Partida Rol por web

Tal como prometió el barón Stalben el viaje hacia el Cúmulo de Hapes duró una semana, el Incursor era una nave rápida y, por lo que pudisteis averiguar, equipada con mejoras que le permitían realizar operaciones encubiertas que interferían a los sensores. Los saltos estuvieron envueltos en la calma tensa, aunque el barón les restaba importancia, cada llegada a un nuevo sistema para recalcular las coordenadas de salto hiperespacial iba acompañada de la amarga sensación de que los imperiales podían aparecer en cualquier momento. Al menos al principio, luego aceptasteis esa rutina como normal y, desde luego, el viaje transcurrió sin incidentes.

El trato que recibisteis a bordo del Incursor no fue de los mejores, pero el barón y, luego, la princesa Kyal se aseguraron de agasajaros con los escasos recursos de los que disponían en la nave. Aunque Stalben no terminaba de fiarse de vosotros, bastaban las palabras de Kyal para disipar cualquier reticencia, aunque teníais prohibido el acceso a las secciones más sensibles de la nave como motores o sistemas armamento. La verdad es que tras tanto tiempo en Kessel, aquello sabía a gloria.

Un día después de la semana prometida, el Incursor llegó a uno de los puntos de acceso al Cúmulo de Hapes, el hogar del Consorcio. El territorio hapano estaba rodeado por unas densas nubes de polvo ionizado de tonos carmesíes llamadas Nieblas Transitorias, este fenómeno estelar impedía el tránsito hiperespacial hacia el interior del mismo salvo por unas pocas rutas descubiertas por los hapanos originales. Huelga decir que los hapanos tenían fuertemente vigilados esos puntos de acceso, y tal vigilancia no tardó en manifestarse en forma de los colosales dragones de batalla hapanos.

Al principio detectasteis un poco de tensión en las comunicaciones del Incursor y la guarnición hapana, parecía que la nave del barón había salido del Consorcio sin permiso y las acusaciones orbitaban peligrosamente términos como la traición. Pero tal hostilidad desapareció pronto cuando Kyal intervino, de forma bastante vehemente, acallando los recelosos oficiales hapanos que custodiaban la entrada. Enseguida se os granjeó la entrada a través de las Nieblas y, además, una escolta de dos dragones de batalla para llegar sin percances hasta Hapes.

A decir verdad, comer. El wookie había pasado los últimos días intentando ingerir cuanto pudo, y por supuesto, siempre intentando que fuera todo 100% vegetal, nada animal. Cuando uno salía de Kessel y podía retomar sus hábitos alimentarios, todo le sabía a gloria. Hasta las algas hervidas más asquerosas del mundo más perdido.

También se había dedicado a jugar un poco a cartas y tableros, siempre con aquella famosa fama de que soliviantar a un wookie te podía costar los brazos. Y como todo Wookie, había intentado encontrar algo verde, o algo de acceso a las salas de máquinas, cosas que le fueron denegadas. Por ello dedicó tiempo al androirde Ferra Adrià, aquel que había cargado a su espalda y que buscaba volver a activarlo para que cocinara para él, además de intentar ver si la lanzadera podría volver a volar algún día, o lo mejor sería demsontarla y venderla por piezas para chatarra.

Todo aquello hasta que bueno, hasta quellegó el día en el cual llegaron al cúmulod e Hapes, donde parecía respirarse una calma tensa que pasó a hostilidad cuando salió sobre la mesa la palabra traición.

En aquel momento, la sensación de haber salido de un sitiomalo para meterse en uno peor se había convertido en algo más que real.

Por suerte, Kyal, quien parecía una diosa entrem ortales convenció con su palabra de que aquello era justo y necesario, y por suerte para ellos, accedieron. Ojalá tuvieran gente así entre los Wookies. Quizás si ella fuera un poco más peluda y el un poco menos peludo...

