Partida Rol por web

Ares estaba siguiendo el desarrollo de una guerra en la Mesopotamia. Más que una guerra en sí misma, el Dios la veía más bien como una escaramuza entre dos bandos pequeños y débiles, nada interesante que observar.

Entonces golpearon a su puerta. Con un pasaje de su mano diestra, el agua que reflejaba la escena desde la fuente de su palacio volvió a ser solamente agua, y Ares dió permiso al invitado. Después de todo realmente no estaba haciendo nada divertido.

Entonces ella entró. Tenía un aire de nobleza desde su pie hasta sus rulos rubios, vestía una túnica blanca semitransparente y portaba el arco por el cual era conocida.

La diosa de la caza hizo una leve reverencia, saludo entre dioses y preguntó:

-Ares, ¿tenéis un minuto de tiempo para concederme?

Habían cabalgado toda la noche en busca de un sitio donde descansar y tomar algo. Xena montaba un caballo amarronado al que llamaba Taunus, Gabrielle estaba sobre un córcel blanco llamado Nívea y Calisto prefería a su negro alazán, Morro.

Pronto divisaron unas casas y un pequeño vallado. Era un pueblo, pequeño por lo que se veía pero seguramente habría una buena taberna en donde tomar unos tragos, así como alguna posada en donde pasar la noche.

Hacía semanas que las chicas vivían en paz, hasta los ánimos de Calisto estaban calmados.

Era algo bueno pero como todas tenían presente, producto de sus propias experiencias, lo bueno suele ser breve.

Trato de contener un bostezo al ver la forma torpe y poco imaginativa en la que hacían la guerra aquellas personas. Nada como novedad, ninguna idea nueva en 100 años. Una gente de lo mas aburrida estos Mesopotamios, tan solo imaginan cosas nuevas cuando se trata de sus burdeles.

La llamada a la puerta de mi humilde morada en el Olimpo reclama mi atención y me levanto para recibir a mi distinguida invitada, saludándola con una inclinación de cabeza mientras entrecruzo los dedos.

Ahora no estaba haciendo nada Artemisa. Sera un placer dejar que mi atención sea para ti.Con un gesto la invito a sentarse si lo desea, aunque depende del día la diosa se suele sentir incomoda bajo techo.

-Estoy bien, gracias.

Artemisa mira apenas la habitación en donde el dios estaba contemplando la batalla. Lo hace con curiosidad pero en sus ojos no se adivina si le gusta o no, simplemente la observa una vez. Luego sus ojos se vuelven a posar en el dios.

-Supongo que no estás enterado del robo. Porque sino sabrías porque he venido, así que debo informarte.

Artemisa saca un pergamino y le muestra a Ares un casco, es un casco de estilo vikingo, con dos cuernos y parece ser hecho de bronce o de algo similar. El dibujo no es tan detallado. Al principio al dios no le suena ninguna campanilla pero pronto recuerda la leyenda.

-El casco de las huestes muertas. El Casco que Hades custodiaba con su Cerbero ha sido robado. Tú sabes su poder, bueno... Voy a ser directa, ya sabes que no me gusta perder el tiempo. Todo aquel que domine el casco podrá dominar a los guerreros muertos por su mano, o por la mano de su ejército y crear con ello... ¿cómo decirlo? -los ojos de Artemisa miran al suelo -¿un ejército invencible? ¿Todo poderoso?

La diosa suspira.

-Le he dicho a Hades pero él no sabe cómo fue posible ésto, Zeus está muy ocupado con problemas maritales... así que sólo me quedas tú. Yo creo que veremos los efectos de este casco pronto en la tierra. Y aunque te encante, bah ames la guerra, creo que hasta a tí no te gustaría ver un planeta vacío. Después de todo ¿quién quedará para pelear cuando estén todos muertos?

Bajo de mi corcel con un salto. Demasiados dias a caballo hace que andar se me antoje agradable. A lo lejos encuentro la opcion de dormir a cubierto, comida caliente y bebida fria.

