Partida Rol por web

Los disparos continuaban. El humo apenas se disipado un poco en la zona de la vagoneta, lo que había envalentonado un poco a vuestros perseguidores para disparar, aunque los disparos de Pancho y McReady les obligaban a ponerse a cubierto. Mientras tanto Maverick y se había echado cuerpo a tierra intentando ser alcanzado por una bala, y Juanita retrocedió unos pasos para sacar de su bolsa uno de sus fieles cartuchos de dinamita. Con ayuda de las lámparas, la mecha estuvo encendida enseguida; y Juanita encajó el cartucho siseante directamente bajo los raíles de la vagoneta.

A su señal, todos comenzasteis a correr de nuevo túnel abajo. Aquello envalentonó a los pistoleros, cuyo cabecilla exclamó entre carcajadas - ¡Huyen! ¡Jajajaja, ratas cobardicas! Rápido, tras ellos y que no escapen. - Motivados por su jefe, y completamente ignorantes de la que les venía encima, avanzaron pesadamente empujando la vagoneta. hasta que finalmente alcanzaron el lugar de la fatal explosión.

Ninguno se giró a ver el desenlace, cuando Juanita calculó que el artefacto haría explosión os gritó que os arrojásteis al suelo, y lo mismo hizo ella. La detonación retumbó por las paredes del túnel haciendo caer cascotes y provocando gruesas grietas en las entrañas de la tierra al tiempo que todo parecía temblar... Tras varios segundos que parecieron eternos, todo paró; estabais vivos, y por obra de algún milagro el túnel no se había venido abajo. Al deteneros un instante para observar por fin el resultado de la explosión.

Donde antes se encontraba el túnel de entrada a la mina, ahora había una pila enorme de cascotes de la que apenas asomaban un puñado de extremidades sanguinolientas; la vagoneta yacía ahora boca abajo, abollada y deforme, y solo conservaba una de sus ruedas.

James se levantó del suelo trabajosamente. Sus huesos habían dado contra el duro suelo cuando se echó cuerpo a tierra para protegerse de la explosión. Mirando hacia atrás, pudo ver el efecto de la explosión. Lo lamentó por esos pobres diablos, pero más habría lamentado perder a uno de los suyos. El viejo exmilitar recogió su sombrero y su rifle.

-Buen petardo, Juanita ¿Estáis todos bien?-dijo buscando al resto con la mirada-Será mejor darnos prisa. Podría haber más de esos dirigiéndose a la otra salida.

Pancho cayó de cara. Cuando se incorporó, estaba cubierto de un polvo gris, sobre todo en la cara. Tosió como un caballo, expulsando polvo y piedrilla por la boca: -Podría estar mejor. ¡Cof, cof cof...!-

Su ceñudo gesto se giró hacia Juanita. De su boca parecía salir un gruñido, y luego su enorme bocaza se abrió:

-¡¡¡JUANIIITAAAAAAAAA!!!!-

Hubo un momento de silencio

- ¡JUANITA DINAMITA ROSALEEEEEEEESSSS...!- Su rostro estaba totálmente serio. -¡ES USTED, ES USTED...!- Hizo una serie de bruscos gestos señalándola y dirigiéndose hacia ella con grandes pasos agigantados.

-... ¡¡LA MUJER MÁS MARAVILLOSA DEL MUNDO!!- Según llego hasta ella el enorme mexicano levantó en volandas a la menuda chica para ponerla sobre sus hombros y jalearla sonriente: -¡Jua-ni-ta! ¡Jua-ni-ta! ¡Jua-ni ta!-

A todo esto, puede que la pobre Juanita se llevar algún coscorrón en la cabeza contra el techo del túnel a cuenta del burraco de Pancho

Corremos mientras, a nuestra espalda, les oigo burlarse "¡Bastardos! Veremos quién rie al final" pienso con sonrisa malévola, antes de decirles a todos -¡Al suelo!- y que la explosión resuena por toda la mina.
La tierra que se desprende nos cae encima y el polvo inunda el tunel durante un rato. Espero antes de levantarme no sea que algo haya fallado y me vuelen los sesos en cuanto alce la cabeza.
Pero nada sucede y ya no se oyen voces envalentonadas, así que me acabo levantando.