Todo parecía indicar que los misteriosos Hapani contaban con la ventaja de permanecido aislados del resto de la galaxia gracias a los peligrosas Nieblas Carmesíes que les rodeaban. Tívna Siráh se preguntaba si eso también les habrían protegido también del férreo puño imperial, o si por el contrario, el Nuevo Orden había encontrado una vía para navegar a través de aquél laberinto púrpura y mostrar su autoritaria presencia ante las autoridades Hapani. ¿Estarían a salvo Tívnah y los demás de las fuerzas imperiales dentro del cúmulo? ¿Y lo estaría también…?

Quién lo sabía. Ojalá.

Para Tívna, los Hapani se mostraban ahora como un misterioso escondido durante demasiado tiempo más allá un velo neblinoso a través del cual era difícil vislumbrar algo. Se sentía emocionada a la par que insegura y nerviosa. A sus ojos, había un toque de misterio en ellos, que los convertía a la vez tanto en fuente de temor como de atracción…

Durante los días que sucedieron, Tivnah se distendió ligeramente, y se mostró más parlanchina y animada con el resto de fugitivos, contándoles algo de su historia: Tivnah les contó a sus compañeros de fuga que había sido estudiante de medicina en Rhinnal, un mundo civilizado y próspero del núcleo cuya economía estaba basada en la industria médica y farmacológica. Ella, por supuesto, terminó la carrera de medicina, y tras licenciarse tuvo la suerte de encontrar trabajo como ayudante de un prestigioso científico junto a su novio Twi Lek llamado Yorson Yoran.

Por desgracia, el profesor Kasulan Balrik, un arkaniano, se dedicaba a investigaciones que suscitaron el interés del Nuevo Orden Imperial. El profesor y sus ayudantes fueron trasladados forzosamente a un centro secreto imperial donde se dedicaron a trabajar en una serie de estudios de los que Tívnah no dio detalles, pero de los que no parecía estar demasiado orgullosa.

La Twi Lek habló de cómo varios miembros del proyecto idearon un plan de fuga y de cómo este fracasó estrepitosamente con varias muertes. Tampoco dió muchos más detalles del asunto, sólo que eso fué lo que la llevó a ser condenada en Kessel. Parecía que hablar de todo ello la angustiaba.

Fuera de eso, durante la travesía enter las Nieblas Carmesíaes Tívnah dedicó bastante tiempo a buscar por la nave un atuendo más a su gusto de manera infructuosa. Aunque el tema de la higiene personal había aumentado mucho respecto a su situación en Kessel, y eso la hacía sentirse mejor, parecía mostrarse un poco demasiado obsesionada con respecto a su aspecto y encontrar ropa más adecuada. Al fin y al cabo, el transporte Hapani cumplía con una función muy concreta, y aunque transportaba a una auténtica princesa (wiiiii.. qué emoción) distaba mucho de ser un palacio.

Fuera de esto, Tívnah se mostró como una persona sociable que parecía intentar charlar con el personal hapani de la nave siempre que tenía oportunidad, aunque fuera de temas intrascendentes, pero normálmente intentando saber cómo era su mundo y qué sorpresas la esperaban allí. Parece que escapar de Kessel la había hecho salir de su concha y mostrarse tal cual era, ua persona amigable y socializadoa.

También procuraba buscar fuentes de lectura y leía bastante en sus ratos muertos.

Sin embargo, demasiado a menudo, la chica desaparecía durante horas sin decirle nada a nadie, y también era cierto que jamás se separaba de la mochila médica que había “adquirido” en Kessel, como si de una obsesión malsana se tratase.

Si hay personal e instalaciones médicas en la nave, habrá acudido a los mismos para solicitarles estudios médicos y segundas opiniones sobre su estado de salud. Esta preocupada por su embarazo, evidentemente, pues Kessel fue un entorno muy duro.

Con respecto a este tema prefiere mantener la discreción frente al resto de compañeros de fuga. No tiene problemas en hablar de ello con el personal médico de la nave (de haberlo) pero les pedirá que mantengan su privacidad.

