Partida Rol por web

Rincón

CAPÍTULO ESPECIAL: EN BUSCA DE NARCISO

Cargando editor
15/02/2014, 19:39
Director

Tu padre puede estar vivo. Desde que te enteraste de esto gracias al medallón que encontraste en aquel pueblo fronterizo en el que os separasteis de la compañía de Pierre Navarres, no has parado de pensar en ello. La pista te conducía a la posada del Arriero, que debido a tu percance en vuestro enfrentamiento con Mateo de Antequera, en el que fuiste gravemente herido, no has podido visitar aún. Casi pierdes la vida por las complicaciones de aquella horrorosa herida de flecha de la que te ha quedado para siempre una cicatriz, y por ello tuviste que buscar una alternativa a la insuficiente asistencia del catalán, el médico de Rincón, que como última alternativa te recomendó que acudieras a ver a la Abuela Inés, una vieja bastante extraña que tiene su residencia en Estañedo. Allí no solo obtuviste la curación, sino que además te enteraste de que tu padre había tenido algún tipo de trato con la Abuela, puesto que ella te confundió con él. La vieja prometió intentar contactar con él a cambio de algo: que mataras al cura de Rincón, monseñor Luis.

De vuelta a Rincón, conseguiste colarte en la iglesia sin ser visto y le arrebataste un diario al cura, que, por cierto, descubriste que algo tenía que temer, pues muchas precauciones se había tomado para no ser sorprendido en plena noche. Para Luis el diario debía ser muy importante, ya que pidió ayuda a Xoan Manoel para encontrarlo. Y en esas estabais, mientras tú disimulabas, cuando Luis te llamó aparte. Entonces te reveló por qué cuando te vio por primera vez se te quedó mirando; y es que le pareció ver a alguien conocido, y posteriormente reconoció el medallón de tu padre, que fortuitamente se había deslizado fuera de tus ropas cuando estabas enfermo. Antes te había hecho un gesto extraño, una especie de contraseña para comprobar si eras, tal vez, alguien que él esperaba... pero tú no le respondiste. Más tarde, cuando le revelaste que el medallón pertenecía a tu padre, te quiso probar mandándote que eliminaras a la Abuela Inés, y revelándote que tu padre lo había intentado pero había fallado al hacerlo. Te prometió que cuando lo hicieras te contaría más, y luego le entró la prisa y salió de Rincón a lomos de una mula. Tú lo seguiste...

Y aquí estás ahora, frente a los muros del monasterio de San Gabriel, a donde ha huido el cura. Una gran puerta se alza ante ti y te impide el paso. Por ella ha entrado monseñor Luis hace unos minutos. Los muros son altos, pero no tanto como los del castillo de Rincón. Sin embargo, no parecen escalables sin una cuerda y un garfio. Por otra parte, la puerta tiene una gran cerradura, de manera que ninguna de las llaves de tus ganzúas encaja en ella. Vas vestido como el soldado de Rincón que ahora eres, con gambesón, bacinete, bracamante, ballesta y carcaj a la vista, y en tu sobreveste se ve el escudo del barón de Rincón.

 

Cargando editor
24/02/2014, 22:03
Ruperto

Tan cerca, pero tan lejos. El párroco había escapado, y lo único que había hecho era seguirle. ¿Acaso esperaba que me guiase hasta mi padre? ¿O es que tal vez era demasiado cobarde como para asaltarle? Aunque hacer eso me habría traído más problemas que soluciones. Al fin y al cabo, soy un soldado de Rincón, y mis acciones ahora tienen unas consecuencias mayores. Sólo espero que no las tengan por el tiempo que esté fuera.

Y, estúpido de mí, como soldado de Rincón me he movido durante este tiempo. Tanto, que me he presentado aquí vestido como tal. Y ahora, no podré presentarme sin que el cura sepa de mi presencia.

Por suerte, no todo está perdido. Rápidamente, esbozo un plan. Parece que el muro sólo es escalable con cuerda y garfio, cosa que para mí no es un problema. Ahora, sólo tengo que colarme, hacerme con un hábito, y ver qué está pasando, para qué ha venido aquí el cura.

Así, de momento, me alejo del monasterio, mientras pienso cómo deshacerme todo lo que me identifica como soldado. Espero que por estos lares, el dinero tenga más valor que cuando fui a visitar a la abuela Inés...

Notas de juego

Imagino que si entro así allí, llamaré la atención, aunque no tengo muy claro como es el monasterio como tal, si tiene partes para la gente mundana, o sólo es para monjes. ¿Llevo cuerda y garfio, a todo esto?

Ah, y perdón por tardar tanto. Estoy copado de cosas que hacer, y no tengo tiempo para dedicarle a esto como se merece. A ver si ahora que he terminado con lo del merchandising de Umbría puedo ponerme con esto como es dedido.

Cargando editor
07/03/2014, 15:33
Director

En busca de algún lugar donde vender lo que te sobra y comprar lo que necesitas, el único sitio en el que puedes intentarlo es en la aldea que hay bajando el cerro, ese lugar que llaman Arrabal de los Monjes, y muchos de cuyos vecinos deben trabajar para los fráteres del monasterio, tanto dentro como fuera de sus muros, puesto que, al ser un monasterio tan grande, no cabe duda de que deben necesitar la mano de obra de los legos para mantenerse.

La aldea es aún más pequeña que Estañedo. Parece simplemente un lugar elegido por los legos para montar sus cabañas y dormir mientras no están trabajando para los monjes. Estas se apiñan a ambos lados del camino. Ni siquiera se distingue una taberna en él, puesto que casi todas las casas son iguales; aunque sería raro que no hubiera alguna, siendo este sitio de paso hacia Carrigón, el pueblo de al lado. En cualquier caso, a simple vista no parece un lugar donde se maneje dinero. Prácticamente, de los sitios que has visitado del valle (a falta de que visites Carrigón), solo en Rincón se maneja dinero, y prácticamente solo en el Buen Hipocrás. El mundo rural es muy distinto a la ciudad, donde todo el mundo persigue el vil metal. Aquí lo que se lleva es el trueque.

Se acerca la tarde, y ves a un grupo de gente que baja por el cerro en dirección al Arrabal. Son campesinos con sus aperos al hombro, que regresan tras terminar la jornada, o tal vez, dado que aún es temprano, se dirijan a trabajar las tierras que hay en los alrededores, fuera del monasterio.

Notas de juego

No llevas cuerda y garfio (tu equipo lo puse en la pestaña Notas, ahí verás todo lo que llevas ahora mismo).

Podemos tomárnoslo con toda la calma que queramos (aunque demasiado he tardado yo en contestarte). Si nos pilla en una época en la que estemos más ocupados, podemos ir más lentos.