Me giro y observo con satisfacción el resultado. -Ni uno. Confío en que no haya quedado vivo ni uno de esos bastardos-

Y entonces el bruto de Pancho me grita, viene hasta mi y me alza

-¡Bájame! ¡Bájame ahora mismo te digo! ¡Ouch!- me quejo cuando mi cabeza golpea contra el techo -¡Maldito seas! ¡Bájame o te lleno de plomo!-

Sea porque se ha cansado, sea por la amenaza, me baja. Entonces me acerco hasta donde están los que antes nos perseguían y busco, entre los miembros que asoman, alguna pistola para sacarle las balas*

Me vuelvo para ver el otro lado del túnel, por el que tendremos que salir, pero ahora sin guía.

- Hay que acabar con él. Hay que estar seguros. Hay que acabar con él - farfullaba Michael atropelladamente una y otra vez. Sólo podía escuchar un pitido, así que no supo si los demás le habían escuchado o no, pero era el que había quedado más cerca de la explosión, habiendo estado a cubierto en lugar de devolviendo el fuego.

Se levantó trabajosamente del suelo y sin sacudir su chaqueta de polvo avanzó despació hacia la vagoneta destrozada empuñando el revólver en una mano y el Derringer en la otra, dispuesto a descerrajarle a un tiro a la primera cosa que se moviera. Parecía presa del pánico o del odio, o quizás una mezcla de ambas cosas parecía capaz de saltar en cualquier momento.

Tras bajar a Juanita de nuevo al suelo y ver la actitud de Maverick esperó a que este se diera la vuelta para hacer un gesto a los demás miembros del grupo, señalándose la cabeza y dando vueltas a su dedo indice en plan "este está majara" sin que el jugador se diera cuenta.

Luego bajó la mano y le dijo: -Oiga Maikel. Que no se preocupe, que ya están todos bien mueeeertos.- 

De todos modos, le echó un ojo. Parecía estar en muy mal estado, no sólo físicamente. Igual estos cabrones le habían dado muchos golpes en la cabeza.

Recordó entonces a un tal Felipe de sus años mozos en la misión, un tipo al que los sacerdotes siempre atendían, que se quedó medio tonto después de que le pasara por encima una estampida de reses cuando andaba pastoreando por el campo. El pobre hombre dejó de hablar y le tenían que dar de comer con cuchara.

-¡Al suelo!

Mientras hacia caso inmediatamente a la orden de Juanita entendió, sin necesidad de mirar atrás, que su compañera le había hecho caso cuando propuso la idea de lanzarles dinamita. Tras un par de segundos, la explosión terminó de confirmar sus suposiciones. Después, el silencio. Tras dar un tiempo prudencial para comprobar que no se oía ningún movimiento ni lamentos de dolor, Jack se incorporó lentamente y se dirigió hacia los restos polvorientos de la vagoneta y sus ocupantes.

-Déjalo Pancho, creo que Michael ya había coincidido con alguno de estos malnacidos antes de acabar encerrado aquí. Ahora es cosa suya arreglar cualquier cuenta pendiente.-Dijo cuando estuvo a la altura del grandullón mexicano, mientras éste trataba de convencer a Maverick de que dejara estar la cosa entre los cadáveres, haciendo caso omiso de sus gestos sobre si su compañero había perdido el juicio.

-James tiene razón. Cuando hayáis terminado de revisar lo que queráis buscar entre los restos, deberíamos continuar cuanto antes nuestro camino en dirección a la otra salida, y salir de esta puñetera mina cuanto antes.

Si es que esa otra salida existe y ese bastardo del guardia no nos ha gastado una cruel broma.

- Oiga Maikel. Que no se preocupe, que ya están todos bien mueeeertos.

Michael hizo caso omiso de las palabras de Pancho. El tahúr daba vueltas a la vagoneta en busca de la cabeza de aquel tipo, aquel cuya voz no podía dejar de oir, esa voz que hacía que perdiera los estribos cada vez que la oía. Mascullaba entre dientes. Tengo que encontrarlo. Tengo que encontrarlo. Ojalá aquel tipo estuviera bien muerto, bien, bien muerto o mejor aún, moribundo.

Justo en ese momento escuchó la voz de Jack - Ahora es cosa suya arreglar cualquier cuenta pendiente - y por una vez no pudo estar más de acuerdo con el jefe de la banda.

Pero sin duda aquel malnacido se había retrasado o puesto a cubierto o salvado el mellejo de alguna improbable y miserable forma. El jugador se metió el Derringer en un bolsillo y echó mano de una de las armas tiradas en el suelo y de su canana de munición, sin soltar el otro revólver que empuñaba y siguió buscando a aquel tipo.