Las esperanzas de que a Seamus le diesen una nave y le dejasen tranquilo se esfumaron el pimer dia tras ver la mirada que le echo el Baron Stalben.

Maldita nobleza. Estamos aqui tan prisioneros como estabamos en Kessel –  murmuró Seamus dandole unos golpecitos a la botella de whiskey vacia para que cayesen un par de gotas mas en el vaso. El viejo miro con un ojo por el cuello de la botella comprobando que estaba vacia – Maldita botella. – Miro a su alrededor – Maldita nave. – un mecanico se sentó en una mesa cercana y le miró de reojo. Seguro que era de la secreta, asegurandose que Seamus no robaba nada. Como si tuviesen algo que le interesase! Bah. Una nave, maldito Baron de los infiernos. Una nave. El resto se lo podian meter alli donde no llega la luz de la nebulosa. -  Malditos hapanos.  – Murmuró, y meneó la cabeza.

El piloto no habia pasado demasiado tiempo con los otros fugitivos, aunque Lou le venia a visitar de vez en cuando para comprobar que no se habia matado todavia y, si se habia dormido, arrastrarlo a su camarote. El resto del tiempo lo habia gastado en el bar, donde tenian barra libre, sintiendose cada vez mas inutil y fuera de lugar. Estaba claro que no pintaba nada alli ni nadie queria su consejo. Ni siquiera el robot camarero parecia interesado en las historias sobre Marge y eso que estaban programados para escuchar a los borrachos como el.

Asi me agradecen que haya salvado la vida a la heredera al trono. Maldita sea. La ultima vez que lo hago.

Volver a la civilización fue un alivio para Nru desde el primer momento. Ropa limpia, una ducha. Una cama cómoda sobre la que dormir y un plato caliente que no te daba la vuelta al estómago. Una ración entera para sí misma (nadie le había obligado a dar las suyas. Aun así). Aquella primera noche comió hasta sentirse enferma. 

Y no se arrepintió en lo más mínimo. 

(Tampoco volvió a hacerlo)

El inicio de la semana la pilló completamente desprevenida. Sin nada que hacer, Nru se dedicó casi a tiempos iguales a explorar la nave y a excluirse del grupo disfrutando de su recién ganada privacidad. Sin embargo, esta conducta no duró más de tres días. Al cuarto, se sentó junto a Seamus y asintió: tenía razón, no podían quedarse allí para siempre. O, por lo menos, ella no podía. En cuanto llegaran a un puerto seguro, opinó, debían conseguir una nave y poner espacio entre ellos y los hapanos. 

El tiempo, cuando no tienes nada que hacer, pasa más lentamente. Pasó mucho tiempo al lado de Tívna escuchando su historia, aunque no la pillara desde el principio. Y aunque hablaba poco de su propia vida, no dudó en contar pequeñas historias y curiosidades sobre su mundo natal. De ellas, se podía deducir que Nru venía de una familia acomodada, de posición burguesa, aunque sin grandes pretensiones. Que no era hija única. Y que escapó de su hogar muy joven.

En algún momento de la semana se acercó a Sorcha y a la frase de «tú entiendes wookiee» se sentó a su lado. «¿Puedes enseñarme?». 

Jamás rechazó una partida de holoajedrez o de cartas y, aunque no es una mujer especialmente buena haciendo planes o estrategias, se deja entrever que es capaz de recordar grandes cantidades de información en poco tiempo. 

Por último, sobre la tripulación hapana y la princesa, aunque en ningún momento ha buscado su interacción, tampoco ha sido desagradable con ellos de iniciar estos alguna conversación. 

No sabia demasiado de la casa Real Hapiana. Pero haberse mantenido independientes del Imperio era todo un logro de eso no había duda.

De otra cosa de la cual no había duda es que tenían dinero mucho dinero. Y el haber ayudado a uno de ellos nos provoco ciertas comodidades. Que la verdad era n bastante útiles como terapia para una prisión Imperial y la fuga que hicimos.

