Aeródromo de Cuatro Vientos

20:30 horas. El frío arrecia con fuerza en la explanada que forma el aeródromo de Cuatro Vientos. La temperatura es baja y varios operadores están comprobado que no se ha formado escarcha en el recubrimiento superior lo que podría limitar la flotabilidad de la aeronave.

A pie de pista está esperando el Capitán Silva aunque viste totalmente de civil, a su lado varias cajas con equipamiento que se están subiendo al dirigible. Seguramente entre ellas todas las que habéis solicitado.Al menos las de explosivos deben ir ya que varias llevan mensajes de precaución y de material inflamable. Podéis ver que la bodega de carga va en el interior del dirigible, seguramente allí haya estancias para descansar ya que la cabina sólo parece poseer unos treinta metros de largo.

Trillo se presentó temprano, puesto que no tenía mucho más que hacer. Con su mono de trabajo caqui parecía un miembro del personal de la base. Traía sus escasas pertenéncias con él y no había pedido equipo adicional, así que simplemente se encaminó hacia Silva, ignorando el viento cortante y la escasa temperatura, y se plantó a su lado, ceñudo.

- ¿Cuanto falta?- preguntó, mirando el gigantesco aparato. Algo así no podría correr mucho en realidad, probablemente él podría llegar antes corriendo y saltando si era necesario. De cualquier forma, sería más discreto seguro que aquella mole a menos que lo encubrieran como un vuelo regular con un propósito legitimo, lo cual hacía que aterrizar cerca de su objetivo fuera complicado. Siempre podía saltar con el dirigible en movimiento, pensó. Eso serviría. Frunció el ceño al ver los explosivos

- ¿No se suponía que teníamos que ser discretos?- añadió, señalando las grandes cajas con signo de peligro. Si volaban la estación de radio de seguro que las autoridades se acercaban a ver que pasaba.

Gastelu acudió en moto al aeródromo, moto que dejó abandonada sin el menor miramiento. Esas cosas nunca le habían preocupado. ¿Qué pasaría si dejaba mal aparcada la moto, que se la llevarían? Crearía otra en cuanto la necesitase.

Una vez allí se acercó con las manos en los bolsillos de la chupa de cuero, tarareando una canción de un grupo de rock alternativo vasco que con toda probabilidad desconocería el resto del grupo. Se situó junto a Silva y se encendió un pitillo con el zippo de la noche anterior, que al parecer le había gustado lo suficiente como para conservarlo de un día para otro).

─Sí ─contestó el vasco a Trillo─ eso ─dijo señalando a las cajas de explosivos─ es por si falla la discreción.

Si algo había aprendido Gastelu en la calle era que un buen plan es una bendición, pero no saberse adaptar a una situación no prevista en el plan podía ser catastrófico. Y siempre surgen imprevistos. Precisamente por eso él estaba allí, se podría decir que el vasco era un Plan B andante.

El autobús me dejó lo suficientemente cerca como para que pudiese estirar un poco las piernas y disfrutar de aquel corto paseo antes de acceder al aeródromo. La parte más salvaje de mí está disfrutando de la noche y del viento, mientras que mi lado más civilizado me mantenía caminando como una persona normal y luchaba contra las ganas de correr por aquel lugar, haciéndome disfrutar de mi libertad hasta ser recluida en aquel zeppelin durante horas.

A mi espalda, una mochila albergaba mis pocas cosas de valor. Desde que recibí mi don, mi vida había cambiado casi por completo. Era complicado encontrarme descansando más de dos noches seguidas en el mismo sitio. No solía permanecer más de una semana en el mismo lugar. Sabía que me buscaban y me seguían. Todas las noches soñaba con aquellos monjes, con sus armas cargadas de munición con plata y mi primo entre ellos, reclamando lo que "por derecho era suyo".

