Partida Rol por web

-Quizás esté dormida...- comienzo a hablar en un tono bajo, casi en susurro. El rostro de Romo mostraba los mismos sentimientos que yo sentía, intranquilidad y una mala corazonada.

Sin pensarlo, tomo a Romo por el brazo, para estar mas cerca suyo -Romo, ¿Tienes algún objeto para defendernos?- no quería ser pesimista, pero en las películas al ser mordido por un zombie, eres contagiado por el virus.

-Creo que deberíamos asegurarnos con algún objeto antes de continuar buscándola ¿No crees?- me aferro un poco mas a su brazo y miraba por todo el rededor del lugar, temerosa.

Noto como Isabel me toma del brazo, intranquila. Una mezcla de sensaciones atraviesa mi mente. La sensación, de peligro por un lado, y de cierta emoción, al sentirme como un caballero andante defendiendo a una dama, me hace sonreir.

 - Tranquila, en la mochila llevo un martillo y un destornillador, - digo mientras señalo a mi espalda - cógelos.

Tambien recuerdo haber dejado el otro palo de escoba al lado de la puerta. Echo un vistazo y ahí sigue. Alargando el brazo, cojo la vara, blandiéndola como si fuera un arma. Y avanzamos al interior del edificio...

Avanzáis hacia el interior del vestuario dónde Lampkin había dejado tumbada a Irene, podéis ver como hay un par de banquetas juntadas con toallas, haciendo una especie de cama improvisada. Pero no había nada allá.

Por el rabillo del ojo puedes ver como de la zona del vestuario dónde hay las taquillas, se mueve algo en dirección hacía vosotros, apenas lo captas unos instantes antes de que se abalance hacía vosotros.

- ¿Irene? ¿Estas ahí? - pregunto sin levantar mucho la voz, esperando oir algo, mientras avanzo despacio hasta el lugar donde dejé a Irene.

 - Quedate detras de mí, Isabel - susurro en voz baja - esto me da muy mala espina - digo mientras aferro la vara con ambas manos, poniéndome delante de ella.

Sin perder tiempo, abro su mochila y saco el martillo y el destornillador, era mejor estar bien equipada, aunque sinceramente sentía miedo al tener que enfrentarme a una criatura de esas, pues, alguna vez fue humano ¿Y si Irene...? no, no debía adelantarme a nada, tenía que ser optimista hasta el final y pensar que ella estaba bien.

No cierro la mochila de Romo, pues en ese instante percibo algo por el rabillo de uno de mis ojos. Levanto el martillo y me dispongo a atacar -¡¡Romo!!- grito al tiempo que me volteaba para descubrir que venía hacia nosotros.

Isabel esquiva a Irene que se había abalanzado hacía ella con un rápido movimiento y enarbolando el martillo. Irene parecía muy débil y torpe y cayó al suelo cerca vuestro. La chica estaba totalmente pálida y aunque tenía la herida tapada se podía ver la sangre que había en su hombro izquierdo. Algunas venas se le marcaban en su cuerpo pálido y sus ojos estaban inyectados en sangre.

Ahora en el suelo se intentó incorporar un poco hacía vosotros y extendió sus brazos, como si os intentara tocar y estuvierais muy lejos.

- A...yu...da..dme - murmuraba entre jadeos.

- ¡Dios!.... Irene, ¿que te ha pasado? - no he visto llegar a Irene, y me ha sobresaltado. Por suerte, Isabel ha podido esquivar su embestida. - ¿Estás... estás bien?

Al ver el aspecto de la muchacha, más parecido al de nuestro agresor de esta mañana, y como aún estando muy débil, trata de pedir auxilio, no puedo evitar que unas lágrimas aparezcan en mi rostro.

- ¡Joder!... Lo siento Irene... Te he fallado... - me limpio las lágrimas pasándome la manga de la camisa por la cara - Es culpa mía... no debí haberte dejado aquí sóla... tendría que haber matado antes al cabrón ese que te mordió... lo siento mucho...

Viendo los intentos de Irene por levantarse, con los brazos extendidos hacía nosotros, y aun alterado por ver el estado en el que se encuentra, sujeto con firmeza la escoba contra su cuello, de forma que la impido levantarse, y la mantengo a cierta distancia.