En esa semana de viaje me dedique a descansar y desconectar.

Viejo. Igual igual no estamos. Comida , bebida en tu caso y ropa limpia. No estamos para nada igual . y podía haber sido mucho peor.

Me gire a Nru cuando me pregunto por el Shyriiwook.

Si se hablar Shyriiwook . Es un idioma bastante difícil la verdad. Yo lo aprendí hace años cuando era Oficial. Esos ojos rojos con esa piel azulada me hacían tener cierto repelús a la chica. Pero bueno había sido amable y al fin y al cabo todo estábamos unidos por ahora.

Aunque se tarda bastante  en aprenderlo correctamente.

Tras un tránsito breve, llegáis a través de las laberínticas Nieblas Transitorias a Hapes, el mundo capital del Consorcio y objetivo del viaje. Una poderosa flota de Dragones de Batalla orbita alrededor del planeta y puede apreciarse un flujo constante de naves civiles que van y vienen. El Incursor se queda en órbita estacionaria y vosotros, junto a Kyal, el barón Stalben y una pequeña escolta, descendéis sobre Hapes. Es un mundo bello, sembrado de paisajes verdes con ciudades que se adaptan a la estampa natural. Sus estructuras son estilizadas, nada que ver con el diseño prefabricado del Imperio.

El trayecto dura una escasa media hora, la lanzadera aterriza en un espaciopuerto cerca de un complejo de edificios que Kyal os informa que es el Distrito Real, sede del poder político del Consorcio, justo al salir os espera una escolta real hapana desplegada en posición que recibe a la princesa Kyal que baja acompañada del barón. Al final del pasillo de los guardias reales hay un droide de protocolo, la presencia del robot hace que a Kyal se la arrugue la nariz con cierto desagrado.

El droide espera paciente vuestro acercamiento, su mirada inexpresiva os escruta sin rubor. Cuando estáis lo suficientemente cerca, el robot se acerca saludando con educación.

Su Alteza Real, me alegra tenerla de vuelta. hace un pequeño gesto de inclinación, tanto como le permitía su cuerpo metálico. Soy J-3PO, representante de la Reina Ta'a Chume. Su Majestad lamenta no haber podido venir a recibirla, asegura que está feliz de que su hermana pequeña haya regresado, pero asuntos urgentes de estado la han tenido ocupada hasta ahora. Se disculpa con profunda tristeza. las palabras del droide de protocolo no hacían mella en el semblante pétreo que demostraba Kyal, desde luego ni toda la habilidad diplomática del robot podían paliar ese gesto. He sido honrado con ser vuestro guía, acomodarles en el Palacio Real y avisarles cuando Su Majestad les pueda recibir.

El negro gesto de Kyal no cambia, mira al robot como si fuera a destruirlo con la mirada. Pero un gesto de desafío asoma en su cruce de brazos.

Parece que mi hermana prefiere la compañía de sus ministros que reunirse con su hermana largo tiempo desaparecida. dijo con sorna, miró de reojo al barón que se mantenía estoico a su lado. Está bien, lo entiendo. Pero no quisiera ser una molestia para Su Majestad, de veras. Estoy segura de que su hermana pequeña sabrá como apañárselas sola. tanto el droide como el barón estaban a punto de protestar, Kyal los calló con un gesto de la mano y una mirada. Chitón, tengo a unos amigos a los que prometí un premio por haberme salvado. miró hacia vosotros con un gesto menos hostil. Y pienso pagarlo. No quiero que se envenenen con las intrigas palaciegas antes de que tengan algo con lo que huir.

La hapana se volvió definitivamente hacia vosotros, el rostro aparecía algo abatido y triste por esas circunstancias, pero enseguida se recompuso. 

Por favor, creo que sé cómo premiaros. Venid conmigo.

