramente meditabundo.

- Mire. Si y no. En primer lugar se de buena tinta que los profanadores de tumbas se largaron de la ciudad tan pronto terminaron lo que estuvieran haciendo; en segundo lugar si alguien hubiese visto a más forasteros por el pueblo después de aquello, no hubiese pasado desapercibido. Y espero por su bien que no se le ocurra la feliz idea de acusar a alguien del pueblo. - Terminó con un tono que no admitía réplica.

En aquél momento estabais doblando la esquina de una de las casas hacia la calle principal con el saloon a un lado, y la oficina del sheriff al otro. La calle parecía desierta.

El rostro del matón se contrajo en una mueca de sorpresa y confusión, que se transformó en rabia cuando Juanita le arrebató el revolver, pero encañonado como estaba por McReady se mantuvo rígido como una estatua, una estatua con cara de perro rabioso.

Una vez en el interior comprobáis que la habitación es muy espaciosa para una oficina del sheriff. Además de las escaleras que bajan, al fondo se ven varias puertas, 4 de ellas marcadas con una placa de madera y un nombre, y una quinta con el título "SHERIFF" sobre ella.

- Bandidos hijos de mil putas. Conque eso pretendíais. - soltó al fin el gigantón - Os habéis metido con el sheriff equivocado. Al final del día Orosco volverá a su celda, y vosotros le haréis compañía. - de nuevo las palabras del hombre no parecen tener sentido, y el nombre de Orosco es desconocido para vosotros.

Poco después de entrar en la oficina del sheriff, escuchas una carcajada en la lejanía que te impulsa a echar un breve y cuidadoso vistazo al exterior.

La cosa no pinta bien. El mismisimo Ben Foster esta bajando por la calle hacia vosotros, custodiado por dos secuaces mexicanos, y con Maverick y Pancho tras los tres. No parecían tener prisa en llegar, y tanto Pancho como Maverick interrumpían la marcha cada poco tiempo por dedicarse a hablarle al sheriff, pero solo estaban a un par de casas de distancia y era mucho pedir que tardasen más de uno o dos minutos en llegar a vuestra altura.
 

Nada más bajar compruebas que el sotano se ha convertido ahora en la zona de celdas, aunque solo hay 2 de ellas. La que se encontraba más a la izquierda estaba vacía, pero en la de la derecha podías ver a través de las gruesas rejas a un hombre bajo pero de complexión robusta y evidentemente mexicano sentado en un mal camastro de paja, que contemplaba el suelo con resignación.

Parecía que te había escuchado bajar, ya que poco después de que llegaras alzó la mirada hacia ti, pero cuando te vio dio un respingo de sorpresa y se levantó apresuradamente hacia las rejas, solo para después quedarse mirándote con los ojos entrecerrados y expresión confundida.

- Chamaca ¿Quién demonios eres tu? - dijo como única frase

-¡Rápido!-dijo James con premura-¡atadlo y amordazadlo!...y luego prepararos para la fiesta. Han cogido a los otros dos...Se va a montar una buena.

Dicho esto, James hizo lo propio, saliéndose de su posición para ocultarse de la vista de los recién llegados.

Dicho esto James abandonó su posición para buscar un nuevo lugar en el que cobijarse, de tal modo que quedase oculto a la vista de Foster y sus secuaces. Desde allí hincó la rodilla y apoyando el codo derecho sobre la otra, intentó afianzar el disparo y buscó un blanco. Y luego esperó.

El sheriff no había reaccionado tan bien como Michael había esperado y aquello cada vez le daba peor espina. Parecía que les estuviera conduciendo al matadero como si de inocentes reses se tratara.

- Espero por su bien que no se le ocurra la feliz idea de acusar a alguien del pueblo - había respondido el sheriff en tono malhumorado.

A punto estuvo Michael de responder con su mejor tono de abogado ofendido sobre la igualdad de todos ante la ley y por tanto ante las sospechas de los agentes de la ley. Primero, porque algo sabía de leyes (fruto de sus ocasionales encontronazos con ésta) y segundo porque no sería aquella la primera vez que se pasara por abogado, con interesantes resultados. Sin embargo estaban llegando a la oficina y decidió reservar esa carta para más tarde. Cambió por tanto de táctica pero se impuso un lenguaje rebuscado y formal, leguleyo.

