Partida Rol por web

Las manos de Cornelius Adler se movieron con la precisión que da la constumbre, quizá lo único que le desconcertaba un poco era estar al lado de semejante hembra pero apartó aquellos pensaminetos ciñendose una sonrisa al pensar en la decena de cervezas a las que le invitarían por contar aquella historia los del pueblo.

Además del decantador y las tres copas Adler dedujo que no había habido suficiente sangre como para que nadie hubiese resultado herido de gravedad, a pesar de ella los simbolos de pelea eran indudables, el vestido transparente que había desparramado a los pies de la cama, si aquello se le pordía llamar vestido era para una mujer más baja y voluptuosa que Airlin, por lo que dedujo que se trataría de las ropas de su hermana. Faltaba una sabana y al parecer el individuo se habí dejado un fajín de seda roja.

Una carcajada se apodera de mi alma, pero no la dejo salir al exterior... un fajín... es lo que necesitaba para parecer competente...

Mire señorita... esto se lo debió dejar el tipo ese... digo mientras lo guardo envuelto en el trapo más limpio que tenga.

Este tipo tiene dinero. Estas cosas no se compran por capricho de parecer rico...

Me quedan, ya, pocas preguntas por hacerle... su hermana y usted siempre han estado juntas, ¿verdad? y nunca habló de ningún oscuro amante (o no tan oscuro), supongo...

Usted dijo que vino con otros comerciantes... ¿podría decirme cuáles? me interesaría hablar con ellos, aunque no les comentaré nada de ustedes, claro.

Tambíen me interesaría ver la otra escalera, por la que entró y tuvo que salir...

Dicho esto, creo que estoy aceptando el encargo. En ese caso tengo que avisarla:

Esto me costará tiempo y dinero. El tipo este lleva un día entero de viaje en carreta de ventaja, así que no me será fácil atraparle.

Posiblemente tendré que llegarme hasta Tashluta, pelearme, sobornar y discutir con una cantidad ingente de personas para consegir información útil de este tipo y, si es un auténtico noble de la ciudad, pelearme con vaya-usted-a-saber-quien para poder acercarme a él. No puedo garantizarle que su hermana seguirá con vida cuando le encuentre, aunque haré lo posible para traerla sana y salva.

Empezaremos con 1000 monedas de oro. Con esto creo que podré llegar hasta él o almenos hasta Tashluta con posibilidades de encontrarle. Este dinero debe considerarlo a fondo perdido. Si encuentro a su hermana, le pediré más cuando la traiga. Tenga en cuenta que yo vivo de mi palabra, y no puedo permitirme el lujo de traicionar a mis clientes.

Si quiere, puedo enviarle una carta de vez en cuando, para informarle de mis progresos. No espere que haga eso más de una vez a la semana.

Por cierto.. me queda una pregunta más, y creo que ya acabaremos: ¿a él lo quiere de alguna forma? yo los prefiero vivos. Dan más la lata, pero no me gusta pensar que soy un asesino.

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 Si, siempre lo hemos estado, y ambas teníamos bastantes amantes más o menos fijos, pero nunca tuvimos problemas con eso. A ese cabrón era la primera vez que lo veíamos.

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Tras unos segundos tratando de recordar, Arlin empezó a relatar. No conozco a dos de ellos, es más creo que partieron de madrugada río arriba así que no se creo que puedan resultarte de gran ayuda, otro se llama Edmund, es un tipo gordo y calvo, comerciante de vinos aunque no es mal hombre. E uno de mis clientes más o menos fijos. Creo que estará aún durmiendo la mona en alguno de sus carromatos.

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Los ojos de Arlin se aceraron al escuchar la suma que pedía el cazarrecompensas. Durante unos segundos estuvo pensando, con su mente corriendo a toda velocidad. Lanzó un largo suspiro apartando todas sus dudas. Me da igual si lo despedazas, lo entregas a las autoridades o lo tiras al mar, pero no quiero que le haga daño a nadie más.

Lo de la carta estaría bien... Una cosa más dijo resuelta. No tengo tanto dinero... Puedo pagarte 800 mo ahora y otras 500 mo si me traes a mi hermana.

Si no te parece suficiente puedes incluirme a MI en el precio. Te aseguro que no te arrepentirás del trato. Dijo mientras contoneando las caderas de forma irresistible daba un paso hacia el cazzarecompensas.

