Partida Rol por web

Cornelius... me da igual que hables sólo o no...

En estos momentos me da igual casi todo, excepto que dentro de poco ya no habrá aire y esta agonía acabará, o que habrá mucho aire y la agonía acabará igualmente.

Algunos dioses se ríen de ti, mientras otros te han dado la oportunidad de intentar huir de aqui... a quien prefieres hacer feliz?

Venga... ¡¡¡que ya no puede quedar mucha tierra encima!!!

Sigo reúno todas mis escasas fuerzas, y sigo cavando...

Que los dioses se apiaden de mi si no consigo salir de aqui...

Cornelius no se rindió pero los brazos solo le obedecieron quizá unos minutos más antes de que la inconsciencia a causa del cansancio y la sed acabara reclamandolo de nuevo. No había ningún dios cerca para apiadarse de Cornelius, quizá alguna otra cosa escuchara sus ruegos pero seguro que ningún dios.

La oscuridad se tornó amenazante, su mente divagó por mundos de tinieblas y oscuridad en la que un ser oscuro y abotargado deboraba lentamente sus miembros, el ruido del rapsar de sus dientes contra sus huesos le fue despertando poco a poco pero sin sacarle del estado de ensoñación en el que estaba sumido. Ya no separaba la realidad de sus pesadillas.

Dolor.

Fue lo primero que sintió cuando algo brillante atravesó sus ojos entreabiertos como si se tratara de un hierro candente. Al poco el dolor remitió y dió la bienvenida a la luz que se filtraba del techo como si de una bendición divina se tratase. Un pequeño agujero cerca de su cabeza permitía que los rayos del sol acaricaran sus resecos labios. Unas patas peludas y marrones trabajaban a toda velocidad en medio de gemidos preocupados para ensanchar la diminuta apertura.

¡¡¡LUZ!!! Al final los dioses han tenido compasión de mi...

Con las escasas fuerzas que pueda reunir, intento ayudar a hacer el agujero más grande, almenos para poder ganar un poco de aire.

Cuando ya tenga más fuerzas, intento salir del agujero, maldiciendo a la cosa que me metió allí dentro, quejándome del dolor generalizado de todo mi cuerpo, y toso. Toso mucho y me duele más.

Una vez en el exterior, tumbado y con los ojos cerrados, agradezco a los dioses haber puesto alguien en mi camino para ayudarme.

Al cabo de un rato, cuando mis ojos ya se habrán acostumbrado a la luz, los abro y busco a mi salvador y mi equipo. Si encuentro a alguno de los dos, lloro de alegria. Si no, también.

Llegó la hora de pensar en beber y en comer, Cornelius... Llegó ya ese momento.

El aire puro llenó los pulmones de Adler dilatandolos por primera vez desde su encierro, empezó a toser plegandose sobre si mismo y a escupir lodo y tierra. Los ojos le escocían por la luz y toda la porquería que tenía en ellos, trató de lavarselos un poco con el dobladillo de la ropa, mientras el sol iba calentando sus huesos. Al poco la visión se recuperó y el mundo dejó de ser una mancha borrosa.

Estaba en una camposanto viejo y abandonado, al igual que estaba la pequeña hermita que lo guardaba sin ningún simbolo que la coronase. La mayoría de los muertos reposaban sin ninguna lápida que los recordase, probablemente viajeros sin familía que habían muerto en el camino. Sus ojos se posaron en Khunder, estaba terriblemente sucio y flaco, con costras se sangre en los delgados flancos. El perro respiraba con dificultad y parecían hambriento y enfermo, uno de sus ojos estaba cerrado por legañas y pus.

Se dio cuenta que no sabía donde estaba, se encontraba tan cansado y desorientado que no sabía ni donde demonios estaba el norte. Miró al cielo y al sol, quedandose perplejo durante unos segundos, a pesar de su desconcierto le parecía que el Sol no ocupaba la posición correcta.

Abrazo a Khunder y le hago mimitos un rato.

Gracias Khunder. Muchas gracias... Sin ti no lo hubiera contado... suerte que fuiste más listo que yo...

Cuando el perro ya empieza a estar harto de mi, le dejo un rato y busco mi equipo, por si hubiese algo cerca.

Necesitamos mi mochila, Khunder... no sabrás donde está, ¿verdad? si no la encontramos tendremos que cazar y buscar un rio...

Adler estaba terriblemente cansado y débil, su cuerpo entumecido y dolorido le pedía a gritos que se tumbara y descansara pero el cazarrecompensas sabía que si se abandonaba en aquel momento ya no tendría fuerzas para levantarse. De todos modos parecía que el aire puro pero le había devuelto un poco de fuerzas a su maltrecho cuerpo.

Khunder gimió y se sentó lamiendose las patas en carne viva de despúes del apresurado rescate mientras su amo buscaba algo útil. 

