Partida Rol por web

Mis compañeros caen bajo el poder de aquel “Dios” del mar. Por mucho que se esfuercen Mateo y Vreist solo consiguen hacerse daño a ellos mismos porque Poseidón les devuelve el ataque tan fácil como un niño ahuyenta una mosca con la mano. Sus ataques elementales son cautivadores pero su arrogancia es algo repulsivo. Un dios no debería tratar a los humanos de esa forma… Un dios no debería buscar la destrucción… un dios debería proteger a los humanos y a toda la vida… - Tú no eres un dios, eres un cobarde que se oculta detrás de una armadura. Eres un egoísta que solo piensa para sí mismo y no se ocupa de aquello que le corresponde. ¡Ustedes los olímpicos solo son criaturas arrogantes que pronto pasaran al olvido, porque la justicia se encuentra de nuestro lado! – mi cuerpo se siente ligero y mis pasos creo que no tocan el suelo. Un extraño calor emana de mi pecho pero a mi alrededor el aire se congela por mi cosmos que súbitamente comenzó a arder sin control. ¿Qué son todas estas emociones? Mis recuerdos pasan frente a mí a medida que el temor a Poseidon se desvanece. Tan solo era una ilusión, una ilusión como los Olímpicos. El accidente en el barco y la pérdida de mis padres sucedió en el mar. Es posible que todo sea obra de esta persona vestida de oro y escamas; porque después de todo es de carne y hueso. Siento que algo va a suceder y no sé que será… - Prepárate. Ahora pagaras tus pecados…- sin entender como me encuentro en postura de combate y mi ataque no se hace esperar: ráfagas de viento congelado y cristales de hielo surcan la sala en dirección al guardián del mar, es difícil mantener la compostura ante semejante viento helado y mucho menos aun cuando una gigantesca ola desciende desde las alturas para aplastar al “dios” guardián de la llave del Olimpo. El terrible oleaje descendido de las alturas impacta con la fuerza de un meteorito , fragmentando las paredes y arrojando escombros por doquier…

Al ver la herida de Vreist producida por su propio ataque y el estado de Mateo, Eilish por fin reaccionó corriendo hacia sus compañeros para auxiliarles. Por dentro, la joven estaba asustada aun pero no podía dejar que Poseidón acabase con esos chicos, ni que siguiese desafiando más el orden. Si fracasaban... solamente Dios sabía lo que sucedería: pero eso no podía pasar... NO iba a pasar. Y luego... al oír a Dante fue como si terminase de despertar de aquella pesadilla para por fin enfrentar la realidad. Mientras recogía a Mateo, miró a Vreist y a Cain y les dijo con voz suave pero firme: - ¡¡Aguantad, tenemos que seguir!! Dante tiene razón, Dios y todo lo bueno del mundo... de este mundo, está de nuestra parte. Debemos protegerlo... Y diga lo que diga ese ser, al final es lo que el Señor ordene: y Él ha confiado en nosotros. 

Luego se dirigió a Poseidón: - Al final, usted caerá... Y Dios dirá que será de su alma. No sueñe más: pronto despertará.

Al decir esto, empezó a notarse un aura otoñal alrededor de la muchacha que cuidaba del pobre Mateo... Y en el aire empezaba oírse una pequeña canción, mientras que donde estaba Poseidón se formaba la imagen de enorme árbol dorado y, a su alrededor, un huracán de hojas que de repente estallaron en llamas, provocando una enorme explosión.

Poseidón distraído tras el ataque a Mateo, no sintió acercarse a Caín, que rápidamente asestó su golpe sobre aquel dios... Un golpe que carecía de daño físico, pero que hacía que todos los fantasmas de aquella persona se le apareciesen y surgiesen sus miedos...

- ¿A eso lo llamas un ataque? No me ha hecho ni cosquillas... - en ese momento Poseidón trata de levantar nuevamente el tridente hacia Caín... pero los brazos le tiemblan... - ¿Qué significa esto? Yo... Poseidón... siento miedo ante estas tristes excusas de guerreros... - en su rostro se dibuja un claro reflejo de su ira... aún más encendida ante las valientes palabras de Eilish y Dante... pero esa cara de furia rápidamente cambia por una de verdadera sorpresa y temor cuando se ve envuelto en las técnicas de los dos Guerreros reanimados y listos para el combate...

En primer lugar se ve devorado por el tornado de llamas provocado por la técnica de Eilish... provocando severas quemaduras sobre su cuerpo... - Un dios como yo... recibiendo esta cantidad de daño... ¿de donde sacan semejante poder?... - dice tras hincar una rodilla en el suelo tras el daño recibido... para encontrarse como un azote de hielo invocado por Dante que empieza a congelarlo lentamente pero inexorablemente... - No caeré así... no ante unos mortales como vosot... - no alcanza a terminar su frase cuando la ola gigante de agua de Dante cae sobre él... encerrándolo en una prisión de hielo...

- Más vale que no subestimes la fuerza de estos mortales, mi señor Poseidón... - a la sala donde estáis peleando entra otra persona... su cosmos se asemeja al de Neithan... y cuando os giráis veis a lo que parece una imagen retratada de Neithan... pero con el color de pelo negro como el ébano y vestido por una versión de la armadura del Arca, pero más oscura y sinestra...