El tahúr daba vueltas a la vagoneta en busca de la cabeza de aquel tipo ...

En esas estaba Maverick, buscando casi con demencia un superviviente que no parecía que estuviese allí. Los nervios y el haber sido secuestrado debían de haberle jugado una mala pasada, pero aquello no hacía perder tanto los estribos a un hombre cabal.

Ya había pasado un minuto desde que detonase la dinamita, y parecía que Maverick aún quería buscar por más tiempo, cuando de repente con un chirrido abismal y un grito que parecía arrancado de las profundidades del infierno la vagoneta boca abajo se volcó de un soberbio empujón de nuevo a un lado y casi cayendo sobre vosotros, que os vísteis obligados a retroceder, al tiempo que una musculosa figura ensangrentada y magullada salía bajo ella y se arrojaba sobre el tahúr aún con fuerzas para apresarlo contra el suelo.

- Mira... por... donde. - fue capaz de decir el hombre entre resuellos por el titánico esfuerzo que había hecho por salir de bajo la vagoneta, pero aún con una sonrisa sádica en el rostro. - El zorro... -

aún sobre Maverick, el hombre comenzó a mirar alrededor, casi sorprendido de ver a una pequeña multitud ante él, y solo sorprendido de veras cuando miró directamente a McReady, momento en el que los ojos casi se le salieron de las órbitas a pesar de no perder aquella expresión enloquecida del rostro - Y hablando de zorros... - al resuello del hombre se le sumaba ahora el esfuerzo por una risa mal contenida - Estas hecho un... adefesio, James... viejo pirata. ¿No deberías... ayudar a tu... superior? -

De todos los hombres de todos los rincones del mundo solo podías haberte encontrado con aquél, el hombre que mató a sangre fría a tu teniente y uno de tus mejores amigos, y la razón por la que te expulsaron del ejército. Tu antiguo superior de mayor rango, el ex-capitán Brett Morris.

El subsconsciente de James había intentado negarlo cuando, al oír la voz de aquell rufián, tuvo la corazonada de que aquella voz pertenecía a quien pertenecía. El verlo cara a cara, después de tanto tiempo, fue para James como quien ve a un fantasma. Incrédulo, levantó el rifle con una sola mano extendiéndolo de forma que apuntaba a la cara de aquel tipo.

-Bret...Morris-masculló James-Tú en cambio, tienes la misma pinta de rata almizclera que hace...¿quince años? Dame un motivo, un solo motivo para que no acabe ahora mismo lo que dejé a medias entonces.

La mirada de James estaba llena de odio y de incredulidad, ante la presencia de aquel tipo.
 

Aquellos que le conocían bien, recordaban la historia de James. O al menos, los escasos detalles que les había contado en alguna ocasión, como tantas, bebiendo whiskey alrededor de una fogata. Según él había contado, había sido expulsado del ejército tras propinarle una severa paliza a un superior cuyo nombre era ese: Bret Morris.

El comportamiento de Michael me parece bastante lamentable. ¡Está muerto de miedo! Le miro, incrédula, mientras intenta asegurarse que están todos muertos y bien muertos o algo así. "Ni que esta fuese la primera vez que alguien intenta matarle" Estoy segura que no lo es, así que ¿a qué viene organizar este lio?

Entonces oigo un grito y del susto doy un paso atrás. No tengo ni tiempo de preguntar qué demonios ha sido eso. Echo mano del revolver en cuanto se lanza sobre Michael pero algo en nosotros le llama la atención y no llega a hacerle daño... aún.

Escucho como James dice se nombre en alto. Brett Morris. "¿Ese es Brett-malnacido-Morris? ¿Y qué diantres hace aquí?" En mi escala de gente miserable, que debería entrar al infierno por la puerta grande, está este tipo. Los canallas que disfrutan imponiendo sus intenciones a las mujeres siempre me han parecido unos delincuentes del peor tipo. Pero este hijo de Satanas, hizo que la mejor persona que conozco, James, uno de los hombres más buenos que me he cruzado, acabara con Jack y conmigo que, no nos engañemos, no le hemos llevado por el mejor de los caminos.

Veamos, el asunto es el siguiente, este grandísimo bastardo arruinó la vida de un gran tipo. Ahora esta encima de otro... dejémoslo en compañero, intentando hacerle daño. Y ha intentado matarnos a todos. James es demasiado bueno por darle tiempo a explicarse.

