Partida Rol por web

Decidiste seguir a la manada de Spinda, lo cual como era de esperar fue confuso, porque algunos se desviaban para luego volver al curso junto con los demás y otros se olvidaban de lo que estaban haciendo por momentos. Bueno, por eso era que vivían en manadas después de todo, ¿no? Como era de esperar por su comportamiento, solos eran no muy difíciles de sorprender. Eventualmente, notaste que el movimiento de hierba que precedía la marcha se detenía en un punto concreto, lo cual fue bueno porque hallaste poco mas adelante un pozo que no venía a cuento en medio del océano de hierba. Tenía una boca de 2 metros, y los Spinda estaban bajando por ella. Calculabas que podrías continuar también por ahí a gatas, el pasaje se veía bastante inclinado, pero transitable sin que fuese una caída.

¿Es que no saben andar en condiciones? Se preguntó Zek, pero vaya pregunta, era evidente que no, si por algo eran conocidos los Spinda era por sus ojos y manera de andar, y estos cumplían las dos cosas para desgracia del entrenador que le costaba muchísimo seguirlos a ratos, Zek suponía que a Kenpachi le pasaría lo mismo que a él a la hora de seguirlos, pero al ser otro pokémon no sabía si tenía alguna manera de adivinar antes sus movimientos o algo parecido, suponía que no.

Cuando todos pararon Zek lo agradeció enormemente, ya no tenía que seguir el torpe paso de los Spinda, pero lo que encontró no le dio mucha seguridad, un agujero en la tierra que parecía una entrada a vete a saber dónde, pero aún así decidió tomar la decisión de seguirles, ya había llegado hasta allí no tenía nada que perder y su curiosidad aumentaba.

Scyther te miró antes de que entraras, el no iba a poder seguir avanzando. Aunque la boca inicial era grande, se ensanchaba tras unos pocos metros de bajada, y sus alas podían dañarse si comenzaba a maniobrar en ese espacio tan estrecho. El no había tenido problemas en la ida porque, en esencia, venía siguiéndote a ti y no a los Spinda. Los pocos de estos que aún estaban rezagados, estaban ya alcanzando la entrada también a los tumbos. Uno se chocó contra tus piernas sin moverte de tu sitio, reparó en que estabas ahí, y dio saltitos como animándote antes de ir el también...bueno, la verdad es que avanzó unos pasos y cayó rodeando por el túnel tras un tropezón. También, por lo que apreciabas, abajo estaba bastante oscuro como era de esperarse, sin luz te costaría avanzar con seguridad, al menos claro que prefirieras bajar del mismo modo que el pequeño compañero que acababas de ver.

Pensaba que Kenpachi pasaría con él, pero no iba a ser así, Zek se llevó una mano a la cintura para coger la pokéball de su Schyter y a pesar de no querer quedarse solo con los Spinda el entrenador hizo que su pokémon volviera, ahora estaría sin ninguno de sus compañeros, y la inseguridad le volvía a abrazar.

Le sorprendió la actitud de uno de los Spindas que rodaban a su alrededor, parecía estar animándole y ante ese gesto Zek no pudo hacer otra cosa que sonreír, expresión que cambió enseguida cuando vio al mismo Spinda que le animaba rodar cuesta abajo, en ese momento río levemente, le había parecido bastante cómico, otra cosa no pero entretenidos eran los Spindas con su torpeza.

Antes de bajar definitivamente volvió a asomarse después del tropezón del Spinda que le animaba, y esta vez pudo apreciar que estaba bastante oscuro, por suerte Zek solía ser previsor y llevaba una linterna, dejó todas sus pertenencias en el suelo y rebuscó entre su mochila para sacar la linterna, se aseguró de que tuviera las pilas puestas, y al comprobarlo ya estaba listo para adentrarse en el agujero.