El Wookie estuvo cerca de una de las ventanas durante la mayor parte del trayecto de aproximación. Contempló con cierta admiración las numerosas naves que protegían el mundo capital del Consorcio, y entre los agujeros negros y la enorme flota que lo protegía, le hacía darse cuenta por qué el Imperio aún no había hundido sus garras en aquel planeta. Casi parecía un paraíso en medio de una galaxia en guerra. Por desgracia, la idea de quedarse allí no le parecía demasiado atractiva, no aun con su hogar en manos del Imperio.

Liberaría Kashyyyk.

Pronto se vieron en una nueva lanzadera, descendiendo sobre el planeta. El Wookie había cogido las cosas que tenía, que tampoco eran muchas. Sus armas, su chuchillo, su medio androide cocinero... poco más. El viaje fue tranquilo, alguna conversación, y se situó estratégicamente entre Sorcha y Seamus para que no discutieran (o poder zarandearlos si lo hacían) y tener alguna conversación con los presentes sobre cómo iba el robot (aunque solo Sorcha le entendiera, eso parecía darle igual).

Cuando aterrizaron en aquel mundo, el Wookie sintió cierta nostalgia de su planeta. Imaginó en sus años de cautiverio que el primer planeta que pisaría sería el suyo, pero ahora estaba en aquel mundo lejos de casa, rodeado de realeza y de chupatintas burocráticos. No... eso no era lo que a él le gustaba, y se sentía un poco fuera de lugar.

O muy fuera de lugar.

Así que con su droide a la espalda, esperó ver a la Reina (de quien dudaba que le fueran los peludos, y habría sido una pena porque viendo a la hermana seguro que era un buen partido si tuviera algo más de pelo) pero esta no apareció, pero si un droide de protocolo que, lo primero que hizo, fue mirar si sus piernas encajaban con la de su droide cocinero.

Y cuando a Kyal pareció que se le pasaba el mosqueo porque su hermana le había dejado tirada -mala hermana- les invitó a ver su premio. Esperaba que fuera una cena vegana, unas piernas para su androide cocinero y una ballesta láser. Un crucero de batalla también le servía, todo sea dicho.

[...] tengan algo con lo que huir.

Huir?

Esas palabras finalmente captaron la atención de Seamus. No le había interesado la conversación con el droide, ni el viaje, ni lo bonito que era el planeta, ni nada de nada. Habia pasado el viaje hasta alli apático, sin siquiera interesarse demasiado por lo que contaba Lou de su droide. Vamos, o de lo que fuese. Algo tenía que ver con el droide porque no hacía más que coger el brazo metalico y zarandearlo en el aire, gruñendo en su idioma. Quizás quería aprender a dar collejas con él? Se encogió de hombros. Que más daba?

Centrate, que esta hablando - pensó intentando quitarse la niebla resacosa que le impedia pensar con claridad

Por favor, creo que sé cómo premiaros. Venid conmigo.

En la mente de un hombre más joven se habrían formado rápidamente otras imagenes. Kyal sin ropa. Kyal en esta o aquella posición. Kyal diciendo cosas que no se dicen en público. Pero Seamus sólo pensaba en una cosa: Una nave

Huir? premio? Joder, está claro. - se dijo sintiendo un buen animo que no sentia... Puf. Ni se acordaba. Desde antes de la enfermedad de Marge. Siguió a la princesa sin rechistar. Les iba a dar una nave. Blanco y en botella. Hmmm... O a lo mejor, ahora que lo decia, quizás fuesen más botellas, para huir mentalmente? Bueno, eso tambien le valia.

Kyal los conocía lo suficientemente bien como para entender sus motivaciones. O, por lo menos, las de la mayoría. A Nru le bastaba con la parte de salir de allí cuanto antes, pero tampoco iba a rechazar cualquier ayuda que fuera a ayudarle a conseguir su objetivo y mantenerse con vida durante el máximo tiempo posible. A fin de cuentas, el universo era un lugar hostil y, un puñado de créditos, siempre conseguía hacerlo más sencillo. Incluso ella, con su escasa experiencia en la realidad, lo sabía.