Cargando editor
25/04/2014, 14:27
Director

Director se une a Principal
Ruperto se une a Principal
[Director] Ruperto bajaba al pueblo desde el monasterio en busca de algo de dinero, pero en el mundo rural lo que se lleva es el trueque. En ello estaba, cuando ve a un grupo de gente que baja por el cerro en dirección al Arrabal. Son campesinos con sus aperos al hombro, que regresan tras terminar la jornada, o tal vez, dado que aún es temprano, se dirijan a trabajar las tierras que hay en los alrededores.
[Director] ¿Qué hace Ruperto?
[Ruperto] está algo indeciso. No tiene ningún arma con el que "defenderse" de esta gente. No funciona el dinero, y tampoco tiene nada que les interese... Sólo queda echarle valor, y acercarse a preguntar. Lo difícil es... ¿Qué preguntar
[Ruperto] , no obstante, decide echarle valor, y preguntar. Igual cuando le tomen por un loco o por alguien muy perdido, la cosa será más fluida...
[Ruperto] se acerca a los campesinos que bajan
[Director] Cuando se acerca, se da cuenta de que los campesinos, que son solo tres, no parecen muy fuertes.
[Ruperto] Bue... Buenos días tengas, señores.
[Director] Los campesinos caminan con sus azadas al hombro. Están muy delgados, y sus caras no son nada rudas, incluso parecen dulces.
[Ruperto] No soy de aquí, pero parece que vuesas mercedes sí... ¿Qué es este sitio?
[Ruperto] señana al monasterio
[Director] LOs campesinos se ríen, y sus voces suenan agudas.
[Director] Uno de ellos dice: "¿Es que nunca habedes visto un monasterio?
[Director] Su voz suena aflautada.
[Ruperto] Sí, sí, claro. Lo que me refería es que a qué orden pertenecen.
[Ruperto] Ruperto 1d100: 88 ( = 88)
[Director] Este contesta: "Son frailes, de esos a los que le gusta la compaña y salen pa fuera"
[Director] Los otros ríen con sus voces aflautadas.
[Ruperto] Entiendo... El caso es que desde lejos, me pareció más bien un castillo que un monasterio. Demasiado amurallado. ¿Acaso son santiaguistas o algo así?
[Director] El mismo contesta: "¿Santiqué?"
[Ruperto] aunque nota algo raro en las voces de las gentes, no descubre qué puede ser
[Ruperto] Olvidadlo, es algo que oí por ahí...
[Ruperto] ¿Las tierras que labran son tierras pertenecientes al monasterio?
[Director] Contesta: "Sí, anque nosotros labramos las de dentro"
[Director] Y los demás se vuelven a reír.
[Director] La verda es que son muy extraños.
[Ruperto] Ya entiendo....
[Ruperto] Vaya, y yo que pensaba que los franciscanos estaban más entregados al señor.
[Director] Parece que les entretiene la conversación. Tienen las caras y las manos tiznadas...
[Ruperto] ¿Hace mucho que labran las tierras del monasterio?
[Director] El primero contesta: Non mucho, señor, mas bien contentos que están de que las labremos.
[Director] Por los movimientos que hacen, parece como si fueran maricas o algo así.
[Ruperto] No podría discutirlo. Tal vez podáis ayudarme. Estoy buscando a un hombre que tal vez hayáis visto en el monasterio
[Ruperto] (o promiscuas rameras)
[Director] "Dezidme, buen señor, que bien los conoscemos."
[Ruperto] describe brevemente al cura de Rincón
[Director] "¡Ah, el cura! Sí, lo vimos entrar."
[Ruperto] Vaya... ¿Y también "conocéis" a ese?
[Director] "Non lo conoscemos, ca lo vimos por vez prima et estrañónos vello allí."
[Ruperto] ¿Sabéis si buscaba a alguien?
[Director] "Non sabemos nada, solo lo vimos entrar, mas andábamos ocupadas... ocupados."
[Ruperto] Ya. También busco a otro hombre, igual también lo habéis visto. Se parece a mí... Sólo que bastante más viejo.
[Director] Se miran entre ellos y el primero dice: "Non conoscemos tal."
[Ruperto] Ruperto 1d100: 33 ( = 33)
[Director] Se quedan esperando, divertidos, a que les hagas más preguntas.
[Ruperto] Bueno, antes de que vuelvan a sus casas, que me imagino que estaréis cansadas... cansados de labrar, ¿sólo labráis las tierras del huerto del monasterio, o podría encontraros en algún lugar?
[Director] "Vivimos en el pueblo, mas trabajamos en el monasterio."
[Director] "Mas, ¿por qué querría encontrarnos a nosotros, señor? ¿Nos quiere dar trabajo?"
[Ruperto] Es posible.
[Director] Se miran extrañados.
[Ruperto] Dependerá de muchas cosas, pero puede que las busque. Descuidad, os encontraré.
[Ruperto] Muchas gracias por su ayuda, amables señoras
[Director] "¿Et quién sois vos?"
[Director] Al decir "señoras", se miran y ríen.
[Ruperto] ¿Yo? Nadie en particular. Puede que no sea mucho aquí, pero tomad esto como muestra de amabilidad
[Ruperto] les da un puñado de monedas
[Barragana] ¡Gracias, señor! Estaremos dispuestas para vos cuando sea menester.
[Ruperto] se despide de las fulanas
[Ruperto] aprovecha el tiempo, y echa un ojo alrdedor del monasterio, para ver cómo podría entrar. Por supuesto, intentando no ser descubierto.
[Director] Las mujeres, con la cara sucia y el pelo muy corto, queriéndose hacer pasar por hombres, y más específicamente, por campesinos, no han sido, no obstante, capaces de engañar a Ruperto. Se despiden alegremente de él.
[Director] El monasterio está rodeado por una muralla que en algunos puntos es más baja. Se accede mediante una puerta grande que no tiene ningún tipo de vigilancia, y en este momento está entreabierta.
[Ruperto] se acerca a la puerta con cuidado a ver qué puede entrever
[Director] Seguramente está entreabierta porque no ha mucho acaban de salir las barraganas.
[Ruperto] mira por la rendija que quede abierta, a ver si está despejado.
[Director] Lo poco que se puede ver de dentro se parece más a una granja que a un monasterio. Hay varios edificios de madera, y al fondo un huerto bastante grande.
[Director] Se ve gente trabajando en el huerto, muy lejos.
[Director] Pero en las cercanías no se ve a nadie.
[Ruperto] aprovechando que no hay nadie cerca, decide colarse. Siempre será más fácil salir que entrar de un sitio así.
[Portero] ¿Qué buscades aquí, zagal?
