Partida Rol por web

McReady corriá como podía cerrando el grupo. Sus pies buscaban improvisados apoyos a cada paso que daba pero el terreno irregular amenazaba con jugarle una mala pasada. Tuvo suerte durante un tiempo, pero al final pisó una piedra suelta y perdió el equilibrio.

Pancho iba mas atento a lo que ocurría tras el que a lo que tenía delante de sus narices. Así le fue la cosa, que cuando una lámpara colgada estalló en mil pedazos de un disparo, volvió el rostro asustado y se encontró de frente los cristales saltándole a la cara.

-¡Cágon la leche...!- Ya tarde, interpuso las manos y cerró los ojos como reacción a la nube de cristalitos que el arañaban el rostro, y así, al no mirar, metió de lleno el pie (encima el pie jodido, el que se trochó al saltar desde la ventana del motel en el incendio en Snt. Elmo) en un agujeraco de los que poblaban el suelo del túnel.

Pues así cayó redondo cuan largo era el bueno de Pancho que de grande tenía un rato, y encima sobre los férreos raíles de las vías. Costalazo monumental.

Suerte que era mas duro y bruto que una piedra porque se había pegado un ostiajo de órdago. 

Giró la cabeza estando tumbado, mientras aún le dolían los riñones y vió como la vagoneta venía cuesta abajo a toda velocidad en su dirección y acelerando con un montón de tipos disparando justo detrás. Pancho intentó rodar sobre si mismo para apartarse, no sea que le pasara por encima.

Michael corrió, corrió y corrió. Corrió hasta que no pudo más, hasta que el aire le quemaba al entrar en sus pulmones, hasta que las heridas coaguladas volvieron a sangrar, hasta que las piernas le dieron pinchazos y se negaron a dar un paso más.

No miro hacia atrás. No quiero perder ni un segundo. Sólo quiero salir de aquí. Corro tanto como me dan los pies y los pulmones mientras escucho a Pancho decir que tienen una vagoneta. "¡Maldición! Eso es mucha ventaja" 

Pancho que va delante mío se vuelve justo cuando la lámpara estalla pero no me da tiempo y el se tapa la cara, con el susto, para protegerse. Pero, sin ver, cae al suelo.

Le veo, veo como cae y me impulso para saltarle por encima mientras él rueda. Le esquivo justo por los pelos, casi me tropiezo y caigo yo también. Entonces oigo un golpe y Michael, que venía a mi lado, cae al suelo también. "¿Quizás él sí tropezó con Pancho?" 

Giro la cabeza para ver si se levantan y, no sólo no se levantan si no que veo que James ha caído también. Aflojo el paso y miro a Jack. No quiero morir en la mina pero no quiero dejar a James aquí tampoco.

Al final aquello se había convertido en una persecución en medio de un entorno desconocido, poco iluminado, irregular y peligroso. Las circunstancias no hacían presagiar nada bueno. Pancho les gritó que los perseguidores venían en una vagoneta de mina, y el ruido que empezaron a escuchar a sus espaldas confirmaba la información de su compañero. Los disparos parecían acercarse a ellos poco a poco, las piernas se acababan cansando de correr, pero las ruedas de la vagoneta no, y eso jugaba en su contra.

Aquellos tipos habían efectuado unos cuantos disparos que se habían perdido sin ningún peligro, hasta que uno impactó contra una de las lámparas que tenían justo delante. Pancho se asustó y cayó al suelo. Debido a la súbita perdida de luz tras el disparo, Lonegan no fue capaz de vislumbrar el cuerpo caído del mexicano (que no era pequeño precisamente) a tiempo, y para cuando quiso evitarlo acabó tropezando con él, cayendo un par de metros más adelante.

Su primer instinto fue mirar a Juanita, que era la única que parecía mantenerse en pie todavía y desenfundar uno de sus revólveres por si aquellos malnacidos de la vagoneta se ponían a tiro.

-¡Jack!- mientras le busco con la mirada para ver que quiere que hagamos, Jack se cae también. Ni me lo pienso. Paro en seco y vuelvo atrás para ayudarle a levantarse y para disparar junto a él, a esos malnacidos.

En cierto tramo del túnel, el suelo se abría a un gran agujero entre los raíles de la vagoneta; no era profundo, pero lo suficiente como para que alguien despistado tropezase, o alguien que pasase corriendo sin ver adonde iba... como vosotros. El primero en caer fue Pancho, y con él, todos los que ibais detrás, cayendo al meter el pié en el mismo agujero o chocar con el cuerpo del caído mexicano. Solo Juanita se libró de la soberana caída, por sus reflejos, que sus pies aún sabían donde poner los pies, o por tener los ojos más habituados a la oscuridad. Mientras tanto, el carcelero que se vio por un momento libre de la amenaza de la pistola, continuó corriendo por el túnel.