Metió sus manos en los bolsillos de sus nuevos pantalones y  esperó a que el grupo empezara a moverse.

La Twi’lek intentó quitar hierro a la situación mostrándose agradable para con el droide de protocolo: -Gracias, J-3PO.-  Le ofreció una agradable sonrisa. -En cuanto la princesa Kyal nos honre con su generosidad estaría encantada de que me hiciese de guia.- Se mostró visiblemente emocionada: -¡Nunca antes estuve en un palacio!- Ciertamente, Tívna no mentía. Aunque su planeta natal contaba de una manera parecida a la capital Hapani con vistas y construcciones hermosas, Rhinnal carecía de las formalidades de la aristocracia o de las construcciones palaciegas.

Tívna se giró hacia Kyal, como alusión a sus palabras sobre intrigas palaciegas: -Entiendo que el palacio real no sea el lugar adecuado para nosotros salvo como invitados momentáneos, pero ¿no cree que nos permitirían quedarnos en el sistema? Ahora somos fugitivos del imperio y… esta confederación parece un buen lugar donde…- Tragó saliva esperando no enfurecer a Kyal. - …iniciar una nueva vida lejos de las garras del imperio.-

Se preguntó si se había tomado demasiadas libertades al lanzar una cuestión así al aire.

Mientras la recién regresada princesa se dirigía hacia el lugar donde creía saber cómo premiaros, escuchó a Tívna y sus preguntas. La humana arrugó la frente, mostrando una mueca de circunstancias.

Me temo que el Consorcio no se distingue demasiado en cuanto al rechazo a los extranjeros, Tívna. respondió con resignación. Hapes y sus mundos han permanecido aislados del resto de la Galaxia durante siglos, y la mayoría quieren que siga siendo así. Las Nieblas Transitorias nos han permitido vivir siguiendo esta forma de vida, me temo que podré granjearos un tiempo en el cúmulo, pero no podrá ser demasiado. hizo una pausa dibujando una sonrisa cínica. Ni tampoco os deseo ese tormento.

Llegasteis a un enorme edificio con aspecto de hangar, y ese que había cierto tránsito espacial que iba y venía de la parte superior del mismo. Al acercarse a una de las entradas, un par de guardias hapanos fueron a su encuentro y rápidamente fueron despachados por Kyal. Entrasteis en el edificio, perdiéndoos en varios pasillos, aunque la mujer sabía perfectamente hacia donde dirigirse, o eso aparentaba. Llegando a lo que parecía vuestro destino, Kyal habló con un comunicador.

Estamos llegando, abran las compuertas del hangar 42. solicitó, esas compuertas ya se abrían cuando estabais llegando. Era un hangar espacioso, y en él había una nave carguero coreliano YT-1300, un pedazo de chatarra de colores grises algo cascada, pero entera.

Muchachos.. quizá nunca os termine de agradecer nunca que me ayudarais a salir de Kessel. se dio la vuelta hacia vosotros mientras caminaba de espaldas hacia la nave. Pero sirva esto de gesto de buena voluntad. Este carguero fue confiscado hace unos años a un grupo de contrabandistas que operaban en el territorio del Consorcio, ha estado bajo custodia desde entonces sin un destino claro. Ahora es vuestro. sonrió complacida, esperando que el regalo os gustara.

Un grupo de operarios se acercaron a vosotros mientras seguíais hacia vuestra nueva nave.

—Te besaría ahora mismo, Kyal —dijo Nru con un tono afectado que no solía utilizar. Carraspeó, tapándose la boca con una mano y asintió, eliminando una sonrisa superflua de sus labios en el proceso. Ni siquiera habían tenido que sentarse a discutirlo: delante de sus ojos estaba la respuesta que estaba esperando para salir del planeta y pensaba aceptarla—. Eres una buena mujer. 

—¿Cómo se llama? La nave, digo —preguntó, recuperando por completo la compostura y el paso. 

