Partida Rol por web

-¡Maldición!, ¿dónde han ido? - clamo mientras observo de hito en hito el lugar donde estabamos batallando. Tras cerciorarme que realmente han desaparecido me dirijo a Sonia - ¿estás bien?, deberíamos ir al centro pokemon a curar los pokémon.

Finalmente, aquellos samurayenses acaban por huir, me acerco al Scizor y le doy un abrazo mientras le digo

Muy buen combate, amigo. Saco la pokeball para recogerlo Vuelve Sirlex, luego pasaremos por un centro médico pokémon.

Sirlex vuelve a la pokéball, respiro profundamente, miro a los dos entrenadores que estaban a mi lado y pienso

Estos chicos han sabido manejar bien la situación, ¿les digo algo?... Bah, qué más da.

Después de mirarles con una expresión algo borde pero profunda, me dirijo hacia las afueras del hotel para dirigirme primero al centro médico pokémon y luego a conseguir esa medalla; si mi hermana Mel la había conseguido, yo no iba a ser menos, eso sí, pasaba ya olímpicamente de buscar en vano a mi hermana Ya aparecerá pensé mientras abandonaba el hotel.

Cuando veo caer a mi Skorupi chasqueo la lengua y resoplo con rabia.

—¡Maldita sea! ¡Vuelve, Biter! Descansa... —le digo mientras se reintroduce en la pokeball. Estoy nervioso, solo me queda Rezzy, y está bastante dañado. Lo cierto es que el psicorrayo de ese maldito Porygon-Z me está pasando factura: los pokemon con ataques psíquicos son mi principal debilidad, al menos hasta que Biter sea suficientemente fuerte como para evolucionar.

Pero antes de que pueda sacar a mi Koffing, los muy cobardes huyen entre el humo. En cierto modo me fastidia muchísimo, pero por otro lado me alivia no haber tenido que hacer que mi último pokemon, ya bastante dañado, tenga que esforzarse hasta las últimas.

Guardo la pokeball de Biter y resoplo, negando con la cabeza.

—Maldita sea... odio a los pokemon psíquicos... —digo—. Y a los cobardes. Esto no se va a quedar así... —termino entre dientes.

El humo volvío a aparecer y rápidamente ordené volver a Mawile. No quería que se lo llevasen. Vuelve, Mawile! Grité, con preocupación evidente en mi tono de voz. Tras hacerlo, me abracé a Briend con fuerza y ella hizo lo propio. No iba a permitir que nos separasen por nada del mundo. No se la llevarían de mi lado. Jamás.

Me quedé así unos instantes hasta que poco a poco el humo se fue viendo y observé con alivio que ya se habían ido. Me incorporé y miré alrededor, aún preocupada, con una mano en mi pecho. Ya... Ya se han ido? Seguía cerca de Briend, por si acaso.

Cuando vi que tanto Max como la nueva entrenadora se habían relajado suspiré, aliviada. Si, un poco asustada... Pero parece que todo ha acabado. Sonreí a Max, intentando camuflar mi preocupación sin mucho éxito. Gracias, sin vosotros no habría podido hacer nada contra ellos...

No iba a decir nada más, pero entonces Briend me dio un toque amistoso y al momento me di cuenta de lo que quería. Si necesitáis que os cure a los Pokémon o algún estado puedo hacerlo. Es lo menos que puedo hacer por haberme salvado.

Max sonrió a Shiro, se alegraba de que la joven estuviese bien, a pesar del susto que tenía encima.

— Pues la verdad es que sí nos vendría bien que Briend nos curase... ¡muchas gracias a las dos! — Galip se llevó contento la mano al cinturón y sacó a su Scizor y su Gabite de sus pokéball. Esta chica es increíble, primero nos ofrece darnos de comer y ahora curarnos... ¡es fantástica! — Así, ¡os presento también!

— Este es Halil — Max golpeó el hombro del Gabite, que medía unos 30 centímetros menos que él. El pokémon aún estaba magullado por el combate pero no parecía perder ni una pizca de energía ni alegría ya que le devolvió la palmada, o mejor dicho el manotazo, pues casi le tiró al suelo. — Jejeje, siempre está igual, le encanta jugar. Llevamos juntos desde el inicio de mi aventura.

— Y ella es Makas — Max no tocó de primeras al Scizor, pues a simple vista se podía apreciar que era un pokémon mucho más serio y marcial. Estaba de pie, inmóvil, como una estatua de algún general de esas que había por los parques. Solemne. ¡Uy, claro! La pobre sigue paralizada. Instintivamente Galip acarició el metal de su pokémon. — Makas es diferente, es... mayor. Más madura. ¿Podrías curarle la parálisis, por favor?

Lisara se quedó en silencio unos momentos con Silver, escuchando de las conversaciones.

-Gracias por el ofrecimiento -suavizó el gesto por primera vez en el día, a una expresión algo mas amable- A Silver le vendría bien sanar...Y a Drake, pero es muy grande, ¿quizá podría ser afuera? Gracias.

Se cruzó de brazos con suavidad.