En cualquier caso aquello no evitó que se detuviese a echar una mano a los rezagados, empezando por Lónegan. Sin embargo, en el tiempo que tardásteis en poneros en pié de nuevo el chirrido metálico se hizo más fuerte y en un momento vísteis avanzar pesadamente la pesada vagoneta en pos vuestra, empujada por un par de hombres armados, y tras ellos otros tantos con revólveres y algún rifle preparado para disparar. La vagoneta les retrasaba en su persecución a pesar de conocer la mina mejor que vosotros, pero también les servía como una perfecta cobertura contra los disparos

Tras ellos, la voz de un líder al que no podíais identificar entre la multitud volvió a pronunciarse. - ¡Ahí están! Acabad con ellos. - Al momento una lluvia de plomo cayó sobre vosotros y los perdigones volaron por todas partes por el túnel; pero lo que vuestros perseguidores no se esperaban (y vosotros tampoco) era que uno de los revólveres de súbito reventara su carga de pólvora directamente dentro del cañón, provocando una explosión que envolvió a los pistoleros en una nube de humo y polvo que se desprendió del techo del túnel. - ¡IDIOTAS! ¡QUIEN QUIERA QUE HAYA SIDO MÁS LE VALE HABER MUERTO! -

Pancho se quita de encima a sus compañeros como buenamente puede antes de incorporarse. No es que no lamentase el caos que había provocado a su alrededor pero en aquél instante no había tiempo para disculpas. Tenían a los pistoleros encima.

Pancho se percató en su momento de que el maltrecho Maverick no tuvo tiempo de cargar un arma en condiciones. Así que, quizás en un intento de conciliación por los problemas que había causado últimamente desenfundó su arma y se la ofreció al jugador sin palabras. Sólo con un gesto de asentimiento.

Una vez el maltrecho Maverick cogió el arma, el fornido mexicano incorporó al jugador, pasando el brazo sin revólver de Maverick por encima de su cuello, y dejando así que Michael le usara como apoyo al andar mientras este tenía libre el brazo del arma.

Si fuera necesario y Maverick no pudiera andar por las heridas, cargaría con él como un muñeco.

Las balas silban en torno al viejo ex-miliar. Dos de ellas pasan lo suficientemente cerca para rasgarle la ropa, pero no hay daños que lamentar. Su templado carácter hace que pueda mantener la calma sabedor de que si perdía la compostura, tan solo le esperaba la muerte. Una muerte que probablemente no podría evitar, pero no estaba dispuesto a entregarse a ella.

-¡Más quisierais, hijos de perra!-masculló-.

Apenas parapetado tras un saliente de la parez, hincó la rodilla izquierda para ofrecer un blanco más difícil y con el rifle afianzado sobre el brazo izquierdo que a su vez, apoyaba en la rodilla, se dispuso a disparar.
 

Ayudo a Jack a ponerse en pie lo más rápido posible pero para cuando por fin conseguimos ponernos en marcha las balas ya estan silbado a nuestro alrdedor.

Me pego a la pared rápido, intentando protegerme tanto como sea posible, mirando a Jack por si tiene algún gran plan que nos saque de esta. Pero me temo que no. Esta vez nos va a tocar vérnoslas con estos tipos, a las claras. O ellos o nosotros.

-Maldita sea- comento en voz baja. Reviso el tambor del revolver y secundo a James que ya ha empezado a disparar

Michael tropezó poco por detrás de Pancho y como éste se fue de bruces contra el suelo, golpeándose la cabeza contra una de las traviesas de la vía¹. Por un momento no pudo ver ni oir nada y tardó un instante en poder ponerse a cuatro patas, cuando intentó incorporarse las piernas le fallaron y volvió a caerse al suelo, aunque sin saberlo esto le había salvado la vida². Las balas pasaron silbando junto a su cabeza.

Pancho le ayudó a ponerse en pie y a volver a caminar, al tiempo que le ofrecía un revólver, ofrecimiento que Michael agradeció sin palabras y con la cabeza aún confusa rehusó movíendola hacia los lados³. Había recuperado un revólver del carcelero muerto y tampoco estaba en las mejores condiciones en aquel momento para hacer uso de un arma, cuanto más de dos a la vez.