- Ni se me ocurriría, señor Foster. Apenas conozco a estas gentes y no tengo motivos para sospechar de quien no conozco - Y añadió en voz baja - Aunque está claro que el recíproco no es cierto - Más bien pensaba en que aquel o quizás como dice usted, aquellos, que hayan perpretrado tal fechoría, habrán recurrido a algún tipo de lavadero o fuente del pueblo.

Levantó las palmas de las manos, en señal de inocencia - haya sido esto con o sin el consentimiento del propietario de tales aguas.

- Y perdóneme una vez más que me inmiscuya en su labor, pues está claro que ya ha hecho la investigación pertinente mientras que yo no he hecho más que levantarme tarde - y de nuevo añadió en voz baja como si meditara para sí - y ser amenazado varias veces desde entonces.

"¿Orosco? ¿Y quién demonios es Orosco?" es lo que voy pensando mientras bajo al sotano. Llego abajo y, antes de empezar a buscar, me topo con un tipo en una celda... y por la cara que pone, él tampoco me esperaba a mí.

Dudo, entonces, sobre qué hacer, porque no me parece una idea muy buena, mostrar donde están escondidos los bonos, incluso aunque el tipo esté encerrado y no pueda seguirnos. Así que opto por volver a subir arriba, para consultar con Jack. Sé que vamos justos de tiempo pero...

Vuelvo a subir por la escalera, con las manos vacías...

-Oye, Jack ¿puedes acercarte un momento? Hay algo que te tengo que consultar...- Sé que no pueden dejar de vigilar a este tipo, por eso no le pido que baje, sólo que se acerque para contarle lo que pasa

Cuánta cháchara. Pensó Pancho para sí. Si es que estos no paraban con la sinhueso.

Pero bueno. Incluso su explicación para con el sheriff Foster bien podía ser el conjunto más extenso de palabras que había pronunciado en años. Así de parco en palabras era el mexicano.

Con lo diplomático que le había parecido Maverick y cómo se las estaba soltando ahora al sheriff. Pancho no dijo nada. Al sur de la frontera los Federales se las gastaban con muy mala baba, y hablarle así a uno era granjearse unos días en el calabozo o algo peor. Esperaba que el gringo este no se tomara a mal las palabras del Michael, o que no hiciera de su placa un sayo.

Pero bueno, qué mas daba. Si tarde o temprano se iba a liar. A saber lo que estaban haciendo Lonegan y los suyos. Por si acaso, Pancho prefirió estar por el momento con la boca cerrada y los ojos abiertos.

Las palabras de su amigo inquietan un poco a Jack. ¿Han cogido a Pancho y a Maverick? Mierda, no sé si es bueno o malo para nuestro tiempo en este maldito pueblo. Primero los bonos y mis pistolas, luego ya veremos si nos hacemos cargo de ellos o...

Cuando estaba pensando en empezar a amordazar al grandullón, aparece Juanita de regreso del sótano. Se la ve un poco preocupada, tiene una duda. Me acerco en un aparte para escucharla.

-Dime mujer, ¿cuál es el problema? Y date prisa con todo esto, por lo visto han cogido a Pancho y a Maverick, parece que el pueblo anda bastante revolucionado.

-¡Maldita sea!-dijo James escuchando la conversación de sus compañeros desde su parapeto-No hay tiempo para discutir. Atadlo y preparaos. 

- Investigar es mi trabajo, señor Maverick. No actúe sorprendido por tales nimiedades. - respondió escuetamente el sheriff, ignorando o no habiendo escuchado los murmullos de Maverick.

Los siguientes metros hacia la oficina del sheriff transcurrieron en relativo silencio. Salvo por los gemelos Gonzales, que hablaban en voz baja entre ellos sobre otros temas, relajados y soltando alguna que otra carcajada ocasional. Acababais de pasar frente a la barbería, y ya veíais con claridad la puerta de la oficina del sheriff a una decena de metros ante vosotros.