El aire atrajo aquel olor a explosivos a mi nariz, al igual que las voces de mis compañeros de viaje y de misión. Apresuré el paso para darles alcance. - Buenas tardes...  o noches. Lamento el retraso. - Me disculpé ante ellos. Y es que di dos vueltas por todo Madrid antes de llegar a Cuatro Vientos. Quería asegurarme de que nadie seguía mis pasos. - ¿Realmente vamos a volar con esa mercancía con nosotros? - Me sorprendió como a los demás el tema de los explosivos. - Espero que no tengamos ningún incidente con eso... 

El viento sopló con fuerza y trajo una bocanada de aire frío consigo, el cual me hizo cruzar los brazos sobre mi abrigo. - Caballeros, si no les importa, podríamos seguir hablando dentro. - Dije sintiendo el frío en mi piel y como en mi interior las ganas de correr aumentaban. - No me gustaría dar un... espectáculo gratuito y asustar a los militares de la zona antes de emprender el vuelo. - Indiqué a todos con una sonrisa, esperando que aceptasen la propuesta de entrar en aquel cacharro volador y al menos no acabar helados en el exterior.

- Entremos entonces. En menos de media hora deberíamos estar ya en el aire. Tranquila por la carga, es estable y está en buenas condiciones. Cuando estemos sobre la zona la lanzaremos en paracaídas sobre una zona boscosa para luego descender y dejarnos a nosotros a una distancia prudencial. La zona está nevada por lo que usaremos motos de nieve para llegar a la torre... - comenta mientras os invita a entrar.

La temperatura en el interior es bastante alta, en comparación con el interior. Hay presentes tres miembros de la tripulación, el capitán de la aeronave y dos navegantes.

- La tripulación la componen doce personas, no figuramos ninguno de nosotros en la documentación de la aeronave. En caso de que soliciten inspeccionar la aeronave nos ocultaremos en unos compartimentos especiales que hay. En principio no creo que nos pidan eso los franceses o suizos pero hemos previsto dicha eventualidad. - mira a la señorita Blanco y le indica - ...en su camarote tiene el traje especial. Es una especie de bañador deportivo que permite extenderse cuando cambie. Resiste impactos de bala aunque no es tan efectivo como quisiéramos. - mira al resto y añade - ...pónganse cómodos y disfruten del viaje. Uno de los tripulantes les servirán algo en cuanto despeguemos.

Tras entrar y acomodaros notáis como la aeronave se eleva lentamente, no hay demasiado viento y eso favorece el despegue sin ningún tipo de incidencia. Luego los motores se encienden y empezáis a navegar rumbo a Suiza.

La tripulación os sirve lo que pidáis (café, té, wiskhy, un piscolabis, etc...). Luego tras un rato el capitán se acerca a vosotros y os comenta el plan a grandes rasgos.

- Os comentaré brevemente el plan. - dice sacando un mapa de la zona en cuestión - ...el dirigible irá de sur a norte por la zona. Descenderá a dos metros sobre el suelo durante unos minutos, concretamente sobre tres minutos. Ese es el tiempo que tenemos para saltar. La velocidad será sobre 15 nudos, y se espera al menos metro y medio de nieve en polvo virgen lo que amortiguará la caída. El material junto a las motos de nieve las lanzaremos unos minutos antes sobre un área boscosa que es donde estableceremos un pequeño campamento donde dejaremos el material no imprescindible como reserva en caso de que algo salga mal. La torre queda a doce kilómetros de ese campamento, es una zona abrupta para llegar. Nos llevará sobre cinco horas seguramente. La dotación que protege la torre está estimada en cuatro guardias y dejaremos pruebas de que fue cometido por un conocido grupo anarquista de Alemania para no levantar sospechas ya que intentaron atentar en la zona hace un par de años. ¿Alguna duda?

- ¿Cuatro guardias? ¿Solo?- preguntó Trillo, incrédulo. Todo aquel espectáculo para neutralizar a cuatro hombres en mitad de ninguna parte. Bueno, si había que hacerlo, lo harían bien.- ¿Algun distintivo de ese grupo anarquista? Si vamos a entrar a sangre y fuego, lo haremos por la puerta grande.

