Partida Rol por web

Du Lapin entró en la sala de música, y cerró la puerta tras de sí. La puerta de la habitación del hombre que roncaba tan plácidamente se abrió sin necesidad de forzarla y el vizconde se introdujo dentro, metiéndose bajo la cama. Y no demasiado pronto, porque unos segundos después, unos golpes sonaron en la puerta y la luz de la habitación se encendió.

-Hermann-dijo el hombre al otro lado de la puerta-Despierta. Podría haber intrusos en la casa.

-Señor-sonó otra voz en el pasillo, en un tono cargado de respeto y deferencia-La puerta del Herr Ullrich está abierta. La de la señorita Wenning sigue cerrada.

Se oyó abrirse una puerta, y volvieron a oír una voz masculina que ya antes habían oído, la del hombre en la habitación en la que se habían encontrado con el perro mecánico. Esta vez, sonaba más aguda, debida a lo que parecía una mezcla de miedo y la sorpresa.

-¿Eh? ¿Pero qué ocurre? ¿Qué...qué ...qué esta pasando?-tartamudeó.

Maldiciendo mi descuido al no recordar los pocos lugares para esconderse en la sala de música me dirijo a la ventana, saldré fuera y me quedaré escondido sobre el tejado del cobertizo, parapetandome en la sombra, aunque no se si eso impedira que me descubran si alguien se asoma. Intento cerrar lo mejor que puedo la ventana detrás mio

"¿como habrán descubierto que hay intrusos?¿habrán descubierto a Sven?"

El guarda que vigilaba el jardín estaba rondando cerca del cobertizo, echando de vez en cuando miradas a las luces que se iban encendiendo en el piso superior, y a la puerta principal, sin embargo, du Lapin estaba por el momento a salvo, puesto que, agazapado como estaba en la esquina que formaba la pared y el tejado del cobertizo, las sombras lo protegían de la vista.

 Tumbado en la esquina entre la pared y el tejado del cobertizo espero sinceramente que baste para que no me descubran, la oscuridad y mis ropas oscuras deberían ayudarme. Eso y que en realidad es un escondite tan estúpido que no deberían mirarlo mucho

Desde mi escondite solo puedo pensar. Ulrich... ese nombre me suena de algo... ¿será otro secuestrado?

El hombre en el cuarto saltó de la cama, abrió la puerta de su habitación y salió al pasillo

-Creo que alguien ha entrado en mi cuarto.-le dijo, nervioso, a la persona que había llamado a la puerta.

-Soldado, suba-se le oyó llamar a aquel hombre, hablando hacia el hueco de las escaleras-Y usted, será mejor que salga de donde esté y se entregue.-esta vez, hablaba hacia la habitación en que Jean Paul había decidido esconderse.

 Maldito Du Lapin. Le dije que se nos encargaramos de este sujeto.

Permanezco inmóvil y temeroso en mi lugar, rogando por que  Charles cometiera algún error y llamara la atención.

"maldición, han descubierto a Jean Paul"

Esto se complica, y también me preocupa Sven, parece que la noche va a ser mucho mas larga de lo previsto

El ruído había hecho que las personas de los cuartos contiguos también despertaran y salieran al pasillo. El soldado que había subido junto con Von Braum había hecho levantarse a Miranda, y ahora los estaba conduciendo, tanto a ella como al tal Ullrich, al piso de abajo.

El soldado que acababa de llegar, en cambio, sacó su arma y entró en el cuarto, dispuesto a buscar él mismo a la persona escondida si no salía por sí misma.

 Recojo mi cuerpo a como puedo y espero a que comience a revisar el vestidor o el guardarropas para poder escurrirme de debajo de la cama al pasillo, o algún otro lado.

-Hermann, llama al guarda que está en el jardín. Dile que hemos atrapado a uno. Registrad las habitaciones de abajo por si hubiese alguien más.- Se le oyó decir a Von Braum, tras lo que unos pasos bajaron por las escaleras. Probablemente, el hombre con el que acababa de hablar, cumpliendo sus órdenes.

Intento seguir oculto y desesperado. Los guardias se están movilizando. No me queda nada mas que rendirme. Nuestra misión ha fracasado, sin embargo.... no es del todo para mi un fracaso, es una oportunidad para... para poder volver a Amara.

Me levanto de mi escondite lentamente, atrás quedaba el valeroso hombre de otros momentos, el impertinente vizconde, o el calculador y seco oficinista, ahora solo queda un hombre devastado que sabe lo que ha perdido, pero que aún conserva un brillo opaco de esperanza en sus profundos ojos.

-Me rindo, aquí estoy. ¿Puedo ver a Amara?

El soldado que estaba en la habitación derribó al vizconde en el suelo sin contemplaciones y le sujetó las manos con un cinturón que von Braum encontró en el armario, tras lo que lo registró y lo despojó de los objetos que llevaba encima.

-Llévelo abajo y manténganlo bien vigilado-le dijo von Braum cuando terminó, ignorando la pregunta que le había hecho el vizconde.

-¿Podría ir al Palacio y pedir a la condesa que nos mande a algunos de sus hombres?-le dijo a una de las personas que aún quedaba en el pasillo, mientras el soldado conducía Jean Paul en dirección a las escaleras-Sera necesario reforzar la seguridad. Los ingleses deberían estar ya allí, cuenteles lo que ha pasado. Seguramente querrán estar presentes en el interrogatorio.