Inicialmente tuviste que andar inclinado, durante la primera parte del trayecto. El agujero era la entrada a un túnel de piedra estrecho e inclinado, pero pisando con cuidado. "Cuidado" sin embargo, no era una palabra que los Spinda conocieran, y bajaban bastante rápido aunque  en variantes poco seguras como rodar o tropezándose con rocas. Eventualmente el túnel se estrechó aún mas y tuviste que avanzar a gatas. No tenías muy claro cuanto ibas descendiendo, pero el sonido de la hierba moviéndose ya había cesado hacía rato. Gracias a la luz de la linterna, no caíste directo cuando el túnel terminó de forma abrupta. Alumbrando mas allá, identificaste que desembocaba en una cueva mayor, que tenía un túnel ya de tamaño decente que continuaba, y por ahí se iba la manada. La caída era de unos 3 metros, pero investigando mejor veías una pila de almohadas (?) apiladas abajo, lo cual era la explicación ideal de porque no se habían dañado al caer por ahí con su comportamiento usual.

Con sumo cuidado avanzaba intentando no dejarse nada atrás, aunque todo era prescindible excepto sus pokémon, pero si no perdía nada mucho mejor, al fin y al cabo lo que llevaba lo había elegido él y era imprescindible para su viaje, si quería seguir con él.

Siguió avanzando hasta que tuvo que ponerse a gatas, soltó un leve gruñido de inconformidad y resignado no le quedó otra que echarse al suelo y gatear como un niño pequeño. No tuvo grandes problemas aunque iba lento por tener que ir iluminando el camino casi a cada paso que daba, pero al final a pesar de ir a su ritmo consiguió llegar hasta otro agujero más.

Le extrañó encontrar todos esos cojines bien colocados, pero, más aún, que los Spinda mostraran esa inteligencia, quizás después de tanta caída aprendieron, pero aún así Zek tenía cierto miedo para dejarse caer, para mentalizarse lo primero que hizo fue coger sus cosas excepto el cinturón con sus compañeros y lanzarlo, intentando que se desviaran un poco para no caer él encima.

Al final no le quedó otra que saltar él mismo, contó hasta cinco para asegurarse y se dejó caer.

La caída fue suave, aunque algo brusca. Las almohadas estaban colocadas en cantidad y mas o menos bien distribuidas para que si alguna se movía, hubiese otra abajo para evitar contactos dolorosos con el suelo. Te tomaste un momento para ubicarte, afortunadamente aquí no estaba oscuro, ya que algunas piedras en las paredes estaban emitiendo una muy tenue luz. Nunca habías visto un mineral con esas propiedades en la naturaleza, eran claros, de color casi blanco, con algunas impurezas.

Los Spinda se encaminaban torpemente hacia el único túnel que continuaba el camino, al menos los que quedaban a tu vista que eran unos pocos. Era extraño como debajo de una pradera podía haber un sitio así. Además, los Spinda no eran pokemon subterraneos, ¿no?

La caída fue peor de lo que esperaba Zek, solamente tenía alguna molestia que solucionó rápidamente rascándose en la zona lumbar, que era dónde más le molestaba. Se puso en pie sin perder tiempo y recogió sus cosas para seguir el camino nuevamente, no parecía acabar nunca y los Spinda seguían caminando.

Solamente tenía un único camino que seguir, la elección era sencilla y no se podía perder al tener que seguir a los Spinda con su torpe caminar, cogió la linterna nuevamente en la mano, no le hacía falta pues una extraña luz procedente de las paredes le ayudaba iluminando su camino, linterna apagada en mano y con mil ojos comenzó a caminar de nuevo esperando llegar a su destino cuanto antes.

Tras sacudirte el polvo y seguir el túnel, no tardaste mas de unos 40 metros en encontrar a los Spinda. Estaban detenidos aunque el pasaje seguía, en un punto donde a simple vista podías decir que había sucedido un derrumbe hace poco. La mayoría estaba haciendo ruidos entre si y hacia la entrada, como hablando y aparentemente sin saber que hacer. Algunos trataban de embestir una pila de roca y escombros que tapaba lo que parecía ser un acceso literal, sin mucho éxito.