Cornelius descubrió que había sido enterrado con sus armas, ni siquiera se había precupado aquella cosa de quitarselas. Rebuscando entre las sepulturas sin nombre al cabo de unos minutos encontró su mochilla tirada entre unos matojos de malas hierbas. Nadie se había molestar en robar su contenido, allí seguían las monedas, pero las raciones de viajes estaban podridas.

Vaya... las raciones estan podridas... o llevo mucho tiempo inconsciente, o esa cosa pudre lo que toca... que tampoco me soprendería... maldito bicho...

Saco todo lo podrido, lo tiro sin fijarme demasiado y pruebo el agua.

(si está buena bebo un buen rato y le doy a khunder)

Tenemos que comer... voy a ver si hay rastros de animales.

No le hizo falta demasiado a Cornelius para darse cuenta de que el agua estaba embotada y estancada, un trago de aquello por muy tentado que estuviese solo le produciría vómitos y diarreas empeorando la deshidratación que probablemente era lo que le mantenía tan debil.

Tan mal como estaba trató de montar alguna trampa para algún animalillo, a pesar de algún rastro tardío ninguno se vió atraido por sus artes y de repente los gusanos regordetes que se habían alimentado durante generaciones de cuerpos humanos enterrados empezaron a parecerle un manjar. Si no comía algo pronto dejaría de necesitarlo.

Tiro el agua de la cantimplora. Si Khunder intenta acercarse (que supongo que no ya que es más listo que yo) no le dejo beber.

Esto no funciona, Khunder...

Tendremos que irnos de aquí... aunque estemos tan débiles... ¿como estás tu? ¿puedes andar? Te puedo poner unas telas para protejerte las patas pero... sin nada decente no te puedo curar...

Adler se levantó apoyandose sobre una losa sin nombre y trató de otear el terreno, a pesar de que el calor se pegaba a su cuerpo agradecía el calor que desprendían los rayos del sol y que no lloviera. Se dio cuenta que aquel clima no era el apropiado para la estación de las lluvias, sobre todo ver el horizonte sin una nube era algo muy extraño.

Como pudo oteó el horizonte y aliviado reconocía la vegetación local de la zona, estuviese donde estuviese no andaba muy lejos de la ruta que debía seguir. El terreno era llano y a lo lejos vio lo que le parecía un camino polvoriento pero un camino al fin y al cabo.

Khunder como si adivinase las intenciones de su dueño se puño en pie como pudo y con andares cansinos se puso al lado de su dueño para empezar la marcha.

Mientras examino mi equipo me doy cuenta que muchas cosas se han podrido...

¡¡¡AAARRGHH!!! ¡¡mi arco!! ¡¡¡era nuevo!!! ¡¡¡recién hecho!!! ¡¡me costó un montón!! ¡¡¡dioses!!! era mi mejor opción para cazar algo...

me paso un rato quejándome del equipo perdido bajo la mirada de Khunder, que debe estar pensando: ¿está vivo y aún se queja por ese palo-con-cuerda-tira-cosas?

Al cabo de un rato, reacciono y empiezo a buscar la salida de este lugar.

¡¡Mira Khunder!! Un camino a lo lejos... allí encontraremos algo útil... ¡¡seguro!!

Pesada y lentamente nos dirijimos hacia el camino.

Mientras nos acercamos, miro la vegetación y busco bayas o algún fruto del bosque para comer.

También me fijo en Khunder, para saber como está y parar cuando sea necesario.

Una vez en el camino, me fijo en la dirección de las huellas y en su cantidad. Si hay más que van hacia una dirección que hacia la otra, o si hay signos de agua cerca.

Cornelius y Khunder empezaron un pesaroso y lento caminar hacia la polvorienta carretera que Adler adivinaba a lo lejos, de camino unas pocas bayas aún por madurar. El sabor sabía a rayos pero su estomago lo agradeció aunque al cabo de unos minutos casi devolvió lo poco que había comido. Pero al fin sus entrañas se asentaron.

Tras horas de camino, en abrasador sol llegó al punto más alto, los pies y las patas de los caminantes llegaron al camino arrastrandose y levantando polvo. El camino al que llegaron eran estrecho y basicamente una ruta secundaria. Una revelación golpeó la consciencia del cazarrecompensa cuando advirtió a lo lejos una casa de postas, la misma a la que se dirigía cuando aquello le alcanzó. Estuvo seguro que si volvía camino atrás llegaría a la fatídica arboleda. A pesar de la desorientación que ralentizaba su mente se dio cuenta que como mínimo habían pasado dos meses desde que inició el viaje en busqueda de Vanthus Vanderboren.

Pero al menos enra un casa de postas y en una casa de postas había agua, comida y una cama.

En cuanto me dí cuenta de lo que había al fondo del camino, no pude sinó sonreir.

A buen paso (teniendo en cuenta lo fatigado que estaba) me dirijí a la casa de postas. Ya habría tiempo de preguntar qué había pasado.