[Director] La voz proviene de un tipo viejo que sale de una caseta, empuñando una ballesta.
[Director] La caseta está a la derecha, la tapaba la puerta.
[Ruperto] no puede evitar soltar un respingo
[Ruperto] Lo siento buen señor, no pretendía moletar
[Ruperto] Sólo que vi a unos campesinos salir de aquí, y me pareció raro que se recogiesen tan pronto
[Ruperto] Pero descuidad, sólo soy un viajero cansado.
[Portero] ¿Peregrino?
[Ruperto] Sí, podría decirse que sí. Mi camino ha sido largo
[Portero] Andad a aquel edificio de allí, vos atenderán cuando puedan.
[Director] Señala un edificio de dos plantas al norte.
[Director] Se encuentra detrás de otro que tiene mucho mejor aspecto, aunque más pequeño.
[Ruperto] Muchas gracias buen hombre...
[Director] El hombre contesta con un gruñido y vuelve a su caseta.
[Director] Ahora que estás dentro, ves el templo y las dependencias de los monjes en el centro del monasterio.
[Ruperto] se dirige hacia el edifico no pudiéndose creer su suerte, mietras saca su sombrero. Al menos, si alguien le ve, que no le vean el rostro
[Director] Es un lugar enorme, capaz de albergar una gran cantidad de edificios, y que más parece una granja que otra cosa.
[Director] El edificio está al lado de unas caballerizas y de lo que parece ser una pequeña herrería.
[Director] Cuando entras, no ves nada, pues el interior está completamente oscuro por la falta de luz.
[Director] Tardas un poco en acostumbrar la vista.
[Director] Cuando logras distinguir en la oscuridad, ves una gran sala común, con una chimenea, una gran mesa de madera, varios bancos alrededor y unas escaleras que conducen a la segunda planta.
[Director] Hay media docena de personas aquí, unas durmiendo en el suelo y otras sentadas en los bancos.
[Director] Son peregrinos, a todas luces.
[Ruperto] ¿Alguno es el cura?
[Director] No.
[Ruperto] (Eso era una duda. no una pregunta en voz alta)
[Director] (ok)
[Director] Cuando entras, te miran sin mucho interés.
[Ruperto] se va a un rincón, a observar a los presentes
[Director] No son más que gentes humildes con muy pocas pertenencias, las cuales empuñan como si fueran parte de su cuerpo, que ya se sabe que ladrones los hay en todos los sitios.
[Ruperto] al ver que nadie suscita su interés, decide salir de allí, para ver los establos.
[Director] Los establos son cuidados por un mozo que cepila y da de comer a las monturas. Todas son mulas. Buscas entre ellas alguna que se parezca a la del cura, y hay dos que podrían ser la suya.
[Ruperto] decide volver al edificio de los peregrinos, para, por fin, poder leer el libro del cura
[Director] Agazapado en un rincón, sacas el libro forrado de piel y comienzas a leer...
[Director] [te llevará más o menos una hora, si lees concienzudamente]
[Director] Hay muchas páginas escritas, y en cada una hay una fecha.
[Ruperto] antes de sacarlo alegremente, lo envuelvo con algo, por si viniese alguien que pudiese reconocerlo).
[Director] (ok)
[Ruperto] (gasto una hora, pero sí que estoy pendiente por si viniese el cura y me tuviese que esconder)
[Director] Al principio te cuesta descifrar la letra angulosa del cura, pero, poco a poco, logras entenderla.
[Director] Es una especie de diario en el que el cura cuenta algunas cosas que ha descubierto desde su llegada al pueblo.
[Director] Está dirigido a un tal Pater Toleti, que desconoces quién puede ser.
[Director] Habla de que fue enviado allí por el tal Pater Toleti, y de que iba a trabajar con algunos frateres miles infliltrados en el castillo.
[Director] En numerosos pasajes hace constar sus recelos hacia la Abuela Inés, que vive en Estañedo.
[Director] Después comienza a hablar de fantasías, como si fueran sueños, aunque los cuenta como si fueran verdad.
[Director] Habla de árboles que caminan y de un castillo encantado.
[Director] No parece que se refiera al castillo de Rincón.
[Director] Por lo que parece, pretende eliminar a esos árboles, a la vieja y visitar el castillo.
[Director] Pero habla de que tras la muerte de los frateres miles no ha podido hacer gran cosa.
[Director] Fueron muertos por Alvar el Sanguinario, líder de la famosa caterva de bandidos que asolan Rincón.
[Director] Y fueron muertos junto con un caballero de Rincón al que servían.
[Director] También estaba investigando al antiguo barón, pues sospechaba que tnía algo que ver con los hombres-arbol
[Director] Y que tenía como aliada a la Abuela Inés.
[Director] Todo esto te suena muy raro y apenas eres capaz de comprenderlo.
[Director] La última entrada habla de su temor hacia la Abuela Inés.
[Director] Cree que es una bruja muy poderosa, y que se ha dado cuenta de que ha intentado eliminarla.
[Director] Dice que tu padre se iba a encargar de ello, pero, no sabe por qué, no completó la tarea.
[Director] Y ahí termina.
[Ruperto] cierra el libro con una mezcla de ira, confusión y esperanza.
[Ruperto] siente que ha sido engañado, que lo han utilizado. No sabe como, pero lo han hecho. Además, su padre sigue vivo. ¿Por qué entonces fingió su muerte?
[Ruperto] está seguro de una cosa, aunque no sabe como llevarla a cabo. Tiene que encontrar al cura, y, si llega el caso, acabar con él. La pregunta es... ¿Será realmente un cura, o quizás sea otra cosa?
[Ruperto] comprueba que no le falta nada, y que nadie se fija especialmente en él.
[Director] Nadie te hace caso. Cada uno está ocupado con sus cosas, unos durmiendo y roncando, y otros esperando la hora de la comida, con el sitio ya cogido en la gran mesa de madera.
[Ruperto] al ver que no le falta nada, decide que lo mejor será ir a ver el monasterio. Quién sabe qué puede encontrar.
[Director] El palomar es un pequeño edificio lleno de palomas. Uno de los hermanos debe cuidar de ellas, pero no está allí ahora.
[Director] En la parte de abajo hay un molino manual para moler el trigo y un horno de pan. Son frecuentados por los monjes pobres (los trabajadores), algunos de los cuales se encuentran allí.