- Esta noche dormiremos a cubierto.- Afirmo mirando al frente.- Intentemos que esta vez sea una entrada y una estancia pacifica.- Comento mirando a Calisto de reojo, con Gabriel no veo peligro pero ella nunca se sabe por donde puede salir.

Contemplo el dibujo con curiosidad, grabándolo en mi mente mientras las palabras de Artemisa resuenan en la estancia casi vacía de mis dominios. Un guerrero solo necesita sus armas y tal vez un trono para poder sentirse a gusto y eso es lo que ve Artemisa cuando examina las inmediaciones.

Hades...apostaría lo que fuera a que el mismo a sido quien a entregado ese casco a algún humano. Uno de sus agentes sin duda. El es el único que ganara si todas las almas terminan en su morada y la tierra es un páramo lleno de cadáveres sin nada en su interior.

Le devuelvo el dibujo mientras me rasco la barbilla pensativo.

El casco tiene que estar en poder de alguien con recursos. No vale cualquier muerto de hambre. Tiene que ser alguien que tenga ya la capacidad de matar en un numero significativo y que haya tenido contactos con Hades. Sonrío algo divertido por la idea, aunque no porque un guerrero haya echo pactos con mi hermano. Eso es traición.Yo debería conocer a todos los sospechosos.

Noté cómo Xena me miraba, y opté por asentir con la cabeza. No me gustan sus suspicacias, pero esta vez prefiero dejar correr la velada provocación de mi compañera.
-Busquemos la posada,no puede estar lejos-digo

-No puedo asegurarte ni que tengas razón respecto a Hades ni que estés equivocado. Sólo sé que debes investigar ésto.

La diosa camina alrededor de Ares mientras sigue hilvanando sus pensamientos en voz alta.

-Empezará con una masacre... eso seguro. Una masacre pequeña, algo que realmente no llame la atención. Luego los cuerpos no aparecerán y entonces es señal de que el reloj ha comenzado a hechar su arena.

Artemisa se detiene y se cruza de brazos.

-Deberías trabajar con un equipo, Ares. Solo... solo eres muy ¿inestable? No te ofendas pero tus aventurillas han llegado a todos los oídos del Olimpo. ¿Quizás tu mejor guerrera?

Acercandose hasta estar frente a él, los ojos de Artemisa brillan.

-¿Quizás Xena pueda ayudarte? Digo... si es que aún la controlas.

Gabrielle sigue a lomos de su corcel blanco, Nívea, pues decide que para el poco camino que queda no merece la pena bajarse. Eso sí, siempre cabalga al lado de Xena. Cuando se comenta lo de la entrada pacífica, se le dibuja una sonrisa en la boca al recordar lo de la vez anterior. Estaba bien que Xena se tomase esas cosas con humor, o de lo contrario, habrían disputas.

Asiente con la cabeza y sigue a sus dos compañeras hacia el pequeño poblado para encontrar algun lugar en el que pasar la noche.

Alzo las cejas ante la palabra que usa Artemisa.

Debo?...estas segura de que debo hacer algo, Diosa?. Desde cuando soy un lacayo que tiene obligaciones mas allá de las competencias que de todos son bien conocidas.

Si antes me limite a mover las cejas, ante la mención de Xena no tengo mas remedio que fruncir el ceño. Mencionarla es como restregarme mis repetidos fracasos ante ella por el rostro.Incluso para alguien con la falta de tacto como Artemisa dos insultos tan seguidos son difíciles de tolerar.

Hablas con mucha libertad sobre cuestiones que no te incumben, Diosa.Te digo yo acaso que deberías llamar a tu lecho a Acteon,Diosa virgen?.

Las 3 muchachas pasan por la puerta de ingreso al pueblo. Hay bastante poca gente por allí. Ni siquiera hay algunos guardias para custodiar la entrada, como sería razonable en cualquier otro sitio.