El campo parecía diferente y eso me sugirió que el tiempo era más relativo de lo que parecía. Eso o yo había estado fuerea de juego mucho tiempo. Tenía que hablar con Khunder y que me contara algo... pero antes tenía que descansar... y comer.

Llegar a la casa de postas fue epopeyico.
El dolor y la fatiga estuvieron a punto de parar el viaje alguna otra vez. Una carretera secundaria no es un buen lugar para morirse. Es fácil que nadie te encuentre...

Reuniendo las últimas dosis de esfuerzo, al fin llegamos. Sin pensar en nada, con la mente totalmente en blanco, me dirijí al abrevadero y me caí en él, refrescándome, bebiendo sin fijarme demasiado y sintiéndome a salvo.

Al cabo de un rato, cuando Khunder o los dueños de la casa me llamen la atención, saldré y me dirigiré hasta la puerta, empapado, pero feliz.

La cabeza de Cornelius se hundió dentro del agua, le escocían los ojos y los cientos de rasguños que le cruzaban el rostro pero todo ello quedó olvidado cuando el agua, a pesar de que no muy limpia y caliente por el sol de medio día, se deslizaba por la garganta del cazarrecompensas. Khunder se agregó de inmediato al abrevadero hundiendo la cabeza junto a la de su amo.

Adler sacó la cabeza con una exhalación de puro gozo, el cabello grasiento y sucio se le pegaba a la piel pero en aquellos momentos poco de ello importaba. Escuchó un ruido a sus espaldas, era una puerta abriendose.

Eh tú, largate de aquí!! No queremos pordioseros por estos andurriales!!

Una vez más "límpio" y sientiendome mejor, me levanto y me giro hacia la persona que me habla y saludo afablemente (por primera vez en años).

Lo siento... hasta hace poco no era un pordiosero... soy un guardabosques que se ha pasado más tiempo de la cuenta en el bosque... podría darme algo de comida y una cama, ¿por favor? puedo pagarle algo. Si tuviera una bañera sería el hombre más feliz del mundo...

Levanto las manos para que vea lo que llevo, que no es equipo de pordiosero.

Como puede ver por mi aspecto, tuve un lamentable accidente donde perdí mi arco y hasta mi perro está herido...

El problemilla de las vestiduras y la suciedad desaparecieron con la velocidad con la que Cornelius enseñó alguna que otra moneda de oro. En unos pocos minutos estaba sentado solo en la sala común devorando con ansiedad los restos que habían dejando los viajeros de la comida del mediodía. A pesar de que el bochorno se colaba por las ventanas Adler agradecía cualquier sensación que le indicase que estaba vivo.

Tan ocupados estaban relamiendose dedos y hocico que ninguno de los dos compañeros se percataron de la barbuda figura que se les acercó por la espalda. Se trataba de Thomas, el dueño de la casa de postas había mejorado de humor tras el tintineo de las monedas.

Digame maese, ¿Está todo de su agrado? Quiera algo más, algún panecillo de carne, fruta de la temporada, ¿Vino tal vez?.

Dejo de comer por un momento.

Algo de fruta estaría bien... que no he comido desde hace tiempo... gracias... por cierto... ¿podría decirme qué ha pasado en los últimos meses por aquí? ya le he dicho que estaba en el bosque y allí uno se entera de pocas cosas...

Y otra pregunta... ¿tiene algún lugar donde dormir? me gustaría quedarme un poco más hasta que khunder se haya recuperado un poco... calculo que sería por un día, dos como mucho.

 Habían pocas cosas que las monedas y el dinero no pudiesen arreglar, con aquél calor era extraño que los mercaderes hicieran largos viajes por aquella carretera mugrienta y llena de polvo. La mayor parte de las habitaciones de huéspedes estaban casi vacías salvo por un par de buhoneros son suerte que compartían la sala común. Así que Thomas estuvo encantado de atender a un acaudalado viajero. Adler fue provisto por una suma de monedas justa de agua hervida, vendas para él y su animal y una copiosa ración de aguardiente que según Thomas desinfectaba por fuera tan bien como lo hacía por dentro.

Así una noche entera de descanso en una cama mullida sin demasiadas chinches y unos cuantos vendajes después Cornelius Adler se encontraba desayunando gachas con miel regadas por una buena jarra de vino, lo mejor para coger fuerzas para un largo día de camino según Thomas, cuando la puerta se habrió de golpe y un hombre entró bramando saludos. çcornelius no tuvo que girarse para reconocer aquella voz.

 Thomas viejo amigo!! -Bramó Edmund, quizá incluso un poco más rechoncho que la última vez que Cornelius le vio- Prepárame uno de esos cerdos asados tuyos que el vino como siempre lo pongo YO!! Ja, Ja Amigo me encanta volver a verte!!

Ambos hombres se entrechocaron los antebrazos pero cuando la mirada del sonriente Edmund recorrió nostalgico la sala común su sonrisa se congeló y desvaneció al ver a Adler comiendo tan tranquilo con el perro a sus pies.

Tu... -susurró dirigiendose al cazarrecompensas-