Un par se te acercaron y dieron algunos saltitos señalando la entrada bloqueada, aparentemente querían que hicieses algo al respecto

Se seguía preguntando dónde estaría el final del túnel, parecía no tener fin, eso o es que con el andar de los Spinda el camino se hacía más largo si cabe, aún así continuaba siguiéndolos sin rechistar, ya había llegado hasta allí y no estaba permitido dar media vuelta, que no supiera cómo volver también le ayudaba a seguir hacia adelante, no tenía otra opción.

Entrecerró los ojos y miró el montón de rocas que los dos Spinda le señalaban, al estar casi siempre en contacto con los pokémon Zek les entendió al instante, esas rocas estarían bloqueando su hogar, Zek miró a la pareja de Spindas y asintió, pensaba ayudarles, no podía dejarles tirados y quizás derribar esas rocas sería su última salida.

Echó mano de dos de sus pokéball, la de Inferno y Kenpachi, ambos tenían ataques de tipo lucha y quizás con eso podría partir las rocas, era su primera opción. Pensándolo mejor sacó únicamente a su Schyter de momento, Inferno sería capaz de enfrentarse con todos los Spindas, y Zek no quería eso.

–Hora de trabajar– le dijo a Kenpachi nada más salió este. –Usa Onda Vacío, contra esas rocas– el entrenador apuntó a las rocas que quería destruir, esperaba que su pokémon lo lograra, confiaba en él.

Monferno (para variar) no fue muy feliz dentro de su pokeball, y te miró retadoramente desde su interior. Scyther por su parte, preparó su cuchilla y dio un fuerte tajo a las rocas, que hicieron un chirrido desagradable en contacto con el filo. El problema era que el montón de las mismas era muy grande y no cedería solo con ese golpe, aunque había sido poderoso.

Lo siguiente que paso es que viste otra Onda Vacío impactar en la roca, aunque de menor potencia, pero que también colaboraba a limpiar el camino. Y otro golpe mas. Y otro, y otro...Los Spinda se estaban apiñando en la entrada, tomando turno y retirándose luego formando una caótica fila por así decirlo para golpear la piedra con Onda Vacío en ese momento. La roca iba cediendo en cada golpe, perezosa.

-¡Mucho ruido! Oh...pero se esta rompiendo, no se que estén haciendo ¡pero sigan así! -dijo una vocecita desde el otro lado.

–Lo siento, otra vez será– se disculpó Zek a Inferno antes de devolver la pokéball a su cinturón nuevamente, le disgustaba tener que aislar tanto a su pokémon, pero era lo mejor para todos, aún no lograba controlarlo.

No se esperaba que los Spinda imitaran a Schyter, todos comenzaron a usar Onda Vacío, Zek no pudo evitar sonreír, le gustaba ver el trabajo conjunto de varios pokémon. –Parar, parar– les instó a los Spinda, le había parecido escuchar una voz y quería saber que decía.

–Vamos a seguir atacando a las rocas, apártate de ellas– alzó la voz para que sea quién estuviera al otro lado del muro de maltrechas rocas le escuchara, había sido una sorpresa para él escuchar alguien que supiera hablar más allá de repetir su nombre como hacían los pokémon. –Kenpachi, usa Onda Vacía hasta derribar las rocas– ordenó nuevamente a su compañero.

Para Kenpachi fue difícil abrirse entre los Spinda, pero cuando dio su propio Corte Vacío nuevamente la diferencia entre los suyos y los de él fue mas que notoria nuevamente, aunque la ventaja de ellos era ser muchos y constantes. Pasaron unos cuantos minutos de ruido y golpes, y se levantó una gran polvadera en estos por tanta destrucción de rocas. Pero, finalmente el paso estaba despejado. Cuando el polvo se disipó pudiste apreciar que era la entrada a un lago subterráneo sin salida aparte de la que acababas de despejar.

Por supuesto, sino ¿porque mas estos pokemon iban a necesitar ayuda para abrirla? En el interior de esta gran habitación en la cueva también habían algunos cristales luminosos que proveían algo de luz.