[Director] Siguiendo a la izquierda, hay un gran edificio que alberga a los criados, parecido al albegue pero algo más cuidado (aunque no mucho).
[Director] Al lado, una buena forja para reparar las herramientas de labranza que se van deteriorando.
[Director] Detrás, está la parte dedicada al trabajo, y aquí se reúne la mayoría de la población del monasterio.
[Director] Ves monjes (pobres) y criados trabajando mano a mano en el huerto que hay tras el templo.
[Director] El establo y los rediles están vacíos ahora, señal de que los pastores han salido con las reses a pastar.
[Director] El edificio más grande es el hospicio, al norte, y en el centro se alza el templo y las dependencias.
[Director] De todos estos lugares, debería ser en las dependencias donde se encuentra el cura.
[Director] Aunque también podría encontrarse en el albergue de visitantes distinguidos.
[Director] Todo depende de la relación que tenga el cura con los monjes.
[Ruperto] decide echar un vistazo a las dependencias de los visitantes distinguidos. Por supuesto, con cuidad de no ser visto.
[Director] Cuando te acercas al edificio, el portero sale de su caseta y te hace señas.
[Portero] ¡Eso no es para ti, zagal! ¡Fuera de ahí!
[Ruperto] hace caso al portero y se va...
[Ruperto] mira alrededor por si acaso ha llamado la atención y alguien lo ha visto.
[Director] Algún monje distinguido hay paseando por el patio.
[Director] Hay uno muy viejo que te ha visto y se dirige hacia ti.
[Hermano] anciano Muchacho, non debieras merodear por aquí...
[Ruperto] Lo siento padre, queria buscar alguna distracción para matar el hambre hasta la hora de comer.
[Hermano] ¿Qué buscas en aquestos santos lugares?
[Hermano] ¿Distracción, aquí?
[Director] Notas que empieza a ponerse nervioso.
[Ruperto] No, no me habéis entendido. Soy peregrino
[Hermano] Ah, peregrino...
[Ruperto] Estaba esperando que llegase la hora de la comida
[Ruperto] Pero para matar el rato, decidí dar una vuelta.
[Ruperto] Nunca había visto un monasterio así
[Hermano] Bien, bien, esperad pues. Mas non seades mal muchacho, ca asaz poderoso soy yo et guardo aqueste monasterio con mi magia fantástica.
[Ruperto] No obstante, no quiero causaros ningún perjuicio
[Hermano] ¿Sabéis que podría atravesaros solo con la mirada?
[Ruperto] Vaya, espero que no lo hagáis
[Hermano] Bien faziedes teniendo miedo, muchacho, que harto poderoso soy.
[Ruperto] (entiendo que se piensa que soy un crío, o que se le va el panchito).
[Ruperto] Pero, señor, si tan poderoso sois... ¿Podríais hacerme una demostración?
[Hermano] He conocido secretos que, con solo sabellos, vos sorberian el seso a los mortales.
[Hermano] (no te escucha)
[Ruperto] ¿Y cómo es que a vos no os ha sobido el seso?
[Hermano] ¡Porque yo soy un gran mago! ¡El gran mago Alonso!
[Ruperto] ¿Podéis hacerme algún truco de magia?
[Hermano] Mi mente es preclara, capaz de soportar todos los secretos de la Creación sin perder la cabeza!
[Hermano] (no te escucha)
[Ruperto] Entiendo...
[Hermano] Así que andarvos con ojo, muchacho.
[Hermano] Et non entréis en la Casa de los Secretos, que vos vigilo de cerca...
[Ruperto] Claro hermano, descuidad.
[Ruperto] se despide del cura. Pero en lugar de hacerlo nomal, prueba el saludo que intentó el cura con él.
[Director] En cuanto haces los movimientos, el viejo se pone en guardia.
[Hermano] ¡Pillastre, me queríades engañar! Vos sodes mi enemigo disfrazado, el gran mago Merlín!
[Hermano] ¡Agora tendréis lo que vos merescedes, canalla!
[Director] Comienza a hacer movimientos raros y exagerados con las manos, y a caminar adelante y atrás como si estuviera bailando.
[Director] Esto llama la atención del portero, que acude enseguida.
[Director] ¡Hermano Anselmo! Tranquilo, vos acompañaré a la enfermería.
[Director] (eso lo dice el portero)
[Hermano] ¡No! ¡Debo enfrentarme con este canalla! ¡Es muy perigloso! ¡Noooo!
[Director] El portero se lleva al anciano pataleando.
[Ruperto] (el portero es el del sitio distinguido?)
[Portero] Y tú, zagal, me estás causando muchos problemas, más vale que no te vuelva a ver por aquí. Vete al albergue y espera allí.
[Director] (es el portero que te recibió al principio)
[Ruperto]
[Ruperto] vuelve al albergue
[Director] Ya en el albergue, encuentras allí algunos monjes que han acudido a repartir la comida entre los peregrinos. No es mucho: unas simples escudillas de madera con lentejas hervidas con vinagre (y algún bicho nadando en él) y media hogaza de pan.
[Director] Los monjes son de los pobres, y se nota por lo sucios que están sus hábitos.
[Director] Uno de ellos parece más simpático que los otros dos, que se limitan a repartir la comida serios, como autómatas.
[Ruperto] (Vamos, que estos no son los monjes puteros)
[Hermano] Venga, muchacho, que te esperan aquí unas ricas lentejas.
[Ruperto] Gracias hermano
[Director] (no lo parece, pero quién sabe)
[Hermano] Es la única comida del día, ansí que aprovechadla bien.
[Ruperto] Gracias, gracias...
[Director] Varias personas más bajan de la planta de arriba para sentarse a la mesa, que, a pesar de lo gran de que es, se llena de momento, con unos quince comensales.
[Director] Los monjes cumplen con su cometido y se marchan, sin más.
[Ruperto] decide que lo mejor, en vista de lo poco que puede hacer aquí, será ir a ver a las meretrices.
[Ruperto] hará tiempo así al menos.
[Director] Una vez que has comido, acudes de nuevo al pueblo y empiezas a preguntar por las mujeres. La gente las reconoce rápidamente por la descripción, y te indican cuál es su cabaña.
[Director] Es una que está alejada del camino principal, pero aún dentro del pueblo. La puerta está abierta, y se oye conversación dentro.
[Ruperto] se detiene a escuchar la conversación
[Director] Están hablando de cosas triviales. Solo se oyen voces femeninas, y hablan acerca del monasterio y de encuentro que tuvieron esta mañana.