¿Trato hecho?

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Era una pregunta de rigor... aunque ya sabías la respuesta...

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Edmund... Bien... iré a verle... igual puede decirme algo más de ese tipo. Aunque no lo creo, pero quizá sepa la ruta que quería tomar...

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Mmmm... Eso es bueno de saber... lo único importante es su hermana.

De momento acepto ese dinero. Supongo que con eso podré cubrir costos. Dioses... con esas curvas cuesta decir que no... Me reservo la última palabra sobre el resto de su oferta.  ¡¡Deberías pedir eso por adelantado, bobo!!

¿Me lleva hasta la escalera?  Saldré por allí...

Arlin miró a Adler de forma extraña, no sabía si sentirse impresionada o insultada al ver que el cazar recompensas la rechazaba de aquel modo, algo que para una mujer como aquella no era nada habitual. Le miró de forma inescrutable con aquellos ojos felinos, Cornelius ni podía imaginarse que debía estar pensando ni como una hembra como aquella había terminado vendiéndose en un pueblo de mala muerte como aquél. La vida en los reinos era en verdad extraña algunas veces.

Ven conmigo Adler, por primera vez desde que que se habían visto Arlin esbozó una media sonrisa. Un poco más relajada le guió por un corredor con seis puertas más, tras alguna de ellas se escuchaban gemidos indicadores de las actividades que se producían en las alcobas. Este establecimiento es muy tranquilo, o al menos la había sido hasta la fecha, nunca ha habido portero porque nunca ha hecho falta y los clientes que suben por las escaleras claro está que no les apetece ser reconocidos

Llegaron hasta una puerta disimulada con el mobiliario que se habría hasta una escalera estrecha y angosta que daba al embarrado callejón detrás del antro. Si habían habido huellas claro estaba que ta habían desaparecido. Arlin miró el exterior y tiritó, ya fuera por frío o por miedo por lo que podría estar pasando su hermana.

Deberíamos... dejarlo, irnos ella y yo de aquí, empezar desde cer... Disculpa -dijo- estoy un poco afectada. El cliente del que te he hablado estará durmiendo la mona en su propia carreta, está a la salida del pueblo. Cuando estés dispuesto a partir ven a buscarme, habré reunido el dinero.

Con una media sonrisa de victória la siguió hasta la escalera.

Me gusta dejar a mis clientes desencajados. Les da tiempo para dudar de su autosuficinecia y a mi para parecer su salvación...

Bueno, no es mi trabajo, claro... pero en estos locales siempre puede aparecer un bastardo para armar jaleo, y alguien grande con una armadura ligera auyenta a muchos de ellos, y los que no, bueno... para eso está la armadura, ya que las bellezas que trabajan no pueden llevarlas... normalmente. Pero lo dicho... no es mi trabajo.

Dicho esto empiezo a bajar las escaleras y me dirijo a ver a Edmund. ¿Porqué me preocupo de los vecinos? no quieren ver nada de lo que pasa aquí y ahora ya no responderán preguntas... lo mejor que puedo hacer es ir directamente a ver a ese tal Edmund...

No, no me encuentro bien. Hoy no trabajaré. Le espero en mi casa con el dinero. Es esa de allí -dijo mientras señalaba una de las casas de la acera de enfrente. Por favor dese prisa, no se como va esto pero cuanto más tardes más difícil será encontrarla...

Dicho aquello aquello Arlin no tenía mucho más que añadir, esperó a que el cazarrecompensas hubiese salido para cerrar la gruesa puerta a sus espaldas.

Tras salir por la puerta de atrás y reunirse con su compañero de caza que le amonestó con un par de gruñidos por dejarlo a la intemperie para que se empapase,  a Cornelius no le costó demasiado encontrar el carromato que Arlin le había mencionado, más que un carromato parecía una casona ambulante, con enormes dinteles de madera pintados en colores  llamativos, a pesar de la lluvia torrencial que parecía dispuesta a ahogar el pueblo los ronquidos que procedían de la carreta se escuchaban claramente con todas las contraventanas cerradas.

Mientras bajo las escaleras, me empapo de nuevo por la lluvia. Genial... otro motivo para no ir a ver a los vecinos... son las trabajadoras... esto no empieza bien, Cornelius... nada bien...

Aquí se acerca Kunder... ¿Y tu de qué te quejas? ¿no habías ido al establo para estar seco? además... mañana comerás bien... y seco... O eso espero... venga ven... tenemos trabajo.