-Woha, esperaba que trajeran a alguno de los Drilbur de la aldea, pero de todas formas ha resultado bien. ¿Se fueron en la otra dirección verdad? -en ese momento una pequeña manita te tironeó de la manga mientras los Spinda se miraban mas confusos de lo usual y decían cosas entre ellos-  Gracias señor.

Quien te estaba hablando era una niña pequeña muy, muy particular, de botas descuidados de cuero marrón, guantes pequeños y un vestido que recordaba mucho al pelaje de un Spinda en cuando a diseño. También traía un accesorio de tela en la cabeza con lo que parecían ser dos orejas de estos muy bien hechas, y un parche en uno de sus ojos con el típico espiral en la mirada de estos pokemon.

Tras toser un poco debido al polvo que se había levantado después de que las rocas fueran destruidas Zek se llevó una mano a la boca, demasiado polvo para él. Esperó el tiempo suficiente antes de quitarse la mano, aprovechó para mirar el lago subterráneo que acababan de descubrir, Zek se imaginó que los Spinda tendrían aquí su hogar o al menos su fuente de agua.

Su teoría enseguida se vino abajo cuando escuchó una vocecilla, de no ser porqué la niña a la que le costó identificarla como tal le estiró de la manga Zek hubiera tardado bastante en encontrar a aquella niña entre todos los Spindas, sin quererlo el entrenador sonrío, no se esperaba aquello, entre todas las cosas que había pensado durante el camino de la cueva lo último que esperaba era encontrarse con una niña.

–Puedes llamarme Zek– se presentó sin dejar aún de sonreír y se puso de rodillas para estar a la altura de la niña. –¿Y tú que haces aquí? ¿Te has perdido?– le podía la curiosidad, a pesar de que relacionarse con la gente no era lo suyo no pudo reprimir su impulso y tuvo que hacer aquellas dos preguntas, tenías más, una relacionado sobre los Drillbur que la niña acababa de mencionar, pero no quería preguntar demasiado aún.

La niña negó con la cabeza rápidamente.

-Vine al lago por agua -te enseñó un cubo que recogió del suelo mientras explicaba esto- y entonces hubo unos temblores ligeros y la entrada se vino abajo. Les costó un rato darse cuenta de que la entrada se había caído, y bastante mas el darse cuenta de que estaba dentro atrapada. Y mas en traer a alguien para sacar las rocas. Han sido muchas horas y tengo hambre...

Puso las manos en la espalda, balanceándose de forma pronunciada hacia adelante y hacia atrás. Los Spinda daban saltitos, contentos, dos especialmente muy cerca de ella.

-¿Viene de arriba? -miró ahora a Kenpachi, y el ojo visible se le iluminó.

-¡¡Que grande!!

Nada más escuchar de boca de la niña que tenía hambre Zek dejó su mochila en el suelo y sacó un par de galletas. –Toma, come un poco– le tendió su mano con ambas galletas, esta niña le había caído simpática, aún era muy pequeña para creer que debía alejarse de ella y aislarse como solía hacer con el resto.

Volvió a sonreír cuando dijo que Kenpachi era grande, estaba orgulloso de su compañero y cualquier elogio por pequeño que fuera hacia sus pokémon le gustaban. –Si, viene de arriba, de muy lejos– explicó. –Y además de grande también es muy fuerte, es un Schyter, este se llama Kenpachi– esperó a lo que dijera la niña después de su explicación para continuar hablando después. –¿Quieres que te acompañe a casa?– Zek no esperaba otra cosa que un sí, si la acompañaba podría llegar a algún lugar con gente donde descansar si le hacía falta y tener otro punto de referencia que no fuera el primer pueblo.

-Si, puedes venir con nosotros. Seguro nadie tiene problemas de que te quedes todo lo que quieras, ¿ehhhh? -miró a los pokemon y estos reaccionaron de forma positiva, asintiendo.

-Hmmm...¡Ken-pa...chu...chi! ¡Que nombre tan complejo!

La niña iba a ir a la salida, los Spinda ya estaban marchando de nuevo, pero apenas salir volvió en un trote rápido y recogió agua, que era lo que venía a buscar inicialmente.