Notas de juego

Principal

Cargando editor
26/04/2014, 12:30
Director

[Director] Ruperto desconectado (timeout)
Ruperto se une a Principal
[Director] De vez en cuando se oye una leve voz masculina.
[Ruperto] llama a la puerta y la abre
[Ruperto] Buenos días de nuevo, alegres campesinos.
[Director] Cuando abres, ves a las tres muchachas preparando la comida. Una de ellas sirve a un viejo decrépito con los ojos totalmente blancos. Está claro que es ciego.
[Director] Las muchachas se sorprenden al verte tan pronto, y al principio no sben reaccionar, ya que estaban hablando precisamente de ti.
[Barragana] Hola, señor (dice la que estuvo hablando contigo). Sentaos, vamos a comer.
[Ruperto] sonríe un poco al darse cuenta de que no era esperado
[Viejo] ¿Quién es?
[Es] el hombre del que estábamos fablando, padre.
[Ruperto] claro, aunque no hace falta que me sirváis nada. Ya he comido.
[Como] queráis, señor.
[Barragana] Como queráis.
[Viejo] ¿Qué se os ofrece?
[Ruperto] Necesito hablar con vosotras.
[Director] El viejo parece desconfiado.
[Ruperto] Esté tranquilo buen hombre. No voy a hacer nada a sus hijas.
[Barragana] Non pasa nada, padre, habemos un negocio con él que nos puede dar buenos fructos.
[Viejo] Non es decente que tres muchachas fablen de negocios con un hombre.
[Director] Por lo visto, el viejo desconoce los "negocios" de sus hijas.
[Barraagana] Lucilda, cuida de padre, que ayna volvemos.
[Ruperto] esta a punto de contestar algo sobre la decencia, pero se lo guarda para él.
[Director] El viejo tampoco puede hacer mucho más que protestar, ya que es ciego e inválido.
[Director] Dos de las muchachas salen y te acompañan.
[Barragana] Dezidnos, señor, en qué vos podemos servir.
[Director] Parecen haber aprendido buenos modales de los frailes nobles a los que se trajinan, pues no es normal esto en campesinas.
[Ruperto] Necesito haceros algunas preguntas que sólo vosotras podréis contestar.
[Barragana] Preguntad,señor, tractaremos de complacello.
[Ruperto] (para agilizar, les pregunto sobre a qué edificio fue el cura, si alguien salió a recibirle y si hizo algún saludo raro.)
[Barragana] Ah, ese cura amigo vuestro todavía vos ocupa. Nosotras lo vimos entrar en las dependencias de los monjes. Al ser cura, seguro que habrá ido a tractar sus negocios con Monseñor Abad.
[Barragana] Mas non entiendo lo del saludo raro, señor.
[Ruperto] les pregunta si alguna vez han visto saludar a alguien así
[Ruperto] inicia el saludo secreto del cura
[Director] Las muchachas se miran entre ellas, extrañadas.
[Barragana] Nunca había visto ese gesto, señor.
[Ruperto] Bien, solo una cosa más.
[Barragana] Dezidnos, buen señor.
[Ruperto] ¿cuándo volveréis al monasterio?
[Barragana] Mañana, entramos con los pastores, ascondidas entre las cabras por que non nos vean quienes non aceptan nuestra presencia en aquel lugar.
[Barragana] Mas ya veedes que la necesidad faze el negocio, pues non podemos mantenernos nosotras solas con el nuestro padre ciego et desvalido.
[Ruperto] de acuerdo.
[Ruperto] tal vez nos veamos mañana.
[Barragana] Como queráis, señor.
[Ruperto] da otro puñado de monedas a las muchachas.
[Barragana] ¡Gracias, señor! Sodes muy generoso et vos serviremos bien en todo lo que nos digáis.
[Ruperto] vuelve al monasterio a hacer tiempo
[Ruperto] espera a que caiga la noche.
[Director] El tiempo pasa sin más. Al portero no le das buena espina, pues su cara lo dice todo al verte de nuevo. Pero te deja tranquilo mientras estás en el albergue.
[Director] Finalmente, cae la noche y comienzan los primeros ronquidos.
[Director] La osucridad es completa cuando sales del albergue. El portero es viejo y tampoco es que se tome su trabajo tan en serio, y lo oyes roncar desde su caseta.
[Ruperto] se prepara para salir. Veamos qué tiene que contar el jefe de los frailes...
[Director] Te diriges al templo, pero este está cerrado. Dando una vuelta alrededor, ves que hay entradas (cerradas) a la cocina y a la enfermería.
[Director] Ruperto desconectado (timeout)
[Ruperto] se dirge a la cocina, para forzar la cerradura.
[Ruperto] Ruperto 1d100: 22 ( = 22)
[Director] La cerradura se abre sin el más mínimo ruido, gracias a la acción de las ganzúas.
[Director] Es una buena cocina, ya que es una comunidad grande de monjes.
[Director] Los fogones están totalmente ennegrecidos, y es fácil untarse el cuerpo entero con su ceniza.
[Director] Una vez dentro, y ya dispuesto, embadurnado en ceniza y con la manta encima, te diriges a la puerta de enfrente, que da acceso a los dormitorios.
[Director] De ellos salen unos ronquidos tremendos. No sabes cómo nadie sería capaz de dormir con tanto ruido.
[Director] Hay un pasillo central que da a cada celda, sin puertas.
[Director] Al fondo hay unas escaleras que conducen al piso de arriba.
[Director] Al final de las mismas hay una puerta cerrada.
[Director] Ruperto desconectado (timeout)
Ruperto se une a Principal
[Ruperto] de nuevo, con cuidado, saca sus ganzúas.
[Ruperto] Ruperto 1d100: 95 ( = 95)
[Director] Con los nervios, al intentar abrir la cerradura, que se resiste, la ganzúa se parte dentro y pierdes el equilibrio. El zurrón se abre y tus pertenencias se desparraman por toda la escalera.
[Director] Aunque no llevabas cosas ruidosas, el sonido de la ganzúa ha alertado a alguien al otro lado de la puerta.
[Voz] ¿Quién anda ahí?
[Ruperto] rápidamente, usa su manta para arrastrar las cosas al final de la escalera, y recogerlas al mogollón.
[Ruperto] por supuesto, no contesta a la voz
[Director] Haz una tirada de Suerte
[Ruperto] Ruperto 1d100: 7 ( = 7)
[Ruperto] (Aunque creo que no me queda, me imagino que irá por el atributo en sí, que tengo 40)
[Director] A pesar de que no se ve muy bien y de lo apresurado de la situación, logras coger todas tus cosas sin dejar atrás ninguna y las metes rápidamente en el zurrón.
[Director] Comienzas a oír los cerrojos de la puerta de arriba.
[Ruperto] se esconde en la cocina a la espera de que quien quiera que sea, baje a ver qué pasa
[Ruperto] (la idea es jugar al gato y al ratón)
[Director] Justo cuando te diriges a la cocina, te corta el paso una figura en mitad del pasillo.
[Director] Lo reconoces: ¡Es el cura!
[Monseñor] Luis Sé que has venido a por mí. ¡Pero venderé cara mi vida!
[Director] Entonces saca un cuchillo y espera.
[Ruperto] (¿Me ha visto?)
[Director] (no crees que te haya reconocido, pues está muy oscuro)
[Ruperto] (Sí, pero ha visto algo)
[Ruperto] (Es para tirarme un farol)
[Director] Monseñor Luis debía estar durmiendo en una de las celdas, y estaba alerta.
[Director] (ve que hay un tío con una manta delante de él)
[Ruperto] bajando el tono de voz, e intentando agravarle, le dice
[Director] (lo más normal es que no te haya reconocido)
[Ruperto] Asumid vuestros pecados, o pagaréis por ellos el resto de vuestra vida...
[MonseñorLuis] ¿Cómo?
[MonseñorLuis] ¿Quién sois vos?
[Ruperto] Bien lo sabéis, cobarde.
[Director] El cura parece confuso.
[MonseñorLuis] Non sé quién sois, mas solo podéis ser esbirro de esa bruja.
[MonseñorLuis] Non sé cómo me habéis encontrado, pero Dios ha querido que tengáis un fallo para ponerme sobre aviso.
[Ruperto] ¿Esbirro? ¿Acaso no fuisteis vos quien me mandó matarla?
[MonseñorLuis] ¿Cómo? ¿Yo a vos?
[Director] Se queda callado, de nuevo confundido.
[Ruperto] Parece que vuestra memoria funciona, pero sois vos mismo quien no quiere reconocer vuestro error.
[Director] Los monjes comienzan a asomar por las celdas.
[MonseñorLuis] ¡Hablad claro! ¿Quién sois?
[Director] El cura está envalentonado al ver aparecer a los frailes.
[Ruperto] Decid más bien quién era.
[MonseñorLuis] ¿Me tomáis por idiota? Los fantasmas no existen.
[Ruperto] ¿No os suena el nombre de Narciso?
[MonseñorLuis] Sí, me suena. Y ahora ya sé quién sois.
[MonseñorLuis] ¡Ruperto!
[MonseñorLuis] Pero, ¿por qué, Ruperto?
[Ruperto] ¡No mencionéis a mi hijo! ¡Por vuestra culpa tuve que abandonarle!
[MonseñorLuis] Deja ya el teatro, maldita sea.
[Director] En ese momento aparece el abad.
[Abad] ¿Qué es lo que pasa aquí?
[Director] El abad es enorme y peludo, vestido con su hábito parece un oso.
[Ruperto] arruga en ceño por un segundo. No hay salida. Pero no piensa salir de aquí, sea con las piernas por delante o por detrás, sin saber qué pasó con su padre
[Ruperto] Si queréis saber el porque, decidme qué paso.
[MonseñorLuis] Lo aclararemos. Abad, debéis castigarme a mí, pues este hombre es el que ha estado persiguiéndome, creyendo que soy culpable de la muerte de su padre.
[Abad] Venid los dos a mi habitación. Y los demás, ¡a vuestras camas!
[Ruperto] frustrado, no puede hacer más que acompañar al gigantesco y terrorífico Abad.
[Director] Luis guarda su cuchillo y sigue al abad detrás de ti.
[Director] Una vez arriba, en la lujosa "celda" del abad, este enciende varias velas y os muestra unos sillones para que os sentéis.
[Abad] Y bien....
[Ruperto] espera a que el cura hable.