-Ambos manejaron bien la situación, eran demasiados dentro de todo...y no hubo que recurrir a recursos mayores y mas destructivos por suerte.

Es un placer, Halil. La verdad, era un Pokemon bastante feo... pero parecía majo y se le veía muy unido a Max. Encantada de conocerte también, Makas. Tranquila, ahora te curamos. Dije, bajando un poco la voz y dedicándole una sonrisa cálida al Pokemon. Estaba más animada al ver que iba a poder ayudar. Briend, ya sabes lo que hacer.

Blyssey! Dijo ella, tan alegrada con la ida de ayudar como yo. Curó a los Pokémon que había a la vista, incluida a ella misma y la parálisis de Makas. Ya está, como nuevos. Pero aún quedaba el enorme y descomunal Pokemon de la chica. Había sido envenenado, si no se curaba podría debilitarse. Salgamos afuera cuanto antes, antes de que el pobre sufra más daño.

Me sorprendí a mi misma al llamar "el pobre" a un Pokémon de semejante tamaño y de aspecto tan arisco y poco dulce. Sin embargo, nos había salvado... Sin él posiblemente no habría tan fácil. Aunque no por eso dejaba de darme menos miedo. Se lo debemos...

En la entrada, Lisara sacó a Drake de la pokeball con redes metálicas. Como era de esperar, el Gyarados salió buscando nuevamente la pelea.

-Ya terminó -le indicó- Inclina la cabeza, así podrán atenderte.

Sin reparos, hizo lo que le ordenaron. Por supuesto, su gesto no era nada tranquilizador, tenía siempre esa expresión como si estuviese enfadado por naturaleza de la especie, aunque con un ligero color violeta por el veneno. Lisara se acercó a aprovechar a examinar la mandíbula.

-Ni un rasguño aquí ¿eh? -giró la cabeza a la chica- Esta bien entrenado, no hay peligro. Incluso se dejará tocar, solo reaccionará si realmente se siente molestado.

Los villanos desaparecieron en una nube de humo, tal y como aparecieron. No pude evitar soltar un respiro de alivio. No tenía mucha experiencia en combates pokemon y se había notado. De no ser por Ariandos, los criminales podrían haberse llevado mis pokemon o algo peor...

-Yo...si estoy bien ¿Y tu?-dije preocupada. -Tienes razón, creo que el centro pokemon está aquí cerca-dije asintiendo con la cabeza.

Observo a Sonia con algo de preocupación. La noto que está algo preocupada e impactada por lo que acaba de pasar. Trato de quitarle hierro al asunto, cierro los ojos un segundo en señal de alivio. Los vuelvo a abrir y me dirijo a Sonia - Vamos te acompañaré hasta allí, así de paso se dónde está - le miro y le sonrío en aras de calmarla - no te preocupes, si vuelven a aparecer le daremos estopa - le doy golpecito en el hombro en señal de compañerismo y afecto.

Gracias... Dije, insegura pese a las palabras de tranquilidad de la chica. Aunque me jurase que no iba a hacerme nada no me atrevía a acercarme demasiado por si acaso, me daba miedo. Pero no a Briend.

Sin necesidad de que le dijese nada, Briend sanó al enorme Pokémon dragón y le sonrió, contenta con poder ayudar. Buen trabajo. Dije, dándole unas palmadas cuando Briend volvió a mi lado andando con sus pequeñas patitas. Ahora que todos estamos bien... ¿No deberíamos denunciarlo a la policía o algo? Puede que vuelvan a intentar robar Pokémon y no podemos dejar que lo hagan.

Max salió del hotel junto con ellas, tras devolver a sus dos amigos sanos a sus pokéball. "Gracias Shiro", repitió mientras recorrían los pasillos.
En el exterior, Galip se sorprendió al ver al Gyarados, era un pokémon descomunal, muy espectacular. Y, sin embargo, se portaba dócilmente con su entrenadora. 

—  Drake es magnífico, .... —  En ese momento, Mas se dió cuenta de que aunque habían presentado a sus pokémon, aún ellos no lo habín hecho —  Perdona, ¿cómo te llamas? Yo soy Max Galip. —  Dijo tendiéndole la mano.

Luego, volviéndose hacia Shiro, añadió para contestar a su pregunta:  No creo que haga falta llamar a la policía, creo recordar que los malos se fueron cuando comenzaron a oirse sirenas... pero lo que sí deberíamos de hacer es informarles de lo que nos ha pasado, ¿no? O sea, contarles el ataque, sus pintas,... todo lo que precisen para detener a esos delincuentes.

-Claro que lo es -dijo con cierto orgullo, sonriente, acariciándole un costado del rostro con ambas manos. Miró al chico.

-Soy Lisara Legendre. No son las circunstancias mas felices para conocerse, pero así se ha dado. Un gusto. -Como le dirigió la palabra a Lisara, ahora Drake lo miraba a él. Sus pokemon parecen muy bien cuidados, y plantaron buena batalla. -Drake es fuerte, pero en un 3 contra uno hubiese sido...muy complicado.