-Zek...Zek es mas sencillo, jum -volvió a asentirse a si misma, caminando hacia la misma dirección que la manada de Spinda que se adentraba mas en el subterráneo. No parecía tener intención alguna de salir.

–Perfecto– volvió a sonreír al ver como los Spinda reaccionaban igual que la niña, a Zek le parecía que debía ser su líder, no se explicaba otra manera de que tanto pokémon de la misma raza siguieran a una sola niña, al fin y al cabo era eso, una niña, diferente a las que había visto hasta ahora, pero seguía siendo lo mismo para él.

Al entrenador no le parecía complejo el nombre de Kenpachi, llevaba bastante tiempo con su compañero y pronunciar su nombre era de lo más fácil. Al mismo tiempo que la niña salía y volvía para recoger agua Zek apretó las correas de su mochila, llevaba bastantes cosas y no quería perder la mochila por el camino, eso no se lo podía permitir.

Los Spinda junto a la niña se pusieron en marcha, hacia una dirección que el entrenador no esperaba, parecían estar adentrándose más aún en la cueva, todo lo contrario de lo que Zek quería, apuró su paso para seguirles, antes le hizo un gesto a Kenpachi para que este le siguiera, tenía que hablar con la niña. –¿No tenemos que ir hacia arriba?– le preguntó una vez se puso a su lado.

-¿Porque iríamos hacia arriba? Nosotros vivimos por aquí.

La chiquilla miró hacia atrás y frunció el ceño haciendo ceñas.

-¡HEEEEEY! ¡¡Se están yendo por el camino equivocado!!! -efectivamente al observar, comprobaste  que un par de Spinda se estaban encaminando hacia el lado opuesto. Alertados, se apresuraron en dar la vuelta y alcanzar a los demás. Luego de este pequeño incidente, la marcha duró unos 30 minutos mas siguiendo el túnel de una única vía que bajaba de forma vertiginosamente inclinada, y algunos Spinda rodaron buen parte del camino, tras lo cual, el descenso terminó en un inmenso espacio abierto maravilloso.

Podría decirse que era una habitación en la cueva, pero la definición mas correcta sería un domo de enormes dimensiones. Las paredes del mismo, curvadas sutilmente para otorgar esa sensación de cúpula, tenían miles de incrustaciones luminosas como las que habías visto antes, que otorgaban algo de visión en general, aunque no mucha. Pero, lo mas sorprendente no era esto, sino lo que albergaba el sitio: parecía ser una villa, hecha de piedra y los cristales luminosos para terminar de resolver el tema de la luz mientras se transitara por él. La población que veías conforme te acercabas, era totalmente de pokemon. Spindas tropezándose con las cosas, Drilbur transitando o cavando nuevas estructuras, Diglett transitando por una extrañamente ordenada senda de tierra a un lado de la villa, y algunos otros pokemon mas que se encontraban comúnmente bajo tierra aunque los anteriores se veían a simple viste, transitando en sus asuntos ya fuera llevando comida, jugando, durmiendo...

Al escuchar su respuesta no dijo nada, se limitó a seguir a la niña, ahora la curiosidad mandaba, quería ver con sus propios ojos el hogar de la niña, se le hacía difícil pensar que ella hubiera sobrevivido sola, ahora mil teorías surgían por la cabeza de Zek, desde una aldea bajo tierra que era lo que más posible le parecía, hasta una manada de enormes Spinda que cuidaban a la niña como una reina, viendo el caso que le hacían estos pokémon y su vestimenta tampoco le parecía tan rara esa opción.

Un poblado pokémon bajo tierra, esa era la respuesta correcta, el entrenador estaba maravillado contemplando aquella estampa, era amante de estas criaturas y la oportunidad de ver tanto pokémon junto le parecía única, aunque la idea de estar bajo tierra no le terminaba de convencer, ¿sería seguro? Era lo único que se preguntaba.

–Un lugar precioso– dijo en voz alta dirigiéndose sobretodo a la niña. –¿Vives aquí? ¿Bajo tierra?– preguntó a la vez que se acercaba hasta ella nuevamente seguido de Kenpachi.