Notas de juego

Principal

Cargando editor
27/04/2014, 16:39
Monseñor Domingo de Córdoba

-Monseñor Luis, espero vuestra explicación...

El abad, con su atronadora voz y su imponente figura, era bastante intimidante, pero el cura estaba ordenando sus ideas, o quizás pensando cómo salir de aquella peliaguda situación... porque lo que comenzó a explicar no tenía ni pies ni cabeza. Para Ruperto, claro, pero no para el abad.

Cargando editor
27/04/2014, 16:42
Monseñor Luis

-Señor abad, vine aquí pidiendo vuestro asilo, como bien sabéis, porque estaba siendo perseguido por alguien que quería matarme. Mas nunca esperaba que fuera aqueste hombre. Ruperto sirve en el castillo del barón como soldado, mas por alguna razón ha creído que yo he sido el causante de la muerte de su padre. Sin embargo, yo nada tuve que ver, y espero que lo entienda. Narciso, su padre, era soldado en el castillo también. Un día, bajo la sospecha de que estaban celebrando un aquelarre en el Bosque Umbrío, sugerí al señor que mandara a uno de sus caballeros a investigar. El caballero se llevó consigo a tres hombres, entre ellos Narciso, pero, por desgracia, nunca volvieron; fueron atacados por Alvar el Sanguinario y sus hombres, y no sobrevivió ninguno. Narciso murió sirviendo a su señor. Lamento que tuviera que morir así, siendo yo el artífice de aquella maldita expedición, pero, ¿qué más puedo decir? Solo que lo lamento profundamente, y que cada noche rezo por su alma.

Cargando editor
27/04/2014, 16:56
Monseñor Domingo de Córdoba

El abad asintió.

-Entiendo. Hijo -te dijo-, sé que la pérdida es dura, mas debéis aprender a perdonar. Además, el único culpable de su muerte es ese maldito bandido que tanto tiempo hace que asola aquestas tierras. Si ello te consuelo, dedicaremos una misa por su alma.

Generosa era la oferta del abad, pues solo los nobles podían permitirse misas por su alma, que bien caras se cobraban. Pero la historia de Luis no cuadraba con lo que te había contado antes.

-Vayamos a dormir, hijos míos. Mañana será otro día.

Cargando editor
27/04/2014, 16:57
Monseñor Luis

-Sí, padre abad. Volveré a Rincón con Ruperto, si a él le parece bien.

Y así, aquel día tú volviste al albergue y el cura a su celda.


Al día siguiente, el cura recogió todas sus pertenencias y se reunió contigo en la puerta del monasterio. Mientras bajabais en dirección al pueblo, observó la guita de la que colgaba tu colgante.

-Tendré que contártelo todo. Ayer no te mentí. Tu padre era soldado del barón de Rincón, y murió a manos de ese bandido. Sin embargo, te preguntarás cómo llegó tu padre aquí. Antes de nada,he de decirte que, si no te dijo una palabra, fue para protegerte. Pero no puedo seguir hablando sin ponerte en peligro. Por tanto, debes hacerme una promesa antes de que te cuente todo: cuando lo haya hecho, te unirás a mí y a mis hermanos.

Con "hermanos", no te parecía que el cura se refiriera precisamente a los monjes.

Notas de juego

Es una decisión importante que puede cambiar el curso de la campaña. Supongo que Ruperto, en sus ansias de saber sobre su padre, lo tendría claro, pero te dejo que decidas.

Cargando editor
27/04/2014, 20:31
Ruperto

Muchas cosas habían pasado en estos días. O, al menos, cosas demasiado intensas.