Amartillo y le disparo inmediatamente.

Pancho ya estaba camino de seguir a Lonegal en busca de la salida cuando de forma totálmente inesperadamente el tal Morris se lanzó sobre Maverick.

¿Quién demonios hubiera creído que alguien pudiera sobrevivir a semejanta explosión? Sintió algo de remordimiento por haber dudado de Maverick y tratado como un pobre loco. Parece que el jugador tenía, a pesar de su estado, un agudo instinto o un sentido de la percepción que rozaba lo... sobrenatural.

¿Y quién demonios esa ese tipo y de qué conocía a Mc ready? No importaba. Por fuerte que pareciera el tal Morris, Pancho iba ya camino de coger al tipo del cuello y lanzarlo a un lado contra la pared de la mina para apartarlo de Michael cuando Juanita sacó su revólver y le disparó.

Pancho se asustó por la repentina detonación, que le pillo por sorpresa, y se detuvo al momento antes de llegar a los dos hombres en el suelo.

No quería que una bala le alcanzase, así que sacó su enorme cuchillo de su vaina y mostrándolo ante él, dijo: -Ahorita vamos a ser todos muy bueeeeenos compadres. O se va a liar la marimorenaaaa.-

Michael estaba dando la vuelta alrededor de la vagoneta volcada con los dos revólveres amartillados, cuando la vagoneta, una tonelada de acero apenas abollada por la explosión empezó a moverse. El tahúr retrocedido incrédulo y entonces la vagoneta volcó, esta vez hacia arriba y saltó sobre él aquel psicópata, el líder de aquellos hombres. El bandido le tiró al suelo y le agarró por los hombros, sentándose sobre él exhibiendo aquella sonrisa desquiciada y cruel.

Michael apenas llegó a musitar - ¿Dónde están las niñas? - mientras los demás miembros de la banda rodearon a aquel hombre y le apuntaron con sus armas. Sin embargo el tipo no se amilanó y empezó a conversar con ellos ¡conversar! - Michael sorprendido, aterrorizado apenas se movía bajo su peso.

Pancho desenfundó un cuchillo y los demás empuñaban sus armas, mientras que Juanita, sin intercambiar palabra abrió fuego, a lo que el malnacido llamado Bret Morris respondió agachándose como un gato y pegando su aliento a la cara del tahúr.

- ¿Dónde están las niñas? - repitió Miachel en un susurro y con las manos temblando apoyó los cañoes de sus revólveres en los costados de su captor. Apretó entonces el gatillo de una de sus armas y luego el de la otra, y luego otra vez y otra y otra y otra más, a quemarropa, hasta que los tambores giraron por completo y los martillos golpearon los casquillos ya vacíos, varias veces.

Aquel malnacido podía haber sobrevivido a la explosión dentro de la vagoneta, pero no habría truco que le permitiera sobrevivir a una docena de balas en el vientre y en el pecho.

Cuando todo parecía cuestión de dejar a Maverick merodear entre los restos hasta que su ira se calmara al cabo de unos instantes, un hombretón apareció bajo la vagoneta, tirándola a un lado y avalanzándose sobre el tahúr. Entonces miró a todos los que le rodeábamos y se paró unos instantes con su mirada sobre James, para dedicarle unas palabras.
¿Bret Morris? Pensé que nunca iba a tener el dudoso placer de conocer a ese bastardo, y a la vez tener la gran suerte de acabar con su miserable existencia.

Mientras mantiene agarrado a Maverick, Jack desenfunda y apunta a la cabeza del superviviente de la explosión. Duda unos instantes ante las palabras de James como respuesta. Sin embargo, Juanita no se lo piensa dos veces y dispara. Tal vez me esté haciendo demasiado viejo para esto. 

Y sin pensar ni por un instante en disparar él también tras Juanita, el propio Maverick vacía el cargador de su pistola a quemarropa sobre el cuerpo de aquel desgraciado. Incluso llega a escuchar el leve sonido del detonador golpeando contra los espacios vacíos del tambor.

-Si hemos terminado por fin, creo que podemos seguir buscando nuestra salida de este lugar. ¿Retrocedemos por la entrada principal por la que llegamos, o seguimos el camino en busca de la salida secundaria?

No había tiempo que conceder tras el violento desenlace que acababan de presenciar. Tenían que seguir con su misión, a pesar de todo lo que pudieran encontrar por el camino.