Una vez en el establo, le muestro el fajín de seda a Kunder: Huelelo bien, y recuerdalo. Es de nuestra presa, y posiblemente eres la única esperanza de que lo identifiquemos, y con ello cobremos. Y ya sabes que eso quiere decir comida mejor...

Y ahora seguiremos trabajando...

Esta debe de ser la caravana que me dijo Arlin...

Mientras le busco voy gritando: ¿Edmund?¿Edmund, el comerciante de vinos?¿estás ahí?¡¡me gustaría hablar contigo!! Como ronca el maldito...

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Kunder miró a su amo con ojos culpables, estaba totalmente empapado y un par de plumas blancas de gallina de corral se habían adherido a la parte inferior de su hocico. Miró hacia otro lado y empezó a trotar tranquilamente por el establo donde le había dejado su dueño. Una vez olisqueado el fajín los ojos del perro brillaron anticipandose con la expectación de otra cacería con todo el cuerpo tenso se dispuso a seguir al cazarrecompensas.

Los gritos de Adler parecieron despertar a quien demonios fuese que viviese en aquella caravana, alguien dentro de la carreta soltó un gemido de dolor, un gemido tal de alma en pena que solo podía ser el precedente de una gloriosa resaca. Un cuerpo golpeó el suelo de la carreta haciendola temblar hasta sus ruedas, más gemidos y la puerta de la carreta empezó a abrirse lentamente.

El inquilino de la tienda era un hombre que debía rondar la cincuentena de años, cabeza rapada y con una poblada barba canosa con la que se estaba limpiando el dorso de una mano enorme y peluda. en realidad toda su anatomía era peluda, ataviado solo con unos calzones de lana minúsculos se movía perezosamente con su portentosa barriga al descubierto. Se rascó la nalga con la misma mano que se había limpiado la barba.

Saludos, mi nombre es Edmund... ¿En que puedo ayudarte muchacho? Dijo mientras le tendía la mano a Cornelius. ¿Un traguito? La verdad es que me iría bien para el dolor de cabeza. Pasa, te estas empapando.

Venga... no te preocupes... sabes que no quería regañarte. Es que estoy nervioso... es esa mujer, la clienta... me pone caliente nervioso. Y el encargo nos llevará tiempo, lo que tampoco me gusta.

¿Ya has acabado?¿seguro? bien... espero que ese tipo no pueda engañarte... si... ya sé que eres bueno... ¡¡no me mires así!! ¡¡Ya sabes que confío en tí!!

Juego un poco con él y le digo: Vamos... tenemos trabajo que hacer.

Al menos con la lluvia me relajaré un poco...

 Oh... gracias... no querría molestarle. Le doy la mano mientras pienso: suerte que llevo guantes. De verdad que no quisiera molestarle, pero no le diría que no a un traguito. Esta lluvia cala hasta los huesos...

 ... Y entro en la caravana.

 Sólo quería preguntarle por un hombre que me han dicho que conoce. Su nombre es Johans, un rico comerciante de Tashlutta. Le describo a Vanthus Vanderboren. Mi jefe me ha pedido que le entregue una carta, pero ese señor es un poco escurridizo y sé que ayer se alojó aquí, en este pueblo pero hoy ya no estaba, le he perdido la pista. Unas mozas en la taberna me han dicho que estuvo charlando con usted. Quizá sepa alguna cosa de su camino...

No se podía negar que el carromato pertenecía a un comerciante de vinos, es más, por el número de odres y botellas vacías desperdigadas por el suelo era claro que su inquilino probaba a consciencia cada una de las remesas.

Su enorme ocupante lanzó un silbido al compañero de Adler para que les acompañara al interior, este molesto por no seguir el rastro empezó a rascar la puerta y a gemir enfurruñado.

El hombre dejó caer su corpachón sobre un jergón que le hacía de cama, abrió una piel rellena de vino, debió beber al menos la mitad del pellejo y solo lo soltó para llenar sus pulmones de aire y lanzar un sonoro eructo. Tras limpiar la boca con su mano y esta con la barba le tendió el pellejo a Adler dispuesto ya a escucharle.