- Si esto sigue así... que podría decirle a mi señor Zeus sobre todo esto... que su hermano... fue humillantemente derrotado por unos mortales que apenas acaban de recibir sus Reliquias Divinas... - dice sonriendo con malicia mientras os mira... - ¿No sería mejor que invocaseis el poder de vuestra Vestimenta Divina...? - cuando dice esa frase un extraño brillo se ilumina en sus ojos...

La prisión de hielo en la que se encontraba empieza a agrietarse... sintiendo un gran cosmos emanando del mismo, hasta que termina por estallar en miles de fragmentos de hielo que empiezan a llover por toda la sala...

- Ten cuidado con tus palabras mortal... aunque seas uno de los favoritos de Zeus podría eliminarte aquí mismo si así lo desease... - la cara de Poseidón seguía mostrando furia... pero en esta ocasión era una furia más serena... - Aunque debo darte la razón en que no se puede subestimar a estos mortales... cada vez tengo más claro que debemos exterminar a la humanidad y hacer una nueva creación nosotros mismos... más leal y fiel... - según habla su armadura empieza a transformarse... de su tono anaranjado... empieza a surgir un brillo dorado y azul y su armadura se vuelve más compleja e intimidatoria...

- Mortales... sois afortunados... sois los primeros en miles de años en morir en manos de un dios vistiendo su Kamui... - dice alzando su tridente concentrando un cosmos como jamás habíais sentido antes concentrándose en él...

Un atisbo de esperanza llegaba hasta nosotros tras el ataque de Eilish y el mío. Poseidón había sido derrotado contra todos los pronósticos pero la aparición de aquella figura similar a Neithan había desencadenado todo el poder del dios de los mares. Ahora resurgía de nuestros ataques con renovadas energías y nueva vestimenta. – Vaya sorpresa, ¿las armaduras evolucionan? – aquellas palabras escapan de mi boca sin querer pese al asombro de mi descubrimiento pero sin temor alguno en mi corazón. Ya lo habíamos derrotado y volveríamos a hacerlo. - Nuestra voluntad es infinita, aunque nuestros cuerpos desgasten sus llamas, nuestro cosmos arderá sin igual. ¡Que el cielo sea testigo de este día! – Desearía ser más fuerte para proteger a todos mis seres queridos. ¿Desearía poder salvar a todos… mi cosmos vuelve a incendiarse hasta su límite… quisiera hacerlo aunque en ello se me valla la vida, porque mi deseo es grande y mi voluntad también! En esta ocasión mi rol de portador del Arca de la salvación de la humanidad hace su aparición adoptando forma desde mi cosmoenergia. Empujo mis límites al extremo aunque deba consumir mi fuerza vital en un último ataque contra Poseidón.

Eilish no pudo evitar mirar muy nerviosa al recién llegado y al propio Poseidón, que había vestido su armadura definitiva. Pero lo primero era proteger y curar lo que pudiera al pobre Mateo, así que arrancó de la parte baja de su vestido algunas tiras de tela para hacer unas vendas improvisadas. Y con el fuego de su cosmos, empezó a cauterizar con sumo cuidado las heridas más problemáticas poco a poco... Tenía que tener cuidado, pero esperaba que así el chico pudiese recuperarse... 

Cuando hubo terminado, igualmente seguía cubriendo al chico herido, pues no haría falta mucho para terminar con él si Poseidón decidía atacarle de nuevo. Pero... no podía quitar la vista del joven que era igual a Neithan... ¿sería su hermano y no un engaño? ¿Y esa armadura que llevaba...? ¿Acaso era una coincidencia que fuese tan parecida a la de su compañero? Con voz algo nerviosa dijo: - ¿Quién eres... tú? ¿Acaso eres hermano de Neithan?...

Observando la portentosa figura del gobernante de los mares alzándose entre el oleaje de su cosmos, Vreist pudo sentir el dolor en el interior de su armadura. La sangre fluía por los recovecos de su manto sagrado, sabiendo que sin él hubiera muerto en el acto.

"Podría partirme en dos", musita para sí mismo, "Debo tener cuidado o mi filo no podrá herirlo, pero no puedo doblegarme, no hoy, no este día. No con tantos pensando en mi"

Con gran malestar, Feuer se alza de nuevo, avivando su cosmos una vez más y concentrando su próximo ataque. Nota como su cosmos arde, como la humedad que le rodea se convierte en vapor y como cada gota de agua salada del ambiente se diluye hasta convertirse en nada.

-Poseidón - clama al tiempo que zigzagea para evitar el cosmos de tan terrible oponente - ¡No te olvides de mis colmillos!

El cuidado que me ha proporcionado mi compañera, ha despertado en mi la antigua esencia. No rendirse jamas.

Decidido a acabar con todo, concentro mi cosmos en un un solo golpe... o en dos. En mis manos, aparecen un par de pistolas, las cuales lentamente empiezan brillar mostrando símbolos antiguos, divinos y serpentinos.

-Qué se desgarren los cielos, que las aguas se partan, y el suelo se desquebraje. Hágase el silencio en la tierra..

De mis pistolas, salen una sereie de disparos. El primero se convierte en una onda destinada a romper las defensas del dios, mientras que el segundo disparo se convierte a mitad del camino en una red. Finalmente, una pequeña ráfaga sale contra él. Exhausto caigo arrodillado, mientras siento como toda mi energía de desvanece, y mis heridas empiezan a resentirse horriblemente. Bajos los brazos, ahora todo esta en manos de Dios.