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Al entrar ven una plaza central en donde una fuente vierte sus aguas y algunos niños juegan, tres a decir verdad. Alrededor de la fuente hay casas de techo de paja y muros de adobe, casas muy rústicas y pequeñas.

Una mujer está tendiendo la ropa afuera de una de ellas y, cuando vé a las chicas, se queda quieta. Sale corriendo y toma a uno de los niños por la cintura y lo mete adentro. El crío protesta pero no hay caso.

Además se vé una taberna que tiene un cartel que dice:

"El Mesón Tranquilo"

El cartel está torcido y parece bastante sucio.

-Los hombres y sus atributos no interesan a mi morada. Si deseo algo lo consigo con mi arco, terco Ares.

En los ojos de Artemisa se vé un leve dejo de ofensa, pero como es su costumbre, sigue con el semblante pacífico.

-Bien, si quieres puedes omitir mis comentarios. Pero debo aconsejarte algo antes, sí... otro consejo mi animoso dios. Tu preciada Xena y su séquito están en este momento en el que creo yo que será el punto cero de la masacre.

Artemisa eleva sus brazos y ves una entrada a un pueblo, es el pueblo de Fracia, un pequeño pueblito de muy pocos habitantes. Gente por lo general amigable, más que nada campesinos.

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Por esa entrada ves pasar a Xena y a sus dos compañeras, Gabrielle y Calisto.

-Mis informantes han dicho que casi todos los hombres del pueblo desaparecieron anoche. ¿Todavía no quieres oír mis consejos? Bien, sé terco como Hades. Ya no es mi problema.

Artemisa deja de proyectar la imagen y se dá media vuelta dispuesta a irse.

No parece un pueblo muy acogedor,susurro a mis compañeras.La taberna esta ahí mismo,podemos entrar y descansar un rato.Aunque por el aspecto tal vez dormiríamos mejor fuera.¿no os extraña tanto silencio?,les digo.

Dejo que la diosa se marche sin decir nada mas. Me irrita bastante que una diosa como ella, seguida casi en exclusiva por mujeres que no dejan que los hombres las toquen me venga a decir lo que tengo que hacer. No es ella una diosa?, pues que lo solucione. Ahora me pasa el muerto a mi y se lava las manos, como si fuera mi responsabilidad.

El maldito Hades debería encargarse del asunto. Que no lo haga es prueba de su culpabilidad. Irritado en grado sumo tomo mis pertenencias y voy a visitar a mi tío, a ver que es lo que esta maquinando el muy idiota.

Usando la teletransportación, Ares viaja al inframundo. Sin más complicaciones entra a la sala de Hades, su tío. El Dios está tomando un poco de ambrosía y conversando con sus súbditos. Pese a la fama terrible, Hades simplemente hace su trabajo y muchas veces se lo ha visto harto de él. Por ello mismo, buscando un poco de luz en semejante sitio tan oscuro y tenebroso, fue que raptó a Perséfone y sólo la deja visitar a su madre durante los tres meses de la Primavera.

La joven no se encuentra en este momento por allí, y Hades mira a su sobrino y con desdén pregunta.

-¿A qué debo el honor de tu visita?

Hago una burlona reverencia, al fin y al cabo es su casa.

Bueno, mi querido tío...me preguntaba si Hercules a vuelto a burlar vuestra seguridad o si alguien mas lo ha logrado. Tal vez en vez de un perro deberíais confiar en soldados. Os podría recomendar a algunos. Sonrío para que vea que es una broma, pese a que no en su totalidad y continuo, ya sin sonreír.

Se lo del casco tío, y se lo que puede hacer. Me gustaría que me dijerais si algún mortal os a visitado últimamente o si habéis traído a alguna joven mortal a vuestro hogar que se haya podido llevar un...detallito.

-Otra vez con ese casco...