Los disparos volaron, arrancando pequeños destellos sobre el metal de la vagoneta y desprendiendo trozos de tierra y roca de las paredes y techo de la cueva. La nube de humo que flotaba alrededor de los pistoleros aún no se había disipado, y aunque no podíais distinguirlos con claridad, sí pudisteis notar por sus siluetas que se ocultaron por unos momentos refugiándose tras la vagoneta. Si habíais herido a alguien, no lo teníais claro.

- ¡LEVANTÁOS, COBARDES ALFEÑIQUES! - rugió una vez más la figura de mando de vuestros perseguidores - ¡Están a tiro! ¡Nosotros podemos cubrirnos y ellos no! ¡Levantáos y disparad u os llenaré de plomo! -

En medio del ruido, James fue retrocediendo a medida que la vagoneta avanzaba, sirviendo de cobertura a sus perseguidores. Su rifle buscaba un blanco sobre el que disparar, pero no era nada sencillo, teniendo en cuenta la situación.

Con un gesto, indicó a Juanita si podía tirar algún cartucho bajo la vagoneta. Su idea, no era tanto hacer saltar ésta, sino que les estallase en los pies a quienes iban detrás. Podría funcionar. Y en el peor de los casos, la vagoneta podría quedar atrancada evitando su avance.

Estiro la cabeza intentando ver si les hemos acertado, pero es imposible ver nada. Lo único que oímos es esa voz ordenando que nos vuelen los sesos. Me da miedo y me cabrea, a partes iguales, esa voz y sus intenciones "¡Ojalá te pusieras a tiro, malnacido!"

Cuando James me propone que les lance un cartucho, niego con la cabeza.

-Es demasiado arriesgado. Lanzarselo puede hacer que nos lo devuelvan, pueden verlo y ser lo suficientemente rápidos como para lanzarlo de vuelta. Además, no sé calcular el tamaño de la mecha que necesito porque se están moviendo. Si les dinamitamos tiene que ser aquí, bloqueándoles que nos alcancen-

Espero a ver qué opina Jack. Si no quiere, seguiré intentando acertarles con una bala.

- ¡Te dije que lo volaras! ¡Te lo dije! - gritó Maverick, que parecía seguir presa del pánico que le atenazaba desde que oyeron aquella voz en la entrada del túnel. Sujetándose la cabeza con las manos intentaba apaciguar el dolor del golpe contra el suelo al tiempo que tomaba toda la cobertura posible.

Cuando Maverick rechazó su ofrecimiento, Pancho se encogió de hombros. Miró hacia la vagoneta intentando vislumbrar la silueta de uno de esos hombres entre la nube de humo y dispararle en cuanto lo tuviera a tiro.

Pancho estaba bastante cabreado. Pena no los tuviera a mano, los iba a moler a ostias.

-¡Panda de cabrones! ¡La mina está maldita! ¡No vais a salir vivo ni uno! ¡Malditos hijos de *$#?!! ¡Chinga tu madreeee...! -

Lonegan se revolvió por el suelo tras la siguiente lluvia de balazos para incorporarse en cuanto tuvo oportunidad. Afortunadamente las heridas no eran de especial gravedad, así que no dedicó más tiempo a preocuparse por su estado físico y sí a valorar la situación.
Esos cabrones vienen parapetados por la propia vagoneta, y nosotros ni siquiera tenemos donde buscar una buena cobertura para disparar y evitar sus balas. Ante situaciones desesperadas, medidas desesperadas.

El forajido miró a Juanita mientras entre el resto discutían si hacer uso o no de la dinamita. Tras escuchar a todos, decidió dar también su opinión:
-Mientras sigamos intercambiando disparos, ellos tienen ventaja y nosotros no tenemos donde cubrirnos. Creo que tenemos que hacerlos salir de esa vagoneta, y si lo hacen volando por los aires, mejor. Si Juanita cree que es mejor poner la dinamita aquí para que explote cuando pasen, ella es la que más sabe de esto, lo haremos así. El plan sigue teniendo mucho riesgo, pero creo que es nuestra mejor opción para cambiar la situación y evitar que una de esas balas nos atraviese el estómago, o la cabeza.

Esperaba que la mexicana calculara bien los tiempos y que la explosión no los dejara atrapados para siempre en aquella maldita mina.

Asiento en cuanto Jack dice que el plan les parece bien.

Busco el mejor lugar a nuestro alrededor y luego les indico que huyamos hacia delante tan rápido como sea posible aprovechando la distracción de los disparos que acaban de hacer Pancho y James