Al final, había sido descubierto por el cura. No obstante, y como sabía, éste tenía información sobre mi padre. Su historia no cuadraba mucho con lo que había descubierto en su diario. Pero... ¿Qué podía hacer?

Ya sabía que mi padre había muerto, o al menos, eso decía él. Tal vez debería saber cuál era la versión de los bandidos. Claro qué averiguar esto, era demasiado peligroso. O tal vez no tanto. Podría ser que los bandidos luchasen por una causa noble, o, también probable; que lo hiciesen por dinero. Siendo así, se les podría comprar. Pero si era lo primero, tal vez su causa estuviese justificada.

Pero ahora no hay sitio para juzgar bandidos. El cura mandó a mi padre a matar a la Abuela Inés y ésta lo sabía. Puede que muriese a manos de los bandidos, pero podría haberla matado, y no lo hizo. ¿Acaso quiso deshacerse de él?

Cada pregunta que podía hacerme, era un suma y sigue. Cada pregunta, no hacía más que envolver en más sombras lo poco que sabía de mi padre.

Pese a todo, el cura decía que me lo contaría todo. Sólo necesitaba que le dijese que sí. Si era un mentiroso, estaba dispuesto a combatir la mentira con la mentira. Poco me importaba él y sus hermanos, fuesen quienes fuesen. Un simple "sí" bastaría para que empezase a hablar.

Descubrir si mentía o decía la verdad, vendría después.

Así, con una inusual voz firme en mí, dije al cura—. Está bien. Contádmelo todo. Necesito saber por qué mi padre fingió su muerte y me abandonó siendo un niño. Necesito saber quién era. Necesito saberlo todo. Es hora de poner punto y final a esta locura sin sentido...

Notas de juego

Está claro que voy a decir que sí.

No obstante, eso no quita que tenga que investigarlo todo antes de posicionarme en el bando de nadie. Tendré que conocer la versión de la Abuela Inés llegado el caso, y, si puedo, de los bandidos.

De todas maneras, si todo esto te va a trastocar la campaña mucho, tiro por el camino que me digas.

Sea como sea, esta subtrama me ha molado un montón :D

Cargando editor
27/04/2014, 23:37
Monseñor Luis

-Entonces comenzaré por el principio. Tu padre fue expulsado del cuerpo de alguaciles. Un día tuvo la mala suerte de cruzarse en el camino del Barbas, el peligroso jefe de una banda de matones que tenía aterrorizada la ciudad, y tenía tratos con algunos nobles y personas influyentes de allí. Tras matar a un delincuente que se había resistido a su alto, se enteró de que era la mano derecha del Barbas, y entonces los poderosos movieron los hilos para expulsarle. Yo entonces era muy joven, apenas un estudiante de Teología, sin vocación. Pero algo ocurrió que cambió nuestras vidas. El destino quiso que tu padre y yo estuviéramos aquel día en aquella venta del camino. Era de noche, y había poca clientela. Yo buscaba en el vino la respuesta a mi falta de fe; tu padre ahogaba allí sus problemas al quedarse sin trabajo y no tener con qué mantenerte. De pronto, aparecieron unas cosas horrendas... unos monstruos invadieron la venta y trataron de matarnos a todos. Solo Narciso y yo sobrevivimos, él empuñando su arma, yo una triste cruz de madera que parecía ahuyentar a aquellas criaturas. Entonces entró en tropel un grupo fuertemente armado y acabaron con todos los monstruos, y al ver lo bien que nos habíamos defendido, nos llevaron con ellos y nos presentaron a su jefe. Iban a matarnos, pero el Pater Toleti decidió que éramos mucho más útiles vivos. Hicimos el juramento, como ahora tendrás que hacerlo tú, aunque no ante mí. Ambos formamos parte de la Hermandad de la Luz. Nuestro cometido es combatir al diablo en todas sus formas en este mundo, así como todo lo que tenga que ver con él, incluida la magia. Con ese cometido fuimos enviados a Rincón por nuestro jefe, el Pater Toleti, pues varias voces de viajeros habían hablado sobre las leyendas de este lugar. Estuvimos aquí investigando, y recabamos mucha información, la cual registré en un diario; el cual, espero, me puedas devolver si fuiste tú quien lo cogió. Mi investigación me ha llevado a pensar que, aunque la cabeza visible es el barón, la verdadera ama del valle es esa bruja, la Abuela Inés, una bruja poderosa tras cuya pista andábamos. Bajo mis órdenes, Narciso fue de incógnito a Estañedo para intentar acabar con ella, pero debió hechizarlo, porque volvió sin haber cumplido su misión y sin recordar nada. No obstante, aunque había perdido la memoria, logré convencerle de que estaba bajo mis órdenes. Poco después ocurrió la tragedia. Averigüé que Inés celebra aquelarres al oeste del valle, en una zona llamada Bosque Umbrío. Mandé allí a mis hombres para acabar de una vez con ella, pero Alvar el Sanguinario impidió que lleváramos a cabo la misión de limpiar este lugar de brujas y demonios. Ahora ya sabes que fue la Hermandad la que ha dado sustento a tu familia cuando todos le dieron la espalda. Tu padre murió luchando por un mundo mejor, libre de criaturas oscuras, brujas y demonios. En tu mano está seguir su camino con honor, o deshonrarlo. Pues me temo que ahora que sabes todo esto no tienes elección. Debes unirte a nosotros, pues nosotros nunca dejamos testigos. Vendrás conmigo a Toledo para presentarte al Pater Toleti y hacer el juramento. Volveremos y, con tu ayuda, podremos acabar de una vez con esa maldita bruja y traer la paz de Dios a este lugar. A pesar de su juventud, el nuevo barón ha demostrado estar a la altura de su cargo posicionándose del lado de Dios y la Iglesia. Coin su apoyo acabaremos con esta lacra en Rincón. ¿Vendrás, pues, por propia voluntad? ¿Serás digno heredero de nuestro símbolo, que ahora portas en tu cuello como lo hizo tu padre?

Notas de juego

Me alegra que te haya gustado.

Si aceptas, no tendrás mucho tiempo de investigar debido al viaje, al menos hasta terminar la próxima aventura.

Cargando editor
28/04/2014, 13:05
Ruperto

Escucho con atención las palabras del cura. No parece que mienta, pero eso no quita que su historia esté llena de adornos. ¿Quién cree cosas sobre extrañas criaturas? ¿Acaso la hermandad me ha dado algún sustento? No, lo que me ha contado no tiene nada que ver con lo preguntado.