Hades hace una seña y sus invitados, muchos de ellos voluptuosas mujeres se retiran, alguna que otra mira con interés al nuevo dios.

-Siéntate, ya me duele la cabeza con este tema. Le he dicho a Artemisa hasta el cansancio que no sé cómo alguien se apoderó de ese objeto. No cualquiera puede entrar aquí.

Hades enumera con sus dedos -o es un muerto que ha venido aquí a pagar sus culpas por el tiempo fijado, por cierto ningún castigo es eterno, solamente es igual o un poco superior a sus maldades ahí arriba o lo ha hecho un Dios. De todas maneras aunque fuese un dios el tártaro es mi reino, yo conozco sus rincones muy bien.

El dios niega con la cabeza.

-No tengo idea quién lo ha tomado. Pero te juro que es alguien que quiere crearme más problemas con mis hermanos... siempre yo, siempre el malvado. Nunca quise este estúpido trabajo. Zeus la pasa muy bien arriba y Poseidón tiene el mar para sí y mírame... sólo me toca este sitio oscuro e infernal.

Hades mira a Ares con atención, como si sopesara su reacción a lo que le ha contado.

Le escucho mientras medito lo que ha dicho. Artemisa ha puntualizado muy bien que tan solo los hombres han desaparecido del pueblo. Masacrados sin duda mientras sus mujeres quedan indemnes. A ella le vendría muy bien un mundo sin hombres sobre el que imponer sus estúpidas normas acerca de seguir siendo vírgenes por siempre, como si eso fuera algo natural.

En cuanto a los muertos...dado que Hades tiene el poder sobre ellos es imposible pensar que uno de ellos pudiera robar el casco sin su consentimiento. Bien podría ser todos esto algo para combatir su aburrimiento.

Si tan poco te gusta este sitio, deberías tratar de animarlo. Nadie dice que tu morada tenga que ser un lugar húmedo y oscuro.Deja que tu esposa lo decore a su gusto a ver que tal lo ves entonces.

Luego camino un poco con las manos en la espalda mientras medito.

Sabes que es curioso?...que Xena y sus amigas hayan aparecido al mismo tiempo en el mismo lugar que el casco. O al menos es lo que parece.Parece como si alguien o algo las hubiera enviado allí. Suspiro en silencio un momento antes de continuar. Aquellas 3 solo me traen malos recuerdos.

Hay alguna manera para detectar el casco?, para anular sus poderes?...y porque diablos existe un objeto como ese, tío?.

-Sí... me imagino a Perséfone decorando este mundo. Creo que sería horroroso, digo está mal tanto negro pero no me imagino a Caronte llevando a las almas en un barquito lleno de flores. Ella cree que todo tiene que tener flores. La amo, realmente aunque bueno tenga mis consortes pero ella es a veces... demasiado amorosa.

Hades se para y se estira, haciendo que sus brazos suenen.

-Bien, el Casco... El Casco está aquí porque fue usado hace tiempo. Mucho tiempo... en la guerra contra los Titanes no había arma que no sirviera. Una vez que los hubimos encerrado, tus otros tíos y yo, ya no fue necesario.

El dios se detiene, pensativo.

-¿Xena está yendo hacia donde está el casco? ¿Estás hablando en serio, sobrino? Porque si lo estás mejor le avisas a menos que quieras que pase a ser una de ellos en poco tiempo. Lo que tiene el casco, por lo que es maravilloso, es que a lo que mata lo hace más fuerte.

Hades intenta explicarse mejor con un ejemplo.

-Si tú eras un mortal, uno de esos humanos flaquitos y endebles, al morir por uno de los súbditos del casco, te convertirás en un guerrero de espaldas anchas y ojos furiosos. Tu fuerza aumenta, tu resistencia aumenta, aunque tu voluntad es nula. Sólo obedeces al dueño del casco.

El dios se detiene y pregunta.

-¿Y dónde dices que está? ¿Dónde está Xena?