El rostro de la doctora había reflejado una expresión de clara decepción ante la respuesta de Kyal a su pregunta sobre quedarse a vivir en Hapes. La twi'lek no quiso comentar nada más al respecto para no incomodar a su anfitriona o hacer que se sintiera mal, pero con su gesto alargado y triste Tívna lo decía todo.

Bueno. Esperaba al menos que el regalo de Kyal por haberles salvado fuera algo hermoso, e intentó centrar su ilusión en eso para animarse.

Si. Seguro que era algo realmente bello.

Pero su fantasía empezaba a desmoronarse a medida que se dirigían a lo que parecía un hangar cerca de la zona de aterrizajes.

Por los nueve antepasados primigenios twi'lek, si es una verdadera chatarra volante, pensó. El aspecto de aquella nave (si podía llamarse así a la masa de metal que tenía frente a ella) era espeluznante. No dudaba que hace mucho, mucho tiempo, aquella nave de transporte con sus estilizadas lineas de diseño corelliano podía haber resultado incluso elegante, pero efectivamente, eso debió haber sido hace eones, cuando saliera del astillero.

Lanzó una mirada incrédula en plan ¿en serio? a Nru ante las ilusionadas palabras de esta chica al admirar el regalo de Kyal. La chiss había demostrado tener unas cualidades y conocimientos técnicos impresionantes durante su huida, y sin duda la chica estaba juzgando la nave como una obra maestra de la ingeniería... de hace tres siglos.

Pero para alguien cateto como ella en cuestiones de naves, en cambio, lo que veía frente a ella era lo que parecía. Y ella no veía más que un trasto viejo, horrible y con aspecto de estar a punto de caerse a pedazos.

No es que esperara un yate espacial de lujo, pero en un instante todas sus fantasías iniciales sobre príncipes azules hapanos en palacios de ensueño se habían transformado en... ¡Esa cosa horrible!

Mirando la chatarra espacial, y sabiendo que iba a tener que pasar mucho tiempo en ella, ya la odiaba desde lo más hondo de su corazón.

 Este carguero fue confiscado hace unos años a un grupo de contrabandistas que operaban en el territorio del Consorcio, ha estado bajo custodia desde entonces sin un destino claro. Ahora es vuestro. sonrió complacida, esperando que el regalo os gustara.

De quién era? - preguntó Seamus mientras miraba la nave con ojo crítico. Una persona con menos conocimientos quizas tuviese dudas, pero el experimentado piloto se dio cuenta de forma inmediata que la nave estaba en buen estado. Seguramente con una configuración de fabrica. Mirando los anillos de atraque quedaba claro que era una YT-1300F, sin capacidad de usarla para el transporte de pasajeros. Al menos, legalmente, ya que solo tenia las 5 capsulas de escape estándar.

Menos mal que somos sólo 5 - pensó el viejo. - Sólo 5....

Joder, claro, ahi estaba el truco. Seamus se habia centrado tanto en la nave, que se le habia escapado ese detalle.

"Es nuestra."

Kyal suponia que seguirian juntos. Que haber escapado de Kessel les daria un vinculo tan fuerte que no querrian continuar ahi fuera por separado.

Claro, la maldita princesa no debe haber pensado en lo que es compartir el poco espacio vital en una nave de estas con un wookie que lo dejara todo lleno de pelo y con tres jovencitas que tendran el sanitario ocupado todo el dia... Cojones, si es que la puta vida no me da un respiro.

El piloto suspiró. Se quejaba por quejarse y lo sabía. Primero, había compartido lustros de su vida con tripulaciones mucho más asquerosas que esta. Y segundo, lo mejor que podían hacer independientemente de su relación personal, era seguir juntos. Si el Imperio pillaba a alguno por separado, sacarían información sobre los demás antes o después. Nru interrumpió sus cavilaciones.