Así qué, ni corto ni perezoso, espeto al cura—. ¿Sustento decís? Cuando mi padre fingió su muerte, fuese una artimaña o no, me vi solo y desamparado. Deambulé durante mucho tiempo por las calles, sin nada que llevarme a la boca.

Tuve que robar para poder subsistir, ya fuese de puestos de comida, o pomposos mercaderes para comprar sustento. He pasado mucho hambre y penurias, para que ahora me digáis que la hermandad sustentó a mi familia. ¿Dónde estaba vuestra hermandad cuando moría de frío en las calles, durmiendo en el frío y sucio suelo? ¿Dónde estaba cuando no tenía ni tan siquiera algo de pan duro que llevarme a la boca?

Según voy preguntando, mi tono de voz va subiendo. No obstante, me calmo un poco, para seguir—. No, vuestra hermandad no cuidó de mí o de mi familia, sólo hizo que un hombre abandonase a su hijo a su suerte. Decís que mi padre murió luchando por un mundo mejor. ¿Acaso es un mundo donde los padres abandonan a sus hijos?

—Demostradme lo que decís. Mostradme esos aquelarres. Si decís que lucháis por acabar con la magia, veamos esa magia. O de lo contrario, sólo me demostraréis que queréis acabar con una vieja que poco o nada malo hace contra las gentes de la zona.

La piedra estaba lanzada. No tenía pensado apoyar una causa así, no sin buenas razones. Por supuesto, me cuido mucho de decir lo que pienso del nuevo barón de Rincón, pero si es lo que él propone, lo mejor es que lo mate aquí y ahora.

- Tiradas (1)

Notas de juego

De momento no digo que le acompañe. Quiero ver lo malvado que es el aquelarre, quiero que me muestre algo. Si no, le diré que lo acompaño, y en el primer descanso, cuando duerma, lo afixio.

Cargando editor
10/05/2014, 22:47
Monseñor Luis

-No se hacen aquelarres todos los días, muchacho -dijo el cura-. Los verás, me temo, pero a su debido momento. Hay unas fechas concretas para estas cosas. Esperaba que no tuvieras que verlo, pero mejor será, ahora que lo dices, pillarlos in fraganti cuando lo estén celebrando y hacer una buena limpieza de infieles. Te diré lo que haremos. Iré yo solo a ver al Pater, tú quédate aquí y sigue con tu vida de soldado en el castillo de Rincón. Me traeré dos o tres camaradas que entrarán también como soldados en el castillo, tal como hice antes metiendo a tu padre y a sus compañeros en él, y el día señalado iremos de caza. Harás ante mí el juramento, y quedará tu señor Xoan Manoel como testigo. Sí, Xoan Manoel es un fráter. Le he enviado una paloma mensajera al castillo con un mensaje cifrado para contarle lo que ha ocurrido. Sabrá que, si muero, serás tú el responsable.

Monseñor Luis esperó a que calaran bien en ti sus palabras. Sabía que desconocías esa faceta de Xoan Manoel y que iba a ser una sorpresa para ti.

-Lamento que tu padre te abandonara. Supongo que lo hizo para que no te salpicaran nada de la vida tan peligrosa y extrema que había decidido llevar. Ser un fráter de la Vera Lux prácticamente te destruye la vida y la de todos los tuyos, porque te enfrentas a horrores innombrables que en el mejor de los casos acaban por volverte loco. Pero luchamos por una causa justa, y tu padre fue un héroe. No quiero que tengas un mal recuerdo de él.

Notas de juego

Bueno, voy a ir preparando el siguiente capítulo. Si quieres tener una charla con Xoan Manoel, dímelo y le habilito para que pueda postear aquí. De todas maneras, el cura querrá que hagas el juramento con él como testigo, pero espero antes de nada a saber lo que quieres hacer.

Cargando editor
12/05/2014, 22:51
Ruperto

No —respondo secamente al cura. A mi entender, lo único que quería era marear la perdiz. Estaba harto de sus historias, igual que de sus idas y venidas. Si quería que formase parte de su orden, esa que me arrebato a mi padre, tendría que demostrármelo.

No pienso volver a Rincón sin vos, y mucho menos sin corroborar todo lo que me decís. Demostradme lo malvada que es la abuela Inés, o dejad que os acompañe a Toledo. Pero no voy a marchar de aquí yo solo, igual que vine.

Notas de juego

Si accede a ir a ver a la abuela Inés, no pasa nada.
Si accede a que le acompañe a Toledo, le mato por el camino, cuando esté distraido.
Si su única salida es que me vaya yo solo, le mato ahora.

Pero, después de saber Ruperto que la secta fue la que hizo que su padre se separase de él y le hiciese pasar penurias, no piensa unirse a ellos, a menos que le den unos motivos de peso (como ver a la abuela Inés lanzando rayos por los ojos y cosas así).

Cargando editor
12/05/2014, 23:50
Monseñor Luis

-Yo no tengo que demostrarte nada. He confiado en ti, te he contado todo aun cuando no se hacen así las cosas en la hermandad. Me la estoy jugando, pero lo he hecho por tu padre, porque, en cierto modo, me siento responsable de su muerte. Y además, muchacho, no hay marcha atrás. La paloma va camino de Rincón y Xoan Manoel lo sabrá todo dentro de un rato. No sé por qué dudas, pero yo no puedo demostrarte en un día lo que he tardado meses en descubrir. Creo que será mejor que me acompañes a Toledo, si así lo prefieres. Ya se nos ocurrirá una excusa para tu ausencia.

Notas de juego

Si lo matas, no hay problema, pero ten en cuenta que ha mandado un mensaje a Xoan Manoel, y sabrá que tú has matado al cura.

Cargando editor
13/05/2014, 00:54
Ruperto

Notas de juego

Si no mucho me equivoco, hay un gran problema de bandidos en esta zona, ¿no? Siempre podría achacarlo a eso.

Cargando editor
13/05/2014, 08:22
Director

Notas de juego

A no ser que la nota pusiera algo como: Ruperto fue el que lo lió todo y si muero será él mi asesino. Claro que también puedes hablar con Xoan Mano el y explicárselo todo.

Cargando editor
15/05/2014, 00:15
Ruperto

Notas de juego

Lo he estado pensando, y por muy enfadado que esté Ruperto, creo que sigue siendo lo suficientemente cobarde como para matar a alguien a sangre fría.

Así pues, me tragaré mi orgullo como jugador y no haré metajuego, saliéndome de lo que haría mi personaje a lo que quiero hacer yo, y seguiré al cura a Toledo.

No es lo que más me agrada, pero es lo que toca, para mi disguto.

Así que hala, a darle caña, a presentarme a la protoinquisición esa.

Lo mejor de todo es que igual si llego. mato al cura, y se lo digo a Xoan Manoel, igual hasta me da las gracias xD