Miro de reojo a Isabel, aunque más pendiente de mantener controlada a Irene que su respuesta. - Creo que ya es tarde para ella... Está mucho peor que cuando la encontre. Como dices, parece que las mordeduras de estas cosas son contagiosas... - ahora si miro fijamnte a Isabel, pero sin dejar de ejercer presión sobre el cuello de Irene - Bueno, Isabel, ¿que crees que deberíamos hacer? ¿Como la ves tu?

Blandí el martillo con todas mis fuerzas, sin importar quien era, pero al percatarme que no era un zombie sino Irene, el corazón me dió un vuelvo, me detuve por completo y dí unos cuantos pasos hacia atrás.

Jadeante la contemplo. Su estado era lamentable y preocupante. Irene dejaría de ser ella en poco tiempo, luego formaría parte de esas criaturas, lo cual me entristeció un poco.

Permanezco en silencio, mirándola a ella y a Romo sucesivamente. Sentí pena por Romo, por lo cual puse una mano un tanto temblorosa en su hombro -no te culpes...- le digo con un hilo de voz, parecía como si yo también fuese a llorar.

-Espera...- tomo la escoba por un momento -quisiera excaminar su herida, pero no estoy segura de ello, comienza a ser agresiva y no quiero ser mordida o que te muerda a tí -mientras hablaba observaba a la muchacha que sufría; su mirada me provocó tristeza y pena.

Acorto la distancia entre ambas, tan solo un poco -¿Irene?- comienzo a arrodillarme, titubeante. Quería acariciar su rostro, mostrarle cariño para calmar un poco su agonía, pero sentía miedo -¿Crees que puedes enseñarme la herida? Quiero ayudarte...- le hablaba en un tono suave, delicado, maternal, como si fuese una pequeña niña.

Irene había empezado a balbucear, tenía la mirada perdida como si no os viera. Al mínimo contacto con su piel, podéis notar que esta ardiendo, seguramente tiene una fiebre exageradamente alta y esta delirando. No lográis entender de que habla, seguramente se este comunicando con algo o alguien en su imaginación y actúa como si no estuviera ahí, como si no os viese.

La herida del hombro, se puede ver claramente una mandíbula marcada, del mordisco que recibió, toda la piel de alrededor esta totalmente necrótica, venas y arterias se le marcan por doquier cerca de ese punto, todo tipo de supuraciones y otras heridas nacen de la raíz de ese mordisco.

- No te acerques a ella, Isabel. Si algo he aprendido estas horas es a no confiarme. - Sujeto con firmeza el palo de la escoba, mientras presiono con más fuerza, empujando a Irene contra el suelo. - No voy a permitir que te pase a ti lo mismo.

Quiza mis palabras habían sonado demasiado directas, demasiado agresivas, pero es que la tristeza por lo ocurrido con Irene estaba dando paso a un furia intensa por no poder hacer nada para solucionarlo.

Además, otra idea le estaba rondando la cabeza. Si finalmente, Irene se convertia en una criatura peligrosa como el tipo que les ataco... tendrían que acabar con ella. Pero claro, no es lo mismo actuar en defensa propia contra un desconocido que te ataca, que matar a sangre fría a un amigo caido... Esto es un mierda... joder, Irene...

Me encontraba ya arrodillada, pero no hacía nada mas, la verdad era que sentía miedo por lo que Irene podría hacernos; esa dejaría de ser pronto la amiga de Romo y se convertiría en una mas de ellos.

Podía apreciar desde aquel ángulo la mordida a la perfección -La mordida no tiene buena pinta... ¿Has visto lo que rodea la mordedura? además sus ojos, podría asegurarte que tiene mucha temperatura, más de lo que un humano podría soportar...- al terminar de hablar miro a Romo -creo que no hay nada que...- callo inmediatamente y muerdo mi labio inferior. Niego con mi cabeza, terminando así mi diagnóstico -lo siento, cielo...- miro con tristeza a Romo, luego a Irene.