─Sólo, dice... A la gente más o menos normal le sobra uno para que le meta una bala entre ceja y ceja y le joda la fiesta... A mi me sobra el equipo, así, en general, pero el plan no me parece mal. Si encontramos dónde posicionarnos yo podría hacer de francotirador, si queréis, claro ─ofreció el vasco, desenfadado, como siempre. Ahora que no había un alto representante del gobierno entre ellos Gastelu parecía mucho más relajado y su conversación era más distendida y trivial.

Mientras esperaba respuesta de los demás jugueteaba con una moneda dorada (probablemente de oro, en realidad), haciéndola rodar entre sus nudillos con sorprendente precisión y fluidez, algo probablemente fruto de muchas horas de entrenamiento y/o aburrimiento.

- ¿Dudas? Ninguna. - Dije con calma. - Salvo que pretendan que use un arma de fuego o me pidan que coloque los explosivos. Entonces si que tendría preguntas. - Había dejado mi mochila a un lado, junto a mis pies y me recliné sobre ella para coger el cuaderno de dibujo y algunos carboncillos. - ¿Cuánto durará el viaje? - Pregunté entonces con curiosidad, ladeándome un poco y adoptando una postura en la cual me fuese sencillo dibujar, para continuar aquel dibujo que tenía recién empezado desde hacía algún tiempo.

- Quizás me de tiempo a terminarlo a lo largo del viaje. - Me vendría bien para distraerme y mantenerme tranquila. Sufrir una transformación dentro de aquel lugar, a tanta altitud y no poder controlarme, sería la muerte de todos. O de casi todos. Entonces vino aquella pregunta a mi cabeza. - Señor Trillo, a riesgo de llevarme una mala respuesta... pero la curiosidad me puede. ¿Cuál es su naturaleza? Su aspecto me dice que está vivo, pero es cierto que no le veo respirar ni oigo el latir de su corazón. No huele a putefracción y no parece necesitar alimentarse.

- La verdad es que eso me hace pensar en vampiros y, teniendo en cuenta que es la segunda vez que nos vemos y encima de noche... - Le miré con curiosidad, dejando de lado aquel dibujo durante unos instantes. - Tampoco es que quiera invadir su intimidad, señor Trillo. Pero es bueno para todos saber... que somos o por donde cubrirnos. Por ejemplo yo, perderé el control y me convertiré en esa enorme bestia salvaje cuando la luna llena incida sobre mí. - Expliqué bajando un tanto el tono de voz. - Y, cuando tenga que transformarme... lo mejor es que no estéis cerca de mí. No porque sea o no agradable de ver, sino porque cabe la posibilidad de que no sea capaz de controlar a la bestia que habita en mí y acabeis siendo atacados por mí...

- Para ser perseguida injustamente, alguien juzga con mucha ligereza a la gente- comentó Trillo, con aire sombrío. Se había sentado cerca de la ventana en una silla de madera giratoria clavada al suelo para que no se tambaleara en caso de turbulencias. 

- No soy un vampiro, si esa es la pregunta- respondió, calmado.- No tengo problema en salir a la calle durante el día, no tengo miedo del ajo, desde luego me dan igual los crucifijos y, por supuesto, no siento ansia por la sangre de jovencitas en salto de cama- enumeró.- Tampoco toco el órgano de forma melancólica ni voy por ahí sintiendo una profunda angustia existencial por el roce de las cortinas.

- Y francamente- añadió, sin darle más importancia.- No sería un gran problema una transformación. Viví sesenta años en el bosque, no sería la primera bestia a la que me enfrentaría. En esta misión, posiblemente sea una ventaja en un momento dado, se trata de sembrar el caos.

- Nunca he dicho que se me persiga de manera justa o no, al igual que tampoco le estaba juzgando. Es más, creo que es usted mismo quien... - Repliqué al muerto andante. - Da igual. Tan solo sentía curiosidad por su naturaleza. Pero me ha quedado claro que le ha disgustado enormemente mi pregunta y que quiera saber un poco más sobre usted. No se preocupe. Mensaje captado.

