Partida Rol por web

El grupo siguió a Ekkie tras dejar las cosas claras con Mariska el carnicero. La goblin condujo al grupo hasta una apertura en el suelo de la carnicería que descendía hasta un túnel bastante falto de luz. Ekkie descendió con rapidez dando un brinco y cayendo sobre sus pies, como si de un felino se tratara. Luego, comenzó a hacer aspavientos para que el resto de pathfinders la siguieran:

- ¡¡Amoooos!!... Abajo to oscuro...- sentenció la goblin adolescente con su poco agradable voz.

Cuando todos hubieron descendido, se dieron cuenta de que aquel intrincado complejo de húmedos túneles, constituían la red de drenaje de Magnimar, con lo que el hedor a restos y desperdicios en elevado estado de descomposición era casi insoportable. 

Ekkie comenzó a caminar presta por aquellos pasillos de aguas estancadas y despojos malolientes con gran soltura. La congregación de efluvios tóxicos procedente de los desperdicios allí amontonados, podían acabar con la vida de una persona, y eso hizo que los pathfinders agradecieran tener a la goblin loca como guía. Haberse introducido en aquel laberinto de podredumbre les podía haber conducido a una situación demasiado crítica.

Finalmente, el grupo llegó hasta un punto en el cual, el pasillo por el que transitaban, se abría a uno muchísimo mayor en el que discurría un fuerte caudal de aguas corrompidas. En la lejanía podían escucharse las escandalosas voces de varios goblins... 

Yo voy junto a la goblin, lejos de la luz, para aprovechar mi vision en la oscuridad. Me muevo sigulisamente (o eso pretendo porque la tirada...)

Vors enciende un sunrod y se lo coloca en el cinto. Comprueba que la espada sale con facilidad de la vaina.

- Vamos Ekkie. Guianos y dinos que nos espera.

Isobel iba en la retaguardia, sus poderes le permitían participar en el combate sin necesidad de estar en primera linea. No acababa de fiarse de la goblinoide, pero desde luego estaba demostrando ser de utilidad.
 

Voy entre Annis y Vors, en silgilo y escondiendome, al limite de la iluminacion de Vors. Avanzo con mis armas en las manos por lo que pueda pasar. 

Montoyen portaba la fuente de luz del grupo para los humanos. El espadachín, dado al viaje desde que no era más que un mocetón había reparado en comprar una ramita solar y ésta, le estaba rentado justo en este momento que se hallaban a varios metros de profundidad bajo la ciudad de Magnimar.

Al parecer, habían llegado a la parte de aquel laberíntico lugar donde aquella banda de goblins se habían acomodado. Las voces de varias de aquellos pequeños demonios de piel verde se transmitía gracias al eco del lugar, pero en la embocadura del pasillo que llevaba a su guarida, sólo había un solitario goblin haciendo guardia. 

Ekkie y Annis, con capacidad para ver en total oscuridad, se adentraron de forma sigilosa. Annis cometió el error de chapotear sobre el húmedo y encharcado, pero el vigía no reparó en ello, pues estaba demasiado ocupado mirando hacia atrás como si deseara ir con el resto de sus escandalosos compañeros.

Un poco más atrás, Vors e Isobell avanzaban con relativa distancia, intentando que pasar desapercibidos. A escasos metros de ellos, amparado por la oscuridad, caminaba como si de una ráfaga de aire se tratara, sin dejar rastro de su paso.

Annis miró de reojo a Hatake. Sabía que no debía atacar hasta que el humano estuviera en posición de golpear por sorpresa, así que se aferró a su estoque y esperó escondida a que éste actuara.

Vors tapo el cetro solar para la luz no llamase la atención, dejando apenas un poco de luz para ver de cerca.

Aunque Annis veia mejor en aquella oscuridad, parecia que me dejaba asestar el primer golpe, por lo que pasé por su lado como una sombra, con mis armas en las manos. Me detuve en una pared a su lado. Y cuando vi mi oportunidad le lancé un ataque con mis dos armas. Procuraria recoger el cadaver si lograba matarlo de un solo golpe para que no golpease al suelo y no delatase nuestra avanzadilla. 

Hatake era liviano como el viento y no le costó nada llegar hasta el desprevenido goblin. Desde hacía un buen rato, portaba sus armas desenfundadas y preparadas para asestar un duro golpe al vigía, pero la azarosa Desna quiso embaucar al ninja. La punta de su wakizashi, rozó contra la pared del pasillo emitiendo un leve chirrido, demasiado sutil, pero suficiente como para alertar al goblin que guardaba la entrada a la guarida. Aquello que acababa de suceder, aunque desafortunado, era lógico, pues los movimientos del tianés se encadenaban a base de intuición ya que el sentido de la vista estaba inutilizado parcialmente allí abajo...