Tras un momento de silencio, solo de observación hacia Irene, me incorporo -sabes lo que tenemos que hacer y sé que no eres capaz de hacerlo...-le susurro-debemos hacerlo cuanto antes o podemos esperar hasta que deje de ser ella, por decirlo de alguna forma...- comenzaba a sentirme mal por lo que estaba diciendo, en cualquier minuto podría echarme a llorar.

Miro fijamente a los ojos de Isabel. - Claro que no puedo hacerlo, joder... - vuelvo a tragar saliva - No es como el tipo ese... Ahora es... es ella...

Pese a la tensión acumulada, sigo apretando con firmeza la escoba, presionando el cuello de Irene. - Además, aún no sabemos como evoluciona esto... puede que su estado sólo se deba a la fiebre... - vuelvo a dirigir la mirada a Irene - Quizá... quiza sólo necesite algún tipo de antibiotico o calmante para que la fiebre no la afecte.

Muevo la cabeza a los lados, mirando alrededor, por si algún detalle se me hubiera escapado, o simplemente como estímulo para despejarme un poco. - Si al final tenemos... tengo que terminar con esto, espero que no sea golpeándola con este palo. Y no lo digo sólo por el ahora. - Mi tono de voz se vuelve más sombrio - Si esto es sólo una muestra de lo que nos espera, no podremos seguir adelante sólo con escobas y bicicletas. Tendremos que buscar armas, y un vehículo. Gasolina. Alimentos. Medicinas.

Conforme voy hablando a Isabel, me voy tranquilizando. Tener un plan de acción, calcular pros y contras, estudiar estrategias y variables, son cosas que siempre se me habían dado bien. Aunque nunca pense que llegaran a ser útiles fuera de los libros o los estudios.

- En esa esquina de la sala hay una habitación - digo señalando con la barbilla. - Allí encontre las bicicletas, las herramientas y las medicinas. Mira a ver si encuentras algo que pudier ser de utilidad ahora.

Inmediatamente me pongo en pie para dirigirme a la habitación que Romo mencionaba. Al incorporarme, pongo mi mano en su hombro -intentaré hacer todo lo posible, como lo prometí- le sonrío y me encamino hacia la habitación, sin antes tomar el martillo, no quería llevarme sorpresas.

Los antibióticos podrían ayudar con la infección y quizás podría encontrar algún otro medicamento que pudiese bajar un poco la temperatura. Debía intentarlo, si fuese alguno de mis amigos, estaría destrozada, así que comprendía a la perfección como se sentía Romo.

-¡No tardo!- exclamo al tiempo que corría hacia la habitación.

Vi a Isabel dirigirse a la habitación, hasta perdería de vista. Parecía buena chica, aunque aun joven e impresionable. No creo que estuviera de acuerdo con lo que iba a hacer, y en cualquier caso, si podía evitarla una imagen dantesca, lo haría.

Volví a dirigir mi mirada a Irene. Su aspecto ya era totalmente el de una de esas criaturas... El de un zombi... No estaba seguro de si aun conservaba algo de humanidad. Pero lo que si sabia era que, de ser así, era preferible que dejara este mundo siendo aun una persona, y no un monstruo.

De modo que cerré un momento los ojos, aferre la vara de la escoba con fuerza, y presione sobre el cuello de Irene, esperando ser lo más rápido y menos doloroso para ella. Presione hasta oír un sobrecogedor "crack" y ver como sus movimientos espasmódicos cesaban...

Ves como hay una puerta que hace poco estaba cerrada pero que alguien la ha reventado. Ahora que lo has abierto te fijas que es una especie de trastero, huele a humedad y esta repleto de cosas apiladas. Está lleno de polvo.

Echando un primer vistazo detectas varias cosas:
- Tres bicicletas (deberían ser del vigilante o del que tuviera la llave del trastero). Están viejas pero sirven.
- Todo tipo de mangueras y tubos de plástico.
- Un montón de cajas llenas de archivadores con inscripciones y otros datos del club.
- Un par de cajas de herramientas.
- Recambio para veleros, cabos de muchos tamaños, mosquetones y otras piezas.
- Un botiquín.
- Sillas y otros muebles.

Todo esta bien apilado para que ocupe el menor espacio posible, a primera vista es lo que consigues vislumbrar entre el desorden.