Me recoloqué en el asiento, dispuesta a ponerme a dibujar y miré a los otros dos hombres que nos acompañaban. - Disculpenme si no les pregunto o si no les hablo durante el resto del viaje.  - Les dije a ambos. - No me gustaría que mis preguntas les ofendiesen. Supongo que hay demasiada sensibilidad y delicadeza en esta sala. - Dije con segundas, mientras que comenzaba a trazar nuevamente algunas líneas y sombras sobre el papel.

Hace caso omiso del conato de discusión, el grupo claramente no está engrasado. Ni siquiera se conocen y confían entre ellos pero no tienen porqué hacerlo. Deben obedecer las órdenes y cumplir con el cometido. Luego cada uno irá por su lado...si es que salen con vida.

- El grupo anarquista deja siempre un panfleto indicando el motivo del ataque, tenemos falsificaciones preparadas para dejarlas...pero debemos sembrar sangre y destrucción. Lo siento por los pobres hombres que custodian esa torre... - dice con cierto pesar que parece no fingido - ...pero no podemos arriesgarnos a poner en peligro nuestra misión. No puede quedar ninguno con vida...

Xabier le muestra una pistola de dardos a Cristina y le comenta:

- Aunque parezca mentira no eres el primer licántropo al que conozco...así que no te preocupes si te descontrolas. La gente de IDESS sabe un poco sobre tu especie y nos ha suministrado esto. No te matará pero te dejará atontada y seguramente revierta tu transformación si te impactan varios dardos. Espero no tener que utilizarla pero por si acaso vengo preparado... 

Sobre lo del ofrecimiento de francotirador de Gastelu, Andrade le indica:

- Si hay buena zona no hay problema que nos des cobertura...pero es posible que necesitemos de tu capacidad de improvisación. Según un operativo nuestro eres bueno en eso...lo importante es que no den la voz de alerta. Si no nos enfrentaremos a algo más que cuatro guardias. En menos de diez minutos podríamos vernos con dos o tres escuadras de infantería de montaña suiza...y no son nada amistosos.

- Son cuatro hombres- repitió Trillo.- El problema va a ser el sigilo. ¿Hay que destruir la estación o sólo con eliminar los cuatro hombres basta? ¿Lo importante es que no den la alarma, no?- pregunta, para aclararlo. No parece muy interesado en los problemas que pueda dar llevar un licántropo en el equipo, igual que tampoco parece muy preocupado por tener que liquidar a cuatro personas.

- Si lo tienen todo tan bien preparado y organizado, sigo sin entender porque estamos nosotros aquí. Hablan del plan como si fuese infalible y, por algún sitio debe fallar.-  Dije atendiendo unos segundos a la conversación, antes de volver a centrar mi vista en aquel dibujo. - Además nos pide que matemos como si ya lo hubiésemos hecho antes. - Indiqué sin levantar mi cabeza del dibujo, remarcando algunas líneas en él. 

- Al menos yo no he matado nunca y no me gustaría tener que hacerlo por obligación ni por el Régimen, con el cual, como podrán observar, no comparto sus ideales ni estoy conforme... Pero quizás este tema no es el mejor para esta tranquila velada. - Volví a mirar mi dibujo y a seguir marcando algunas líneas más sobre él, aunque la pistola que me muestra Silva me llama tremendamente la atención y olfateo el aire desde mi sitio.

- No se preocupe, señor Silva. Ni yo misma se realmente nada sobre mi raza. Se supone que mi legado va enfocado para el primogénito varón descendiente directo de un licántropo, a quien se le enseña y educa desde el día que nace hasta que recibe la... maldición.-  Suspiré, mirando con pesar el dibujo que tenía delante.  - Es la primera vez que se le concede a una mujer en mi linaje. 

─Aiba la ostia, lo que me has dicho, chica... ─exclamó en broma en referencia a aquella "sensibilidad y "delicadeza" mientras hacía como si se arremangara para darle "una tunda" a Cristina. El gesto no se vio acompañado de ningún movimiento hostil, sino de una amplia sonrisa─ Joder, chica, que soy del norte, me puedes llamar lo que quieras y lo más que va a pasar es que te mande a la mierda y ya...