Annis se adelantó rápidamente y enterró su estoque en la espalda del goblin hasta la cruz. Sin duda el daño debía de haber sido masivo, pues notó cómo la punta salió por el pecho de la criatura pero... ¿Bastaría para derribarlo?

La estocada de la semiinfernal se hundió en el verde cuerpo del goblin distraído como una exhalación. El trasgo intentó gritar, pero la punta de su hoja perforó el pulmón de la criatura, ahogando su leve quejido de dolor. Acto seguido, Annis echó un vistazo al pasillo. Gracias a su visión de herencia demoníaca, pudo comprobar que al fondo del mismo había otro trasgo que gritaba y reía mientras realizaba una serie de juegos sádicos con una rata.

El macabro se hallaba de espaldas al ninja y la tiefling, y bufaba nervioso mientras empleaba alambres, martillos y otros utensilios para martirizar al pequeño animal.

"Maldita oscuridad... En cuanto consiga recursos suficientes conseguiré unas lentes para ver bien en la oscuridad." Pensé cuando fallé por tan poco. Suerte que Annis estaba ahi para apoyarme. Escuché al fondo de la sala un ruidos como de uno de esos goblins maltratando a un animalillo o algo así. Miré a la Tiefling e hice un gesto con la cabeza hacia el origen del sonido. - Acabemos con ese también. - Le susurré. Me adelanté, acercndome a ese goblin en el mas absoluto silencio y traté de asestarle una puñalada fatal con mi wakizashi. 

Annis avanzó junto al pícaro pero esta vez cuando estaban llegando hasta el despreocupado demoniejo, algo inesperado sucedió.

La tiefling sólo pudo exclamar.

-Mierda!

El ninja y la magus se escurrían en absoluto silencio por el oscuro y húmedo pasillo de aquel lugar. El goblin seguía cebándose con la rata, mientras la pinchaba con alambres y le golpeaba la cola con un martillo, ajeno a las letales sombras que lo acechaban...

Hatake, tenía serias dificultades para seguir a Annis, pues en aquella oscuridad total, casi se movía por intuición tras los pasos de la semiinfernal. De repente, cuando estaban a escasos pasos de ponerse tras el trasgo y asestarle un golpe mortal, el suelo que pisaban cedió quebrándose como si de una fina capa de madera se tratara.

¡¡Malditos goblins!!

Bonita forma de descubrir que esos pequeños monstruitos adoran infestar todo de dolorosas trampas...

El estruendo fue suficiente para sacar de sus juegos al abstraído trasgo, que ahora sí, dejo a la rata en paz y se dispuso a plantar cara a los incursores.

Vors parecia reaccionar con rapidez.

Isobel no era de las que tardaran en reaccionar. No obstante le habian llamado siempre con motes relacionados con sus rápidos reflejos. Asi que, casi sin pensarlo y a pesar de estar distraida, cuando comenzó el combate estaba rápidamente preparada.

Annis sintió cómo el suelo desaparecía bajo sus pies y lo siguiente fue un explosivo impacto de sus huesos contra el suelo, varios metros más abajo.  

-ARG!! - se lamentó.

¿Cómo había sido tan estúpida de no revisar primero el suelo en busca de trampas? Ahora le dolía la cadera y temía haberse roto algún hueso. Por no hablar de que estaba en un agujero y tendría que salir de él medio coja.

Sentí demasiado tarde como el suelo cedia bajo mis pies. -Kuso!* - Exclamé en Tianes. Mientras me revolvia en el aire desesperadamente para alcanzar un punto de apoyo. Pero no encontré ninguno. 

Annis y Hatake lucharon por aferrarse a algún saliente de aquel pozo ciego, pero la superficie de aquella trampa era demasiado legamosa y resbaladiza, con lo que acabaron con sus huesos en el duro fondo del foso. Para mayor desgracia, el fondo estaba cubierto de restos y desperdicios malolientes y asquerosos que salpicaron cuando el par de pathfinders impactaron tras precipitarse.

El goblin situado al otro lado de la trampa, rió de forma siseante al ver la caída de la tiefling y el ninja. Vors e Isobel, se adentraron en el pasillo con la luz. En ese momento, pudieron ver que la forma de flanquear aquel foso de quince pies de longitud era usar unas repisas laterales de poco más de seis pulgadas. 

El espadachín contempló la situación durante unos segundos, pero no disponía de mucho más tiempo, pues el pérfido goblin extrajo un odre que a buen seguro contenía fuego de alquimista. Bien era conocida la propensión de los goblins por quemarlo todo. 

Y en el fondo del foso había combustible suficiente...