—¿Cómo se llama? La nave, digo

No importa - le respondió el piloto - Tendremos que darle otro nombre. - se giró hacia Kyal - Entiendo que si teniais pensado usar esta nave habreis cambiando el transpondedor, evidentemente. Si no, será cuestion de tiempo que una patrulla nos identifique en la base de datos del BoSS y los imperiales nos atrapen de nuevo(*).

Tendrían que elegir un capitán también para ponerlo en el registro del BoSS. Joder. La única con experiencia de mando era la maldita imperial. Lo que le faltaba, tener que seguir las ordenes de la maldita genocida. En fin, al menos podría pilotar.

Por el rabillo del ojo, notó la expresión en la cara de Tivna

Muchacha, no te preocupes - le dijo poniendole una mano en el hombro - los YT tienen una pinta horrible pero aguantan lo que les echen y siguen sacando modificaciones aunque el modelo inicial sea más viejo que yo. Cuando fue... Hace 16-17 meses? En Starship Illustrated, el YT-1300 -dijo apuntandolo con el dedo - quedó en el Top 5 en la categoria de cargeros ligeros, con máxima puntuación en creditos/parsec en mantenimiento y consumo. Y tercero en durabilidad. Si, un Gymsnor-3 es mucho mas estilizado, esta claro. Son muy bonitos. Pero cuando a los tres meses te empiezan las microfracturas en las gondolas del condensador sublumínico... Ahi te quiero yo ver. Ya te digo yo que te importan tres cojones que la nave sea bonita. Con los margenes tan estrechos con los que te mueves en este negocio muchas veces, lo importante es una nave fiable y barata. Barata de operar, me refiero. El Ghtroc 720 es más barato que las YT y tiene, sobre el papel, mejor caracteristicas pero se cae a cachos despues de un par de temporadas exigiendole. - meneó la cabeza y la miró a los ojos con una sonrisa - Creeme, Tivna, no ibas a encontrar mejor nave que un YT-1300.

Seamus cruzó los dedos para que la joven se tragase la falacia de autoridad. No le gustaba verla triste. La verdad era que el YT-1300 era una chatarra comparado con los nuevos YT y muchos otros cargueros disponibles. Al menos, eso si, era barato de operar. Y con un nuevo hiperimpulsor, quizas hasta podrian competir algun contrato en rutas poco transitadas...

—¿Cambiarle el nombre? —repitió Nru girando la cabeza rápidamente de la nave y clavándola en Seamus—. No lo dirás en serio, ¿verdad? —Se mojó los labios y volvió a mirar a la nave—. Hasta una forastera como yo sabe que hacer eso trae la peor de las suertes. 

»Y no tengo ninguna gana de acabar a la deriva por algo tan banal como un nombre. 

Escuchó las palabras del viejo sobre la nave, el modelo y demás, y bufó. 

—A mí me vale con que nos saque de este planeta. —Y añadió—: no es nada personal, Kyal. Pero... lo mejor es que sigamos moviéndonos. Por mucho cariño que nos tenga ahora tu gente, no tardarán en cansarse de nosotros. 

Especialmente si llegaban a conocer a Seamus y a Sorcha. Esbozó una sonrisita floja. 

—¿Cuándo estará lista? ¿Algo que debamos saber sobre la YT?

~~—¿Cambiarle el nombre? —repitió Nru girando la cabeza rápidamente de la nave y clavándola en Seamus—. No lo dirás en serio, ¿verdad? —Se mojó los labios y volvió a mirar a la nave—. Hasta una forastera como yo sabe que hacer eso trae la peor de las suertes.

El viejo se encoge de hombros.

Tengo más miedo a la maquinaria del estado que a una superstición. A los jedis les hubiese ido distinto si se hubiesen dado cuenta de eso. Y la verdad, después de medio siglo volando, y habiendo visto todo lo que he visto, te aseguro que solo hay dos cosas a las que temer. Uno: una tripulación incompetente. - como ésta -  Y dos: naves con un solo water y varias razas para usarlo. Como ésta. Creeme, el nombre va a ser el menor de nuestros problemas.