Luego la conversación se volvió a centrar en lo lógico, la misión. Primero Xabier, a continuación Trillo y finalmente Cristina dieron su opinión.

─Vale, la idea de un baño de sangre a mi tampoco me entusiasma, la verdad, pero si todo sale bien, sea como sea, será la última vez que tengamos que hacerlo, así que mejor salga todo a pedir de boca. A ver, ¿qué se os ocurre para acercarnos sigilosamente a la torre esa?

- Lo de acercarnos con sigilo es fundamental compañeros. Los guardias son soldados del ejército suizo y van armados. Nuestros servicios de información, en los cuales confío lo mínimo para este tipo de situaciones nos ha indicado que no tienen ningún puesto de ametralladora fija en la torre o en las inmediaciones... - suspira y añade - ...así que demos por hecho que las hay o que pueden existir, no sería la primera vez que se olvidan de comprobar o compartir parte de la información

Los recuerdos de aquella carga que pudo salir mal por culpa de que aparecieron varios tanques de forma repentina cuando los informes ni siquiera mencionaban esa posibilidad estaba todavía impresa en su memoria.

- Lo del baño de sangre a nadie le agrada, aunque hayas quitado vidas...pero en este caso es necesario...y mejor cuatro que varios millones... - hace un gesto para centrarse y añade - ...empecemos a perfilar un plan, Gastelu tú nos cubrirás en principio ¿no? La nieve es una ventaja y a la vez un problema, un camino en la nieve se ve...pero si hay uno y con ropa oscura es posible acceder a través de él y eso nos puede ayudar...¿alguna idea sin conocer el entorno que pueda servir? ¿Alguno de vosotros vuela?

- Yo puedo saltar unos 150 metros- reveló Trillo.- Si es necesario pordía acercarme bastante deprisa, mi mayor preocupación es que esos cuatro guardias den la alarma. Si se movilizan las fuerzas suizas el resto de la operación se va al garete ¿no? Todo eso lo hacemos para que no den la alarma sobre el valle, si atraemos tropas nosotros no hay forma de que esto funcione.

Joder el Trillo, parece una pulga ─pensó para sí el vasco mientras no podía evitar arquear las cejas, sorprendido.

─Yo no vuelo, pero ¿alguien tiene experiencia en manejo de ala-deltas o paracaídas? Eso sí que lo puedo crear... ─sugirió Aitor.

Si aquello era Suiza, tan famosa por sus escarpadas montañas, seguro que habría alguna cumbre cercana a la que acercarse y desde la que poder tirarse en parapente para llegar rápida y sigilosamente al objetivo. Eso sí, si había alguien patoso la cosa podía acabar bastante mal. O si hacía mal tiempo. Aunque claro, si hacía mal tiempo podrían acercarse con cierta facilidad campo a través, con trajes de camuflaje de invierno...

- Ojala mi don fuese volar y no el de convertirme en un animal salvaje con sed de sangre. - Dije ante las palabras de Xavier, sin dejar de dibujar. - Desconozco cuanto podría saltar siendo esa bestia.

Miré al vasco cuando este dijo lo del paracaídas y el ala delta. - Tus sugerencias son buenas, pero me da que para manejas una cosa de esas, en plena montaña, uno ha de ser un experto y en mi caso, lo más cerca que he visto una cosa de esas ha sido en la televisión. - Dejé de lado el dibujo, pensando en que podía aportar al grupo.

- Lo único fiable que tengo sin tener que cambiar de piel, son mis sentidos. Mi oído y mi olfato no me suelen fallar. Además... quizás podría generar una distracción aullando cerca de la torre. Allí tienen que haber lobos y no creo que les guste tener a ninguno cerca. Si tienen alarmas en el exterior, la proximidad del mismo sería un inconveniente para ellos, al igual que si piensan que está hambriento. Si un depredador se acerca tanto al hombre es porque tiene hambre y solamente en esos casos puede atacar a un ser humano.  - Les indiqué a todos. Era todo lo que se me ocurría en aquel momento.