El rostro del interlocutor de Cornelius se fue oscureciendo a medida que le describía a Vanthus aunque fuera con otro nombre. Tras dejar que terminar al caza recompensas en orondo mercader chasqueó la lengua a modo de disgusto. Chaval, no conozco a nadie con ese nombre pero si es el tipo que creo no te recomiendo que te acerques demasiado, tiene... tiene algo que no me gusta. Compartimos parte del viaje hasta aquí desde río arriba, el tipo ese creo que lo conocí con otro nombre. Creo que venía de una granja de cereales situada al nacimiento del río, a unos seis o siete días a pie desde aquí. Es todo amabilidad y un hombre culto en verdad, pero había algo... algo en sus ojos que parecía muerto por dentro. La verdad es que traté de tener el mínimo trato con él pero le escuché hablar con otros. Hablaba constantemente de su regreso a casa y … que lo mucho que añoraba a su hermana.

¿Sabes? Hubo una cosa en que me fijé y era que cuando hablaba de su hermana sus puños se volvían blancos de lo mucho que los apretaba.

Escuho atentamente el relato del comerciante. Cuando acaba, cierro los ojos.

Vaya... parece que sí que está loco. Eso es malo. Muy malo... el tiempo se acorta...

Entenderá que alguien "muerto por dentro", por mucha amabilidad que pueda tener por fuera no parece muy recomendable... sólo quiero acabar con esto de una vez y volver a mi casa... cualquier cosa que pueda decirme me sería de mucha ayuda... cuando antes le encuentre, antes podré volver y cobrar el dinero que me prometieron...
 

Por cierto... muy bueno este vino... ¿de dónde és?

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Edmund se rascó la calva. Vathus... Vanthus Vanderboren creo o algo parecido. Aunque serás afortunado si no lo encuentras hijo, te juro que daba grima. Quizá para infundirse valor le pegó otro trago al pellejo, seguido esta vez por un retumbante eructo. Kunder le miró con desagrado.

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Apostaría mi alma con el diablo a que su hermana debe estar en Taslutta, ahora eso si, no mencionó ninguna dirección aunque... No conozco a muchas familias con el apellido Vanderloquesea verdad? Añadió sonriendo mientras le alargaba el pellejo a Cornelius.

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Chaval, la verdad es que no te envidio para nada. Aunque creo que sea lo que sea que le tengas que entregar no te va a ser nada facil. Hazme caso, ese tipo es peligroso.

Yo... No tengo valor... Jamás lo he tenido. Edmund hundía los hombros y miraba con ojos vacíos el suelo. Si hubiese tenido agallas jamás las habría dejado subir con él, a ninguna de las dos. Yo me largaré cuando te apees de la carreta y tardaré mucho tiempo en volver por aquí. Dile a Arlin que lo siento, que lo siento mucho. Espero que tengas suerte.

El vino es de Calimshan. 10mo el pellejo.

¡¡Uff!! Tashlutta está muy lejos... pero tiene razón, ese nombre  no es muy corriente. Eso me ayudará a seguirle el rastro... ¡¡si no lo cambia, claro!!

Agarro la bota y doy un trago.

Eso no es dar esperanzas... la verdad... pero tengo un trabajo y me pagaran muy bien por él... o eso espero...

(Yo a Edmund no le conocía. Si le tengo visto por la taberna, o si sé que hoy me ha visto con Arlin)

Ya se lo diré cuando las vuelva a ver... ahora yo también debo partir y rápido...

Muchas gracias por su ayuda.

Lo siento, ese vino está fuera de mi alcance... almenos ahora. Pero tenga un par de monedas por las molestias.

Le doy 2 monedas de plata.

(si no le tengo visto ni por el pueblo)

¿dejado? ¿a ese tipo? Arlin... ¿no es una de las mozas de la taberna? ¿quienes son ellas; Arlin y?¿ha pasado algo con ellas y ese tipo?¿me dejarían subir para hablar con ellas?

Edmund cerró la mano de Adler con las monedas en su interior. Dejalo, invita la casa.

Su media triste media sonrisa revelaba que de antemano sabía quien era el cazarrecompensas. Te deseo suerte en tu empresa. Espero que no pierdas el rastro con esta maldita lluvia,dijo mientras le acompañaba a la puerta donde kunder harto de esperar se había tumbado perezoso.

Ese tipo iba a caballo, si no te das prisa te tomará mucha ventaja.

Suerte y diles que... que lo siento mucho. La puerta se cerró de nuevo dejando a Adler y a kunder bajo la llluvia.