En un instante el túnel se convirtió en un pabellón de ejecución. Si algún tiro erró el blanco fue imposible darse cuenta, ya que al terminar Brett Morris yacía tendido boca arriba en el suelo, totalmente inmóvil, sangrando profusamente por múltiples orificios en el pecho y el abdomen que le habían causado Juanita, Maverick y Lonegan. Su pecho apenas subía y bajaba débilmente al compás de una debilísima respiración.

- Algunas cosas... nunca cambian... James. - cada palabra sonaba como si le costase un esfuerzo terrible, pero aún así no paró de hablar. - Eras el mejor tirador... pero a la hora de la verdad... otro hacía el trabajo... - Su rostro se contraía a cada momento por el dolor, pero a pesar de todo aquél hombre seguía exhibiendo una sonrisa de victoria en el rostro, como si no comprendiese que ya estaba muerto, o no le importase. - Yo tenía la autoridad... Tú rompías las reglas... ... ...Yo era parte de... los mejores... Tú te aliaste... con bandidos y forajidos.

Cuando... nos recuerden... yo, seré el héroe... y tu... el villano... - y tras exhalar su última bocanada de aire, Brett Morris murió.

Tras vosotros solo quedaba ya un túnel totalmente bloqueado por piedras, y con unas grietas de tal tamaño alrededor que no os atrevíais a mover las piedras por miedo a derrumbar todo el túnel. ya solo quedaba una dirección, y era la que se adentraba hasta el fondo de la mina.

Michael se quitó de encima el cuerpo de Brett y se levantó. Mientras éste balbuceaba incoherencias, Michael aguzó el oido pero como ninguna de ellas era sobre el destino de las niñas, se estiró la chaqueta, que había pertenecido al sheriff de las Cruces y que ahora estaba llena de tierra y sangre, recargó los revólveres que había vaciado en el pecho de Brett y se acercó al cadáver de éste. Le dió con el pie para comprobar que estaba realmente muerto y cuando el cadáver no reaccionó ante la patada le disparó dos veces más en la cabeza. Sin volver la vista atrás caminó hacia la profundidad de la mina mientras volvía a recargar el revólver.

Volvió la vista hacia los demás y dijo en voz baja muy seriamente - aqui ya no tenemos nada que hacer - los demás pudieron ver que las manos de Michael ya no temblaban, como cuando lo encontraron en la cueva llena de huesos o en la huida en el túnel. Sin embargo, algo había muerto en sus ojos antes risueños con la muerte de Brett.

Ver morir a aquel malnacido lenta y dolorosamente fue lo mejor que podría recordar de aquel día.

Al ver que su estertor final estaba próximo, James guardó su rifle.

-No merece la pena malgastar una bala en ahorrarte sufrimiento-replicó sin dejarle acabar su frase-El infierno te aguarda, Brett Morris. Tienes una eternidad para disfrutarlo.

La extraña actitud de Maverick no había pasado desapercibida para James que arqueó una ceja mirándolo ¿Acaso aquel muchacho había cruzado sus pasos anteriormente con aquel malnacido? Pero no era momento para preguntas.

-Imposible retroceder, será mejor que sigamos camino hacia la otra salida. Y rápido. La explosión sin duda se habrá hecho notar. Si no nos damos prisa, tendremos a todos los hombres de Beaumont esperándonos.

Panchó volvió a enfundar su cuchillo. Supuso que con las sobredosis de balas había sido suficiente.

-Qué macabro el pinche way este. Debe pesar un kilo más de plomo no menos. Suerte que ya se lo llevó la huesudaaa.- Pancho miró el cadáver del tal Morris unos segundos, los ojos del tipo aún abiertos y su sonrisa desencajada, como para asegurarse que definitivamente estuviera muerto. Todo este asunto de la mina cerrada, la montaña de huesos que encontraron junto a Maverick y ahora el tipo este Morris que no se acababa de morir le daba escalofríos.

Apartó la mirada del cadáver con un tembleque y rostro nervioso. -Si. Mejor salir de aquí ahorita lo antes posible compadre.- Respondía así a Mc Ready. -Antes de que me cague en los pantaloneeees.-

A pesar de sus palabras, Pancho temía que hubieran sellado su único camino de salida a la mina. Que no hubiera realmente otra forma de salir, y que se acabaran de enterrar vivos a ellos mismos.

Sin mucho mas que decir, siguió a los demás por el túnel.